Jean Maninat
Hay años lúgubres que se niegan a partir, insisten en quedarse, en colarse, regresar por las rendijas, los resquicios, los cauces del año que comienza, para mostrarnos su resistencia, su capacidad de seguir convocando los espectros que creímos haber despachado con la noche vieja. El 2017 vino con un aroma a 2016: el gobierno repite sus cantinelas acerca de un desempeño mejor para Venezuela -una vez derrotada la “guerra económica”- mientras los vaticinios de los organismos internacionales especializados anuncian el desmadre de los desmadres de la economía venezolana… peor de lo mismo.
Y el sector que, hoy, hace valer sus tesis en el seno de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) comenzó el año recurriendo de nuevo a la prisa, al paso redoblado, al “este año salimos de esto”, bajo la forma del llamado a convocar elecciones generales para resolver la crisis sin demora porque: “el país no aguanta más”.
El país no aguanta más argumentaron apenas salidos del contundente triunfo -a pesar de su descreimiento- en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015, y se propulsó el choque de trenes con el gobierno sin tomar al menos un respiro para calibrar sus consecuencias. Digamos que nadie estaba acostumbrado a ganar tan contundentemente y el triunfo se nos trepó a la cabeza como una marejada feliz, se trastornaron las personalidades, y de cada piedra surgió un contrincante presidencial. Es natural y comprensible…
Pero que luego de botar el juego en doce pasmosos innings, se pretenda regresar al todo o nada, a poner la carreta delante de las mulas y conducirla alumbrada por un espejismo fatalmente atractivo como es la lucha por elecciones generales -que no se llevarán a cabo-, es un acto de insensatez mayor. Arropar la elección de gobernadores bajo la consigna: “¡Elecciones ya!”, es diluir la potencia del único instrumento que se tiene en este momento para iniciar una campaña a nivel nacional que acorrale al régimen, en cada estado y localidad del país.
La elección de gobernadores le devolvería a la gente el sentimiento de que sí es posible volver a triunfar, arrasar, allí donde son protagonistas fundamentales: en los lugares donde viven y padecen -con sus peculiaridades regionales- la terrible situación causada por la indolencia del gobierno. La autopista Francisco Fajardo, en Caracas, no es el ombligo del mundo opositor.
¡Elecciones de gobernadores, ya! Esa es la pancarta tras la que deberían marchar los líderes de la oposición democrática, abrazados y caminando a un mismo paso entusiasta. Los sectores sensatos de la MUD, los que labraron el triunfo del 6D/2015 a pesar de las reticencias de quienes dudaban en primar la vía electoral para salir del régimen, deberían asumir sin sonrojos que la vía más certera es la acumulación de fuerzas, gradual, inclusiva y electoral, que les permita a los descontentos de todo bando encontrarse en un mismo empeño democrático.
El año pasará presuroso, como el pasado y el antepasado lo hicieron. Luchar por la celebración de las elecciones regionales debería ser la prioridad de los meses por venir, sin distraer la mirada hacia destellos pasajeros, relumbrones que sólo inducen a concluir sin avances concretos en la recuperación democrática… pero, eso sí, pletóricos de maravillosas promesas incumplidas.
Si se repite, no habrá excusa que valga.
@jeanmaninat
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