¡A
SABLAZO LIMPIO!
Enrique Viloria Vera
Recurro
una vez más al DRAE a fin de tener certeza del significado de términos y
vocablos de nuestro rico idioma español, leo que una de las acepciones de sablazo
es el acto de sacar dinero a alguien, pidiéndolo, por lo general, con habilidad
e insistencia, y sin intención de devolverlo.
Acertada
definición, muy aplicable a lo que los cabecillas de la Revolución bolivariana
han hecho con el erario nacional, con el Tesoro Público, convertidos en un
verdadero botín, en una rebatiña de dólares que luego depositan sin ningún
rubor en sendas y buchonas cuentas en Andorra, Suiza, Libia o en paraísos
fiscales, a nombre propio o de complacientes e interesados testaferros.
¡Nos
han sableado! A plena conciencia, agavillados, indolente e impunemente, despacito, despacito, han dejado las
arcas nacionales exhaustas, las reservas internacionales en límites de país en
quiebra, progresivamente y con saña con mucha saña, han derruido el país,
colocándolo a nivel de las naciones menos afortunadas del mundo.
En
medio de nuestras locuras bolivarianas, de los desvaríos de El Robusto Guasón,
de las paradojas socialistas, resulta que vivimos en un país bizarro, donde el
mérito tiene visos de insensatez y todo se concibe al revés. Se premia al que
roba, al que reprime, al que se asocia con pranes y delincuentes, al que
malversa, al que prevarica, al que se enriquece con jugosas comisiones, al que
roba descaradamente, al que insulta, al que tortura, al que adula y jala bolas
y galones, al que es ineficiente y conduce a la empresa pública bajo su mando a
la bancarrota, al que regala El Esequibo, al que prohíbe mencionar en vano el
sagrado nombre de El Supremo, en fin, al asesino, al delincuente, al corrupto,
al enchufado y al cómplice.
En
un acto televisivo, de esos que generan náuseas y vómitos, El Bailarín Mayor de
la comarca socialista del siglo XXI, aparece -
papeado y burlón - premiando a los castigados por El Imperio,
entregándoles una réplica de la espada de El Libertador que los beneficiados y
beneficiadas agitan aguerridamente reclamando venganza en nombre del Comandante
Eterno, semejan más a un jenízaro, a un combatiente de la Yihad socialista
dispuesto a entregar su vida a nombre del proceso, aunque - a la hora de las
chiquitas -, saldrán corriendo a refugiarse en las embajadas de los países
que han chuleado al nuestro.
Si
antes nos sableaban diariamente en nombre de Bolívar, ahora con la espada de El
Libertador empuñada en nombre de la revolución, debemos poner la cartera en
sitio seguro, y prescindir de tarjetas de crédito, joyas, celulares, tabletas y
no alardear de lo poco que se pudo comprar en el mercado
o en la farmacia, y sobre todo no sacar los carros a la calle.
¡QUÉ
DIOS NOS COJA CONFESADOS!
¡BOLÍVAR: NO LOS
PERDONES, QUE SÍ SABEN LO QUE ROBAN!
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