Irene Hernandez Velasco
El Mundo
Politólogo italiano y teórico de la democracia
El gran Giovanni Sartori (Florencia, 1924), uno de los más importantes politólogos y teóricos de la democracia que existen, acaba de cumplir 92 años. Y se le nota. Aunque su cabeza sigue rigiendo perfectamente y sus ojillos oscuros brillando con astucia, el inevitable declive físico ha comenzado a dejarse sentir. Nos recibe en su soleado y coqueto apartamento en el centro de Roma, a dos pasos de Piazza Farnese, renqueando, en pijama celeste y bata azul marino, y con dos tubos de plástico transparente insertados en la nariz, a través de los cuales recibe oxígeno de una máquina.
"Perdone mi aspecto", se disculpa. Pero el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales de 2005 no renuncia a su proverbial coquetería: lleva anudado al cuello un foulard de seda en tonos burdeos y en los pies, unos mocasines de piel marrón. Ni tampoco a su dosis de provocación. Su empleada del hogar le trae una copa con lo que parece vino blanco y el profesor aprovecha para preguntar solícito a su visitante si quiere beber algo.
- Agua, por favor.
- Agua. Me alegro de que pida un vaso de agua... Ese líquido va a ser uno de los bienes más preciados del mundo. El problema no será tanto el agua para beber, de la que seguiremos disponiendo aun cuando cambien completa e irremediablemente las estaciones y los ciclos de lluvia. El gran problema es que faltará el agua para la agricultura; de hecho las reservas de agua bajan cada año. Y desalinizar el agua y transportarla miles de kilómetros desde la costa a las zonas de cultivo resulta muy caro, inviable. Los genios que nos gobiernan no han entendido que el agua para la agricultura escaseará, quizás en tan sólo diez años. Si yo fuera terrorista -y un día me divertiré a jugar al terrorista, total a mi edad no me pueden hacer nada- me dedicaría a explotar conductos de agua. Son atentados que además se pueden cometer hasta el infinito, porque estas conducciones son absolutamente kilométricas y pasan por terrenos desiertos donde no hay ningún tipo de vigilancia.
- Hablando de terrorismo... París, Bruselas: vivimos tiempos convulsos, ¿no le parece?
- Estamos en guerra. Cuando se llevan a cabo asesinatos en masa como los de París o Bruselas, significa que estamos en guerra. Y en tiempos de guerra no se pueden respetar las reglas de la paz porque si lo haces, pierdes la guerra. Estamos ante gente que nos ha declarado la guerra. Si matan a tus ciudadanos, si se cometen atentados y masacres, los Estados pueden e incluso deben aplicar el Derecho de Guerra. A la guerra hay que responder con las reglas de la guerra. Y eso significa que las aguas territoriales deben dejar de respetarse, y que todas las pateras y barcazas que esperan en el norte de África y en otras zonas costeras para partir rumbo a Europa y lucrarse con el tráfico de personas pueden y deben ser ametralladas, hundidas, antes de echarse a la mar, sin matar por supuesto a ninguna de esa pobre gente. Los terroristas fundamentalistas islámicos se financian con el tráfico de seres humanos, y debemos cerrarles ese grifo. Es una forma amigable de hacer la guerra, porque nosotros somos amigables.
- ¿Apoya entonces la intervención militar?
- Sí, absolutamente.
- ¿También por tierra?
- No, una intervención por tierra sería una derrota. Yo estoy a favor solamente de una intervención aérea y con drones. Los drones son muy efectivos a la hora de golpear objetivos estratégicos y garantizan que no haya muertos entre la población civil. El riesgo existe siempre, es verdad, pero con los drones se minimiza. Con los drones conseguiríamos la destrucción de los objetivos militares y de las pateras que sirven para financiar a los terroristas sin tocar a la población civil.
- ¿Cree entonces que los gobernantes europeos están pecando de buenismo, de blandos?
- Son unos dementes. A lo que se dedican es a multiplicar los entes inútiles. He tratado de contabilizar cuántos de esos entes inútiles hay exactamente, pero son tantos que no he podido.
- Y si se vuelan por los aires las pateras, ¿qué hacemos con los refugiados, con toda esa marea de gente que huye de guerras o simplemente de la pobreza?
- Volar las pateras tiene como objetivo principal evitar el tráfico de carne humana y la financiación del terrorismo fundamentalista islámico. ¿Qué hacemos con los refugiados? El problema en mi opinión es que no tenemos dónde meterlos... A este ritmo, en unos 30 años, según calculan algunos estudios, los musulmanes serán la mayoría en Italia. Creo que lo que habría que hacer es abrir en los países de origen procedimientos que permitan a todas esas personas hacer la solicitud de refugiado correspondiente, lo que permitiría también que los que vengan a Europa lo hagan con la perspectiva de un trabajo. A esa gente se le daría la residencia permanente, transmisible a sus hijos. Pero no el derecho al voto.
- ¿Y por qué no el voto?
- Porque, si se les da el derecho al voto, en 40 años en Italia y muchos países europeos podría gobernar un partido musulmán que implantase la sharía, el Estado islámico.
- Y usted, uno de los grandes teóricos de la democracia, ¿ve democrático privar a la gente del derecho a elegir quién quiere que le gobierne? ¿No serían ciudadanos de segunda clase?
- Mire, yo he vivido 40 años en Estados Unidos y no he tenido nunca derecho al voto, y estaba encantado de no tenerlo. En Estados Unidos, tener el derecho al voto conlleva también por ejemplo la obligación de ser miembro de un jurado si así te lo requieren, algo que a mí no me interesaba lo más mínimo porque significa tener que pasarte un mes dedicado a un proceso. A mí me bastaba con tener la green card, la tarjeta de residencia permanente en EEUU. Y me parece que esa solución a la americana podría aplicarse a los inmigrantes que vienen a Europa. Ese permiso de residencia, además, sería transmisible de padres a hijos, siempre que esos hijos no se hagan terroristas o traficantes de drogas, en cuyo caso serían inmediatamente expulsados del país.
- Pero insisto: ¿no le parece poco democrático?
- ¿Y a usted le parece democrático que un partido gane unas elecciones y luego, mediante coaliciones, sean otros los que gobiernen? Lo que tenemos ahora es un engaño. Mire por ejemplo a Matteo Renzi, el presidente italiano. No ha sido nunca elegido presidente a través de unas elecciones generales, sólo fue elegido presidente de su propio partido en unas primarias en las que podía participar cualquiera. Renzi es astuto. Y rápido. Pero es un escándalo que sea presidente del Gobierno alguien que sólo ha sido elegido presidente de su partido. Es un abuso.
- ¿Y qué propone usted?
- Yo propongo entre otras cosas que se prohíban las coaliciones, que cada partido concurra solo a los comicios. Las coaliciones son antidemocráticas, permiten entrar en el Parlamento a una treintena de partiditos minúsculos... El partido que obtiene más votos debe gobernar: ese es el principio de la democracia. Por supuesto, debe gobernar con todas las precauciones y controles necesarios. Y el cargo de presidente del Gobierno debería tener un mandato máximo de siete años, algo similar a lo que ocurre en EEUU. El presidente del Gobierno debería someterse a una moción a los tres años y medio de mandato, y si no lo pasa ser sustituido por el vicepresidente. Es un poco complicado y para explicarlo he necesitado un capítulo entero de mi último libro, pero le aseguro que se puede hacer. Y si se hiciera, funcionaría.
- "El sistema electoral perfecto", se llama el capítulo en cuestión...
- Eso es. ¿Le parece poco? El sistema electoral perfecto existe, y lo explico ahí.
- ¿Y no teme que si Occidente declara abiertamente la guerra al Estado Islámico se entre en una espiral aún más violenta que la que vivimos actualmente?
- Los terroristas necesitan dinero para financiar sus atentados. Si les atacamos por el flanco económico, si impedimos que lleven a cabo el repugnante negocio del tráfico de personas gracias al cual se sustentan, les dejaríamos moribundos. Quedarían sólo algunas pequeñas islas, nada más.
- Europa sin embargo ha subarrendado a Turquía el problema de los refugiados. ¿Qué opina del presidente turco, Erdogan?
- He tenido la oportunidad de conocer bastante bien a Erdogan. Y desde casi el primer momento me pareció un musulmán a ultranza. De hecho, ha logrado echar a los generales del poder, que eran quienes velaban por la democracia impuesta por Atatürk y que en el ejercicio de esa función llegaron incluso a colgar a un presidente que quería imponer la sharía. Pero los inteligentísimos americanos y europeos, que siempre miran con sospechas a los militares porque los consideran antidemocracia, propiciaron la elección como presidente de Erdogan, alguien que aspira a ser el emir, el sultán, el jefe del islam árabe.
- ¿Cómo se imagina a Europa tras 10, 20 años?
- Pues verá: si me hacen caso, veo una Europa estupenda. Y si no me hacen caso, será un desastre absoluto. Los musulmanes en Europa no se quieren integrar. Y si les dejamos impondrán en Europa la sharía. En su casa, de puertas para dentro, que cada uno haga lo que quiera, que adopte los usos, costumbres y creencias que le dé la gana. Pero esa gente debe aceptar que los estados europeos donde viven no son musulmanes.
- Pero en Europa vemos un auge de la extrema derecha...
- Sí. Pero con mi sistema electoral la extrema derecha desaparecería. Ella sola, sin coaliciones, no tiene nada que hacer.
- ¿Qué opina de Donald Trump, que ha podido convertirse en el 45º presidente estadounidense?
- Eso era posible porque el homo videns, el hombre que sólo entiende aquello que ve con los ojos y que es incapaz de manejar conceptos abstractos, ha tenido tal éxito que ha evolucionado hasta convertirse en el homo cretinus. Y además, Donald Trump ha competido en su carrera hacia la Casa Blanca con Hillary Clinton, una mujer profundamente antipática. De hecho, una de las grandes fuerzas de Trump era tener como contrincante a Hillary. La señora Clinton es muy antipática y de una seguridad y arrogancia insoportables. Se cree destinada a ser la primera mujer presidenta de Estados Unidos, y eso la debilita. Yo, que ya le he dicho que he vivido en EEUU, creo que Hillary no gusta a sus compatriotas. En todo caso, la victoria de Trump habría sido una vergüenza, la consagración del homo cretinus.
- Usted es muy crítico con internet y las redes sociales porque considera que han encumbrado al homo videns, ¿verdad?
- Así es. El homo videns es aquel que sólo entiende lo que ve con sus ojos; si algo no se puede ver, para él no existe. El homo videns ve encuentros deportivos, ve pornografía, ve los mensajitos que le mandan... Pero toda la civilización europea, todo el pensamiento liberal-democrático, no es visible con los ojos, es una construcción abstracta. Con el homo videns se tambalea todo el sistema que hemos creado. Y, para bien o para mal, el nuestro es un sistema racional de gestión de la cosa pública. Pero este homo cretinus no puede durar mucho. Es imposible.
- La cabeza parece que le continúa funcionando impecablemente...
- Yo sólo tengo ya memoria técnica. Recuerdo únicamente los instrumentos de mi oficio. No recuerdo las caras, no recuerdo los nombres, los eventos... Pero me queda la memoria técnica. Gracias a ella, puedo seguir trabajando.
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