domingo, 3 de enero de 2016


En medio de una de las peores crisis económicas de las últimas décadas y una lucha política que amenaza la estabilidad del sistema, 167 diputados (aunque 4 proclamaciones están suspendidas provisionalmente por el TSJ) asumirán su curul el próximo martes para iniciar las sesiones del período 2016-2021 de la Asamblea Nacional. Llegan con una misión difícil entre sus manos: encontrar soluciones a una de las situaciones más complejas que se han registrado en toda la historia contemporánea de Venezuela.
El éxito que cosecharán los parlamentarios en su tarea bien podría depender de un debate interno que se está dando en cada bloque político de manera pública y privada desde el 7 de diciembre y que se agudizará una vez que se instale el nuevo Parlamento: se apuesta al diálogo entre adversarios, para resolver la crisis económica, o a la confrontación abierta entre enemigos, para promover un cambio político.
El análisis es complejo debido a que los dos grandes bloques se subdividen en facciones distintas que presionan a favor de una u otra dirección, lo que dificulta la posibilidad de lograr un acercamiento equilibrado.
“El escenario perfecto es que hubiese madurez política y todo el mundo cediera sus intenciones particulares a favor de jugar por la estabilidad del país. Pero eso se ve muy lejos de suceder”, alerta Oswaldo Ramírez, analista político y director de la firma ORC Consultores.
John Magdaleno, politólogo y director de la firma Polity, tampoco confía mucho en la posibilidad de que se desarrolle un escenario de óptima conciliación. “El problema es que, en virtud del deterioro económico, puede haber convulsiones sociales serias con muchas protestas y muestras públicas de rechazo hacia la gestión del gobierno y la crisis”, afirma el experto.
En la crisis económica pareciera estar la clave de lo que ocurrirá. Si los dos sectores la obvian para enfocarse en una lucha política por el poder, el riesgo de una convulsión social pareciera ir en aumento conforme la inflación y escasez se agudicen. Al contrario, si se toman medidas que mitiguen el impacto negativo de la crisis sobre los ciudadanos, habrá mayores posibilidades de estabilidad.
“El 6 de diciembre parece haber demostrado que lo que quiere la gente es inmediatez en la resolución de los problemas actuales. La gente se siente mal económicamente y lo que quiere es salir de esa situación. Si se siente que nadie pone atención en eso, se puede desatar una vorágine que se termine comiendo todo el sistema político”, advierte Ramírez.
Además del Ejecutivo Nacional, que tiene el poder para determinar políticas económicas, los otros encargados de evitar que la crisis se escape de las manos son los 131 hombres y 36 mujeres que se instalan hoy en la Asamblea Nacional.
A pesar de que es un Parlamento totalmente distinto al anterior debido a que la oposición obtuvo una mayoría calificada, que pasó temporalmente de los dos tercios a los tres quintos, tras la decisión del Tribunal Supremo de Justicia sobre las impugnaciones a 10 diputados electos, en la que se ordenó dejar sin efecto de forma provisional las elecciones en el caso del estado Amazonas y revisar los casos de Aragua y Yaracuy. Sin embargo, algunos aspectos de su composición siguen teniendo similitudes con el pasado.
Los jóvenes de 35 años o menos son minoría, representando solo 18,6% del total de parlamentarios en una Asamblea con una edad promedio de 47,6 años. Además, las mujeres continúan siendo pocas a pesar de las reglas de paridad de género que impuso el Consejo Nacional Electoral que alteraron el proceso de inscripción de los candidatos por parte de los partidos. 21,6% de los escaños serán ocupados por dirigentes femeninas, un repunte de 5,2 puntos porcentuales con respecto a la Asamblea que cesa funciones.
Los dos bloques. Buena parte del destino del país estará en las manos de los dos grupos que dominan la Asamblea: el oficialismo en el Gran Polo Patriótico y la oposición en la Mesa de la Unidad Democrática.
El primero se divide en 3 partidos: el PSUV, con 52 diputados; el PCV, con 2; y Vanguardia Bicentenaria Revolucionaria, con 1. Resta ver si el partido de gobierno se subdivide en varias corrientes con distintas visiones o se comporta como una pieza homogénea.
En principio, la actitud del gobierno ante los resultados ha sido radicalizarse y evitar cualquier tipo de acercamiento con la oposición, que el Presidente necesita para autorizar el desembolso de dinero y realizar viajes al exterior, decisiones que podría bloquear según la mayoría que finalmente obtenga en el Parlamento. “Esto ocurre porque están atrapados en un interpretación bastante dogmática y anacrónica del socialismo, calculan que si se moderan ponen en mayor riesgo al proyecto chavista y tienen la visión de que retroceder sería traicionar el legado de Chávez”, explica Magdaleno.
Si se mantiene esta visión, pareciera bastante difícil que el bloque oficial se abra al diálogo, lo que vaticinaría confrontaciones políticas serias.
“Para que haya un acercamiento el PSUV tendría que salirse de la camisa de fuerza en que está ahora y abrazar al Chávez pragmático que retrocedía y tomaba algunas decisiones económicas. Si no hacen eso corren un gran riesgo de ir perdiendo cada vez más apoyo”, considera Ramírez.
En la MUD, como coalición de partidos, la diversidad de organizaciones y toldas es mayor: Primero Justicia tiene 32 diputados, Acción Democrática 26, Un Nuevo Tiempo 21, Voluntad Popular 14, otras 9 organizaciones cuentan con 18 y hay un independiente.
A primera vista pareciera que los moderados, encabezados por PJ, tienen mayor músculo y podrían impulsar la acogida general de ese criterio. Sin embargo, algunos voceros de VP han hablado abiertamente de buscar un cambio en la Presidencia este año y los analistas estiman que un gobierno radicalizado podría darle más fuerza a esta visión. “El problema para la oposición es descifrar cuál fue el mandato que le dio el pueblo el 6-D: que la Asamblea legisle cohabitando con el gobierno, o que use su poder para cambiar al Ejecutivo. Si no logra decodificar y proceder según el mandato del pueblo, perderá legitimidad”, concluye Ramírez.
 

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