Margarita López Maya: “Aquí no va a haber elecciones”
LA RAZÓN
Las bases de inclusión y participación que Hugo Chávez (1954-2013) impuso en sus primeros años como idea central de la democracia parecen haber quedado atrás cuatro años después de su muerte. Nicolás Maduro, su sucesor y “heredero” político ha cambiando la legitimidad de origen de su Gobierno, dudosa desde el inicio, por un régimen represor, autoritario y patrimonial cuyo único fin parece ser la supervivencia política de la élite gobernante y el debilitamiento de la disidencia a través de la persecución y militarización, sin posibilidades de convocar a elecciones.
Así analiza Margarita López Maya, historiadora, investigadora y profesora universitaria jubilada, la situación institucional y política del país. “Maduro viene a ser la degradación de un régimen carismático. Aunque Chávez tampoco era eficiente y tuvo un Gobierno muy corrupto, este es un grado más profundo de todo eso”, dice la analista y doctora en ciencias sociales.
Aunque ve el final del chavismo como algo inminente y cercano, López Maya no tiene tan clara la vuelta de Venezuela a una democracia plena, pues “los escenarios de una salida negociada pueden llevar al sector militar a imponer una dictadura más eficiente pero más restrictiva”.
“El Gobierno de Maduro se ha alzado contra la Constitución, no la obedece”
¿Cómo queda la democracia con un panorama político en el que parecen cada vez más lejanas unas elecciones?
Aquí no va a haber elecciones. El presidente Maduro se movió muy claramente hacia un autoritarismo como la forma de estabilizarse. Ante un Gobierno con tan poca legitimad como este, que comenzó ganando por un 1 % de los votos, se tienen dos opciones: o se trata de ampliar las bases de apoyo para consolidarse y en ese sentido se abre a la negociación, o trata de estabilizarse por la vía autoritaria, es decir, van cerrándose y apoyándose en la represión y en los sectores armados; ese fue el camino que tomó Maduro. Desde que el CNE suspendió el referendo revocatorio trancaron el juego democrático en Venezuela, porque una semana antes también suspendieron hasta nuevo aviso las elecciones regionales. Ya no queda nada de la institucionalidad democrática, se puede decir que hay algunos espacios para la libre expresión, para la protesta, pero en realidad a los venezolanos se nos ha despojado de todos nuestros derechos civiles y políticos. Vivimos en un estado de indefensión, no tenemos ninguna garantía que se cumpla la Constitución y las leyes.
Pero eso de pensar que va a haber elecciones es muy superficial, sé que hay políticos que lo dicen y dicen que el costo de no hacer las elecciones presidenciales del 2018 sería muy alto, pero lo cierto es que el Gobierno ha hecho muchas cosas con muy poco costo político y no está nada claro que vaya a aceptar unas elecciones presidenciales que podría no ganar. El otro escenario que intenta el Gobierno es manipular esas elecciones como pueda para obtener una victoria, porque eso le daría legitimidad internacional. Y se está moviendo a un escenario tipo Nicaragua, de tratar de neutralizar a los liderazgos más importantes con este proceso de registro de los partidos políticos para salir de la mayoría de las organizaciones, quizá principalmente de los aliados que no le interesan y obtener solo la tarjeta del Psuv, en un escenario parecido al de Daniel Ortega en Nicaragua.
Si “La MUD falló en el diálogo pasado”, como usted ha dicho anteriormente, ¿qué futuro le espera a esta instancia?
Esa mesa de diálogo se congeló en diciembre sin mayores resultados, más bien con resultados adversos para la democracia. No se logró restituir el Estado de derecho, el Gobierno no cumplió con la liberación de los presos ni con los compromisos que había acordado y por otro lado debilitó a las fuerzas opositoras, porque ellos sí cumplieron con algunas de las peticiones que hicieron los facilitadores como el haber levantado en la Asamblea Nacional el juicio político al presidente Maduro y haber suspendido la movilización de calle, que eran sus dos armas para negociar.
El costo del diálogo“Las encuestas señalan desencanto, desesperanza y una cada vez mayor alineación de los venezolanos en el sector independiente”
Fue muy lamentable porque tenían en ese momento una coyuntura muy favorable nacional e internacionalmente para lograr la devolución del derecho al voto. Y eso lo están pagando en este momento con encuestas que señalan desencanto, desesperanza y una cada vez mayor alineación de los venezolanos en el sector independiente. El gran reto para esa oposición es volver a recuperar el entusiasmo y la confianza, y ya están haciendo su esfuerzo, han reestructurado la Mesa de la Unidad, han reconocido que cometieron errores y ahora les toca trabajar muy duro para crear otra vez una situación favorable.
Pero la oposición parece haber agotado en 2016 las alternativas a lo electoral. ¿Por qué ninguna funcionó?
Yo creo que ahí hay mucha responsabilidad de la oposición en que nada de eso cuajara. Por supuesto, uno no sabe qué hubiese pasado en el camino, cómo hubiera reaccionado el Gobierno, porque el Gobierno verdaderamente acudió a la mesa de diálogo porque necesitaba aire y lo consiguió. Pero la alternativa es volver a construir una coyuntura favorable. En este momento el rol de la comunidad internacional va a ser crucial, más que el año pasado, porque parece nuevamente dispuesta a moverse por una salida al no haber un árbitro interno. Cada vez la comunidad internacional está más consciente de las barbaridades que están pasando en Venezuela, no solo que nos quedamos sin Estado de derecho y sin democracia, sino la crisis social y económica de la población que es atroz.
También está la variable del narcotráfico. Algunas agencias de los Estado Unidos se han movido hacia el señalamiento de que en la composición del Gobierno venezolano hay importantes sectores que se dedican a negocios ilícitos con el contrabando de drogas, allí está el caso de los sobrinos de la primera dama y ahora desde el Departamento del Tesoro Nacional, que depende de Trump, se ha señalado directamente al vicepresidente. Estas son presiones muy fuertes sobre el Gobierno de Maduro.
“En la composición del Gobierno venezolano hay importantes sectores que se dedican al contrabando de drogas”
¿En qué se traducen estas presiones?
En la búsqueda, quizá todavía soterrada, de alguna posibilidad de diálogo y negociación. Además, esto está presionando fuertemente al sector militar que tiene que hacerse cargo de legitimar crecientemente a un Gobierno acusado de delincuente y narcotraficante, acusado de negocios ilícitos frente a la comunidad internacional. Para el sector militar eso es costoso, porque su prestigio está cada vez más deteriorado al estar apoyando a un Gobierno acusado de narcotráfico al más alto nivel. Eso puede provocar tensiones y confrontaciones en la corporación militar y producir presión para que Maduro se siente en una mesa a negociar de verdad.
En ese momento la oposición tiene que estar preparada, porque uno no se sienta en una mesa de negociación improvisando, como se sentaron la última vez cuando no sabían ni quién se iba a sentar ni qué era lo que iba a decir allí. Pero ya han tomado consciencia de eso y se están preparando. Lo más importante es que tiene que haber una unidad de diagnóstico y de estrategia, tienen que presentarse con una fuerza igual al otro, demostrar que tienen la calle y que todos los partidos están sentados y comprometidos. La oposición debe tener claridad en qué es lo que quiere obtener, que necesita arrancarle a ese Gobierno la vuelta a la democracia, y eso es por la vía electoral, que les devuelvan a los venezolanos la posibilidad de resolver esta crisis.
¿Cuáles son las semejanzas y diferencias del caso de Tareck El Aissami con el de Manuel Noriega en Panamá?
“La estocada a El Aissami está afectando al Gobierno y no sé si pueda llegar al 2018 invicto”
En Panamá, Noriega era el sucesor de Torrijos, que fue el líder carismático, y Noriega estuvo muy involucrado en problemas de narcotráfico hasta que terminó siendo perseguido por el Gobierno de los Estados Unidos que invadió con los marines para sacarlo de allí y estuvo preso muchos años en Norteamérica. Pero sin conocer en detalle la situación de Noriega, puedo decir primero que los Estados Unidos tenía una importante presencia en Panamá, cosa que no tiene en Venezuela, estaban administrando el canal de Panamá, de manera que no tenía necesidad de traer barcos y bloquear los puertos porque ya estaba allí. Y lo otro, una cosa que me dijo una vez un profesor en Washington, es que Venezuela no es una república bananera, el costo político para los Estados Unidos, con todos los problemas que tiene, hace absolutamente improbable que vaya a intervenir de esa manera y mucho menos haciendo la estrategia que está teniendo en este momento con el señalamiento individual de los casos involucrados en narcotráfico.
Creo que esta estrategia está resultando positiva en el sentido de que abre al mundo y a la comunidad internacional la descomposición de la élite política que tenemos en Venezuela. Tengo la impresión que con esta estocada a El Aissami y el movimiento que se está produciendo de preocupación de la comunidad interamericana se está afectando de nuevo al Gobierno, no sé si va a poder llegar al 2018 invicto.
Una dictadura militar
¿El respaldo de la FANB es realmente lo que ha mantenido al chavismo?
Diría que es una de sus dos grandes armas. Ya el Gobierno no tiene popularidad. Según las últimas encuestas la aceptación de Maduro llega al 10 % y el apoyo chavista está en el 20 %, si él llamara a la calle, no tiene, si llamara a elecciones, no tendría cómo ganarlas, eso claramente ya es un factor que juega en su contra. Pero esta es una dictadura muy particular que se sostiene con una máscara institucional que es el control sobre los poderes públicos. Se mantiene con el Tribunal Supremo de Justicia, que le avala todo lo que hace y está absolutamente subordinado a él, después tiene al CNE que está totalmente confiscado. Con esas dos piezas se ha castrado a la Asamblea y ha destruido la posibilidad de unas elecciones. El otro poder son los petrodólares, la camarilla en el poder todavía maneja los dólares y todavía hay divisas preferenciales, el 60 % de los dólares que entran a Pdvsa los venden a 10 bolívares, eso es insólito y es señal de guisos y corrupción brutal. Así que el venezolano está indefenso ante un Gobierno que se ha entregado al delito y al saqueo del tesoro público.
Maduro maneja estas cosas pero a la hora de la verdad también maneja las armas, porque tiene el control sobre el Ejército que lo obedece. Padrino López está absolutamente arrodillado a la causa chavista. Y también cuenta con esa cantidad de milicias y grupos de colectivos armados, muchos de los cuales están dispuestos a restearse con Maduro si este lo pide. Ese es un mundo que ha servido para paralizar a la sociedad civil, en el sentido que asusta y amedrenta a los ciudadanos, los mantiene en sus casas a partir de las seis de la tarde. Iris Varela con sus pranes también es otro sector armado que está totalmente dominado por el delito y juega a favor de Maduro.
Con todo ese poder armado, ¿está neutralizada cualquier acción política?
“Se va a negociar si Venezuela va hacia una democracia o continúa en una transición militar”
Así es, pero la situación es más compleja, porque la acción podría venir del mismo sector militar. Si la Fuerza Armada se divide o se persuade de la necesidad de que el Gobierno debe sentarse a negociar, los demás poderes no pueden contra eso. Esa sería la condición propicia y puede pasar mañana o dentro de un año, en ese momento es que se va a negociar si Venezuela va hacia una democracia o continúa en una transición militar, porque los militares pueden decir que no quieren que gobierne ningún bando sino ellos, es otra opción.
El ejército no está ganado para la democracia, por lo que los partidos democráticos tienen que demostrar que ellos sí están en la capacidad de gobernar, que pueden hacer los sacrificios que haya que hacer y que están dispuestos a reconocer a la sociedad civil y a las asociaciones que defienden derechos humanos para que formen parte de la fuerza necesaria para abrir la puerta hacia una democracia. Aunque puede ser que lleguemos a la puerta de una dictadura militar más eficiente donde se reprivaticen algunas empresas.
Legitimidad mínima
¿Hay antecedentes de un desconocimiento mutuo entre los poderes como el que se vive hoy en Venezuela?
En la etapa contemporánea no, porque nosotros estamos viviendo una situación muy particular, el Gobierno de Maduro se ha alzado contra la Constitución, no la obedece. Esa es una situación inédita porque los dictadores como Juan Vicente Gómez hicieron la Constitución que ellos querían para obedecerla, así mismo hizo Pérez Jiménez, pero estos hicieron su propia Constitución e igual la desobedecen. Entonces hacen elecciones pero el Gobierno desobedece también y dicen que los votantes estaban equivocados o confundidos para no respetar una voluntad adversa.
Es una dictadura total, no es de origen pero la legitimidad es mínima, pues al ganar con menos de 240 mil votos aun usando todos los canales y medios del Estado para su propaganda y amedrentando a la gente parta que vaya a votar, prácticamente eso es perder. Con un voto más se gana cuando las elecciones son competitivas y justas, de lo contrario debes ganar de calle para que la voluntad popular sea clara y en 2013 no fue nada clara.
Del carisma a la tiranía
Se habla de un legado chavista, pero muchos de los aliados políticos y ministros de Chávez hoy no están de acuerdo en cómo se lleva el Gobierno. ¿Qué elementos han marcado distancia entre la presidencia de Maduro y la de Chávez?
Hay una gran diferencia cuando se tiene una popularidad y una legitimidad carismática como la que tuvo Chávez, pues Chávez era un encantador de serpientes, un hombre que podía persuadir a una mayoría importante del país de que él era excepcional, talentoso, que podían confiar en él. Y ese liderazgo le permitió también tener más tolerancia hacia la disidencia política, los regañaba y después los recogía, tenía más juego. Esa es la diferencia con Maduro, que Maduro no tiene carisma, entonces tiene que ganarse la confianza y eso no lo ha podido hacer, al contrario, él ha ido botando todo ese legado.
La otra gran diferencia es que Chávez contó con 10 años de prosperidad petrolera y a Maduro le han tocado los precios en el piso. Entonces, esas dos grandes cosas con las que Chávez hacia sus milagros, Maduro no las tiene y por eso es mucho más represor y autoritario que Chávez. Aunque los regímenes carismáticos siempre son autoritarios porque todo está dirigido de arriba hacia abajo y el voto popular en realidad es un plebiscito para legitimarlo, pero en el caso de Maduro, ni siquiera puede hacer elecciones porque no puede ganar, eso es lo dramático. Chávez también tenía una capacidad de manejar el sector militar que Maduro no tienen, a Maduro lo maneja el sector Militar. Así como los civiles confiaban en Chávez, el sector militar lo respetaba y él tenía una ascendencia sobre ellos, Maduro no debe tener eso. Está a la vista que es un hombre muy incompetente. El Gobierno de Maduro es el Gobierno de un tirano y el de Chávez era el Gobierno de un carismático, Maduro viene a ser la degradación de eso.
“Chávez también tenía una capacidad de manejar el sector militar, a Maduro lo maneja el sector Militar”
La gente dice que si Chávez estuviese vivo las cosas estarían diferentes ¿Qué tan cierto puede ser eso, basándonos en las decisiones que se tomaron durante sus Gobiernos?
El carisma lo hubiese salvado un poco más pero la situación que venía era esta. Yo pienso que Maduro ha sido particularmente torpe en manejar la crisis, no sé si Chávez hubiese sido tan torpe. Quizá, especulando, podemos decir que ya hubiese negociado o ya a estas alturas hubiera acudido al Fondo Monetario Internacional, porque él tenía el carisma de convencer sobre la necesidad de hacer ciertos cambios, sobre todo para que la gente no estuviese pasando el hambre que hay hoy. Pero, sin lugar a dudas, estas tempestades vienen de aquellos vientos, esto es consecuencia de aquello y es el modelo que quiso Chávez, exacerbado y sin dinero.
Se creía que sin Hugo Chávez el chavismo iba a quedar derrotado y sin un líder que lo guiara pero se han mantenido en el poder y con aparente cohesión interna dentro del partido
Cada día que pasa Maduro está enterrando el chavismo
Yo sigo pensando que no va a sobrevivir, cada día que pasa Maduro está enterrando el chavismo. Han hecho todo para que el día que se vayan no tengan posibilidad de sobrevivir, pero no depende nada más de ellos, depende de lo que venga después. Si los que vengan lo hacen muy mal, la gente tendrá nostalgia y le dará aire a un renacer del chavismo. Va a depender mucho de factores externos. Si se preserva algún cuadro honesto y carismático dentro del Psuv, que ahora no lo veo, pudiera reconstruirse diciendo que es el legado de Chávez. Pero yo pienso que el chavismo como lo conocemos se va a acabar con Maduro, se está muriendo con él.
¿Dejó Chávez alguna herencia política?
Sí, hay que recordar que Chávez entró al poder en un momento en el que la economía lo era todo, había una gran desigualdad social y una gran pobreza, para nosotros era la pobreza mayor que habíamos visto, en 1998 había 48% de familias pobres, hoy en día hay 82% pero en ese momento nunca se había llegado a ese número, era un horror. Y Chávez llegó con un discurso de inclusión y que lo más importante que había que hacer para hubiese democracia es que no hubiese pobreza. Ese legado, que Maduro ha tirado por la ventana, de todas manera perdura y los políticos hoy en día en Venezuela no pueden desconocer que su problema principal es la pobreza y la desigualdad. Fue un legado hasta para América Latina, porque ahora todos los Gobiernos, de izquierda y derecha, están abocados a combatir la pobreza y reducir la desigualdad como una manera de estabilizar y legitimar la democracia.
Y otro legado de esos primeros años fue el valor de la participación, de que si tú participas puedes empoderarte y salir tú mismo de tus problemas de pobreza. Lo que pasa es que el chavismo es muy contradictorio con él mismo, cuando llegó lo hizo con un discurso de participación como alma de la democracia y abrió un laboratorio de organizaciones sociales en los barrios, con asambleas y mesas técnicas que buscaban arreglar los problemas locales, hasta que terminó por arraigarse en Venezuela la participación como idea central y que es muy distinta a la democracia representativa, pero que después se desvirtuó con el socialismo del Siglo XXI y se convirtió en un aparato del partido para manejar a la gente.
Y otro legado de esos primeros años fue el valor de la participación, de que si tú participas puedes empoderarte y salir tú mismo de tus problemas de pobreza. Lo que pasa es que el chavismo es muy contradictorio con él mismo, cuando llegó lo hizo con un discurso de participación como alma de la democracia y abrió un laboratorio de organizaciones sociales en los barrios, con asambleas y mesas técnicas que buscaban arreglar los problemas locales, hasta que terminó por arraigarse en Venezuela la participación como idea central y que es muy distinta a la democracia representativa, pero que después se desvirtuó con el socialismo del Siglo XXI y se convirtió en un aparato del partido para manejar a la gente.
La sacralización de Chávez
A cuatro años de la muerte de Hugo Chávez aún quedan dudas sobre su enfermedad. ¿Por qué no se ha querido explicar con detalle qué pasó?
Porque el Gobierno de Maduro es el sucesor de Chávez y han hecho un esfuerzo para ponerle raíces a un régimen que está sostenido sobre la idea de la sacralización de Chávez como un ser semidivino. Se ha invertido mucho dinero, propaganda y energía para darle al régimen político una base religiosa, y en las religiones siempre hay secretos, eso ha sido importante para despojarlo un poco de las cualidades humanas y darle esa aura sobrenatural y sacra. Es una estrategia del Estado, primero se usó su muerte para ganar las elecciones y después se hizo una parafernalia para construir símbolos y rituales que buscan legitimar la permanencia de la cúpula militar y chavista en el poder. Por eso, este no es un régimen moderno que sigue la Constitución y las leyes, es un régimen más parecido a una monarquía, a un califato, en la idea de que el que fundó el Estado era un ser divino y solo tiene derecho a gobernar el autorizado para interpretar su legado.
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