JULIO BORGES
Esta semana se instala la nueva Asamblea Nacional de Venezuela y tengo el gran honor de ser su nuevo presidente. Acepto este gran reto y responsabilidad con el reconocimiento total que Venezuela vive en medio de las más grandes dificultades que hemos vivido desde hace más de dos siglos.
Hoy Venezuela vive un momento injusto y vergonzoso. Es una terrible ironía que siendo Venezuela uno de los países más ricos del planeta nuestro pueblo esté sufriendo una dramática escasez de alimentos, medicinas y otros productos básicos. Somos un pueblo que ve con vergüenza cómo algunos de nuestros compatriotas buscan restos de comida en la basura y ve morir familiares por falta de medicinas. Es el mismo pueblo que se despide de sus seres queridos, ya sea en el cementerio por la violencia o porque se van a otro país en busca de una mejor vida.
Todas estas desgracias, tienen responsables claros que el pueblo conoce bien. Aquellos que continúan las políticas e ideología destructora del presidente Nicolás Maduro y su Gobierno. De esos que juraron todo el poder para el pueblo, y que hoy le tienen terror a las elecciones. De los que piensan que el pueblo es bueno cuando los apoya, y malo cuando les reclama. Esa hipocresía y su fracaso monumental es el que desde esta Asamblea Nacional debemos empezar a cambiar y estamos comprometidos a terminar.
La urgencia de un cambio de rumbo y gobierno para nuestro país tiene como propósito lograr con rapidez dos metas sencillas que deben unirnos por los próximos años: construir un país donde los venezolanos tengamos más y seamos más. Por esta razón es que desde la nueva Asamblea Nacional vamos a legislar para comenzar a cambiar el nefasto modelo económico y político que nos ha sumido en esta despreciable crisis. Vamos a trabajar para democratizar la propiedad y la economía. Esto significa legislar para que los venezolanos tengan propiedad sobre la tierra, las casas, las empresas del estado y el petróleo. Vamos a trabajar en reformas que estimulen la iniciativa personal y la inversión para comenzar a desmantelar el petroestado corrupto, construyendo así una Venezuela productiva y de propietarios que enriquezca a todos los venezolanos y no solo a los enroscados en el poder y sus facilitadores.
Pero al mismo tiempo, trabajaremos para una Venezuela sin presos políticos, donde el color político que prefieras no sea ni motivo de premio ni castigo. La nueva Asamblea Nacional está también llamada a liderar el cambio político por el que 14 millones de venezolanos votaron hace poco más de un año. Tenemos ante nosotros un gobierno que no respeta la constitución ni al pueblo. Hoy sabemos que con Maduro es imposible avanzar y a nosotros en la Asamblea Nacional nos toca señalar el camino. Estamos llamados a darle cauce a esa fuerza que se activó para pedir el referéndum revocatorio, del cual se burló el gobierno. Además de acompañar en las calles al pueblo venezolano aprobaremos por mayoría la declaratoria de abandono del cargo por parte de Maduro. Como es de esperarse, el oficialismo señalará que ese mecanismo que está en la constitución es inconstitucional; entonces, inmediatamente, haremos de acuerdo a nuestra competencia que tenemos en la Constitución, una convocatoria a un Referéndum Consultivo para que los venezolanos decidan si están de acuerdo o no con que Maduro abandone el cargo.
Finalmente, las Fuerzas Armadas venezolanas tienen un rol fundamental en el cambio en Venezuela. Ellos también son víctimas del caos. Sabemos que el gobierno inyecta miedo a los miembros de las fuerzas armadas frente al cambio que viene en Venezuela. Con ellos queremos ser lo más claros posibles: los únicos militares que tienen que tenerle miedo a un gobierno nuevo son los violadores de derechos humanos y los oficiales involucrados en narcotráfico.
A pesar de las penurias que vivimos hoy, existe una realidad indiscutible: Venezuela no se divide en dos grupos políticos. Hoy la realidad es que somos una sola familia, un solo país, lastimado y maltratado por la crisis, sobreviviendo al día, un sólo país que ve con indignación la injusticia de un grupo que desde el poder oprime, persigue y roba. De ahí es que nace nuestro compromiso, de que a partir de este tiempo se dirá que el pueblo venezolano no se rindió, no será en nuestras manos en las que se pierda la república de nuestros hijos.
Julio Borges es el nuevo presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y coordinador nacional de Primero Justicia, el principal partido opositor de ese país.
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