LUCÍA MENDEZ
EL MUNDO
El martes 15 de marzo, al finalizar el primer pleno ordinario de una legislatura loca, se produjo en una dependencia del Congreso lo que el neurocientífico argentino Facundo Manes llama «un disparo emocional» entre dos políticos: Íñigo Errejón y Pablo Iglesias. El cerebro y el corazón de Podemos mantuvieron un desencuentro de alta intensidad cuya consecuencia fue el estallido de una grave crisis interna en esta joven formación. La espoleta del conflicto fue la destitución fulminante del secretario de Organización, Sergio Pascual. Pablo Iglesias tomó la decisión y la ejecutó sin que sunúmero dos pudiera hacer nada para evitar la caída de uno de sus hombres de confianza. Desde esa noche, Iglesias y Errejón, por separado, intentan elaborar las consecuencias de ese «disparo emocional». El líder de Podemos ha tomado la decisión de sustituir a Pascual por Pablo Echenique. El vicelíder permanece refugiado en un silencio significativo de calculada protesta contra la destitución de Pascual. En la conversación nocturna de Iglesias y Errejón -que incubaron a su criatura, Podemos, en largas noches de cervezas y discusiones académicas- se dijeron muchas cosas, sobre la lealtad, la amistad y la política. El secretario general puso sobre la mesa los argumentos para destituir al amigo de su amigo. No hay alternativa, le dijo. Y el secretario político de Podemos no pudo evitar esa destitución, por lo que salió de allí hecho polvo. En ocasiones la política puede separar a dos amigos íntimos. No es la primera vez que pasa.
El camino de amistad que los dos habían recorrido juntos desde sus estudios sobre los populismos latinoamericanos hasta acabar sentados en un escaño del Congreso de los Diputados con la llave de un posible Gobierno en la mano está académicamente relatado en el informe La formación de Podemos: Sudamérica, Populismo Postcolonial y Hegemonía Flexible. Lo firma el profesor argentino Salvador Schavelzon, cuyo trabajo ha sido alabado por Pablo Iglesias. El autor descubre las discrepancias entre ambos. «Errejón e Iglesias escriben juntos y comparten discusiones», pero «sería la lectura de Errejón la que se impondría en Podemos. Una operación populista de articulación hegemónica de un pueblo realizada a escala nacional e inspirada por Ernesto Laclaudesde un estudio discursivo». Pablo Iglesias, añade, «estaba más influenciado por el zapatismo y el movimiento indígena de Evo Morales».
El profesor Schavelzon cita en su estudio un artículo de 2013 en el que Pablo Iglesias explica cómo se hace la transición de los estudios posmarxistas a la práctica política en la España actual. «Desde que salgo en las televisiones grandes percibo dos tipos de público bien diferenciados. Por una parte está la gente de izquierdas de toda la vida. Pero hay otro público con el que no me había relacionado. Los que me paran por la calle y me dicen: ‘Olé tus cojones’ y me dan un abrazo. El técnico que me pone el micro en un plato y me susurra: ‘Cómete a esos cerdos’. El cámara que me guiña el ojo y me levanta el pulgar. ¿Son ellos la clase obrera llamada a asaltar los cielos? No lo sé, pero tengo claro que son los de abajo y a ellos hay que dirigirse».
Aunque ha adquirido la condición de señoría y está al frente de un grupo parlamentario de 65 diputados con representación institucional en todas las comunidades y los gobiernos municipales de las capitales más importantes del país, de vez en cuando Pablo Iglesias sigue actuando bajo el consejo de esa voz que le llama a la acción cruenta: «Cómete a esos cerdos». Movido por este resorte de cabreo global fue cómo el líder de Podemos despidió a Sergio Pascual, con un comunicado frío y letal que hizo buena la caricatura que hacen de él sus adversarios como el nuevo Robespierre o la reencarnación de los líderes comunistas que purgaron a sus críticos. Este tipo de actuaciones caracterizadas por los aspavientos y su hiperliderazgo -promovido por Errejón, que fue quien tuvo la idea de poner la fotografía de Iglesias en las papeletas de las elecciones europeas- han acabado por chocar con los modos suaves y el estilo más cartesiano de su número dos. Errejón es el autor del giro estratégico que consideraba necesario un movimiento de moderación, jerarquía y centralismo para presentarse a las elecciones generales.
«Pablo ha sido la condición necesaria para el nacimiento de Podemos. Es un articulador, un objeto simbólico con el que se identifica mucha gente. Él es un líder fuerte y en todos los liderazgos fuertes hay una dificultad para distinguir el estado de ánimo del líder del estado de ánimo de la fuerza política. Una y otra se confunden», manifestó a este diario hace unos meses Errejón.
La realidad le ha dado la razón esta semana. Los diputados de Podemos han asistido atónitos e incrédulos al choque entre las dos personas que tienen que dirigir la acción del grupo parlamentario. La comunicación del cese de Pascual a través del servicio de mensajería Telegram cayó como un jarro de agua fría en el Consejo Ciudadano. Iglesias y Errejón son víctimas de los cambios que ellos mismos han impulsado en la forma de hacer política en España. Podemos sacó la parte emocional de la crisis de la intimidad de las casas -la ira, el sufrimiento, los desahucios, las desgracias-, la llevó a la calle y ahora la ha trasladado a las instituciones. Los besos, los abrazos, los bebés, las apelaciones a la felicidad y el resto de actuaciones de los líderes de Podemos son interpretados como una muestra de cursilería barata por parte de los analistas y el resto de los partidos. Sin embargo, son cambios que siguen las enseñanzas de otro profesor canadiense, Jon Beasley-Murray, autor de Poshegemonía, una obra de éxito en los movimientos de izquierda alternativa. Beasley-Murray resumió su tesis hace poco en una entrevista en Eldiario.es. «La política no tiene tanto que ver con la ideología, sino con los cuerpos, los afectos y los hábitos. Todo empieza por el afecto: lo que se siente. Un afecto es el índice de potencia de un cuerpo y del encuentro entre dos cuerpos. Los encuentros entre cuerpos se pueden dividir entre buenos y malos encuentros: los buenos son los que aumentan la potencia y producen efectos positivos, como la alegría, los malos son los que disminuyen la potencia del cuerpo y producen efectos negativos, como la tristeza. Hay hábitos buenos, los que ayudan a construir comunidad, y malos, los autodestructivos».
El pasado martes, el encuentro de los dos cuerpos, afectos y hábitos que dirigen Podemos fue malo, negativo y puede llegar a ser autodestructivo. Pablo Iglesias e Íñigo Errejón salieron rotos de aquella entrevista. Fuentes cercanas a ambos dirigentes señalan que ambos están «dolidos, tristes y defraudados». El silencio del número dos, que ha puesto tierra por medio para que se escuche su protesta muda, y el tono apagado del número uno en su rueda de prensa del viernes al hablar de su amigo indican que los dos se han distanciado durante un tiempo para encontrar la forma de restañar las heridas. Todas las fuentes consultadas señalan que una ruptura definitiva sería un «daño irreparable» para la formación morada. Según ha podido saber este diario, Errejón ha comunicado a sus interlocutores estos días que «Podemos es más importante que las personas» y que él se ha comportado de forma leal con el proyecto y con Pablo Iglesias expresándole su desacuerdo con la destitución de Sergio Pascual, cuyo trabajo al frente de la Secretaría de Organización no ha sido fácil. Los colaboradores de Errejón creen que la forma en la que se ha apartado a Pascual «es fea» y «rompe los equilibrios» de la formación. Los colaboradores de Pablo Iglesias achacan a Sergio Pascual pasividad o aquiescencia en las dimisiones de los 10 dirigentes de Podemos en Madrid. Según esta versión, el responsable de Organización sabía que iban a dimitir y no pudo o no quiso parar unas renuncias que dañan objetivamente al partido. La situación en la Comunidad de Madrid es un polvorín, ya que el grupo parlamentario y el Consejo Ciudadano trabajan cada uno por su lado.
Los dos salieron de la jornada del martes “dolidos, tristes y defraudados”
Íñigo Errejón y Pablo Iglesias, en el Congreso de los Diputados. | ALBERTO DI LOLLILa crisis interna mantiene ensimismado a Podemos en torno a sus problemas internos, dejando en segundo plano la revolución política que proclamaba y el discurso que les llevó a tener excelentes resultados electorales a la primera. Los dirigentes consultados dan diferentes explicaciones, aunque complementarias, sobre una situación en la que se mezclan las corrientes internas, el amateurismo en la acción política, el crecimiento desordenado del partido y el caos político del país, sin Gobierno tres meses después de las elecciones generales.
CRISIS DE CRECIMIENTO. Podemos es ya un partido como los demás, que tiene que adecuar su acción a las reglas de juego de las instituciones. Sus dirigentes presumían de haber llevado a los partidos tradicionales a su campo de juego y ahora se han invertido las tornas. Errejón dijo en una ocasión: «Ellos se movían bien jugando en hierba y ahora nosotros les hemos puesto a jugar en tierra batida». Podemos juega ya en la hierba mullida de las alfombras del Congreso. El juego institucional tiene sus normas y hay que aceptar el tablero que se presenta, como sostiene el secretario político.
CRISIS TERRITORIAL. Podemos quiere ser el PSOE y va camino de conseguirlo. Ya tiene su conflictiva FSM y su PSC. Los conflictos territoriales han estallado en distintas comunidades a la vez. Y aún está pendiente el encaje con las confluencias –En Comú,Compromís, Mareas– en algunos territorios que presionan sobre el derecho a decidir. El nombramiento de Echenique como secretario de Organización puede contribuir a bajar la tensión, ya que es un dirigente respetado por todos los sectores.
CORRIENTES Y FAMILIAS. El rápido aterrizaje de Podemos en el mundo de la política real ha obligado a convivir a distintas familias con ideas dispares sobre lo que debe ser la formación y hacia dónde tiene que orientar su estrategia política. Sigue latente la tensión primigenia entre los que añoran el esplendor en la hierba de los círculos y las asambleas y los que han asumido que para hacer política es imprescindible dejar atrás la infancia. Pérdida de la inocencia lo llaman algunos. Por otro lado, la proliferación de cargos con poder en la cúpula ha hecho brotar lo que en política se conocen como losentornos de los diferentes líderes, cada uno con su propia ambición personal. Las fuentes consultadas atribuyen a los citados entornos un papel decisivo en la actual crisis interna de Podemos. Según esta interpretación, los colaboradores de Pablo Iglesias han podido «meter cizaña en una grieta en la que hay dolor» contra Íñigo Errejón y viceversa. No obstante, aún no existe masa crítica para asegurar que en Podemos hay errejonistas y pablistas, como en el PSOE existían guerristas y felipistas.
PACTO CON EL PSOE. Las dificultades de organización se han mezclado con el debate y las negociaciones de un posible pacto de gobierno con el PSOE. La excelente relación que el grupo de Podemos mantiene con los socialistas en la Asamblea de Madrid es un elemento fundamental de las disensiones internas. El entorno de Iglesias considera que desde allí se intenta desgastar al líder. Existe asimismo preocupación en los dirigentes próximos a Errejón sobre el castigo electoral que podría sufrir el partido si aparece como el culpable último del no pacto. El secretario general no quiere verse presionado por ese lado. «La madurez que estamos adquiriendo a marchas forzadas sólo puede reforzarnos», dijo el viernes Iglesias. La preocupación de quienes les han acompañado en esta aventura es que Podemos ya es como el resto de los partidos, a pesar de que querían ser algo distinto. Con la crisis interna a cuestas
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