CUñA DEL MISMO PALO EN EL OJO
CARLOS RAUL HERNANDEZ
EL UNIVERSAL
Implosiona el socialismo del Siglo XXI en Ecuador. Rafael Correa hizo
creer que mantenía la solidez económica que heredó de las reformas
durante el período democrático, enraizadas en la dolarización, pero la
disidencia del nuevo presidente Lenin Moreno, hace saber que el rey está
en paños menores. No solo eran el problema el carácter déspota y
autoritario de Correa, su infinita megalomanía, la tendencia a la
concentración de poder y a la asfixia de la sociedad civil. Queda claro
que el populismo, el despilfarro, el derroche y la corrupción en su
gobierno oxidaron las vigas de esa economía, –que en la trastienda contó
además con financiamiento venezolano– maltrecha como en el resto de los
países que cayeron en la misma pesadilla. Toda revolución termina mal y
no hay socialismo bueno sino socialismo muerto.
Una revolución es una estrategia política que persigue
acabar con el Estado de Derecho, con la libertad y con la propiedad de
la gente (y si es preciso con su vida), sea rápida o lenta, violenta o
pacífica, por votos o por golpes. Bertold Brecht, uno de sus mejores
apóstoles literarios, escribió que “el que lucha por el comunismo, puede
decir la verdad, pero también no hacerlo, ser servil o no, mantener una
promesa o romperla. El que lucha por el comunismo tiene una sola
virtud: luchar por el comunismo”. Contra la corrupción socialista nada
puede ni siquiera una economía soportada en la moneda más sólida del
mundo, porque el fin de la revolución es pulverizar los mecanismos que
frenan los abusos del poder, y el poder se convierte en el abuso mismo.
El sucesor ha resultado hasta ahora una suerte de Gorbachov y hace
previsible el regreso del país al camino del que nunca debió salir.
Soltar el nudo
Correa pretendió pasar como expresidente al Olimpo de “jefe máximo de la revolución”, como Torrijos y Fidel, y seguir gobernando incluso por sobre el Presidente de la República. Muy rápido se abrieron las diferencias –Moreno no seguiría la ruinosa ruta de estos diez años– que se hicieron abismo, y Correa aprovecha la despedida que le organizó su partido Alianza País en el aeropuerto de Quito, el día que dejó Ecuador para vivir en Bruselas, y lanza violentos ataques contra él, lo que consolida la ruptura. Un golpe a la cabeza del ex fue la liquidación del vicepresidente Jorge Glass, ficha suya enquistada en el nuevo gobierno. Y se comienza a desovillar el enredijo de aberraciones construido por la revolución, a partir de un elemento crucial: la libertad de expresión. Uno de los grandes “éxitos” que se reputaba el saliente era la batalla contra la conspiración mediática de la burguesía.
Correa pretendió pasar como expresidente al Olimpo de “jefe máximo de la revolución”, como Torrijos y Fidel, y seguir gobernando incluso por sobre el Presidente de la República. Muy rápido se abrieron las diferencias –Moreno no seguiría la ruinosa ruta de estos diez años– que se hicieron abismo, y Correa aprovecha la despedida que le organizó su partido Alianza País en el aeropuerto de Quito, el día que dejó Ecuador para vivir en Bruselas, y lanza violentos ataques contra él, lo que consolida la ruptura. Un golpe a la cabeza del ex fue la liquidación del vicepresidente Jorge Glass, ficha suya enquistada en el nuevo gobierno. Y se comienza a desovillar el enredijo de aberraciones construido por la revolución, a partir de un elemento crucial: la libertad de expresión. Uno de los grandes “éxitos” que se reputaba el saliente era la batalla contra la conspiración mediática de la burguesía.
Pero el flamante mandatario opta más bien por acabar con
el gang comunicacional montado desde el poder. Decide que la red de
medios oficiales debe dejar de serlo, y cada uno de sus componentes
pasar a ser “autosuficiente”, es decir, mantenerse de la venta de
publicidad y no del presupuesto fiscal. Eso representa en los hechos una
iniciática privatización de periódicos y televisoras que el gobierno
usaba para insultar, presionar y chantajear opositores, empresarios,
sectores medios, –los pelucones, como gustaban llamarlos– y todo aquél
que no adorara al hombre del ralo moñito en la frente. Moreno convocó al
Palacio de Carondelet a directores y dueños de medios de comunicación
–con los que creó una especie de consejo consultivo– y les pidió que
“respiren libertad” y ayuden a la radicalización de la democracia, que
denuncien la corrupción.
Una transición de verdad
Queda una transición, desde dentro del nido revolucionario por uno de los suyos, para quitarle la espoleta a la bomba autoritaria, y cualquier error la puede hacer estallar. El Presidente tiene la facultad de derogar por la misma vía los decretos previos que configuran el cerco contra la democracia, las tumoraciones totalitarias. La sociedad, por su lado, exige castigos y persecuciones inmediatas contra la insondable corrupción, cuya punta de iceberg es la ubicua epidemia Odebrecht, pero hay que hacerlo con suficiente cuidado para no tocar el detonador. Si en vez de dedicarse a gobernar, a resolver los problemas, a desactivar el mecanismo y mejorar la condición de la mayoría, el gobierno sucumbe a la retaliación, en poco tiempo las expectativas que se frustraron antes pueden volver a sentirse traicionadas. Situaciones de pugna, movilizaciones de calle, conflictos, disonancias son incubaras de autodesestabilización.
Queda una transición, desde dentro del nido revolucionario por uno de los suyos, para quitarle la espoleta a la bomba autoritaria, y cualquier error la puede hacer estallar. El Presidente tiene la facultad de derogar por la misma vía los decretos previos que configuran el cerco contra la democracia, las tumoraciones totalitarias. La sociedad, por su lado, exige castigos y persecuciones inmediatas contra la insondable corrupción, cuya punta de iceberg es la ubicua epidemia Odebrecht, pero hay que hacerlo con suficiente cuidado para no tocar el detonador. Si en vez de dedicarse a gobernar, a resolver los problemas, a desactivar el mecanismo y mejorar la condición de la mayoría, el gobierno sucumbe a la retaliación, en poco tiempo las expectativas que se frustraron antes pueden volver a sentirse traicionadas. Situaciones de pugna, movilizaciones de calle, conflictos, disonancias son incubaras de autodesestabilización.
Las perturbaciones y la violencia, son riesgos y
distracciones innecesarias para la transición. El correísmo creó en 10
años muchos mecanismos de poder, es contraproducente acosarlo y más
productivo desarmarlo con una sonrisa, sin crispaciones, pero con
decisión. Moreno propone un referéndum popular para enmendar la
Constitución de Montecristi, desterrar la reelección indefinida y
varios nudos autoritarios creados por la revolución, con lo que se ha
ganado a 84% de los ecuatorianos y la adhesión de la sociedad civil
organizada, sindicatos, movimiento indígena, gremios profesionales y
hasta el dirigente opositor Lasso. Los correístas de Alianza País lo
acusan de traidor y amenazan con una asamblea constituyente (suena
conocido) que encabezaría Correa en persona, pero se estrellan contra
84% de popularidad del Presidente.
@CarlosRaulHer
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