lunes, 26 de agosto de 2019

Economia a la deriva

RAMON PEÑA
 
Hace un año, el Golem gobernante anunció un “modelo económico único en el mundo” que anularía la dolarización de los precios, utilizando el Petro como dolarizador del salario. Un revolucionario proceso que resumió con un algoritmo de su propia cosecha: “¡Cero mata cero”!
Pero la economía suele ser reacia a las babiecadas. Se ha profundizado la dolarización del sistema monetario y propende a afianzarse como patrón de las transacciones diarias, en todo menos en el salario. El Banco Central porfía en la ampliación de la base monetaria, como su único modo de financiar el enorme déficit fiscal, con emisiones carentes del respaldo en divisas que Pdvsa no está en capacidad de suministrarle. El Bolívar se desmorona día a día y se marginaliza como unidad de cuenta. No hay manera de contener la preferencia por el Dólar. De muy poco ha servido aplicarle a la banca el recurso de un encaje legal de 100%, que, de paso, cercena el crédito a la deprimida actividad productiva privada.
La oferta monetaria que irresponsablemente dinamiza el Banco Central desborda toda posibilidad de equilibrio ante una oferta interna de bienes mermada al extremo. Casi dos tercios de las empresas privadas nacionales que existían hace dos décadas han desaparecido. La aceleración de precios de bienes de consumo –nacionales e importados- alcanza un ritmo superior al de la devaluación del Bolívar. Ya lo aprecian los propios tenedores de reservas en divisas y los receptores de remesas del exterior. El salario minimo real es menos que una limosna.
La salud es víctima crítica de este desequilibrio. La oferta se ha reducido drásticamente: emigración de médicos, escasez de insumos, de equipos especializados o capacidad de repararlos. Servicios casi todos denominados en dólares.
La economía sigue a la deriva. El guasón se ríe de lo que dice, continúa durmiendo como un bebé y salsea burlón sobre la tarima.

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jueves, 22 de agosto de 2019


Entre el centro político y la firmeza

Trino Marquez

El proyecto político hegemónico instalado en Miraflores hace más de veinte,  reeditó el canibalismo y la radicalización extrema, un estilo político que había desaparecido en Venezuela luego del derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
No fueron casuales los acuerdos del Pacto de Punto Fijo, o los del Pacto Obrero Patronal firmados entre los empresarios y los sindicatos la víspera de las elecciones de diciembre de 1958. La dolorosa experiencia del Trienio adeco había dejado como lección que  sin un modelo incluyente y consultivo, basado en la persuasión, no sería posible borrar las huellas del caudillismo militarista presentes desde el siglo XIX. Esos rastros gravitaban con fuerza en sectores poderosos que todavía a comienzos de la era democrática, se sentían atraídos por la fuerza de la tiranía. La postura excluyente y soberbia de Acción Democrática durante el período que va de 1945 a 1948, había sido en buena parte la responsable de que esa primera experiencia democrática encallara.
Luego de 1999, el diálogo volvió a desaparecer del espectro político. Un país acostumbrado a la confrontación dentro de un ambiente plural, de repente se encontró con que había resurgido el canibalismo político. Los espacios para la negociación entre el gobierno y la oposición, se habían cerrado. Instituciones como la Copre –Comisión Presidencial para la Reforma del Estado-, creada en 1984,  se convirtieron en  quimeras. La Copre había sido un modelo de coexistencia en medio de la confrontación. Esa comisión, integrada por distintos partidos y sectores sociales y académicos, llegó a acuerdos que permitieron modernizar el Estado, y hacerlo más eficaz y democrático. La elección directa de gobernadores y alcaldes, la elección nominal de diputados y concejales, y, en general, la descentralización, surgieron de las investigaciones y discusiones efectuadas en este complejo foro. La Copre, al igual que el Congreso de la República, eran espacios que demostraban que  la oposición y el gobierno podían cohabitar a pesar de las diferencias que los separaban.
Esta característica del sistema político venezolano, propia de los sistemas democráticos, fue interrumpida de forma abrupta por Hugo Chávez. Los adversarios pasaron a ser enemigos a los cuales había que exterminar. La política dejó de ser el arte de convencer e imponer a través del respaldo o anulación de corrientes encontradas, para convertirse en la práctica del aniquilamiento del contrincante. Ya no hubo más adversarios, sino enemigos.  Chávez trasladó a tierras venezolanas el esquema sellado con sangre y fuego impuesto por Fidel Castro en Cuba.
El estilo fue mantenido por los herederos. Cabello hace algunos años llegó a decirle a la oposición: liguen que Chávez no se muera porque quienes lo rodeamos somos unos locos. Sus palabras fueron proféticas: el modelo sectario patentado por el fundador, se fortaleció con sus discípulos. Solo las protestas populares, la resistencia, el heroísmo opositor y el inquebrantable apoyo de los países aliados, han obligado al régimen a conversar. Lo han conminado a buscar salidas negociadas, aunque aún parecen remotas. A través de la presión constante  y creciente, Maduro y sus colaboradores han tenido que regresar poco a poco al redil de la política. Se han visto obligados a entender que para Maduro es preferible negociar a que lo negocien, Vladimir Villegas dixit. Al parecer es lo que sucede en cenáculos foráneos.
En el escenario político, dentro de sectores críticos del gobierno, está gestándose una tercera vía. Una postura que quiere recuperar el centro, aislándose de los extremos que han marcado el ejercicio de la política durante los años recientes. Uno de los promotores de esta iniciativa es Simón García, el talentoso e incansable dirigente que hace bastante tiempo formó parte de la dirección nacional del MAS.
La iniciativa debe eludir varios peligros. La primera es no debilitar a Juan Guaidó, el líder opositor de mayor arraigo nacional. El otro es no convertirse, por la fuerza de los hechos, en un factor adicional de división dentro de las fuerzas democráticas, ya seriamente amenazadas  por un régimen que desprecia los derechos políticos. Un tercer desafío consiste en evitar la ingenuidad; caer en la trampa de imaginarse un oficialismo susceptible a dejarse convencer por los argumentos racionales de sus interlocutores. La destrucción de Venezuela no es el resultado de la ignorancia y la incompetencia, que sin duda existen, sino de un plan de dominación basado en la premisa de que hay que gobernar sobre la exclusión, el sectarismo, la soberbia, pecados que inevitablemente conducen a la ruina. Maduro todavía no ha entendido las enseñanzas que dejó el Trienio adeco.
El centro político no está reñido con la firmeza. Pero el orden de los factores importa mucho: firmeza inquebrantable, con la  amplitud y flexibilidad que debe tenerse para lograr los cambios que se buscan.
@trinomarquezc


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viernes, 16 de agosto de 2019

La ruptura del diálogo


 TRINO MARQUEZ

Nicolás Maduro dice haber decidido pararse de la mesa de negociaciones en Barbados debido al apoyo que Juan Guaidó les dio a las más recientes sanciones aplicadas por Donald Trump contra el régimen. Consideró que tal respaldo era un irrespeto y una traición  a los venezolanos y al diálogo entablado entre el gobierno y la oposición. La verdad debe de ser muy distinta.
Maduro tendría que saber que aplicarle sanciones fue la opción escogida por Trump y sus aliados en América Latina, para no verse obligados a recurrir a una invasión militar, cuyo costo político resultaría muy elevado. El mandatario norteamericano parece estar convencido de que el gobernante venezolano, además de autoritario, facilita el narcotráfico, está asociado con el ELN y otros grupos narcoguerrilleros colombianos, al igual que con sectores extremistas del Medio Oriente, y es el principal soporte financiero de la dictadura cubana, enemiga histórica del ala más conservadora de la política norteamericana, de la cual Trump es un representante destacado.
Las sanciones no se levantarán hasta que Maduro salga del horizonte. Guaidó haría un papelón si las condenase. Su obligación se reduce a comprenderlas y explicarlas. Las sanciones son lamentables por el costo tan elevado que implican; pero, resultan inevitables porque el régimen no ofrece opciones -ni en el plano internacional, ni en el nacional- que ataquen las causas que las provocan.
Apoya al ELN, que además opera en Venezuela; celebra encuentros amistosos con grupos palestinos antinorteamericanos y con sectores vinculados a Hezbolá; le da la bienvenida al país a Jesús Santrich, exguerrillero de las Farc y  prófugo de la justicia colombiana; mantiene el contubernio con la tiranía cubana; permite que Venezuela se haya convertido en una de las plataformas más importantes del continente para el tráfico de drogas; convoca en Caracas al Foro de Sao Paulo, un hatajo de nostálgicos antinorteamericanos que apoyan a los Castro en Cuba y a un despojo humano como Daniel Ortega. ¡En qué planeta vive! No se da cuenta de que si quiere evitar las sanciones tiene que estar más atento y en sintonía con el entorno internacional. Su miopía ideológica y la estrechez de sus asesores cubanos lo han enceguecido. En el mundo globalizado, los gobiernos latinoamericanos pueden subsistir sin plegarse a los Estados Unidos, pero difícilmente pueden sobrevivir en rivalidad permanente con la primera potencia mundial.  
         En el plano interno ocurre algo similar. Si a Maduro el pueblo le preocupa tanto, podría emprender dos iniciativas: cambiar las políticas económicas y sociales que durante veinte años han arruinado a la nación; y aceptar que se convoquen  nuevas elecciones presidenciales, como ocurre en países donde se desatan tormentas políticas, sean de esquemas parlamentarios o presidencialistas. Todas las encuestas importantes revelan que Nicolás Maduro es el centro de la conmoción nacional y que su rechazo es superior a 80%. Mantiene el mismo modelo socioeconómico aplicado a lo largo de dos décadas, y se niega a abrir el compás para que en un plazo prudencial el país vaya a unos nuevos comicios presidenciales.  Aquí reside la verdadera razón de su levantamiento intempestivo y abrupto de la ronda de Barbados: sabe que ese ciclo tendría que cerrarse pronto con un acuerdo para convocar la elección del futuro Presidente.
         Maduro, con el diálogo, no ha ganado tiempo para mantenerse en Miraflores. En realidad las conversaciones fueron tejiendo una red de compromisos que terminarían por comprometer al mandatario con una fecha y unas condiciones electorales. De nuevo, la miopía obnubiló a Maduro: optó por la ruptura, convencido de que el apoyo de la FAN y el aparato represivo montado por los cubanos serán suficientes para mantenerlo en el poder. Para que nadie pensara que estaba bromeando, sacó el látigo con el que castigó a los diputados a quienes les levantó la inmunidad parlamentaria y amenazó con convocar las elecciones adelantadas para la Asamblea Nacional. De paso, un tribunal militar dictó una sentencia contra el dirigente sindical  Rubén González. El ‘presidente obrero’ se ensañó contra un líder de su propia clase social. Así es el autoritarismo. Solo hay que preguntarle a Lech Walesa para que nos refresque la memoria.
Ningún gobierno se sostiene solo a partir de la represión. También necesita persuadir. Con mostrar el rostro de Diosdado no es suficiente. La heroica lucha que mantienen los estudiantes y el pueblo de Hong Kong nos  ilustra, de nuevo, cómo las conversaciones entre el gobierno y la oposición resultan más animadas y productivas, cuando la gente se moviliza para defender sus intereses.
Padrino López acaba de pedirle a Maduro que reinicie el diálogo. No quiere más conflictos, ni más violencia, ni más sanciones. Esperemos que lo oiga.  
         @trinomarquezc
        

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“EL PERFECTO IDIOTA LATINOAMERICANO” Y ARGENTINA









EMILIO NOUEL V.






“Sufrimos una forma grave de amnesia y esto hace que seamos el
continente perdido, o para citar al viejo Baroja, el continente tonto”.

                                                Jorge Edwards



El resultado de las primarias (PASO) argentinas es desconcertante no solo para muchos argentinos, también para quien desde cualquier rincón del mundo haya pensado que ese país estaba dejando atrás el nefasto legado peronista.  
Aun cuando sabíamos que Mauricio Macri la tenía difícil, habida cuenta de su performance económica, condicionada por la enorme y espinosa cuesta que debía remontar luego del desastre kirchnerista, enorme corrupción desatada incluida, no nos esperábamos tal desenlace, esa gran distancia de votos frente a un contendor que representa a una dirigencia política y moralmente desacreditada.
Cuatro años no son suficientes para enderezar los grandes entuertos económicos que arrastra Argentina, ni para convencer a un país que lleva en su ADN el populismo peronista, de la necesidad de cambiar su visión cortoplacista de las cosas.  
Pero, sobre todo, creímos que los grandes escándalos de obscena corrupción de los Kirchner y su banda, iban a enajenarles el apoyo popular y, en consecuencia, la mayoría se iba a decantar en las urnas, por una opción política moderna que ha demostrado ser responsable y trasparente en su ejecutoria gubernamental, a pesar de los errores.     
No fue así, y como dijo el presidente Macri, el “voto bronca” lo vapuleó en estas primarias, es decir, el voto motivado por el malestar económico con sus necesidades inmediatas, el de los que no ven los logros positivos en otros campos de la actividad del gobierno.
El respaldo que ha cosechado el kirchnerismo populista y corrompido, hasta cierto punto, es explicable. Los latinoamericanos seguimos dando muestras de desmemoria o de que nos importa un bledo que los gobernantes roben a manos llenas el patrimonio público y trafiquen con el poder en su propio interés.
También el discurso demagógico, propio de una izquierda anacrónica y trasnochada, se ha impuesto en Argentina.
El perfecto idiota latinoamericano”, ese consumidor inveterado de mitos absurdos, genéticamente estatista y, por supuesto, antinorteamericano, que nos describió hace unos años atrás Carlos A. Montaner, Plinio A. Mendoza y Álvaro Vargas Llosa,  ha vuelto por sus fueros (aunque no se haya ido nunca) a la tierra de Alberdi y Borges.
Los latinoamericanos continuamos dando estos tristes espectáculos de inmadurez política, que, por cierto, en años recientes los europeos inexplicablemente emulan. El nacionalismo populista, incluso en expresiones extremas, con su estrechez de miras, se ha apoderado también de los espíritus del viejo continente, y ni hablar de los norteamericanos trumpistas.
Pio Baroja dijo en cierta ocasión que Latinoamérica es un continente tonto, es decir, uno que comete muchas tonterías. Y aun cuando esto quizás sería injusto afirmarlo rotundamente, no parecen exclusivas de los latinoamericanos las tonterías políticas. 
Pero lo cierto es que este episodio argentino, aún no concluido, pero que ya asoma un remake de los fracasos tantas veces visto, deja mucho que desear de un pueblo que pudo haber estado entre los primeros del planeta.
Hoy da su beneplácito popular a personas incompetentes para las tareas de gobierno y  de una conducta política y moral altamente repudiable. Una escogencia determinada por lo económico y a lo Barrabás, cuando evidencias de una grosera corrupción están a la vista en los tribunales.
Ya los mercados financieros han tenido su primera reacción a lo que avizoran para ese país.  ¿Qué pasará con la deuda, la sempiterna espada de Damocles sobre Argentina? ¿Qué sucederá con la ayuda condicionada del Fondo Monetario Internacional, si los compromisos asumidos los desconoce el posible nuevo gobierno? ¿Será excluida nuevamente Argentina de los mercados financieros mundiales?
¿Será Alberto Fernández una marioneta de la corrupta Cristina Kirchner, su vicepresidente?
 Si hubiera sabido que eran tan boludos, les robo el doble” es una lastimosa frase que se lee por las redes sociales.
Obviamente, no la pronunció quien todos pensamos, pero podría haber sido cierta. Se non é vero, e ben trovato.
Una nueva batalla, sin duda, ha ganado el perfecto idiota latinoamericano. Y otra pareciera haber perdido el latinoamericano del futuro en nuestra querida Argentina.



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domingo, 11 de agosto de 2019

VENEZUELA: CITGO

RAMON PEÑA
La adquisición del sistema refinador Citgo en EE.UU en 1980/90 modifica estructuralmente el perfil corporativo de PDVSA. Con este plantel, PDVSA adquiere una envidiable flexibilidad operativa multinacional, que la asciende a las grandes ligas del petróleo mundial. Las refinerías, de conversión profunda, permitirían procesar hasta 600 mil barriles diarios de crudos pesados/extrapesados, prevalecientes en nuestra base de recursos. Citgo fue constituída como fuente importante de dividendos para Venezuela.
Pero diferente ha sido la significación de Citgo para la banda gobernante, que no interpreta los activos del país como una responsabilidad sino como un negocio. La comprometieron como colateral de irracionales endeudamientos con Rusia, China o bonos PDVSA. Como fuente de prebendas, asignando hasta 300 supuestos técnicos y 20 “altos ejecutivos”, en su mayoría ignaros del tema petrolero, para cebarse en dólares. Financiaron un extravagante reparto de petróleo entre los “pobres” de la Costa Este americana. Ejemplos que ilustran abusos de toda naturaleza. Cuando afloró la ruina del país, idearon vender las refinerías…
Por fortuna, la designacion de una Junta Administradora ad-hoc por el Presidente (e) Juan Guaido, reconocida por el Ejecutivo de EE.UU. ha detenido la debacle. Se desparasitó la administración. Se refinanciaron deudas por US$1.2 y 1.8 millardos de Citgo y Citgo Holding -su casa matriz- respectivamente, con importantes ahorros en intereses. Los calificadores norteamericanos de riesgo ya han elevado el rating de la empresa.
Hoy rondan como sombras sobre sus disminuidas finanzas: la demanda por la insensata expropiación de Crystallex, -si prevalece que Citgo es alter ego de la República- y el vencimiento en octubre de US$913 millones de bonos 2020 de Pdvsa, si ocurre el probable default. Aún no es clara la resolución de estos dos casos, pero será importante la voluntad del ejecutivo norteamericano de continuar apoyando a Venezuela.
Renace la confianza en Citgo, bajo su actual administración, pero llenar los requisitos financieros para su entera recuperación requiere el cese de la usurpación.


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LAS MEDIDAS DE TRUMP: NI  BLOQUEO,


NI EMBARGO, SOLO MÁS PRESIÓN


EMILIO NOUEL V.

No pocos han opinado sobre el reciente decreto de Trump que afecta a Venezuela, unos apoyándolo y otros cuestionándolo. 


Y a uno no le queda otra que comentarlo también, sobre todo, porque se dicen cosas que no se corresponden con lo que realmente significa ese dispositivo legal. 


El gobierno norteamericano aprobó una regulación interna que contiene, por un lado, el impedimento de transar operaciones comerciales respecto de bienes del Estado venezolano en EEUU y por otro, la posibilidad de eventuales sanciones, particularmente, para quienes negocien con el gobierno usurpador; no para los venezolanos en general. 


Mediante esa executive order, en lenguaje legal nuestro, se prohíbe enajenar, gravar o dar en pago los activos y propiedades del Estado venezolano en EE.UU. Esta medida tiene dos virtudes prácticas: por un lado, salvaguarda estos últimos de la acción nefasta dilapidadora y corrupta del régimen chavista, y por otro, impide que los acreedores de Venezuela tomen esos bienes. La medida protege los activos de todos los venezolanos.


No se trata de un “bloqueo” o embargo a Venezuela, como el gobierno y otros lo han querido hacer ver, buscando semejanzas con el caso cubano, cuyo embargo, sabemos que fue burlado echando mano de empresas registradas por los Castro en México, Panamá y otros sitios. En este caso, por cierto, queda claro que las penurias del pueblo cubano no proceden de esa circunstancia -chivo expiatorio de los castristas- sino de la instauración de un sistema colectivista comunista hambreador, ineficiente y corrupto, y esto a pesar de que recibían anualmente más de 4.000 millones de dólares de subsidio de la Unión Soviética. 


El decreto trumpiano utiliza la palabra “blocking”, y el común, incluidos los periodistas, tienden  a dar un significado que no es el adecuado. Se piensa, por ejemplo, que EEUU bloquearía las entradas a nuestro país por mar, tierra y aire, y que ningún bien podrá ingresar o salir. Y no es así. 


El “bloqueo” al que se refiere el decreto es al que señalamos más arriba: Es un impedimento para disponer de los activos del Estado venezolano en ese país, por tanto, se equivocan también los que hablan de extraterritorialidad, tema éste de interés jurídico internacional muy importante, pero que en el marco limitado de estas líneas no podemos desarrollar. Solo diremos sobre este asunto, que hay algunos países que aplican la extraterritorialidad de sus leyes cuando les conviene, y la impugnan solo cuando se las aplican a ellos, demostrando así un doble rasero.         


Así mismo, jurídicamente hablando, embargo, otra palabra utilizada en estos días, tampoco se corresponde con nuestro ordenamiento jurídico ni con el norteamericano, si lo contrastamos con lo que se establece en el decreto. Para la legislación de EEUU, embargo es una incautación o toma (seizure) de un bien, lo cual no es lo que ocurre en nuestro caso. Vemos que CITGO, por ejemplo, sigue gestionada por venezolanos. 


Otro motivo de controversia es el relativo a los efectos que tendría la nueva executive order para los venezolanos de a pie en el mediano o largo plazo, en el caso de que se prolongue en el tiempo.


Resulta difícil preverlo. Depende de varios factores, entre ellos, la duración de la medida y la forma como la asuman empresas extranjeras que comercian con Venezuela, algunas de las cuales, para curarse en salud, se podrían abstener de realizar operaciones con empresas privadas de nuestro país (lo que ha ocurrido ya), no vaya a ser que las sancionen.



Por lo pronto, en su contenido y en los efectos, la medida no agrega mucho a las que estaban vigentes y a la tragedia nacional que viene de lejos.


Queda claro también que el dispositivo legal tiene excepciones. Las operaciones relativas a alimentos, medicinas y otras mercancías, no deberían verse afectadas, toda vez que están excluidas.  


Ya hemos visto cómo algunos han salido a oponerse al decreto esgrimiendo argumentos poco consistentes y tramposos, señalando que afectará a los más pobres.


Y nos preguntamos: ¿Es que acaso los más pobres no han sido ya hundidos desde hace varios años, mucho antes de las sanciones, en la peor miseria, gracias a la ineficiencia, corrupción y una ideología demencial de un grupo político que ha demolido la economía y las instituciones del país? ¿Es que los derechos humanos de los venezolanos no han sido en extremo pisoteados, independientemente de las sanciones?

Finalmente, no hay que dejar de lado que esta medida debemos situarla en el contexto de la negociación que está en curso para salir de nuestra crisis. 
La tiranía la está usando como pretexto para no volver a la negociación de Barbados. Con mayor razón podrían hacer lo mismo las fuerzas democráticas porque suficientes y graves motivos hay para ello (acoso, persecuciones y detenciones, acoso, censura de medios, etc), y sin embargo, no se han levantado de la mesa.


Es muy probable que luego de los aspavientos y desahogos antiimperialistas, regresen los tiranos con el rabo entre las piernas a Barbados. La alternativa, es decir, dar por concluida su participación en la negociación, será peor para ellos.       
En suma: no hay bloqueo, ni embargo, solo mayor presión a la tiranía.


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EL PRÍNCIPE MERMADO

Carlos Raul Hernandez

Todo el que se interese o quiera actuar en la política internacional debe tener claras las dos leyes de hierro que la rigen, inexorables como la gravedad y que nadie, en ninguna circunstancia, debería descuidar. La primera es que las sanciones económicas o embargos fortalecen las autocracias al hacer miserable y débil a la ciudadanía, postrarla ante la dádiva, como teorizaba con sabiduría el ministro Jorge Giordani. Y la segunda no recuerdo bien cuál es. 

Se ha dicho incansablemente: durante la segunda mitad del siglo XX hubo 25 países embargados o sancionados por las potencias y en ninguno de ellos, en ninguno, se logró lo que llaman cambio de régimen. Al contrario las tiranías se entronizan y la gente muere de hambre y enfermedades curables, principalmente niños y ancianos. Esas medidas se conciben con fines loables, derrocar tiranías que violan los Derechos Humanos, pero producen lo que Maquiavelo llamó efectos perversos.

Resultados contrarios a los objetivos. El Príncipe de intelecto mermado que se lanza en pos de un objetivo y lo hace tan burdamente que sus actos alejan el fin buscado. Hay toneladas de obras que analizan eso desde variadas perspectivas. Dos fundamentales de Samuel Huntington y Crane Brinton explican en profundidad que la pobreza genera conformismo y que los cambios políticos ocurren en sociedades en expansión económica, nunca en el entorno de la starvation. 

El médico asesino
Para que no haya confusiones: a países averiados porque tuvieron la desgracia de vivir revoluciones socialistas, luego los liquidó el desmañamiento de los liberadores, que quisieron apagar el fuego con nitroglicerina. Afectados por la terrible enfermedad, caen en manos del médico asesino. La historia actual de sanciones inútiles y efectos perversos comenzó en 1950 contra el régimen de Kim Il Sum y lleva ya tres generaciones de sicópatas norcoreanos en el poder. 

El abuelo, el hijo, y el nieto que hoy se da el lujo de tomarle el pelo a la comunidad internacional. Después fue Fidel Castro el sancionado y embargado desde 1959 y consiguió el argumento propagandístico ideal para convertirse en el Capitán América tercermundista, ejercer su tiranía sanguinaria hasta la muerte y dejar heredero. En 1979 se produjo la revolución islámica en Irán, dirigida por una excresencia medieval, el Ayatola Rujollah Khomeini y este año se cumplen cuarenta de sanciones económicas. 

No deja de tener hunor porque el número de sancionados pasa de cincuenta mil (pero como el mal absoluto dicen que no existe, mientras Rohani trasiega el brollo de las sanciones, se ocupa menos de fastidiar a las mujeres que ya comienzan a enseñar sus cuerpos y rostros). En 1990 comenzaron las penalizaciones contra Irak y se levantaron en 2010, cuando ya el país estaba destruido. Lo mismo ocurre con Yugoslavia en 1991 y ni las sanciones ni la intervención extranjera pudieron impedir que el país se despedazara. 

En 1997 le toca a Birmania, en 2002 a Zimbabue y en 2004 a Bielorusia, 2006 Congo, 2007 Sudán, 2010 Somalia (potencial atracción turística por ser el país más perfectamente miserable del mundo). En Libia entre sanciones e intervención extranjera lograron despachar de este valle de lágrimas a Gadafi, a cambio de que el país dejara de existir, un éxito muy dudoso. Y así Ucrania, Yemén, Sudán, Siria y hasta Rusia. En 2014 comienzan en Venezuela. 

Entendimiento bífido
A quienes cuestionan la perversa ineficacia de sanciones que provocan resultados exactamente antagónicos, los defensores generalmente fuera del país o aquí con buen respaldo esgrimen dos primorosos argumentos. Uno es la legendaria apelación a la excepcionalidad venezolana. Cuando alguien menciona alguno de los casos señalados, la respuesta es “Venezuela no es Cuba” o “no es Somalia” o “no es Irán o Irak” y en definitiva, tienen razón: el ser solo es idéntico a sí mismo. 

Por fortuna Kant dedicó un par de capítulos de su CRP a explicar que la razón sigue dos caminos. Por uno se descubre que esa vaca y un hombre se parecen en que son mamíferos, vivíparos, vertebrados, que no es poco. Y otro que explica en qué son diferentes una vaca y un hombre, que no es poco. La unidad y la diversidad, y el conocimiento es la concatenación de ambos, la mente científica contrasta sus hipótesis con la experiencia, lo general con lo particular. 

El otro argumento es asombroso. Las sanciones se aplican para impedir la exportación petrolera, única fuente de divisas y paralizar el comercio exterior de un país que todo lo importa. Pero para el interlocutor en el diálogo de Esperando a Godot, éstas no tienen que ver nada con el deterioro de la situación. El embargo reduce la producción petrolera de Irán de millón y medio de b/d a 250 mil y lo poco que vende es por vericuetos. Si los ingresos caen en 80%... ¿cómo es que no tiene que ver? 

¿Entonces para qué son? ¿Para favorecer al régimen? Un gobierno de los más ineptos de la historia latinoamericana convirtió la economía en escombros, así como la sociedad, la cultura y la calidad de vida, con el agravante de que la vocación caótica de toda revolución se agrava en este caso porque lo han enfrentado fuerzas desorientadas, disolventes y por lo que ocurre, dispuestas a usar todo tipo de medios para sus particulares fines, que no son necesariamente los del resto del país. 

@CarlosRaulHer


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