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Y López sigue en prisión
EDITORIAL EL PAÍS
La ratificación de la condena a 14 años de prisión del líder opositor venezolano Leopoldo López es un nuevo paso, dado por el régimen de Nicolás Maduro, en dirección contraria a la democratización y reconciliación del país demandados tanto por la oposición venezolana como por numerosas personalidades y Gobiernos del exterior. López lleva casi 30 meses encerrado en una prisión militar tras un proceso plagado de irregularidades donde han primado las consideraciones políticas por encima de cualquier hecho comprobable. Como acertadamente indicó el abogado del político opositor nada más conocer la confirmación de la sentencia, en la apelación se ha repetido esta irregularidad.
El injusto encarcelamiento de López se ha convertido en la piedra de toque del régimen chavista cuya única estrategia es la huida hacia adelante en un progresivo endurecimiento que le ha llevado incluso a no respetar la voluntad popular que el pasado diciembre otorgó un aplastante triunfo a la oposición en la Asamblea Nacional con el mandato de devolver al país a la senda de la normalidad democrática. La Asamblea aprobó, en una de sus primeras medidas, una amnistía que debía traducirse en la liberación de López y los demás presos políticos, pero el Gobierno de Maduro puso el asunto en manos del Tribunal Supremo, nombrado por el chavismo, quien desestimó la decisión parlamentaria. Del mismo modo, Maduro está retrasando injustificadamente la celebración de un referéndum revocatorio sobre su persona propuesto por la oposición, que ha cumplido escrupulosamente con todos los requisitos impuestos por el chavismo.
Las imágenes de decenas de miles de venezolanos cruzando la frontera con Colombia para comprar bienes de primera necesidad muestran la penuria material en la que Maduro está hundiendo a su país. La prisión de López muestra la penuria política.
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