LUIS UGALDE sj
“La sociedad no es una granja de gallinas”.
Nos dijeron que nuestro problema no era producir sino distribuir la abundante riqueza natural existente. Ahora muchos con sufrimiento descubren la trampa engañosa: la ilimitada renta petrolera venezolana no es tal, sino que somos pobres y seguiremos siéndolo mientras no nos transformemos en productores. Necesitamos capacidades y oportunidades productivas distribuidas en toda la población. De lo contrario, los pobres seguirán siendo pobres y el país un sueño frustrado.
1- La razón principal de una sociedad fracasada, económica, política y socialmente es el reinado de un sistema de premios y castigos distorsionado, que premia lo que no se quiere y castiga lo que más falta nos hace. Si queremos República productiva hay que desarrollar lo que hace dos siglos se llamaban virtudes republicanas o ciudadanas y virtudes productivas. Con ellas todas las sociedades pasan de una pobre economía de subsistencia a una economía de prosperidad. Aquí se ha trabajado intensamente para demostrar que en nuestro caso para llegar al bienestar (“riqueza”) no es necesario el trabajo y la creatividad productiva, pues basta el poder político mesiánico que apropiándose del país lo reparte a sus seguidores en el festín clientelar.
2- No puede haber producción moderna si se demonizan y bloquean los medios indispensables para lograrla, como son inversión, capital, productividad, ganancia, talento humano y trabajo bien hecho… Desde luego pueden emplearse mal o para producir delictivamente, pero sin ellos no podremos ni producir ni lograr que toda la sociedad los disfrute.
3- Es absurdo en el siglo XXI convertir en piedra fundamental el divorcio y enfrentamiento entre trabajo y capital. Ambos se necesitan como complementarios y deben compartir el beneficio logrado. El bloqueo puede darse de un lado y de otro y con ello se garantiza el fracaso productivo, el conflicto y la guerra social. En la empresa tiene que haber conducción, pero con negociación para entender que la producción se basa en el talento productivo de los diversos factores y en la justa participación de ellos en los beneficios. Para que haya paz y convivencia es imprescindible que se reconozcan mutuamente como factores indispensables y complementarios y desear efectivamente el bienestar del otro y su desarrollo personal.
4- El libre mercado es necesario, pero solo el mercado es suicida. Ya no hay duda de que la determinación e imposición de millones de precios por funcionarios es fuente de arbitrariedad, ineficiencia y corrupción.
5- La economía es diferenciadora, pues ha de retribuir diferenciadamente, de acuerdo con el aporte de cada quien. Los sueños marxistas en contrario han fracasado estrepitosamente. Pero si una sociedad funciona con solo este motor diferenciador está garantizado el infierno social con la opulencia de unos y la miseria de la mayoría. Los regímenes comunistas fracasaron por su empeño en dar igual retribución a aportes productivos diferentes, con lo que se pierde todo estímulo. Como ley general no bastan los “estímulos morales”, sino que también son necesarios los “estímulos materiales”. Junto al hecho económico diferenciador, toda sociedad necesita un principio aglutinador, asociador, solidario que haga de la sociedad algo muy distinto de millones de egos, cada uno buscando lo suyo como los lobos (el homo homini lupus, que señala Hobbes). Necesitamos valores que llevan a reconocer y a afirmar al otro, y de realidades solidarias que expresan el reconocimiento mutuo en ciertas formas de vasos comunicantes. No solamente como buena voluntad de quien tiene hacia el que carece, sino como solidaridad efectiva y bien común organizado con leyes e instituciones, para que los talentos de todos se desarrollen y las oportunidades lleguen a todos con el esfuerzo propio y las puedan disfrutar. Este es el Estado democrático. La sociedad vuela con dos alas: con la económica y su lógica productiva, y la social con su lógica solidaria pactada. Cuando la una quiere sustituir a la otra, el conflicto y la ruina no se hacen esperar. En cierto modo son contrapuestas, pero también se necesitan como complementarias y siempre en equilibrio inestable. Malo y negativo es el estatismo unilateral y funesto el individualismo económico absolutizado.
6- La sociedad no es una suma de egos individualistas, sin nexos de solidaridad ni vasos comunicantes. Tampoco es un sistema estatal que impone con prédica moralista y el estatismo inmoral donde se ahogan las libertades, iniciativas, talentos y oportunidades de millones. La sociedad no es una granja de gallinas.
7- El radical liberalismo económico impide el desarrollo del liberalismo político al alcance de todos y vivido con virtudes ciudadanas y productivas y con posibilidades y responsabilidad de todos y cada uno.
8- El renacer de Venezuela tiene que alimentarse de un gran movimiento espiritual que entienda, difunda y alimente los valores productivos sin los cuales no podremos salir de la pobreza ni del conflicto a muerte. Nuestro peligro es proclamar con mayúscula los grandes fines y aspiraciones humanas e ignorar y bloquear los medios indispensables para alcanzarlos.
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