viernes, 31 de julio de 2020

David De Lima, el operador de los maletines verdes


LA  GRAN ALDEA
El nombre de David De Lima va y viene de la escena pública, cercano a las filas del chavismo, pero siempre jugando una agenda propia mientras cumple roles de articulador para facilitar el desmontaje de la estructura política de la oposición.
A finales de 2019, cuando estalló el escándalo de la compra de voluntades en la Asamblea Nacional para quitarle votos a Juan Guaidó, su nombre volvió a escucharse.
Varios diputados de oposición lo mencionaron como uno de los emisarios, que con maletines de dinero en mano, intentó comprar voluntades en la Asamblea Nacional. Lo señalaban como uno de los financistas de la “Operación Alacrán”, también estimulada por Alex Saab, el socio colombiano de Nicolás Maduro y artífice de la red de corrupción de los CLAP actualmente detenido en Cabo Verde, por quien el régimen venezolano ha movido cielo y tierra para liberarlo y, así, evitar su extradición a Estados Unidos. Los esfuerzos entonces estaban centrados en mellar la mayoría opositora, impulsar la candidatura títere de Luis Parra para presidir la Asamblea Nacional, y abrir espacios para una eventual toma de control del Parlamento por parte del chavismo, algo que ha ido rindiendo sus frutos a lo largo de los meses.
Pero parece que estas gestiones, así como en el caso de Alex Saab, no pasarán desapercibidas, bajo la impunidad que tan bien saben propiciar las autoridades venezolanas. De hecho, el diputado a la Asamblea NacionalJosé Guerra, uno de los principales denunciantes de los “maletinazos” con dólares para la compra de parlamentarios ahora señala que De Lima está siendo investigado internacionalmente, y que pronto podría entrar en las listas de sancionados.
Está en la mira de Estados Unidos, que por la “Operación Alacrán” sancionó a Luis Parra y a otros parlamentarios que se prestaron a esa jugada política.

¿Pero quién es David De Lima?

David Eugenio De Lima Salas es oriundo de Puerto La Cruzestado Anzoátegui, entidad donde desplegó durante años sus redes operativas y hasta llegó a ser gobernador en el 2000.
Nació en 1959 y fue un activo miembro de la Juventud del Movimiento al Socialismo (MAS). Años después ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV) para estudiar Derecho, y donde tuvo una carrera ascendente como dirigente juvenil. Esta militancia terminó por abrirle espacios en las filas “revolucionarias” y fue electo miembro de la Asamblea Constituyente en 1999, donde Luis Miquilena era el hombre poderoso que todos buscaban. De Lima lo sabía y se acercó a Miquilena estratégicamente para seguir avanzando en su carrera.
Fue así como se ganó la postulación a la Gobernación de Anzoátegui, cargo para el que fue electo y que ejerció desde el 2000 y hasta 2004. No pudo postularse para la reelección en ese momento porque había perdido el apoyo de Hugo Chávez luego de que algunos de sus desmanes se conocieran en Caracas. Por eso entregó la gobernación a su sucesor, Tarek William Saab, el fiscal general de Nicolás Maduro, nombrado por la cuestionada Asamblea Nacional Constituyente.
Fue el propio Tarek William quien se dio entonces a la tarea de sacar a la luz varias de las irregularidades de De Lima, al punto de que en 2005 fue detenido por orden de un juez de control de AnzoáteguiFelipe Mujica, como presidente del MAS y siempre cercano al ex gobernador, lanzó un “Frente por la Libertad de David De Lima” y denunció a Chávez de querer boicotear su carrera para ser parlamentario.
El caso se desestimó y De Lima, con una sagacidad peculiar, bajó su exposición y viajó a España para unos estudios de especialización política. Quedó fuera del radar público, pero seguía trabajando como operador del chavismo a la sombra.
También estuvo al frente del proceso que le dio vida a Podemos en 2002 en alianza con dirigentes como Didalco Bolívar, también de las filas del MAS, a quien se suma una década más tarde en una estrategia de toma de control del partido, donde José Vicente Rangel jugó un rol importante. Para ese momento, se estaba mellando la base de apoyo de Henrique Capriles Radonski en las elecciones presidenciales, lo que implicó acciones similares sobre Patria Para Todos (PPT).
En una jugada que ahora resulta repetida, en 2012 también se denunciaron los sobornos a los jefes políticos de PiedraManos Por VenezuelaCambio Pana y Unidos Por Venezuela, quienes retiraron su apoyo a Capriles, y el reclutamiento a las filas rojitas de los para entonces considerados “líderes opositores” Ricardo Sánchez y Carlos Vargas, de la juventud política de la UCV, y el ex diputado William OjedaDavid De Lima había reaparecido desde las sombras para favorecer a Hugo Chávez.
Luego formó parte de la oleada de toma de control de medios de comunicación privados en Venezuela que fue ejecutada por terceros, aparentemente independientes, pero que en verdad eran operadores del chavismo. Nunca se tuvo precisión sobre los nombres de estos inversionistas ni sobre el origen de los fondos, pero los medios de inmediato cambiaron su línea crítica y se volvieron afines al Gobierno.
En 2014, De Lima fue nombrado presidente ejecutivo del Grupo Últimas Noticias, un cargo que ejerció brevemente, para volver a quedar fuera de los reflectores públicos. Quizás hasta la advertencia de José Guerra en noviembre de 2019 no se supo mucho de él: “Recuerden que en la campaña electoral de 2012 de (Henrique) Capriles y (Hugo) Chávez, David de Lima logró comprar a punta de dólares de la corrupción a varios de los llamados líderes estudiantiles. No pudo con otros dirigentes que no se dejaron sobornar. Nuestra gente está firme ante el soborno”.
Las cifras que se pagaron para intentar destronar a Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional llegaron hasta los 700 mil dólares, según dijeron algunos parlamentarios opositores. En esa compra de voluntades fue que David De Lima actuó nuevamente, tras una ardua labor de infiltración de la oposición y en la que se mezclaron los diputados que desde 2019 realizaron gestiones internacionales en favor de Alex Saab, el principal contratista del régimen, detenido desde el 12 de junio en Cabo Verde y a la espera de su posible extradición a Estados Unidos.
Pese a todo, David De Lima no parece descansar. Se sabe también que es otro de los artífices en la reciente entrega de los partidos políticos opositores, vía Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) a, precisamente, los diputados protagonistas de la “Operación Alacrán”.

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GRUPO LA COLINA: FARSA ELECTORAL CONVOCADA PARA DICIEMBRE ES MUERTE E INHUMANIDAD

NO ES ÉTICO ARRIESGAR VIDAS DE MÁS VENEZOLANOS 

Estamos en plena fase ascendente de la epidemia provocada por el Covid-19, duplicándose cada 20 días la tasa de infección. No sabemos cuándo alcanzaremos el pico y seguramente habrá rebrotes. Muchas de las actividades de un cronograma electoral necesariamente implican concentración de personas y, en consecuencia, alta probabilidad de contagio. Recientes comicios en República Dominicana y Ucrania ya confirmaron ese hecho y por ello varios países han diferido los comicios previstos.
Nuestro sistema sanitario no está ni remotamente preparado para atender un crecimiento exponencial de la pandemia, ni tampoco nuestro sistema electoral tiene opciones distintas de la participación presencial. Un evento electoral dentro de 4 meses será como echarle combustible a un incendio.

ENTRE VIVIR Y VOTAR ELEGIMOS VIVIR
La reciente Encuesta de Condiciones de Vida 2019-2020 (ENCOVI) demostró que las nuestras están entre las peores condiciones de vida del planeta y de la historia nacional: elevada desnutrición, máxima insalubridad, extrema y prolongada hiperinflación, segunda mayor emigración del mundo, servicios públicos ruinosos, educación calamitosa, infraestructura destruida, producción desplomada... en fin, un país catastrófico. Por elemental humanidad, es prioritario resolver esa deplorable situación de vida de los venezolanos, antes que dilapidar grandes recursos en un proceso que la gran mayoría desaprueba. Lo racional debe ser acordar soluciones para nuestra gente.

SIMULAR ELECCIONES NO RESUELVE NADA
Los gobiernos democráticos del mundo han condenado la criminalización en nuestro país del derecho a pensar diferente. A la vez, los organismos internacionales han rechazado la violación sistemática de derechos humanos en nuestra patria. En cambio, quienes desde el Poder Ejecutivo ilegalmente fraguaron sin consenso político la farsa electoral del 6D, junto con quienes manejan inconstitucionalmente dicho proceso desde el Poder Electoral, mienten al decir que los partidos, los candidatos y los ciudadanos contamos con verdaderas garantías electorales. Ese simulacro que se pretende realizar en diciembre no solo sería antidemocrático, sino letal e inhumano.

TODA VENEZUELA UNIDA PARA SUPERAR EL DESASTRE
Debemos unirnos firmemente, para exigir la postergación de ese insensato acto electoral, ante las múltiples razones de excepción que aquejan a Venezuela y que exigen enfocarnos en un acuerdo nacional vital, humanitario y democrático. Exhortamos a la ciudadanía a respaldar las iniciativas que favorezcan el diferimiento de esas elecciones. Es necesario que los partidos democráticos, sin distinción de tendencias, interpreten y se sumen al sentir de la inmensa mayoría de los venezolanos. 

Caracas, 31 de julio de 2020
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EL REY DE LOS PROGRES







JEAN MANINAT







El hombre ha resultado un personaje de zarzuela, un guapo de barrio altanero, presuntuoso y pagado de sí mismo.

Incluso el desaliño parece meticulosamente calculado frente al espejo, es todo un statement andante, vean chicos lo poco que me importa las buenas apariencias, las maneras burguesas, la galanura de la casta me la paso, soy un progre con pedigrí.
Sí, es cierto, ha concedido en usar corbata, pero fíjense que siempre la lleva desanudada, además es finita, casi una telita, en realidad es más una burla, una parodia de los chicos pijos de la derecha, tan atildaditos ellos, tan barber shop y manicura. No, él es una protesta viviente, 24 sobre 24, fiel a su pasado de okupa de plazas y fuentes, botellón y spray en mano para pintar consignas (vamos que es una forma de expresión artística) sin importar si son bienes que pertenecen a la ciudadanía. Le tienen sin cuidado los remilgos burgueses, al fin y al cabo las plazas son del pueblo no de la policía.
Ah, todavía guarda en casa su camiseta con los ojos del comandante estampados en el pecho. Ah y su otro referente, el cubano, de quien dijo con orgullo que “enseñó al mundo la palabra soberanía”. Han sido sus mentores, uno más generoso que el otro, pero igual de agradecido con ambos. Les debe tanto…
Su inquina es grande con los medios de comunicación, ese instrumento de dominación de la casta donde tanto participó cuando le abrieron sus plató y lo convirtieron en un tertuliano habitual para que se diera a conocer, expusiera sus ideas, denostara de la casta en sus narices, gracias a la libertad de expresión que ahora quiere regular, meter en cintura. Faltaba más.
Y la estrategia le pagó, gracias a unos cuantos -pero notorios- políticos corruptos supo poner en duda la eficacia de la democracia que tanto había costado construir. Ya se encargaría él de deconstruirla desde adentro, piano, piano tomaría las casamatas de la sociedad civil como sugería su querido Gramsci y el momento venido daría el zarpazo como le habían enseñado sus ladinos maestros sudacas. ¡Qué algo saben del asunto!
Pero con el poder vendrían las nuevas necesidades, él también tenía derecho a mejorar su estilo de vida. No se iba a quedar clavado en el barrio paternal, que un poco de movilidad social y seguridad a nadie le viene mal, y un chalet con terreno oxigenado y alberca es saludable para los críos y su pareja. Es una opción ecológica y una manera de consustanciarse con la naturaleza al más puro estilo Thoreau. La casta los tiene en Marbella en medio del cemento.

El partido se ha puesto algo indómito, así que mejor lo mete en cintura, o más bien en familia, como sus amigos nicaragüenses, despacha al Harry Potter (con esa carita de mosquito muerto) que le vela el puesto y nombra a su pareja como segunda de bordo. En quién más podría confiar, y al fin y al cabo es su obra y pasión y tiene derechos adquiridos por votación y no por designación como las casas reales. Faltaba más.
Y finalmente llegó por las mechas a una vicepresidencia de Gobierno, y la gente tan malagradecida le exige resultados, una gestión eficiente, que rinda cuentas de lo logrado para controlar el Covid-19, como si fuese un político tradicional, un burócrata más, cuando se trata de un visionario, un progresista de largo aliento, con la misión de cambiar la sociedad, no de curar enfermedades. “No me meterán en cintura, ni que fuera un enfermero” piensa en el chalet de sus amores.

(N.B. Cualquier parecido con la realidad es adrede)



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Las arenas movedizas de las elecciones


Vladimiro Mujica | School of Molecular Sciences  horacio medina (@hormed2012) | Twitter
   Vladimiro Mujica                 Horacio Medina

Dada la importancia del debate político que se plantea en estas líneas, este artículo está escrito al alimón con mi dilecto amigo Horacio Medina.
El desiderátum es de relativamente fácil formulación y compleja solución: La resistencia democrática venezolana no le puede dejar el terreno electoral al usurpador Maduro, y tampoco puede participar de cualquier manera en unas elecciones sin garantías mínimas y supervisión internacional, sobre todo si el ciudadano común no está convencido de hacerlo. Mientras la resistencia no encuentra un camino unitario para enfrentar su dilema, los tiempos siguen avanzando inexorablemente hacia territorios impredecibles. El régimen también enfrenta su propio conflicto interno: capturar de manera mínimamente creíble el último bastión de institucionalidad democrática de la nación, la Asamblea Nacional, u obtener una victoria pírrica, y enfrentarse al descrédito de un resultado fraudulento y a la condena de la comunidad internacional y de su propia población. 
Dos son las condiciones políticas, que no formales ni legales, mínimas, ambas casi imposibles de garantizar, que inducirían a la resistencia a participar en las elecciones parlamentarias de diciembre aún con un CNE inconstitucional, nombrado ilegalmente y enfrentando un conjunto masivo de medidas contra los partidos políticos y la dirigencia política de la resistencia. Esas dos condiciones serían la participación masiva de la gente, que presumiblemente destruiría en la calle cualquier maniobra del régimen e inclusive un fraude post-electoral, y la presencia de la resistencia en las mesas electorales para garantizar la defensa del voto. La primera condición, la participación masiva de la gente, exigiría un liderazgo unitario que inspirara confianza y credibilidad a la población. Ello dista mucho de ser el caso, los análisis de intención de voto revelan un magro porcentaje de voluntad de participación, y la confianza en el liderazgo de la resistencia, tanto la que se identifica con el gobierno interino de Juan Guaidó, cómo con fracciones más o menos radicales, se ha visto sustancialmente reducida. Tal pareciera que la gente estaría dispuesta a acatar un llamado de participación o de no participación activa si ese llamado proviniera de un liderazgo unificado y con una estrategia bien definida para enfrentar la usurpación, algo que ha resultado hasta ahora una tarea imposible para las fuerzas de la resistencia,
Del lado del régimen, la artera conducta del oficialismo contra los grupos participantes en la así llamada Mesa de Diálogo, evidenciada en las decisiones del TSJ contra los principales partidos políticos, ha abierto un boquete en la línea de flotación de la posición política de ir a las elecciones a todo evento. A ello se le une la decisión de la comunidad internacional de no reconocer los resultados de las elecciones a menos que el régimen ceda en acordar un número de garantías que resultan obviamente inaceptables para la autocracia madurista.
A todo este cuadro de pronóstico reservado, hay que añadirle la brutal circunstancia de la pandemia, que se ha enseñoreado sobre el planeta y que amenaza con entrar en una etapa crítica en Venezuela, en buena medida gracias al pésimo manejo del régimen de la prevención sanitaria y del deplorable estado del sistema de salud del país, lo cual hace prácticamente impensable que se pueda efectuar una elección donde se satisfagan las medidas mínimas de contención sanitaria de la COVID-19.

La enorme dificultad que encara el régimen en organizar una elección creíble en medio de la pandemia, con el rechazo de la comunidad internacional, y con la falta de confianza que amenaza la integridad de sus propias filas, abre una ventana de oportunidad para que la resistencia organice algún tipo de consulta electoral que le permita apartarse de un llamado estéril y desprovisto de contenido político alguno a la abstención y que, al mismo tiempo, le robe la iniciativa al régimen. Increíblemente, una operación de este tipo se podría articular sin que la resistencia haya resuelto su propio calvario de no disponer de una estrategia unitaria y bien definida para el desalojo de la usurpación del poder.
Son dos las modalidades de consulta popular electoral hacia las cuales se han encaminado las discusiones en el seno de la resistencia al régimen de Maduro. Una de ellas es una consulta sobre la intención de la gente de participar en la elección parlamentaria de diciembre. La otra es una indagación de la voluntad popular sobre la usurpación, la conformación de un gobierno de transición y la eventual convocatoria de un procesos electoral con garantías mínimas y supervisión internacional. Ambas opciones implican un grado considerable de organización, recursos y participación de los actores políticos y de la sociedad civil, tanto en Venezuela como en la diáspora. Esta última juega un papel determinante en cualquier operación consultiva, porque los seis millones de venezolanos que han emigrado del país tienen un peso determinante y pueden inducir en un grado sustancial el apoyo de los pueblos y gobiernos democráticos del mundo a la gesta de recuperación de la libertad y la democracia en Venezuela. En otras palabras, la participación masiva de la diáspora en cualquier consulta popular, independientemente del estado del registro electoral, contribuiría de modo fundamental a darle legitimidad a la misma.

Nos acercamos al final intempestivo del sueño de reactivación de la resistencia y de la redefinición de una estrategia unitaria de desalojo del usurpador del poder. Las dos consultas electorales bajo consideración son abiertamente contradictorias en sus propósitos y en las características de los liderazgos que las promueven. La una se basa en la idea de que es indispensable participar en las elecciones pero que hay que reunir fuerzas y sondear la voluntad de la gente, la otra postura se fundamenta en la posición de no abandonar una política de no reconocimiento a la usurpación y en la evaluación del riesgo extremo que supone el arriesgarse a una derrota anunciada, dadas las abusivas condiciones de la convocatoria a elecciones, donde además de perderse la AN se pierda el apoyo de la comunidad internacional y la continuidad de una política.
La buena noticia es que parece haber un acuerdo implícito importante en realizar una consulta popular, algo que es indispensable discutir, entre los ciudadanos. La mala nueva es que el acuerdo todavía carece de vocación unitaria y de una estrategia política que incluya a actores muy variados, habitantes de un mar de intereses personales y grupales. Tiempos de la política con P mayúscula y de moverse con energía, decisión y compromiso para no caer en la trampa de la abstención simple y vacía de contenido. Tiempos de que quienes tengan algo que decir, para unificar y darle dinamismo político a la vocación democrática y de acción de los venezolanos en Venezuela y en la diáspora, lo digan. Cabría añadir que la necesidad de un acuerdo unitario de la resistencia democrática y su liderazgo va mucho más allá de una expresión de buena voluntad, es una verdadera y crítica exigencia ciudadana.
Horacio Medina
Vladimiro Mujica

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Derrotar al gobierno


Eduardo Fernández (político venezolano) - Wikipedia, la ...
    EDUARDO FERNANDEZ



Hace años que digo que en Venezuela no hay sitio sino para dos grandes partidos. El partido que respalda al gobierno, cada día más disminuido, y un gran partido que agrupe a todos los que queremos cambiarlo.

Lo que no ayuda para el cambio, es la incapacidad de nuestro liderazgo en poner los intereses del país por encima de los intereses sectarios.

Líderes autoritarios han contado al comienzo con apoyo popular y mientras dura ese apoyo, convocan elecciones. Pero cuando pierden ese apoyo, se sostienen por la fuerza y desprecian las elecciones y a toda la institucionalidad democrática.

Las dictaduras se mantienen cuando la coalición de fuerzas que las sostienen es más fuerte que la fuerza que quiere cambiarlas y caen cuando esa coalición se quiebra.

Quebrar la coalición dominante requiere estrategia. La historia ha demostrado que no hay nada que contribuya mejor para romper la coalición dominante y lograr el fin de la dictadura, que participando en las elecciones, siempre llenas de ventajismo y arbitrariedad, que ella convoca.

Pinochet convocó un plebiscito seguro de que lo ganaba. La oposición peleó, elaboró un mensaje, articuló y motivó a la población y ganó.

En Polonia el régimen comunista llamó a elecciones parlamentarias reservándose el 67% de los cargos a elegir. Un líder sindical, Lech Walesa, decidió participar a pesar de todo el ventajismo oficial y derrotó al gobierno en esas elecciones.

En Perú Fujimori convocó elecciones fraudulentas, la oposición participó y ganó.

Evo Morales convocó elecciones violando la constitución, la oposición participó, Morales intentó un fraude y tuvo que abandonar el poder.

Los ejemplos son muchos y no hay uno donde a partir de abstenerse se haya logrado algo. Nada sería más efectivo para salir del gobierno que 12 millones de personas votando. EL gobierno lo sabe y por eso trata de todas las maneras, que la gente no vote. Las encuestas dicen que la gente no quiere votar.

La única forma de cambiar esa tendencia es que todo el liderazgo nacional se olvide de sus agendas parciales y construyamos juntos una plataforma electoral con una tarjeta única.

En ese esfuerzo, un grupo de venezolanos nos hemos comprometido con la tarjeta Unión y Progreso. No es un nuevo partido, sino un instrumento que pretende servir, para que esa voluntad mayoritaria que hay en el país, se pueda expresar de forma contundente contra el gobierno.

Seguiremos conversando.

Eduardo Fernández
@EFernandezVE

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miércoles, 29 de julio de 2020

EL ÁRIDO CAMINO DE LA NEGOCIACIÓN 


TRINO MARQUEZ


La sola presencia en el país de la delegación del reino de Noruega, que vino a actualizarse sobre la situación humanitaria y política nacional, inmediatamente desató la ira de los sectores más radicales, tanto dentro como fuera de Venezuela, y la respuesta destemplada de varios dirigentes políticos de quienes cabría esperar reacciones más sensatas frente a las maniobras ejecutadas por el régimen de Nicolás Maduro, que trata de limpiar un poco su deteriorada imagen internacional.
         Pareciera existir una relación directamente proporcional entre la lejanía y el grado de extremismo de las posiciones. Mientras más alejadas de Venezuela se encuentran algunas personas, más extremistas se muestran. Da la impresión de que se desayunan con alacranes y almuerzan con una mapanare. Lo peor es que entre algunos profesionales de la política ocurre igual. No son capaces de colarse por los intersticios dejados por el gobierno en su afán de sobrevivir en el cuadro tan adverso que enfrenta.
         El G-4, en vez de poner ciertas condiciones razonables para conversar y negociar tal cual sugiere la delegación de Noruega, país que no descansa en su afán de lograr un acuerdo inteligente entre el gobierno y la oposición, inmediatamente descarta cualquier posibilidad, señalando que el diálogo quedó cancelado una vez Nicolás Maduro, en agosto de 2019, decidió levantarse de la mesa de conversaciones, cuando acusó a Juan Guaidó y al resto de la oposición de apoyar las duras sanciones aplicadas por el gobierno de Donald Trump. Maduro adoptó esa postura radical porque sabía que el proceso de diálogo marchaba hacia un acuerdo inevitable: la convocatoria a elecciones libres con supervisión internacional. Este evento marcaría el fin de su mandato y el de la era chavista-madurista. Sería suicidarse en primavera. No quiso asumir ese costo.
         Ahora también aspira a seguir engrapado al poder, pero la situación de su gobierno es peor que hace un año. El punto fundamental donde se  apoya Maduro es la fuerza represiva y coercitiva de su régimen. El consenso que todo sistema, por más autoritario que sea, trata de construir, se ha reducido a su mínima expresión. Las sanciones económicas, el derrumbe de la producción y los ingresos petroleros, el retroceso de la actividad económica en medio de la pandemia de la Covid-19 y la imposibilidad de recibir un auxilio sustantivo de sus aliados políticos en el plano internacional, lo  han llevado a buscar reducir las aristas más filosas de su nefasto gobierno. Por eso invita a los noruegos. El único ente autorizado a permitir la entrada al espacio aéreo nacional es el Gobierno. Resulta obvio que sin el beneplácito de Maduro, el avión que trajo a esa delegación no habría podido ingresar a Venezuela.  
         La reacción tan desafortunada del G-4 la explico por dos razones. La primera es la precariedad, casi inexistencia, de partidos políticos; estos carecen de direcciones nacionales en las cuales se evalúen con serenidad y profundidad los distintos aspectos de un proceso.  En segundo lugar, la excesiva dependencia de las organizaciones políticas internas con respecto de los líderes que se encuentran en el exilio o alojados en embajadas. Tal parece ser el caso de Primero Justicia y Voluntad Popular, cuyas direcciones  domésticas no parecen tener el nivel de autonomía y poder que les permitan tomar decisiones importantes de forma autónoma. Las directrices son trazadas por figuras demasiado alejadas del acontecer diario e influidas por  factores externos que distorsionan la realidad interna.
         El diálogo y la negociación sólo pueden rechazarse cuando uno de los factores en conflicto –sea ejército nacional, partido o grupo- posee tal fortaleza, que el acercamiento al adversario puede interpretarse como un signo inconveniente de debilidad.   Ese no es el caso de Venezuela. La oposición se encuentra en extremo disminuida: con partidos raquíticos y organizaciones civiles –sindicatos, gremios, asociaciones y federaciones estudiantiles- menguadas. Por el lado del gobierno ocurre otro tanto: el PSUV se transformó en una maquinaria burocrática alejada de la gente. El baluarte del régimen reside en la creciente capacidad represiva que ha levantado. La maquinaria represiva constituida por fuerzas formales -FANB, FAES, Dgcim, PNB- e informales –los colectivos y grupos irregulares como las FARC y el ELN, especialmente al sur del país-, representan su mayor fortaleza.
Sin embargo, Maduro y su círculo íntimo saben que, como le gustaba decir a Napoleón, los fusiles sirven para todo, menos para sentarse en ellos. La capacidad de coerción es útil para mantener sometida a una sociedad y sembrar terror, pero no para consolidar el liderazgo, ni disfrutar indefinidamente del poder. Por esa razón tratar de negociar. Allí existe una debilidad que la oposición debería cultivar aprovechando al máximo las pocas fortalezas que posee. La más importante: el apoyo internacional, donde Noruega es una pieza importante.
@trinomarquezc


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martes, 28 de julio de 2020

CUANDO LOS COMUNISTAS VENEZOLANOS ENFRENTARON A FIDEL CASTRO
Luis Manuel Esculpi: “En la reunión del 6 de diciembre hay que ...
        Luis Manuel Esculpi
Ha sido muy difundido un artículo publicado en el diario español El País, firmado por Joaquin Villalobos, titulado: Venezuela, la intervención consentida, en referencia a un libro recién publicado con el seudónimo Diego G Maldonado, en el texto el exguerrillero salvadoreño señala: “No recuerdo semejante subordinación y pérdida de dignidad en la izquierda”. En otro párrafo resume su interpretación sobre el contenido del libro: “La invasión consentida es una extraordinaria investigación periodística que cuenta cómo un país rico se sometió voluntariamente a un país que el propio Castro definía como “pobrecito”.
El Partido Comunista de Venezuela, claro el de otro tiempo, enfrentó a Fidel Castro y a la dirección cubana, cuando desde la isla se le pretendió imponer la conducta política a seguir, primero oponiéndose a que el Che Guevara viniera a dirigir la guerrilla, luego cuando se inició el proceso de rectificación del gravísimo error que constituyó la lucha armada de la década de los sesenta, Granma el órgano oficial del Partido Comunista Cubano, dedicó varios editoriales acusando a los dirigentes del PCV, de “traidores” y “revisionistas”. De esos episodios hay testimonios documentales, recogidos en varios libros, entre ellos uno de Pompeyo Marquez titulado: Una Polémica Necesaria.
Era otro tiempo y también era otro partido, independientemente de los errores cometidos aquella vieja organización, donde militaban Pompeyo, Teodoro Petkoff, Freddy Muñoz, Argelia Laya, Eloy Torres, Manuel Caballero, Carlos Arturo Pardo, para solo mencionar unos pocos, de quienes fundaron el Movimiento al Socialismo, incluso quienes no nos acompañaron la ruptura contra los viejos dogmas y las prácticas stalinistas, como Gustavo Machado, Jesús Faria, Héctor Mujica y Eduardo Gallegos Mancera, tuvieron un comportamiento digno y una estatura moral muy distante de quienes ahora dirigen esa organización.
Recientemente se realizó en nuestro país un acto reseñado por Tal Cual, y organizado por la Juventud del PCV, realizado de manera virtual donde se homenajeó a Kim Il-Sung el mismo dictador que inició la dinastía hasta ahora gobernante en Corea del Norte, durante su mandato estuvo preso durante siete años, en condiciones inhumanas el poeta Ali Lameda, militante de ese partido, por realizar algunos comentarios críticos al régimen del país asiático.
Junto al Secretario General actual del PCV Oscar Figuera, intervino el responsable de Relaciones Internacionales, haciendo total omisión del caso Ali Lameda que incluso llegó a instancias internacionales. En una entrevista concedida después de haber regresado al país -también reseñada en la nota de Tal Cual- Lameda declara haber sido “víctima indirecta de la decisión del PCV de ir a la pacificación y renunciar a las armas”, decisión con la cual estuvieron en desacuerdo Cuba, Corea y Albania, que repitieron las ofensas y calificativos que desde el periódico de La Habana, y el propio Fidel Castro proferían contra quienes adoptaron la histórica resolución de rectificar, con una severa autocrítica, el camino emprendido a inicios de los años sesenta.
Las nuevas generaciones probablemente desconocen estos episodios de la izquierda contemporánea, donde los comunistas venezolanos, todavía en la clandestinidad se enfrentaron al régimen cubano y a su principal líder, en su mayoría era una colectividad política, no sumisa a los intereses de otras naciones, así resulta comprensible cómo se produjo en el seno de esa estructura un debate, que duró cerca de dos años, a raíz de la invasión soviética a Checoslovaquia, abarcando una gama variada de aspectos que constituían los fundamentos teóricos de la añeja doctrina comunista.

Esa intensa polémica dio origen al Movimiento al Socialismo, considerado en su tiempo por personajes de figuración mundial, como el más serio intento organizado del pensamiento de la izquierda democrática y moderna. Así como el PCV, ya no es el mismo que se enfrentó a Fidel, tampoco el MAS es el mismo de aquellos años luminosos.

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