Oscar Hernandez Bernalette
Andrés Oppenheimer afirmó con razón que “la historia reciente de Venezuela debería ser de enseñanza obligatoria en todas las universidades del mundo, como ejemplo de un milagro económico al revés: a pesar de haberse beneficiado del boom petrolero más grande de su historia, el país hoy en día tiene más altos niveles de pobreza que antes”.
Igualmente, un estudio de tres prestigiosas universidades venezolanas (UCV, USB, UCAB) demostró el estado deplorable de las condiciones de vida de los venezolanos y concluyó, al evaluar la realidad de estos tiempos –el retroceso en materia de seguridad personal, situación social, trabajo, nutrición y alimentación, salud; educación, pensiones, vivienda y servicios, vulnerabilidad físico-ambiental, economía, desarrollo local, la institucionalidad y circunstancias electorales–, que los niveles de pobreza se dispararon en el país.
Venezuela ha pagado caro por el populismo y por la política de distanciamiento de las recomendaciones de los organismos internacionales. Disociarse de las disciplinas multilaterales y proponerse una estrategia de desarrollo de la que precisamente intentaban salir muchos países hizo que Venezuela destruyera su aparato productivo, no aprovechase los beneficios de los precios altos del petróleo y las bondades de la apertura económica y comercial.
Hoy, ante la encrucijada de haber sido gobernados por el peor régimen de la historia, no hay sino una opción y es la de la unidad de todos los factores opositores. La MUD debe calibrar la brújula, reconocer sus errores y replantear una nueva estrategia con todos los que piensen en el país antes que en agendas personales. Es una necesidad retomar la sindéresis y presentar una agenda de país que en nada se parezca al que dejamos y que pretenda llevarnos a de donde venimos. Nuestra oposición debe reflexionar y concentrarse en la gran fotografía.
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