BEATRIZ DE MAJO
No se compra en botica ni la prestancia en el uso lenguaje ni menos aún la cordura y el equilibrio en el manejo de las relaciones con terceros. Los oídos de los diplomáticos, por tradición ancestral y universal, deben estar adecuados a escuchar las disidencias, a enfrentar la diatriba y a resolverla en beneficio propio con los mejores modales y sin estridencias. En eso consiste, en buena parte, el manejo de un buen agente de la diplomacia. Pero para continuar en el uso de los tan sabios elementos del refranero castellano, realmente no pueden pedírsele peras al olmo.
A propósito de las “patadas de ahogado” lo que sí se acerca a pasos de gigante a su extinción total, es el desfasado ideario proclamado y sostenido por la casta que nos gobierna. Es la observación de este hecho ineluctable e irreversible en la escena internacional lo que debe estar provocando posiciones y actitudes como la asumida y explicitada por la representación venezolana ante Mercosur.
No sería malo que alguien con criterio y memoria le explique a los funcionarios de nuestra cancillería que fue únicamente gracias al empeño y al capricho de Hugo Chávez que a Venezuela se le abrieron las puertas de Mercosur, un órgano supranacional de vocación únicamente comercial, en un momento en el que nuestro país no tenía nada, absolutamente nada que ofrecer al cuarteto de países que lo integraban. Pero no es por lo nulo de sus aportes al propósito comercial de esta organización que hoy se le cuestiona. Venezuela se encuentra en un muy serio impasse con Mercosur que le ha estado impidiendo asumir su jefatura. La razón es únicamente política, un pecado en el que ha caído la organización gracias a la contaminación que le endosó el chavismo con su incorporación, secundado por sus grandes correligionarios del momento, Argentina y Brasil.
Luego de haber alejado a Mercosur del fin específico para el que fue creado y pervertido su propósito, Venezuela está hoy siendo víctima de su propia medicina, la politización de una organización creada para estrechar vínculos de comercio. El editorial del diario El País de Uruguay lo señala sin ambages. “Venezuela es una parodia de democracia o una dictadura encubierta”, y es eso lo que cuestionan sus pares en la organización. Lo mismo que está ocurriendo en Mercosur está siendo debatido en la palestra de la OEA. Por ese mismo desvío de la vocación libertaria y democrática se fueron al demonio las relaciones comerciales con Colombia, y otro tanto se repetirá en los órganos de integración del Caribe, es solo cuestión de tiempo.
No le falta razón al editorial del diario uruguayo. Si para Venezuela el Mercosur está dando “patadas de ahogado” lo mejor que podría hacer el país es dar media vuelta e irse del bloque. Todos agradecidos.
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