Emilio Nouel V.
De
chapuza en chapuza va el gobierno del cabello-madurismo hacia su hundimiento
definitivo. Afortunadamente,
para todos los venezolanos de bien que aspiran a un cambio del estado de cosas
actual.
Los
últimos episodios políticos reiteran que haga lo que haga todo le sale al revés
de lo que pretende, y hasta la manipulación del asunto de la frontera se le está revirtiendo en su contra.
Ni
siquiera con su perversa exaltación del chauvinismo frente a un supuesto
enemigo externo, logrará los resultados que espera, por mucho que
algunos desinformados caigan en esa trampa.
En
este caso se evidencia, en toda su magnitud, las graves falencias de la gestión
gubernamental del chavismo. En él confluyen desaciertos que explican un
fracaso sin precedentes. Hace poco se leía en Bloomberg que Chávez debía ser
considerado uno de los líderes más desastrosos que ha visto el mundo en mucho
tiempo, y no le falta razón.
El
chavismo, sin duda, es la cúspide, la apoteosis de la mediocridad política y
administrativa. Nunca antes padecimos tanta ineptitud.
Nadie
desconoce que en toda frontera hay problemas complejos, y las más de las veces,
de difícil solución. Particularmente, en la colombo-venezolana están presentes
situaciones que se arrastran desde hace mucho tiempo y que exigen atención
especial y un tratamiento adecuado por parte de ambos países. Se ha fallado
mucho en tal sentido.
No
todo lo que allí ocurre de malo, debe decirse, es culpa exclusiva de un solo
país.
Desafortunadamente,
en esa frontera se han dejado pudrir ciertas cuestiones, a pesar de que se han
establecido mecanismos de cooperación bilateral para abordarlos y tratar de
solventarlos.
La
crisis fronteriza se potencia, por un lado, gracias a una política económica
disparatada; un sistema kafkiano de controles de precios, de cambios, de
distribución de productos y de estatizaciones impuesto por el gobierno
chavista, que con el tiempo se ha ido enmarañando de manera enloquecida y ha
descoyuntado toda la economía, poniendo al ciudadano a padecer las más abyectas
humillaciones como consumidor, menoscabando su poder de compra y deteriorando
su calidad de vida.
Por
otro lado, demuestra la desidia e irresponsabilidad en materia de relaciones
políticas y comerciales con un país al que nos unen siglos de convivencia y
vínculos humanos enormes. Dos economías complementarias, que en las últimas
décadas habían establecido canales de comercialización que aumentaron
positivamente los volúmenes de intercambio y apuntaban a una integración sólida
y ascendente hacia el futuro, hoy experimentan un estado de desconexión
absurdo, sin justificación alguna.
El
gobierno venezolano ha sido negligente frente a los asuntos de seguridad de la
frontera que nos ocupa. No es un secreto sus vínculos con la narcoguerrilla
terrorista que ha asolado a Colombia durante muchas décadas, y la prueba última
de esto es el apoyo que las FARC hacen de los desmanes recientes cometidos por
el gobierno venezolano. En ésta, esos delincuentes y otros
(paramilitares y narcos) se pasean libremente amparados por el consentimiento o
la inacción de autoridades de uno y otro lado.
La
corrupción militar, la de siempre, se ha incrementado. Las exportaciones
ilegales de productos se han convertido en un negocio altamente lucrativo,
mucho más de lo que pudo haber sido antes, gracias a una política económica que
lo incentiva.
Venezuela
tiene la potestad soberana de tomar medidas en su territorio y nadie puede
negarlo. Pero ellas deben enmarcarse en su ordenamiento jurídico y responder
proporcionalmente al problema planteado, sea cual fuere éste. Un Estado de
excepción no tiene justificación.
Es inaceptable la violación de normas constitucionales y de tratados
internacionales que garantizan los derechos humanos de propios y extraños.
Una
vez más Venezuela se desacredita ante el mundo por causa de unos gobernantes
ignorantes, incompetentes y arbitrarios, que irresponsablemente aprovechan un
hecho irregular para distraer al país de sus graves problemas y tratar con ello
de remontar la cuesta de la popularidad que hoy se encuentra en su más bajo
nivel.
Pretenden
revertir la amplia diferencia que le lleva la oposición democrática en
intención de voto.
Pero
un discurso tramposo y la exacerbación de un nacionalismo trasnochado y
xenofóbico no les servirá para acortar la brecha y hacer olvidar el desastre
económico, la escasez y la inflación inaguantable que sufren los venezolanos.
El
6D comenzará la resurrección de la democracia y la libertad, y no podrán
evitarlo.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
No hay comentarios:
Publicar un comentario