TRINO MARQUEZ
Escribo estas líneas en un momento
en el cual parecen liquidadas todas las posibilidades de suspender la elección de
la constituyente comunal convocada por Nicolás Maduro para el domingo 30 de
julio. Da la impresión de haberse impuesto la línea más dura, guerrerista,
militarista y obtusa, cuya cabeza -o mazo, para hablar con mayor precisión- es
el teniente Diosdado Cabello. De nada sirvieron la movilización de millones de
venezolanos en la jornada épica del 16 de julio, las gigantescas marchas y
protestas durante varios meses, y el asesinato de más de un centenar de
venezolanos, la mayoría jóvenes, que han demostrado su rechazo a la
constituyente fraudulenta. El régimen decidió imponerla contra viento y marea, afincado en el poder que le confieren las
tanquetas y los abyectos integrantes del TSJ y el CNE. Diez por ciento de los
venezolanos resolvieron pasarle la aplanadora al otro noventa por ciento, al
mejor estilo estalinista, o fidelista, para tropicalizar el atropello.
El
domingo 30 de julio se cierra un ciclo de luchas y se abre otro, más dramático
y aún más decisivo. Hasta esta fecha podríamos decir que la confrontación al
régimen militar cívico presidido por Maduro, a pesar de haber sido violento, se
ha mantenido dentro de los límites de la democracia republicana. Las protestas
han contado con el apoyo de nuestros diputados en la Asamblea Nacional y, desde
hace algunos meses, de la fiscal general Luisa Ortega Díaz, de los partidos de
oposición, el compromiso de los rectores, gremios estudiantes de las
universidades autónomas, el respaldo de los gobernadores, alcaldes, diputados
regionales y concejales democráticos, la
neutralidad o el sostén tímido de los dueños de las grandes televisoras
nacionales y la difusión masiva de las informaciones a través de las redes.
Este
cuadro podría transformarse rápidamente a partir del momento en el cual se
instale la asamblea constituyente originaria. Siendo el objetivo principal de
Maduro, Cabello y compañía crear las condiciones que les permitan perpetuarse
en el poder sin ninguna clase de contrapeso, todas las instituciones públicas o
privadas que puedan obstaculizar o supervisar el poder omnímodo del
madurismo-diosdadismo, estarán en un grave peligro. La lucha será contra el
totalitarismo desenfrenado. Las órdenes de captura contra Gustavo Marcano y
Ramón Muchacho, dos alcaldes opositores, revelan que el futuro comenzó ya.
La
asamblea constituyente cerrará la Asamblea Nacional y destituirá a la Fiscal
General, les pondrá enormes obstáculos al funcionamiento de los partidos
políticos, sindicatos, gremios y federaciones independientes; acabará o
desdibujará, hasta prostituirlas, las figura de los gobernadores, alcaldes,
diputados regionales y concejales; las gobernaciones y alcaldía, si es que subsisten,
se convertirán en apéndices de los consejos comunales o de las organizaciones
que surjan de ese bazar; la autonomía universitaria quedará restringida, de
modo que el gobierno pueda intervenir directamente en la elección de sus
autoridades. Ya lanzaron un globo de ensayo con la designación del Vicerrector
Administrativo de la USB, un militarote que a lo mejor no conoce ni el campus
de esa hermosa universidad. Los medios de comunicación quedarán aún más
sometidos al control de Conatel y las cadenas atormentarán todavía más la
precaria vida de los venezolanos. El gobierno desplegará todos los esfuerzos
necesarios -como en China, Cuba y los demás países totalitarios- para limitar
el uso de internet; la autopista de la información podría transformarse en un
camino vecinal donde circulan a placer los amos del poder.
Algunos
podrán pensar que me he vuelo orwelliano y que proyecto una distopía, pero,
¿cómo no imaginarse este cuadro tan negativo si lo único que le interesa al
régimen es engraparse al poder y no aflojarlo jamás, a pesar de que el proyecto
socialista fracasó y de que representa
una minoría desprestigiada internacionalmente y despreciada aquí en Venezuela?
Si los dirigentes del gobierno creyesen y practicasen la democracia y la
alternancia que le es intrínseca, jamás habrían organizado un bodrio como la
constituyente, que le arrebata la soberanía al pueblo y viola el sufragio
universal, directo y secreto.
Desde
el 30 de julio en adelante la oposición tendrá que reforzar su presencia en los
sectores populares, enraizarse en las organizaciones de la sociedad civil,
obligadas a batirse por su supervivencia. Los partidos, legales o no, habrán de
formar tejidos muy firmes con el movimiento sindical, gremial, empresarial,
estudiantil y social, en general, para tratar de impedir que la dictadura
fidelista se reproduzca en nuestra nación, bajo los rostros de Nicolás Maduro,
Diosdado Cabello, Tarek el Aisami y Vladimir Padrino López. Estos personajes no
darán tregua. Intentarán cerrar todos
los espacios donde se ejercita la democracia; apelarán a la represión abierta o
encubierta, según les convenga, con el Sebin, el ejército la GNB o los
paramilitares. Sin Fiscalía y con un Defensor del Pueblo complaciente con la
tiranía, podrán reprimir cuanto quieran.
Los
tiempos que vienen serán muy duros. Las estrategias y líneas de acción de los
demócratas habrá que redefinirlas. Si sabemos rehacernos, podremos derrotar la
dictadura en un plazo relativamente corto. El gobierno tendrá que lidiar con
una crisis económica feroz, un pueblo indignado que lo detesta y una comunidad
internacional que lo presionará por múltiple flancos para que retorne al camino
democrático.
@trinomarquezc
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