OSCAR HERNANDEZ BERNALETTE
Definitivamente, la política es el arte de lo posible .Un outsider de la antipolítica utilizó las más bárbaras de las estrategias políticas, la amenaza, la mentira, despertar sentimientos ocultos de sus electores. Donald Trump no se parece a Chávez, ni se aproximan. Sus campañas electorales sí, en la misma corriente estridente. Los mexicanos de Trump son los equivalentes a la cabeza de los adecos que pararían en un sartén. Las empresas de Estados Unidos que se mudaron al exterior, son el equivalente de los vendepatria venezolanos, los demócratas son los escuálidos, y los políticos de Washington son como los de la cuarta República que tanto amenazó el comandante. Para Trump, negocios y capitalismo; para el otro era socialismo del duro y malo. La misma bulla pero dos pragmatismos muy distintos.
El diálogo es parte del arte de la política. Ha funcionado en muchas crisis. Pero la pregunta que nos podemos hacer un día como hoy, ¿funcionará en Venezuela? Aunque apuesto por el diálogo como la mejor opción para salir de las dificultades, veo con preocupación su posibilidad de éxito. Tengo escepticismo por lo que considero una falla de origen. Esa mesa de negociación se armó de la manera más arriesgada imaginable, como para que no funcionara. Se inicia sin pasar por las instancias obligatorias que hubiesen generado confianza entre la oposición y el gobierno.
Necesitaba pasar por cuatro etapas, cada una importante y progresiva. Prediálogo (evalúa la voluntad real de las partes), el diálogo (desarrolla una agenda de largo aliento), negociación (ponen en la mesa sus requerimientos y logran acuerdos), verificación (se dan un plazo para que se confirme lo acordado). La ausencia de una metodología diáfana colocó ese proceso en una barrena en camino al fracaso. Todos queremos una salida pronto, sin impunidad y justa para las partes. Pero perder tiempo es darle músculo al gobierno, y percibo del gobierno poca voluntad para llegar a acuerdos razonables.
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