viernes, 7 de julio de 2017

VICTOR HUGO D'PAOLA

OSCAR HERNANDEZ BERNALETTE

Esta nota comprimida me deja poco margen para referirme a dos vicisitudes que me cambiaron el ánimo este 5 de julio. La primera, la muerte de Víctor Hugo D’Paola. Gran amigo, compañero de estudios y maestro. Cursamos juntos en la Escuela de Estudios Políticos de la UCV. Además, con su compañera de vida, Mayita Acosta, y otros cercanos amigos fuimos del entorno permanente de estudios. Tener la posibilidad de compartir con Víctor era un privilegio; era ya un dirigente político que provenía de las filas del Partido Comunista y además cofundador del MAS. Su praxis política y su conocimiento teórico de las ideas políticas era una ventaja que sin duda nos ayudaba a los más jóvenes del grupo.
Siempre discreto y respetuoso, Víctor Hugo era un venezolano excepcional. Su pasión por la política, la cultura y los libros lo convirtió en un dirigente noble para un país siempre en conflicto. Con desaciertos a lo largo del camino, cultivó la honestidad intelectual y el apego a los más altos principios de la transparencia como una virtud en el ejercicio de la política. Fue concejal, diputado, alto dirigente del MAS y otros partidos. Evolucionó ideológicamente en su comprensión de los retos que tenía el país por delante. Como hombre de izquierda, entendió el peligro que corría Venezuela con la aventura chavista. En su último artículo para la prensa afirmó que el chavismo “será flor de un día”. En la Fundación Espacio Abierto, una de sus últimas iniciativas, deja un tremendo vacío. Lo acompañaremos a su última morada.
El otro trago amargo del día fue ver la barbarie en pleno apogeo. Tomar la Asamblea en dos etapas, ambas violentas, no solo es un irrespeto sino una madre provocación. ¿Será que también el nuevo canciller invitará al cuerpo diplomático para que conozcan de primera mano esta nueva afrenta a la institucionalidad?

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