EMILIO NOUEL V.
Los venezolanos no podemos permanecer indiferentes
a los vaivenes del mercado petrolero. En él, lamentablemente, nos jugamos la
vida económica, ahora que somos aún más dependientes de los ingresos de la venta
de ese producto. De modo que todo lo que se publica al respecto aguijonea
nuestra atención y nos mantiene en vilo.
Para algunos, el precio del petróleo
es como un termómetro de la salud de la economía mundial. Lo que está
aconteciendo en este sector, sin dudas, tiene efectos geopolíticos y de
seguridad a todo lo ancho del planeta.
Bill Emmott, ex editor jefe en The
Economist, en días recientes publicó un sugestivo artículo (“Oil dictators dominos”, en Project
Syndicate) en el que se pregunta cuáles gobiernos colapsarían este año y qué
tipo de consecuencias tendría ello, por efecto de la caída del petróleo.
El efecto dominó de los dictadores de
países petroleros, para Emmot, es una posibilidad real. Tal crisis, afirma,
hará bien a unos y mal a otros.
Según él, la caída del 70% del precio
del barril de petróleo representa una transferencia colosal de 3 billones de
dólares de ingresos de los productores a los consumidores de petróleo. Una
bagatela, pues.
Sin duda, los países endeudados y los
importadores de petróleo serán los principales beneficiados con esta situación,
y sin embargo, no todo será positivo.
Las víctimas potenciales, según Emmot,
serán numerosas. Venezuela, obviamente, entre ellas. No ahorró en la época de
las vacas gordas para poder amortiguar el impacto que al final siempre llega, y
ahora debe enfrentar una circunstancia dramática.
Y la pregunta que surge es si podrá
enfrentar el enorme descontento popular que tal enorme irresponsabilidad en la
gestión gubernamental ha generado y desencadenará.
En Venezuela las conjeturas que Emmot
se hace respecto de los países productores de petróleo, en general, pueden
hacerse realidad en breve.
Él augura, con cierto dejo de ironía,
tiempos “interesantes” para los dictadores que se aferran al
poder en esos países. Y
ciertamente, a los venezolanos nos esperan también momentos “interesantes” este año que se inicia.
El petróleo nuestro, producto del que
nos “alimentamos”, anda cercano a su costo de producción. Incluso, estamos
produciendo menos. Las alarmas se encienden. Se lee por ahí que estamos
presenciando una agonía del petróleo. El gobierno anda en romería por el mundo,
desesperado, buscando infructuosamente que lo acompañen otros en su cruzada de
subir artificialmente los precios. No han renunciado a esa fantasía que les
insufló Chávez.
La crisis general que vivimos los
venezolanos desde hace unos años, se acentúa, y el gobierno sigue renuente y de
manera suicida, a tomar medidas que impidan el derrumbe económico y el caos
social. Prácticamente, acabaron con todo: la industria, el comercio, el
turismo, la construcción, la agricultura, los alimentos, los supermercados, las
farmacias, la electricidad, el agua, la salud, las líneas aéreas, las escuelas
y universidades, la seguridad pública, las vacaciones, la cultura, el
entretenimiento, y paremos de contar.
Con ese cuadro catastrófico, es muy
probable que Venezuela sea uno de esos dominós que ve caer Emmot. Será una
desgracia que no solo se llevaría por delante un gobierno autoritario,
inepto y corrupto, sino también a todos los que en este país lo sufrimos.
EMILIO NOUEL
V.
@ENouelV
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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