Pedro Luis Echeverria
Uno de estos días conversando con un
amigo Ecuatoriano, éste me decía que desde
hace mucho tiempo en El Ecuador nadie sabía que era de la vida de Abdalá Bucaram.
Me quede pensando sobre ello y
recordé como se comportaba ese individuo: locuras a granel, mal gusto,
destempladas expresiones contra sus adversarios políticos, irrespeto a las
leyes e instituciones, permanente actitud agresiva, ignorancia supina de la
manera de manejar los negocios públicos, mitomanía, una pertinaz falacia, desmedido protagonismo,
falta de sensatez y cordura en el ejercicio de sus funciones como Jefe de
Estado, la corrupción en su disparatado régimen, los diarios dislates y despropósitos,
sistemático maltrato a sus subalternos, pergeñar necias y estólidas
reflexiones, el gusto por hacer de payaso y usar disfraces, la afición al canto
y al baile, vocación por las aventuras galantes y la concupiscencia, uso y
abuso de una verborrea altisonante y vacía y recordé también, el dramático
contraste entre las infatuadas promesas y rimbombantes anuncios hechos por
Bucaram a su pueblo y los nulos resultados que obtuvo e, igualmente, el
terrible caos y la vergüenza colectiva en las
que sumió a su país durante su desgobierno.
Seguí pensando en donde podría
encontrarse tan nefasto personaje y, de pronto, con claridad meridiana intuí lo que había pasado: Bucaram había sido
secuestrado por una agrupación terrorista internacional y había sido clonado
para ser utilizado como arma letal y secreta para destruir algunos países de
nuestra región. Allí comenzó nuestro vía crucis. Agentes encubiertos se
trasladaron clandestinamente a Venezuela llevando consigo un Bucaram clonado
que sería mimetizado para ser sembrado entre nosotros. En ese momento no sabían
a fe cierta quien sería sustituido por el clon. Realizaron estudios,
investigaciones y establecieron perfiles de conducta que permitieran una
sustitución que no se apreciara a simple vista. Dentro del grupo de personas
preseleccionadas para el eventual cambalache, destacaba un grotesco espécimen
de nuestra fauna criolla, un obscuro y felón conductor de autobús, que por su
gran incompetencia, cobardía e incapacidad profesional, había participado en el
fracaso de la asonada militar en la que se había comprometido y que
posteriormente, por no tener una mejor cosa que hacer en su vida, se había
dedicado a la aventura de politiquear dando tumbos del timbo al tambo.
Después de exhaustivas deliberaciones,
el jefe del grupo concluyó sus análisis y se realizó la mimetización y el
posterior cambiazo. El resto de la historia es ampliamente conocido. El clon
cumplió su cometido y durante el tiempo que lleva en el poder años destruyó la
economía, el sistema eléctrico, refinerías,
infraestructura, salud, educación, las empresas básicas y arteramente nos trató de dividir.
Yo, entretanto, sigo conversando con
mi amigo Ecuatoriano para decirle que con el RR y por la fuerza de nuestros
votos, le devolveremos a la organización terrorista, derrotado, desgastado y
con serias anormalidades mentales, su Bucaram-MaduroClon.
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