Fausto Masó
El Nacional, Diciembre 19, 2009
Por estos días el Presidente de Venezuela sintió el peso de la soledad, el sentimiento que tarde o temprano domina a los líderes de los pequeños países cuando comprueban que en política internacional no hay amigos sino intereses.
Chávez ha llegado demasiado lejos, movido por una audacia desmesurada, ha pretendido influir hasta en Malawi. La velada amenaza de Hillary Clinton sobre las relaciones con Irán hay que tomarla en serio, sus palabras las respalda el poder de la primera potencia del mundo. Esto no quiere decir que desembarcarán los marines, pero constituyen un preaviso, frente al cual apenas los países del Alba abrieron la boca.
Chávez lamenta el silencio de Brasil; hasta ayer nada ha dicho Brasil sobre las declaraciones de Hillary Clinton.
Quien calla, otorga.
Con Chávez Brasil no llegará más allá de la esquina. En el momento que Washington amenazaba a Chávez, Washington demostró al mismo tiempo que tomaba en serio a Brasil y no quería un enfrentamiento con ese país, prefiere ponerse de acuerdo con el gigante y, en ese caso, ¿dónde queda Venezuela? Aunque quizá mañana, o la próxima semana, Brasil declare su solidaridad con Caracas, será demasiado tarde. Hay respuestas demoradas que envían una mala señal. Brasil ha utilizado gustosamente a Caracas que ha convertido a Brasil en el dueño del continente: acabó con sus rivales, el Pacto Andino, el G-3. Brasil no le agradece a Chávez los favores recibidos, en política no hay agradecimiento. Brasil conseguirá con Washington lo que le convenga, aspirar a ser el interlocutor privilegiado con Obama.
La prensa publica también que Washington y Brasil conversan sobre la situación hondureña, sin mencionar a Chávez, quien sólo cuenta en realidad con Nicaragua, Cuba y Ecuador, lo que no quiere decir mucho. En las palabras de Hillary había una amenaza, nada velada por cierto. En el siglo XXI hay muchas maneras de enviar los marines y de influir en el continente, ya Honduras demostró el nuevo estilo de golpes de Estado, dado en este caso torpemente, en vez de imitar a los venezolanos cuando sacaron a Carlos Andrés Pérez de Miraflores, cubriendo las formas, igual que los argentinos cuando tuvieron cinco presidentes en cuatro días.
Chávez ha puesto en peligro la soberanía nacional, ha colocado al país en una situación de debilidad. En Cuba, los cubanos estaban dispuestos a morir en el caso de un enfrentamiento con Estados Unidos, que no invadirá a Venezuela, porque ya hay mil formas de intervenir en otro país. El propio Fidel afirma: “Daniel Ortega explicó ayer cómo el golpe en Honduras determinó el debilitamiento y la conducta de los miembros del Sistema de la Integración Centroamericana”. No se equivoca. No hay que alegrarse de que Chávez ponga en peligro hasta la integridad territorial de Venezuela. Mientras tanto, Chávez juega con lanzar una constituyente que ratificaría su poder. La realizaría antes de las elecciones legislativas, las cuales hasta quizá no se efectuarían. Los delegados se elegirían de forma de garantizar una mayoría chavista, habría delegados indígenas, delegados comunitarios, delegados empresariales.
Como siempre, sólo hay una respuesta: la unidad de la oposición, un comando único, participar en cualquier tipo de elección, al menos para aprovechar la oportunidad que representa para el debate, un debate que serviría para debilitar el poder político del Presidente.
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