JEAN MANINAT
La oposición democrática venezolana recibió una dolorosa derrota que
no tiene vuelta de hoja, ni paliativos qué mostrar. Las expectativas
creadas eran altas y la caída ha sido dura. Como era de esperarse, el
oficialismo se implicó a fondo para perturbar el proceso electoral, con
un arsenal de irregularidades y abusos de poder asombroso, aun para un
país en donde ya nada puede asombrar. Nadie puede argumentar que fue
tomado por sorpresa, se asumió la contienda sabiendo quién era el
contendor. Y no hay que arrepentirse.
Una vez elaborado el duelo en curso, la Mesa de la Unidad
Democrática (MUD) tendrá que hacer un examen en profundidad para
detectar la falla geológica que recorre su estrategia de cambio. Nos
permitimos recomendar que se revise la forma epiléptica de hacer
política de los últimos tiempos, saltando de una posición a otra según
vaya soplando el viento de las manifestaciones callejeras.
Lo que a todas luces parece urgente, es encontrar un
discurso coherente, un relato convincente para toda la sociedad, y
atenerse a él independientemente de que reviente el Twitter y la primera
fila callejera apabulle pidiendo más acción. El costo de querer
satisfacer a todos ha sido alto y al final todos se van para su casa
decepcionados.
A estas alturas, clamar por la Unidad es un ejercicio
bien intencionado pero fatuo, más aún cuando se sabe que el sector que
se desprendió de la MUD -en todo su derecho- dirigido por María Corina
Machado y Antonio Ledezma tiene proyecto propio (Venezuela soy yo) y ya
anunció la puesta en marcha de una campaña para desalojar a los cogollos
partidistas y salir del régimen cuanto antes. Uno no puede más que
desearles suerte en la segunda parte del empeño. La primera, ya la
intentó Caldera y la remató el comandante galáctico.
Quienes han dirigido a la MUD, han logrado triunfos y
derrotas, como corresponde a quien ejerce el ingrato oficio de la
política. Los alternativos, nos han llevado de fracaso en fracaso
buscando una salida express siempre elusiva, como corresponde a quien confunde sus deseos con la realidad.
En materia de lucha política, los contratiempos aguzan
los sentidos. Si algo ha demostrado la base opositora, es una alta
capacidad para discernir políticamente. Hay que convencer, defender las
diferentes posiciones sin amilanarse ante los extremos. No hay nada de
qué alarmarse, es la esencia de la democracia.
La decisión de participar en las elecciones regionales
fue justa, y políticamente correcta. Quienes hurtaron el bulto al
compromiso de ganarlas, hoy se esconden atacando a la MUD. Quienes
predicaron la abstención, no tienen nada que celebrar salvo la pérdida
de varias gobernaciones.
Desde este lado de las bases, seguimos creyendo en una
salida democrática, constitucional, pacífica y electoral, porque es la
única que nos permitirá recuperar la democracia, a pesar de las
eventuales falencias de la conducción opositora, de la plaga de la
abstención, y de los atropellos del CNE.
Había que votar, y no quedarse en casa.
@jeanmaninat
Sera la búsqueda de un discurso convincente par ailleurs la sociedades, lo que implicaría que la otra parte decide por el partido de gob o será un discurso que canalise el ardor y desespero de la sociedad por salir de los rojos? . Es que es distinto converser por una postura que canaizar un desespero a sabiendas de confrontar un enemigo sin escrúpulos que no se deja y que juega , control existo, a la frustración- desilusión
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