OSCAR HERNANDEZ BERNALETTE
Sin duda es clave la mediación del Vaticano en la crisis política venezolana, pero tamaño revuelo generó en los sectores opositores la fotografía del secretario general de la MUD sentado en una mesa estructurada para un proceso de diálogo o negociación bajo la dirección del arzobispo Emil Paul Tscherrig, nuncio apostólico en Argentina y los tres ex presidentes designados por Unasur. Lo que más asombró fue la reacción de algunos dirigentes opositores, entre ellos Capriles, de informar que se había enterado de la reunión por televisión. Remató la confusión el comunicado oficial y reconocer como portavoz del gobierno a quien el día anterior había sido quien supuestamente condujo las hordas violentas que irrumpieron en la Asamblea Nacional.
El legado papal, un avezado diplomático de carrera, cometió un error al apresurarse a montar un escenario formal que incluía hasta las banderas de las instancias presentes y afirmar que se había iniciado un diálogo nacional entre el gobierno y la oposición. Es cierto que la MUD convocó la incorporación del Vaticano en la mediación, pero era evidente que las fuerzas democráticas no podían estar preparadas para iniciar un proceso justo cuando se suspende el RR y se agrede la Asamblea Nacional. El Vaticano, aun con la presencia del enviado y los ex presidentes, no debió forzar ese encuentro ni haber recibido a Maduro en visita privada al santo padre. Incluso, no refutar el uso de una foto que no correspondía a esa visita generó parte de la frustración.
La mediación la entendemos como una opción colaborativa de abordar la crisis por la que atraviesa Venezuela. La responsabilidad que tienen no es la de salvar un cargo sino garantizar la paz de la república. Es fundamental que cada uno de los facilitadores sean percibidos como imparciales para que efectivamente puedan contribuir a buscar caminos de entendimiento. Deben crear un clima apropiado, que promueva la interrelación civilizada y que contribuya a que se avance. Cuando un proceso de mediación desconoce las razones objetivas que originan la crisis, apuesta al fracaso.
Si de algo entienden los diplomáticos como el nuncio es que la forma es contenido, y precisamente tanto el formato, el comunicado oficial así como la declaración del vocero del gobierno desvirtuaron el propósito del encuentro de la MUD con los facilitadores. Esto obligó a la oposición a una rectificación, anunciar que diálogo sin condiciones no era procedente y a rechazar la apresurada reunión de Margarita.
Las condiciones para el diálogo se obtienen con señales íntegras que demuestren buena disposición. Es el gobierno quien controla el aparato del Estado y tiene que demostrar con hechos que está dando pasos apropiados para la generación de confianza.
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