LUIS SEVILLANO
El viaje del papa Francisco a México ya es historia. En cinco días recorrió los agujeros negros del país y logró al menos un objetivo: que México se mirase al espejo. El historiador Enrique Krauze, una de las voces más profundas y respetadas de México, analiza la visita papal.
Pregunta. ¿Logró el Papa sus objetivos?
Respuesta. El viaje fue muy bien planeado y ejecutado. Tocó puntos sensibles del cuerpo enfermo de México: pobreza, desigualdad, corrupción, crimen, impunidad, migración, falta de expectativas, desaliento. Dejó dos temas fuera de su agenda pública: el de los desaparecidos –no sólo los de Ayotzinapa, sino los más de 20.000 desaparecidos en estos años de guerra– y la pederastia clerical. Pero el saldo es muy bueno. Si quiso agitar la conciencia mexicana, lo logró.
P. ¿Cuál fue el momento culminante de la visita?
R. La reconvención firme y clara a la clase política en el Palacio Nacional sobre la llaga abierta de la corrupción. Desde ese momento estableció el tono y sentido de su visita.
P. También hubo mensajes duros contra la jerarquía, ¿piensa que se va a producir algún cambio en el obispado?
R. No creo que la jerarquía cambie. No veo liderazgos nuevos ni voces de renovación y autocrítica. Veo al mismo clero de siempre, aletargado, enriquecido, intolerante, dogmático, rutinario, envejecido.
P. El fenómeno católico en México, ¿está condenado al declive?
R. Sin una renovación ética en el propio clero, veo muy difícil un resurgimiento. La fe del pueblo es superior a sus dirigentes espirituales.
P. ¿Cómo juzga la doctrina del Papa?
R. No me gusta, por supuesto, la indulgencia en temas de pederastia. Creo que la Iglesia necesita una renovación en el tema del celibato. Y un debate moderno, sobre bases científicas, sobre el aborto. Pero mi crítica de fondo es esta: el Papa no es liberal. Es curioso que se haya referido a “los faraones” mexicanos: ¿qué piensa de los cubanos y venezolanos? El Papa hizo bien en propiciar el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, pero ve la paja en el mercado y no la viga en el Estado totalitario.
P. En la historia de las relaciones de México con la Santa Sede, ¿qué lugar ocupará este viaje?
R. El tema de la relaciones entre el Vaticano y México es vastísimo. En el siglo XIX, el Vaticano tuvo actitudes lamentables. Por ejemplo, su reprobación absoluta de la Constitución Liberal del 1857, desencadenó la Guerra de Reforma. Creo que la doctrina social de León XIII y Juan XXIII tuvo efectos positivos. Juan Pablo II fue un Papa carismático, y en su pontificado de normalizaron las relaciones, pero nada se compara a esta visita. Creo que ha sido la más importante.
P. ¿Fue un contrapunto a Donald Trump?
R. El Papa Francisco acaba de aludir críticamente a Trump. Pero deberá hacerlo más y calificarlo en lo que es: un fascista.
P. ¿Benefició visita benefició al Gobierno?
R. Relativamente. Lo que México necesita es un Estado de Derecho, y el gobierno innecesariamente lo vulneró: gobernadores besando el anillo papal, el presidente comulgando en la Basílica, los ciudadanos sufriendo el caos vial (lo cual delata un trato excepcional e impropio). Con todo, el viaje benefició espiritualmente a la sociedad. La autoridad moral del Papa evidenció la falta de autoridad ética en México
Pregunta. ¿Logró el Papa sus objetivos?
Respuesta. El viaje fue muy bien planeado y ejecutado. Tocó puntos sensibles del cuerpo enfermo de México: pobreza, desigualdad, corrupción, crimen, impunidad, migración, falta de expectativas, desaliento. Dejó dos temas fuera de su agenda pública: el de los desaparecidos –no sólo los de Ayotzinapa, sino los más de 20.000 desaparecidos en estos años de guerra– y la pederastia clerical. Pero el saldo es muy bueno. Si quiso agitar la conciencia mexicana, lo logró.
P. ¿Cuál fue el momento culminante de la visita?
R. La reconvención firme y clara a la clase política en el Palacio Nacional sobre la llaga abierta de la corrupción. Desde ese momento estableció el tono y sentido de su visita.
P. También hubo mensajes duros contra la jerarquía, ¿piensa que se va a producir algún cambio en el obispado?
R. No creo que la jerarquía cambie. No veo liderazgos nuevos ni voces de renovación y autocrítica. Veo al mismo clero de siempre, aletargado, enriquecido, intolerante, dogmático, rutinario, envejecido.
P. El fenómeno católico en México, ¿está condenado al declive?
R. Sin una renovación ética en el propio clero, veo muy difícil un resurgimiento. La fe del pueblo es superior a sus dirigentes espirituales.
P. ¿Cómo juzga la doctrina del Papa?
R. No me gusta, por supuesto, la indulgencia en temas de pederastia. Creo que la Iglesia necesita una renovación en el tema del celibato. Y un debate moderno, sobre bases científicas, sobre el aborto. Pero mi crítica de fondo es esta: el Papa no es liberal. Es curioso que se haya referido a “los faraones” mexicanos: ¿qué piensa de los cubanos y venezolanos? El Papa hizo bien en propiciar el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, pero ve la paja en el mercado y no la viga en el Estado totalitario.
P. En la historia de las relaciones de México con la Santa Sede, ¿qué lugar ocupará este viaje?
R. El tema de la relaciones entre el Vaticano y México es vastísimo. En el siglo XIX, el Vaticano tuvo actitudes lamentables. Por ejemplo, su reprobación absoluta de la Constitución Liberal del 1857, desencadenó la Guerra de Reforma. Creo que la doctrina social de León XIII y Juan XXIII tuvo efectos positivos. Juan Pablo II fue un Papa carismático, y en su pontificado de normalizaron las relaciones, pero nada se compara a esta visita. Creo que ha sido la más importante.
P. ¿Fue un contrapunto a Donald Trump?
R. El Papa Francisco acaba de aludir críticamente a Trump. Pero deberá hacerlo más y calificarlo en lo que es: un fascista.
P. ¿Benefició visita benefició al Gobierno?
R. Relativamente. Lo que México necesita es un Estado de Derecho, y el gobierno innecesariamente lo vulneró: gobernadores besando el anillo papal, el presidente comulgando en la Basílica, los ciudadanos sufriendo el caos vial (lo cual delata un trato excepcional e impropio). Con todo, el viaje benefició espiritualmente a la sociedad. La autoridad moral del Papa evidenció la falta de autoridad ética en México
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