Pedro Luis Echeverría
Como persona y como ciudadano me llenó de ira, decepción y asco cívico el
escandaloso espectáculo dado por el chavismo-madurismo al utilizar
grotesca e ilegalmente a los poderes judicial y electoral para impedir la
recolección de las firmas ciudadanas necesarias
para iniciar el proceso que nos conduciría a la celebración del referendo revocatorio. El régimen, con la mayor irresponsabilidad
y desparpajo político mostró fehacientemente su talante antidemocrático y su
preferencia por alcanzar, como sea, sus abyectos objetivos.
La urgencia de los tiempos actuales, generada por la incapacidad y negligencia
del régimen para enfrentar los problemas y los incesantes y crecientes
reclamos de la ciudadanía por la
solución real de los mismos, lo han llevado a despojarse de la cínica careta
con que había venido actuando durante el largo tiempo que lleva en el poder y
mostrar su verdadero rostro: un régimen de fuerza violador de la constitución,
las leyes y las instituciones. La destrucción sistemática de instituciones, liderazgos individuales,
espacios políticos de los opositores, propiedad privada y principios constitucionales,
demuestran el advenimiento de una dictadura cívico-militar. En realidad, la
acción del régimen es una declaratoria unilateral de guerra contra la Venezuela
honesta, principista y democrática.
Para ello, el régimen ha prostituido
al poder judicial, al electoral y ha convertido a la otrora digna y no
beligerante FAN en un partido político armado que actúa, con el beneplácito y
complicidad de muchos de sus integrantes, no como el garante de la soberanía y
la institucionalidad del país, sino como una fuerza de ocupación para acorralar,
amedrentar y reprimir a una población que se resiste valientemente a aceptar dócilmente
las aberrantes imposiciones del régimen. Vemos como la capacidad disuasiva de
la FAN es utilizada perversamente por Maduro y sus secuaces acompañados y
sostenidos por la camarilla de la cúpula castrense, para inhibir al pensamiento opositor y para
amenazar peligrosamente a una población pacífica y desarmada que quiere vivir
en paz. La FAN fue una institución al servicio de todos los venezolanos y es
triste e irritante verla sometida a los desvaríos mesiánicos de un dictador
enfermo y enloquecido.
Alevosamente, el ególatra Maduro cierra
los espacios para la convivencia y el diálogo entre todos los connacionales que
tienen intereses y visiones divergentes y orientaciones político-ideológicas
diferentes, pero envueltos en un conflicto de cuya positiva resolución dependen
el destino y el futuro de la Nación. La insistencia de conducir al país
mediante la aplicación de una paralela institucionalidad antidemocrática, excluyente,
violatoria de las leyes existentes y contraria a nuestra idiosincrasia,
indefectiblemente nos conducirá por los peligrosos y abruptos caminos de la
confrontación y el odio fratricidas. Creemos en el diálogo. Sin él no hay
convivencia ni interlocución posibles. Confrontamos serias dificultades de
diverso orden que crecen en el tiempo por la imprevisión e ineficiencia
gubernamentales y cuyos perniciosos efectos hacen inviables las perspectivas
futuras del país. Es por eso que luchamos tozudamente por la preservación de la
Venezuela que se nos va aceleradamente. Demandamos más unidad y visión y menos
ambición de poder, para intentar rescatar lo que ha sido aviesamente destrozado
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