POMPEYO MARQUEZ
Está más que comprobada la crisis económica en sus distintas facetas: en el sector industrial no se salvan ni las grandes, ni las medianas, ni las pequeñas empresas. Cuando Maduro designó a Pérez Abad como vicepresidente de economía, y en especial en la esfera manufacturera, el recién nombrado ministro levantó grandes expectativas, sobre todo porque durante años ejerció la presidencia de Fedeindustria y en sus primeros anuncios incluso había colocado a esta organización de pequeños y medianos industriales al servicio del régimen. Se llegó a pensar que con su designación en tan alto cargo y las promesas iniciales se introducirían cambios en esta esfera de la economía. Pero bien lo dice el refranero popular “que poco dura la dicha en la casa del pobre”. A los pocos meses del ejercicio del cargo fue destituido dejando en el limbo todas las promesas de cambio.
Otro aspecto de la crisis económica lo representa lo que acontece en el campo venezolano donde expropiaciones y confiscaciones han resultado un verdadero fiasco, un salto atrás de proporciones inimaginables. En el sector agropecuario se venían dando pasos importantes que registro en mi libro “Imperialismo, dependencia y latifundismo” [1968], que para mí tiene un valor sentimental porque mientras se excavaba el túnel que nos conduciría de la prisión militar del San Carlos a la libertad me encontraba sumergido en estadísticas de lo que apuntaba como un inicio de la penetración del capitalismo en el campo, hasta el punto de que había más trabajadores agropecuarios que campesinos sin tierra. La medición que hicimos de estos cambios en el campo tenía que ver con la inversión en tecnología, en maquinaria y en formar profesionales para avanzar en una ganadería con rasgos capitalistas; también en inversiones en fertilizantes y en técnicos para aumentar la capacidad productiva en arroz y maíz, hasta llegar incluso a ser exportadores de estos rubros.
Recomiendo el suplemento “Siete Días” de El Nacional (14/8/16) dedicado a “La peor cara de la crisis”, y sus resultados: escasez e inflación, largas colas y sueldos que no alcanzan. Por su parte, un especialista en el tema agroalimentario, Nicolás Espinoza, aporta soluciones que lucen elementales para superar la crisis del campo: aumentar la producción nacional y disminuir las importaciones.
Reafirmamos que solo un cambio de gobierno, de régimen, del modelo fracasado, podría iniciar la reconstrucción de la esfera económica en los términos que economistas estudiosos de los problemas del campo vienen proponiendo.
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