miércoles, 30 de septiembre de 2020

Lo que hay detrás de las protestas es malestar 


                    Trino Márquez

 

Durante las dos últimas semanas se han visto unas  protestas sociales que se han extendido por buena parte del país. En estados tradicionalmente chavistas, la gente espontáneamente ha salido a manifestar su descontento contra la irresponsabilidad de un clan que lleva más de dos décadas gobernando. A lo largo de buena parte de ese prolongado período,  la casta dominante  disfrutó de unos ingresos petroleros que habrían permitido convertir el país en una potencia continental. Pero, ese coctel  letal formado por la ignorancia, la soberbia y la corrupción insaciable, convirtieron la nación en una sociedad miserable. El resultado ha sido el opuesto del que la sensatez y la inteligencia habrían logrado.

        Frente a la rebeldía de la gente, la respuesta de los burócratas oficialistas repite el patrón de siempre. Primero, niega la existencia de los problemas por los cuales los ciudadanos se movilizan. ¿Por qué protestan si no existen motivos que lo justifiquen? Venezuela, al igual que Cuba, navega en el mar de la felicidad. Luego, denuncian que detrás de la insurrección popular se encuentra la mano peluda de la oposición. Primero Justicia y Voluntad Popular, dicen los gobernadores y alcaldes maduristas donde el pueblo se ha alzado, son los motores impulsores de la sacudida. Si no fuera por esos canallas apátridas, el pueblo estaría disfrutando de la comodidad que les brindan el Ejecutivo nacional y el regional. El cinismo más desvergonzado.

        En realidad, lo que sorprende es que la revuelta popular no se haya producido antes, que sea más extendida y más persistente, pues las condiciones de vida de la gente se han deslizado por una pendiente muy inclinada a partir de 2013, cuando los precios del crudo comenzaron a descender del pico donde se habían encaramado. Además de la inflación –la más alta del mundo durante siete años consecutivos-, el otro componente básico de la erosión del nivel de vida es el colapso de los servicios públicos. Desplazó a la inseguridad personal como principal causa del envilecimiento del entorno social. Las encuestadoras más importantes del país –entre ellas Consultores 21, Datanálisis y Delphos- y el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos, han registrado y documentado ese declive con precisión. El retroceso de los servicios básicos constituye la fuente fundamental de la agitación ciudadana.

        La gente no acepta que en un país cruzado por ríos caudalosos, que llegó a poseer algunas de las represas más grandes y modernas de Sur América, el agua no llegue a las tuberías de los hogares; hay familias que pasan semanas sin recibir en sus casas ni una gota del líquido. Tampoco se cala que en la nación con las reservas petroleras más grandes del hemisferio occidental, las bombas no expendan gasolina, que la poca que se produce se le regale a Cuba y que Nicolás Maduro le compre el combustible con lingotes de oro a los ayatolas iraníes. No admiten que Venezuela, siendo una potencia gasífera –la octava del planeta- carezca de gas metano y propano, porque los ineptos que gobiernan no fueron capaces en todo este tiempo de desarrollar el proyecto Cristóbal Colón -convertido en Mariscal Antonio José de Sucre-, concebido con el fin de producir gas suficiente para abastecer el consumo nacional y exportar un excedente cuantioso. No admite que, a pesar de contar con el Guri -en su momento entre las represas  más grandes y modernas del mundo- en la actualidad los apagones en toda la nación, se produzcan cada vez con mayor frecuencia y extensión. La ineptitud y el desastre administrativo acabaron con Edelca y con la eficiente Electricidad de Caracas, entre otras empresas encargadas de la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica.

        Todos estos datos son obviados por los desvergonzados del gobierno, quienes tratan de refugiarse en las sanciones norteamericanas para explicar el caos y la miseria en la cual hundieron a Venezuela. Pero la gente no les cree, a pesar de la férrea hegemonía comunicacional que ejercen. Menos de 15% de la población considera que las carencias que viven se deben a los castigos aplicados por los norteamericanos y los europeos. La mayoría está convencida de que su sufrimiento tiene un solo responsable: el gobierno de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez y Maikel Moreno .

        Las maromas que realiza el régimen para desviar la atención y buscar chivos expiatorios, se han encontrado con la clara percepción de la gente. En los rojos se encuentra el origen del infierno en el que se convirtió la vida. El malestar es la fuerza que empuja las protestas.

        @trinomarquezc

 

       


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Cese de la ruina y unidad para reconstruir


               Luis Ugalde sj


Cuatro realidades de muerte: Los crímenes de lesa humanidad que testifica la Misión de DDHH de la ONU (más las gravísimas denuncias de la Alta Comisionada Michelle Bachelet), la falta de condiciones democráticas ratificada incluso por el Grupo de Contacto UE-América Latina, el avance inocultable del Covid-19 con indefensión sanitaria, los terribles datos socioeconómicos de un país en ruina resaltados por el estudio de la ENCOVI presentado por la UCAB. La dramática realidad venezolana está a la vista como el cementerio del “socialismo del siglo XXI”, mal pensado y peor ejecutado. Salto atrás de medio siglo en pobreza, salario, servicios públicos vitales, actividad productiva…dignidad) Todo agravado por la persecución dictatorial y tortura a los opositores como política de Estado decidida por la cúpula del régimen.

¿Luto en diciembre y primavera en enero?

No basta abstenerse, ni basta votar el 6D; con solo eso en enero Venezuela será un infierno. En diciembre de 1957 Pérez Jiménez celebró el arrollador triunfo en el plebiscito fraudulento. Un mes después el dictador huía y Venezuela nacía a la libertad y a la política democrática. En diciembre de 2020 la dictadura celebrará, mientras el pueblo llorará la Navidad sin agua, ni luz, ni trabajo, ni ingresos. A no ser que se vean obligados a aplazar la votación y a crear las indispensables condiciones para unas elecciones parlamentarias y presidenciales libres, creíbles y transparentes con observación internacional en el primer semestre de 2021

Cese de la ruina y renacer de la política. Más allá de la elección, al país le urge un acuerdo nacional serio. Venezuela está de muerte y no le interesa la discusión  sobre si  la enfermedad se alivia con atamel o con aspirina; sabemos que sin una intervención quirúrgica a fondo para eliminar el tumor maligno, no es posible salir de la ruina ni reconstruir el país. Hay que cambiar el absurdo modelo destructivo impuesto por el régimen y unir con el esfuerzo de reconstrucción a todos, incluso a los que un día soñaron con la “revolución” que ha hundido al país. Ya no es posible seguir engañando al mundo y lo sensato es reconocer la realidad y preguntarse qué hacer para parar esta ruina y lograr una pronta unidad y los apoyos internacionales necesarios para la reconstrucción.

Pero la dictadura dice que todo eso es falso, que todos mienten  y que llueve o truene  la votación va el 6D con todo preparado para acabar con la AN autónoma, sacar a Guaidó, tomar el último bastión democrático que queda y perpetuar la dictadura y el desastre nacional. Por ese camino no hay salida y los demócratas no podemos  encerrarnos en el 6D ya cocinado.

En el pueblo la política del régimen ha muerto como la causante de este desastre; y la política opositora conecta poco con sus angustias vitales.

La política renacerá en el corazón de los venezolanos cuando sientan de verdad que  los líderes (sociales y políticos) se redefinen y unen en la tarea  por el cese de la catástrofe y la reconstrucción nacional.

Me sorprende ver a apreciados comentaristas y reconocidos analistas hablando como si el derrotado por la dictadura fuera Guaidó y no todos nosotros. Es demasiado fácil caerle al presidente (e) Guaidó en lugar de comentar y enfrentar a fondo las cuatro trágicas realidades arriba señaladas. Hemos fracasado nosotros -las universidades, los empresarios, los sindicatos, las iglesias y la sociedad civil-, pues no hemos sabido defender la democracia y se ha impuesto la dictadura con miles de muertos, cientos de presos, y millones de exiliados y empobrecidos, sin economía productiva y sin libertad. Más bien llama la atención que Guaidó - con sus colaboradores presos y perseguidos- no esté en la cárcel, en el exilio o en el cementerio, sino que ha resistido el cerco y conseguido el reconocimiento mundial como presidente de la única institución legítimamente electa y  que, con su equipo, ha llevado al régimen dictatorial al repudio internacional.  La verdad es que la oposición verdadera está perseguida y torturada, pero viva, y las parlamentarias del 6D las organiza y controla la dictadura.

El régimen resiste en el poder y persigue, pero ha fracasado pues con el no hay vida digna.  Esa es su derrota. Maduro ni quiere ni puede conducir al país al cambio productivo socioeconómico con las libertades indispensables para la reconstrucción.

No esperemos que lluevan milagros en enero. Asumamos desde ahora los tremendos retos.

Unidad democrática y reconstrucción

No basta sobrevivir tenemos que trabajar nacional e internacionalmente para que la vida y la esperanza vuelvan a Venezuela en 2021. Entiendo que en la desesperación muchos (académicos, empresarios, sindicatos, eclesiásticos, vecinos…) nos sintamos tentados a rebajar nuestros derechos a cambio de sobrevivencia, renunciando a una vigorosa reconstrucción del país para que haya vida digna.

A Juan Guaidó, liberado de toda disciplina partidista, le corresponde, como presidente legítimo de la AN (y a falta de Presidente de la República legítimamente elegido)  actuar,  con toda la fuerza y reconocimiento nacional e internacional que tiene y en ACUERDO UNITARIO DE SALVACIÓN NACIONAL  para salir de esta ruina y reconstruir el país. Abrir una transición inclusiva con garantías internacionales y con claras líneas maestras para la reconstrucción con reconciliación nacional  y  elecciones parlamentarias y presidenciales.

Creo que eso y no menos es lo que exigen los venezolanos de quienes aspiran renacer como líderes. Si los líderes - políticos y no políticos- desde ahora no se concentran ni unen fuerzas para superar el desastre, en enero-febrero no tendremos país.

Lógicamente nada de esto es posible sin una decidida conversión y acción de la Fuerza Armada para rescatar la República constitucional y democrática
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 ¿SON CAUSANTES DE LA FALTA DE GASOLINA EN VENEZUELA LAS SANCIONES INTERNACIONALES?

 Emilio Nouel V. 


En la opinión pública nacional e internacional rueda la fábula de que en Venezuela no hay medicinas, alimentos, repuestos, electricidad, agua y gasolina, entre otros productos y servicios, por causa de las sanciones internacionales acordadas en contra de los tiranos que usurpan el poder. Hasta se llega a hablar de bloqueo siguiendo la retórica mentirosa que le sirvió al castrismo cubano largo tiempo para presentarse como víctima.

No obstante, lo más llamativo para cualquiera que se asome a la tragedia que vive nuestro país petrolero es la carencia de gasolina. Situación insólita, incomprensible, absurda.

No hace falta esforzarse mucho para demostrar que la causa fundamental del descalabro económico venezolano y de su industria energética en particular, es una conducción gubernamental funesta, consecuencia de la ignorancia y la incompetencia, amén de una ideología letal que puso en práctica durante dos décadas una horda de desalmados.

No son las relativamente recientes sanciones las que nos han hundido como país, a pesar de que algunos, no solo desde Miraflores, quieran convencernos de lo contrario.

Las cifras del país están a la luz, y basta examinarlas superficialmente para constatar que el desastre arrancó hace muchos años, antes de las sanciones. Una ideología demencial, estatista, colectivista y expropiadora acabó con nuestra estructura productiva.

Al oír decir que la gravísima situación de falta de gasolina se debería atribuir a las sanciones mencionadas, no le queda a uno sino compararnos con Irán, país que tiene sanciones desde hace más de 40 años, pero que sigue produciendo petróleo y hasta nos vende gasolina, que, por cierto, pagamos con oro. 

Las sanciones contra los jerarcas del régimen tiránico chavista comenzaron en 2017.  Las de EEUU, en 2017 y 2018, de carácter financiero y comercial y por razones políticas y de corrupción, dirigidas a funcionarios del gobierno, y las de la Unión Europea, en 2017 (embargo de compra de armas), y en 2018, contra funcionarios gubernamentales por elecciones no justas y libres. Es decir, que para Venezuela, las sanciones tienen 3 años de vigencia. En ese momento, Venezuela ya producía aproximadamente 1 millón cien mil barriles diarios, cuando en 2011 produjo el doble, 2 millones 400 mil aproximadamente. Debe recordarse que cuando Chávez llegó al gobierno la producción alcanzaba 3.5 millones de barriles.  

Vayamos al caso de Irán.

Las primeras sanciones tanto de EEUU como de la Unión Europea, comenzaron en 1980, después de la revolución de los ayatolas. A estas se agregan, desde entonces, las de 1987, 1995, 2006 (del Consejo de Seguridad de las NNUU), 2010, 2011, 2012, y la más reciente este año 2020, por parte de EEUU. Estas sanciones han sido, prácticamente, de toda naturaleza. Financieras, bancarias, comerciales, nucleares, equipos para enriquecimiento de uranio, etc., excepto las de naturaleza humanitaria.

Y uno se pregunta: ¿Dejó Irán de producir petróleo y gasolina a causa de las múltiples sanciones? ¿Los iraníes destruyeron su industria petrolera como sí lo han hecho los chavistas en Venezuela?

Veamos las cifras iraníes de producción y exportación de petróleo.

Desde 1986 hasta el 2012 (año de nuevas sanciones), Irán mantuvo su exportación de petróleo en unos niveles en ascenso y estables, a pesar de las sanciones en vigor. En 2018, alcanzó casi 4 millones de barriles diarios producidos, después de dos años de caída de la producción (cifras del Banco Central de Irán e ÍNDICE IATBXOIL).

Desde 1996 hasta 2017, Irán se ha mantuvo, según la OPEP, en un rango de exportador de petróleo de alrededor del 8 % del total de exportación de todos los miembros de esa organización.

En 2019, las exportaciones petroleras iraníes alcanzaron unos niveles inesperados, según lo reporta Royal Global Energy.  El 22% fue a China, el 18% a Unión Europea, 14% a Japón, 13% a India y 10% a Corea del Sur, entre otros destinos.

Un país sancionado durante tantas décadas como Irán, por lo visto, y con sus altibajos, no ha destruido su industria energética.  Esta sigue funcionando.

¿Cómo es entonces que la de Venezuela esté destruida, supuestamente, con apenas 3 años de sanciones a jerarcas del régimen y un año a PDVSA? La exportación de crudo ha caído a los niveles de comienzos del siglo XX. Y sobre la carencia de gasolina no hay nada más que agregar, el drama está frente a nosotros a diario. El transporte de personas, productos y alimentos, ha devenido una calamidad social, que comienza a movilizar en protesta a la gente a lo largo y ancho del país. 

¿Es culpa de las sanciones la destrucción de nuestras refinerías y por eso no tenemos gasolina?  ¡A otro perro con ese hueso!

Aquí, no hay más responsable que tiranos incompetentes y ladrones que aún siguen en Miraflores, que como siempre en estos casos, echan las culpas propias a terceros y pretenden resolver el problema aprobando leyes bufas como la que llaman de “antibloqueo”, cuyo objetivo es solo presentar una imagen engañosa ante el mundo.

Los problemas de la gasolina, la electricidad, la hiperinflación, la incompetencia y la corrupción, por solo mencionar estos pocos asuntos, no tendrán solución con la gentuza usurpadora del gobierno que nos oprime. Solo su salida permitirá que iniciemos un proceso de recuperación institucional en libertad y hacia la prosperidad anhelada.


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martes, 29 de septiembre de 2020

Nuevo sistema de votación requiere al menos seis meses de auditorías, según expertos

Ibis León

Efecto Cocuyo


Al menos seis meses de auditorías se requieren para certificar el nuevo sistema automatizado de votación que aprobó el Consejo Nacional Electoral (CNE) para las elecciones del 6 de diciembre, según expertos.

Sin embargo, solo restan 69 días (poco más de dos meses) para que se celebren los comicios parlamentarios y la “nueva solución tecnológica” sigue siendo un misterio.

“Para lograr una auditoría adecuada se requieren por lo menos seis meses para garantizar que las elecciones sean creíbles y reflejen la voluntad de los electores. Por mucho tiempo evaluamos el sistema de Smartmatic, el cual conocíamos muy bien, pero esta compañía rompió con el CNE y, por ende, ya no hay continuidad tecnológica”, explica el ingeniero Mario Torre, especialista en sistemas de voto electrónico y automatización industrial.

Torre forma parte de un grupo de seguimiento técnico que ha participado en las auditorías de 18 elecciones, entre 2005 y 2017, por lo que presume de conocer muy bien el sistema.

El 24 de julio, Smartmatic aclaró que su software no puede ser utilizado por el CNE en la elección del 6 de diciembre porque no tiene trato alguno con el Poder Electoral ni con sus proveedores.

Esto ha dado pie para que se especule sobre el sistema de voto electrónico que se usará. Para Torre, existen tres opciones que pueden explicar la “solución tecnológica” de la que habla el CNE. Estas son:

1️⃣ Técnicos electorales tuvieron acceso al código fuente del programa de Smartmatic

2️⃣ Hackearon una versión vieja del programa de Smartmatic

3️⃣ Hicieron un nuevo programa.

En cualquiera de los tres casos, el ingeniero insiste en que se requieren por lo menos seis meses para hacer una revisión exhaustiva del sistema de votación, de totalización y de telecomunicaciones.

Producción de máquinas

Solo la producción de máquinas, que es una de las actividades que permite auditar la programación de las máquinas de votación, requiere 28 días (un mes) para 40 mil equipos, señala.

El coordinador técnico de la Red Electoral Asamblea de Educación, Humberto Rojas, coincide con que se necesitan seis meses para evaluar el nuevo sistema automatizado de votación.

“Se tiene que garantizar que la máquina registra la voluntad del votante, verificar cómo almacena esa información, cómo se garantiza el secreto del voto, chequear que no haya posibilidad de que se interfiera el voto desde afuera, cómo se garantiza la seguridad del software de la máquina para que no sea alterado después de que haya sido verificado; son muchos detalles que requieren revisión tanto del hardware como del software”, argumenta.

Explica que en las auditorías anteriores a la salida de Smartmatic, el proceso se simplificaba porque, como se trataba del mismo software usado durante 13 años (desde 2004 hasta 2017), cualquier cambio se detectaba a través de un código de autenticación, conocido como hash: “Si el hash era el mismo que se había generado en la elección anterior era indicativo de que no se había hecho ningún cambio, entonces no tenías que chequear todo el sistema desde cero”.

Para Rojas, el tiempo establecido en el cronograma electoral del CNE para las auditorías del sistema de votación “es insuficiente”. “En este momento ni siquiera conocemos quién es el fabricante, cómo se hizo la compra, qué tipo de máquinas son y cuál es el software que se va a utilizar, cada día que pasa se atenta contra la transparencia del proceso”, afirma.

Garantías

La posible participación de un sector de oposición en las elecciones parlamentarias, encabezado por Henrique Capriles y Stalin González, está condicionada a la posibilidad de que existan ocho condiciones electorales:

1️⃣ Observación internacional y un CNE imparcial

2️⃣ Revertir intervención de partidos

3️⃣ Garantizar acceso equitativo a medios de comunicación

4️⃣ Garantizar auditorías totales al sistema de votación

5️⃣ Suspensión de inhabilitaciones

6️⃣ Suspensión de puntos rojos

7️⃣ Suspensión de la Asamblea Nacional Constituyente sin modificación de la Constitución

8️⃣ Actualización del Registro Electoral

En las conversaciones que existen entre representantes del gobierno de Nicolás Maduro y este sector opositor surgió la propuesta de aplazar las elecciones hasta febrero de 2021.

Aunque es poco probable que el chavismo acceda a retrasar los comicios, porque eso significaría dar más tiempo de vida a la Asamblea Nacional que dirige Juan Guaidó, la Unión Europea también presiona para que la elección sea postergada y se logre negociar garantías.

No obstante, la fecha que se maneja extraoficialmente, daría un margen de apenas cinco meses, plazo que sería insuficiente, según las fuentes consultadas, para verificar el sistema automatizado de votación, que es solo uno de los componentes que integran todo el sistema electoral.


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COLLAGE SOBRE RÓMULO BETANCOURT   (XXXII) 

                               (Llegó la Dictadura: la Resistencia, el Exilio –VIII-)


                       Carlos Canache Mata

Las caídas sucesivas de los Secretarios Generales del CEN y de otros dirigentes de Acción Democrática impusieron la necesidad  de  un repliegue  táctico  en  las actividades clandestinas. Los éxitos represivos de la dictadura perezjimenista no podían atribuirse  exclusivamente a la eficacia  de  sus organismos  de  seguridad,  especialmente  del que dirigía  Pedro  Estrada. Procedía sospechar  que  existían delatores  infiltrados en las filas del movimiento  de la resistencia.  A eso se refiere el mensaje, de fecha 13 de junio de 1953, que Rómulo Betancourt, desde San José de Costa Rica, a través del Comité Coordinador de las actividades de Acción Democrática en el Exterior (CC), le dirige a la Dirección interna de Acción Democrática en la clandestinidad.  En el texto de ese mensaje  se  lee: “Vil  asesinato  inolvidable  compañero Antonio Pinto Salinas nos ha conmovido profundamente.  Este  doloroso  suceso y  prisión compañeros  Rigoberto  y  Consalvi  acentúa  grave  transitoria  crisis  atraviesa  partido.  Dirigentes exterior como siempre daremos respaldo  y  pondremos  confianza nuevo equipo asuma dirección nacional.  Reunión aquí ampliada presencia compañero Valmore Rodríguez estudiamos situación. Como medidas inmediatas partido debe replegarse inmediatamente dedicarse resuelta investigación causas impresionantes descalabros últimos  que ponen en evidencia  infiltración agente dictadura en posición importante y cercana comando nacional partido…Revisión  cuidadosa  engranajes y  velandeo  que  permitan en lapso perentorio  ingreso con  mínimun  seguridades  equipo preparado y dispuesto compartir con ustedes responsabilidades dirección resistencia. Mantener rigurosamente secretas estrecho círculo comando  nacional  medidas  se  adopten  investi  y  colaboradores  probada lealtad investigaciones se adelanten y demás medidas tácticas  se adopten  actual  emergencia debiéndose revisar  cuidadosamente  todo  el  equipo de  contactos y estafetas” (1).

Lo  que se temía  de  una  infiltración  delatora  interna  tuvo  confirmación.  Rigoberto  Henríquez Vera señala que alrededor de la una de la madrugada del día  9  de junio, la Seguridad Nacional  allanó la casa de Manolo Giménez Castro, en la urbanización de Los Palos Grandes, donde estaba “enconchado” junto con Simón Alberto Consalvi, y  los acompañaba en esa ocasión Gustavo Mascareño, que era “contacto” de confianza  de Henríquez Vera. A Mascareño se lo llevan primero, y  luego Henríquez Vera y Consalvi son conducidos a las oficinas de la Seguridad Nacional de El Paraíso, encontrando a Mascareño en las puertas del edificio.  He aquí lo que relata Henríquez Vera: “Ya dentro, a Consalvi, a Giménez Castro y a mí nos introdujeron en una oficina  mientras  que a Mascareño  lo llevaban a otra contigua donde empezaron a interrogarlo, con la amenaza de que tenía que revelar todo cuanto sabía. Mascareño reveló entonces la ruta tomada por Pinto Salinas, el número de la placa del vehículo, el nombre de sus dos acompañanes, la hora de salida de Caracas y de posible llegada a determinadas poblaciones de la vía. Todo aquel relato lo escuchábamos sorprendidos, confundidos y llenos de ira. Para mí todo aquello era una pesadilla, algo increible. Pero lo estábamos escuchando y viviendo. Los tres, inermes y esposados, vivíamos aquel drama de ver cómo un hombre al cual habíamos dispensado confianza plena, entregaba en manos de sus criminales enemigos la vida de un compañero de lucha” (2). Cuando  el día 12 de junio Henríquez Vera fue conducido  a un calabozo  de la Seguridad Nacional, los compañeros de prisión le “informaron que Gustavo Mascareño se había asilado en una Embajada, después de haber entregado a los restantes compañeros de la dirección nacional del partido y a otros valiosos activistas” (3). Y más adelante, Henríquez Vera indica que “a Costa Rica se le hizo saber entonces los lamentables procederes de Mascareño y después supimos que en San José, un grupo de compañeros lo secuestraron un día, se lo llevaron a la Hacienda ‘La Lucha’ de don Pepe  Figueres  y  pensaban  lincharlo, pero el muy vivo se les escapó y retornó a Venezuela (4).  Por su parte, Rómulo Betancourt, en carta de fecha 28 de junio de 1953, dirigida a Luis Manuel  Peñalver, también  ratificó  la existencia  de la infiltración: “Lo que se presumía, ya se sabe: hubo infiltración  de un traidor.  Está ubicado.  En situación de no continuar haciendo daño, porque  voló al exterior”. (5).

Entre el 1° de abril y el 13 de junio de 1953, Rómulo Betancourt realizó una gira suramericana. Estuvo primero en Bolivia, invitado por Víctor Paz Estenssoro a los actos conmemorativos del primer año de la revolución de ese país. Luego, pasó a Chile, donde, el 29 de abril, declaró al diario El Mercurio que en Venezuela “había alrededor de cuatro mil ‘secuestrados’ políticos entre los cuales, doscientos son mujeres y algunos militares” y “agregó otros detalles, entre los cuales hizo especial hincapié que la Universidad estaba clausurada durante dos años y que desde hacía cuatro años existía censura de prensa estricta después de haber sido clausurados doce rotativos no adictos al régimen” (6). Invitado por la Federación de Estudiantes, dicta el 4 de mayo una conferencia sobre “Venezuela y el panorama de América” en la Universidad de Chile, y el día 13, del mismo mes de mayo, el Senado de ese país celebró una sesión en su honor. De Chile, Betancourt pasó a Uruguay, siendo recibido, el 2 de junio, en sesión especial de la Cámara de Representantes de ese país, donde, al referirse a la violación de los derechos humanos por la dictadura de Pérez Jiménez, expresó: “Venezuela como todas las naciones de América, ha suscrito solemnes compromisos internacionales, en los cuales se establece la obligación de los Estados firmantes de respetar los derechos fundamentales del hombre y del ciudadano. Ha suscrito las Cartas de San Francisco y de Bogotá. Ha suscrito la Declaración Americana de los Deberes y Derechos del Hombre, promulgada en la capital de Colombia, y la Declaración similar de las Naciones Unidas…Asumo la responsabilidad desde esta tribuna de jerarquía americana, de decir que en mi país se están actualizando los refinados métodos de crueldad contra los prisioneros políticos que dejaron un impacto imborrable en la memoria de los hombres, cuando los utilizaron los nazis” (7). Atinadamente, la historiadora e investigadora Mirela Quero de Trinca observa que “los numerosos actos en los que participó en Bolivia, Chile y Uruguay, estableciendo relaciones y comprometiendo apoyos en su lucha contra el régimen venezolano, corroboraron que Betancourt era reconocido como uno de los líderes políticos del continente” (8).

El 13 de septiembre de 1953 Rómulo Betancourt, presidente de Acción Democrática en el exilio, en manifiesto firmado  en San José de Costa Rica, expresó: “Acción Democrática, en esta hora solemne de su fecha aniversaria, con millares de hombres suyos en las cárceles, recién cerradas las tumbas de sus muertos, con sus dirigentes clandestinos amenazados por el crimen oficializado, con centenares de dirigentes y militantes en el exilio, no hace un llamado a la retaliación ni a la venganza. No adopta tampoco la arrogante posición de exhibir sus credenciales de lucha como letra de cambio girada hacia el futuro. Con profunda, con sincera y patética emoción venezolana, llama a cerrar filas a hombres de la calle y a hombres de los cuarteles, a ciudadanos sin partidos y a militantes de organizaciones políticas, a todos  cuantos sientan a la patria como responsabilidad y deber, para estructurar el frente de la libertad. Estamos plena y absolutamente convencidos de que bastará una acción planificada y resuelta de ese frente, una vez que se integre y articule, para que desaparezcan de la vida pública los soportes actuales del régimen despótico. Y Venezuela volverá a ser patria de todos, amable y venturosa, digna de su historia fascinante, heredera de la que forjaron con su cerebro y con su brazo, los hombres de la generación libertadora” (9). Allí, como se puede constatar, Rómulo Betancourt, hablando en nombre de Acción Democrátca, hizo un firme y claro llamado a la unidad para combatir la tiranía.

 Para el mes de marzo de 1954 estaba programada la celebración en Caracas de la X Conferencia Interamericana, por lo que el régimen, para lavarse un poco la cara, anuncia el 2 de enero de ese año, la libertad de más de cuatrocientos presos políticos, pero quedaba un  cuarenta por ciento de  detenidos en las cárceles con sus causas por examinarse. Desde el año 1953, Betancourt venía sosteniendo la tesis de que los gobiernos de los países del continente condicionaran su concurrencia a la Conferencia a la libertad de los detenidos políticos que permanecían en las cárceles venezolanas. Y a los alegatos de que debía respetarse el Principio de No Intervención, respondía con la invocación de la supranacionalidad de los derechos humanos. No obstante, tal como estaba previsto, la Conferencia se realizó en Caracas, entre el 1° y el 29 de marzo de 1954, con la asistencia de todos los países americanos a excepción de Costa Rica, cuyo gobierno presidía José Figueres. Un artículo de Betancourt sobre la Conferencia publicado en Cuadernos Americanos, es comentado por la historiadora Mirela Quero de Trinca, en estos términos: “Betancourt enjuiciaba duramente dicho evento al que consideró…como una instancia más en la pugna…entre Washington y Moscú. Objetaba que la OEA se reuniera en un país cuyo gobierno provenía de un golpe de cuartel y que además, había desconocido el resultado electoral de 1952. A la ilegitimidad del régimen, se agregaba la ofensa a los pricipios democráticos establecidos en la Carta de la OEA, pues existían en el país, miles de secuestrados políticos y rígida censura de prensa. En su criterio Betancourt argumentaba que la Declaración de Caracas obedecía a los intereses norteamericanos en su lucha contra el comunismo y nada se decía de los otros totalitarismos y de la lucha librada en Latinoamérica entre democracias y dictaduras” (10).

La digna actitud del gobierno costarricense de no participar en la Conferencia, y, además, su invariable disposición  de darle asilo generoso a los desterrados venezolanos, provocó la ira del despotismo caraqueño. Una demostración de esa ira, es lo que nos cuenta Betancourt: “Un día de junio de 1954, aviones militares venezolanos volaron sobre la desprevenida ciudad de San José. En todo el país no había un solo cañón antiaéreo, y el desmilitarizado Gobierno de Figueres ni siquiera contaba con una avioneta. Impunemente pudo violarse el espacio aéreo de Costa Rica y llevarse a cabo la hazaña ignominiosa: toneladas de panfletos pornográficos, con dibujos y leyendas obscenas, fueron lanzados sobre la ciudad” (11). La decencia es una palabra que nunca figuró en el diccionario de la dictadura, que, adicionalmente, comete sus fechorías con un descaro que no esconden, sino que gozosamente lo exhiben.

La caracterización de la dictadura perezjimenista, la hace Rómulo Betancourt en estos términos: “El complemento lógico de una retrogradación tal en las costumbres públicas es el predominio cada vez más acentuado de la policía política sobre el Gobierno. Más que militarista, es policíaco el Estado que se está perfilando en Venezuela. La Seguridad Nacional y su Jefe, Pedro Estrada, dominan casi todos los resortes del Estado. El propio Ejército ha pasado a ser un prisionero virtual del vasto aparato de espionaje, delación, torturas y asesinatos creado por la policía política…El jefe de esa policía recuerda y aplica la técnica de Fouché, sin que alcance su estatura, ni menos esté sirviendo a un Napoleón. Aquella que consistía en servirle diariamente al Jefe del Gobierno el plato excitante de un complot descubierto, o de un atentado terrorista impedido por la eficaz acción de las pistolas de sus subalternos. Y cada uno de esos ‘descubrimentos’ siginifica uno, o varios hombres de la resistencia democrática, liquidados fríamente” (12).

En ese mismo año de 1954 en que Caracas fue sede de la X Conferencia Interamericana y se dio libertad a parte de los presos políticos, la dictadura no cesó en su tarea macabra de asesinar o desaparecer opositores, o en la no mortal, pero sí también grave y repudiable, de detenerlos o agredirlos físicamente. El 13 de marzo, mientras los delegados de la Conferencia deliberaban en el Aula Magna de la Ciudad Universitaria, fue detenido y desaparecido el líder sindical Luis Hurtado Higuera; el 10 de junio es asesinado en Barranquilla (Colombia) el teniente León Droz Blanco (a él le tenía pavor Pérez Jiménez que estuviese libre, porque era considerado como uno de los mejores tiradores al blanco que había ganado medallas en el concurso  mundial de tiro al blanco, realizado en Helsinki); y el 9 de diciembre el historiador Mario Briceño Iragorri (que escribía contra el régimen y  había sido diputado electo a la Asamblea Constituyente de 1952, falseada por el fraude electoral), cuando entraba a oir misa en la Iglesia de la Concepción en Madrid, “fue derribado a golpes de porra por un desconocido”, según informó la Associated Press, quien, relató Briceño después de recobrar el conocimiento, le dijo “esto es a cuenta de lo que debes”.

A pesar de todo eso y muchas cosas más, por veleidades de una diplomacia complaciente, en ese año de 1954  Pérez Jiménez recibe la Gran Cruz de la Legión de Honor, de Francia, y la Legión al Mérito, de Estados Unidos.

Continuaremos el análisis en el próximo Collage.

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 1-Rómulo Betancourt. Antología Política. Volumen Sexto. Fundación Rómulo Bertancourt. Editorial Ex Libris. Caracas, 2004. Pág. 69-70.

2-Rigoberto Henríquez Vera. “De la tiranía a la democracia”. Volumen II. Ediciones Centauro. Caracas, 1989. Pág. 118.

3-Rigoberto Henríquez Vera. Obra citada. Pág. 123.

4-Rigoberto Hemríquez Vera. Obra citada. Pág. 126.

5- Rómulo Betancourt. Obra citada. Pág. 72.

6-Rómulo Betancourt. Obra citada. Pág. 159.

7-Rómulo Betancourt. “Venezuela, política y petróleo”.Fondo de Cultura Económica. 1956. Pág. 851.

8-Mirela Quero de Trinca. Antología Política. Volumen Sexto. Fundación Rómulo Betancourt. Caracas, 2004. Pág. 41.

9-Manuel Vicente Magallanes. “Acción Democrátia Partido del Pueblo”. Ediciones Adeven. Caracas, 1993. Pág. 65.

10-Mirela Quero de Trinca. Obra citada. Pág. 43.

11-Rómulo Betancourt. “Venezuela, política y petróleo”. Fondo de Cultura Económica. 1956. Pág. 568.

12-Rómulo Betancourt. Obra citada. Pág. 571-572.



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lunes, 28 de septiembre de 2020

EL PRINCIPIO DE LA RESPONSABILIDAD DE PROTEGER (R2P)


Marta de la Vega 

Las repercusiones internacionales del informe del 16 de septiembre de 2020, presentado por un equipo independiente de la Comisión de Verificación de Hechos, cuya realización había sido aprobada desde septiembre de 2019 en el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU, ha desatado una reacción en cadena de los países con las democracias más sólidas de Occidente.

La Corte Penal Internacional es el destino de los testimonios trágicos de las víctimas sometidas a las acciones del terrorismo de Estado, dominado en Venezuela por una banda de delincuentes cuyos voceros usurpadores buscan a la fuerza aferrarse al poder.

Los gobiernos de los países con la mejor protección de derechos humanos, como Noruega, Finlandia, el Reino Unido, Suecia o Nueva Zelanda, alzan unánimes la voz para denunciar, como señaló en su discurso ante la ONU del 23 de septiembre pasado el presidente encargado, Juan Guaidó, “la acción desmedida y sanguinaria de los cuerpos de seguridad” bajo órdenes superiores.

Con una escalofriante y documentada comprobación de 223 casos de gravísima violación de los derechos humanos, ejecutada de manera sistemática como política de Estado, han sido indiciados de haber cometido crímenes de lesa humanidad contra la población venezolana no solo los perpetradores materiales de las atrocidades llevadas a cabo, sino hasta ahora, por acción u omisión, 45 de los más altos funcionarios del cuestionado gobierno chavista, con el propio Maduro a la cabeza en la línea de mando.

Entre los responsables se hallan, además, los ministros Reverol y Padrino, el presidente de la ilegítima anc, Diosdado Cabello, el ilegalmente nombrado “protector” del Táchira, Freddy Bernal y Tarek El Aissami, vinculado con el grupo terrorista islámico de Hezbollah, entre otros. Esta acusación se suma a la ya abierta por el departamento de justicia de los Estados Unidos, que ofrece recompensas millonarias en dólares a quienes faciliten la captura de todos los arriba mencionados y algunos otros, no solo por vinculación directa con el narcotráfico y el terrorismo internacional, sino por delitos de corrupción, en especial, lavado de dinero y saqueo del tesoro público venezolano.

El 23 de septiembre el presidente Guaidó se dirigió formalmente a los jefes de Estado y de gobierno, al Secretario General y a quien preside la asamblea durante el septuagésimo quinto (75°) período de sesiones de la Asamblea General de la ONU. Por primera vez, como representante legítimo del Estado venezolano, Guaidó invocó la “Responsabilidad para proteger que le incumbe a los Estados” y pidió “alinear los esfuerzos de asistencia internacional para restablecer la soberanía efectiva en Venezuela y proteger a la población civil, desarmada”, ante… “el régimen dictatorial que usurpa la presidencia de Venezuela”. Significa solicitar activar el R2P mediante una coalición a favor de los derechos humanos de la población, por encima de un gobierno usurpador.

Como presidente encargado de un país que agoniza, Guaidó lo justifica: “Hemos llegado casi al final de la escalada que trazan los pilares de la responsabilidad para proteger sobre mecanismos pacíficos y diplomáticos”. Las luchas cívicas y jurídicas internas no triunfaron. Pide a los miembros de la ONU, “considerar una estrategia que contemple escenarios luego de agotada la vía diplomática”. El artículo 87 numeral 11 de la Constitución venezolana lo autoriza: es “el momento de acciones oportunas y decisivas”.  

El 24 de septiembre de 2020 una importante resolución del Tribunal Supremo de Justicia que respalda al gobierno legítimo del presidente encargado, de acuerdo con el artículo 233 de la Constitución vigente, pone de relieve las bases jurídicas en el país para la debida aplicación del principio de la responsabilidad de proteger.

8 considerandos recogen todos los antecedentes del vacío institucional del poder ejecutivo, las causas de la nulidad absoluta de la convocatoria a elecciones parlamentarias para el 6 de diciembre de 2020 según el artículo 25 de la Carta Magna, las razones del secuestro al derecho al voto de los venezolanos según los artículos 3, 5, 62, 63, 70 y 125 constitucionales, la justificación para ejercer el derecho a la resistencia civil siguiendo el artículo 350 de la Constitución, los motivos por los cuales, mientras no cese la usurpación, se mantendrán la legitimidad de la Actual Asamblea Nacional y del gobierno interino y, de acuerdo con su artículo 334, la urgencia de preservar la integridad de la Constitución, amenazada del quiebre de sus principios y valores fundamentales.

Se declaran 4 resoluciones en conformidad con lo prescrito por los artículos 333 y 350: 1) quiebre constitucional por las acciones del régimen de facto; suspensión de los lapsos y términos previstos en la Constitución mientras no sea restaurada la legalidad; plena vigencia de todas las actuaciones de la Asamblea Nacional, del mandato de los diputados electos democráticamente en diciembre de 2015 y de la voluntad soberana del pueblo. 2) Mientras no cese la usurpación material del Poder Ejecutivo y no haya nuevas elecciones democráticas en Venezuela por medio de un nuevo Poder Electoral legítimo designado por la Asamblea Nacional en ejercicio de sus competencias, se mantiene la continuidad de la Asamblea Nacional en el ejercicio de sus funciones constitucionales; 3) En virtud de estas, la Asamblea Nacional debe asumir las medidas para restablecer las condiciones de integridad electoral a fin de que el país cuente con un nuevo Presidente de la República mediante elecciones libres, seguras y democráticas, de acuerdo con la Constitución y las leyes y con los lineamientos establecidos por la Sala Electoral de este Alto Tribunal. 4) Publicar la presente Resolución y transmitirla a la Asamblea Nacional de Venezuela, a la OEA, a la ONU, a la UE y a los cancilleres del Grupo de Lima.

Confluyen varios factores para un desenlace. Aplicar el R2P sería, como siempre repetía el gran Pompeyo Márquez, una salida inédita a la crisis estructural de Venezuela.

@martadelavegav


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 CLEPTOCRACIA Y CACOCRACIA


         Moisés Naim


El Universal, México


Mientras el mundo se desgañita debatiendo sobre socialismo, capitalismo, independentismo, populismo y otros ismos, los ladrones y los ineptos están tomándose cada vez más gobiernos.

Ladrones en el poder los ha habido siempre y gobernantes incompetentes también.

Pero, en estos tiempos, la criminalidad de algunos jefes de Estado ha alcanzado niveles dignos de los tiranos de la antigüedad. Y las consecuencias de la ineptitud de quienes mandan se ven ahora amplificadas por la globalización, la tecnología, la complejidad de la sociedad, así como por la velocidad con la que suceden las cosas.

Ya no estamos hablando sólo de la corrupción “habitual”; la del ministro que cobra una comisión por la compra de armas o por otorgar a dedo el contrato para construir una carretera. Ni de un caso aislado en el que el más tonto de la clase llega, para sorpresa de sus antiguos compañeros, a ser presidente.

No; en el caso de la cleptocracia se trata más bien de conductas criminales que no son individuales, oportunistas y esporádicas sino colectivas, sistemáticas, estratégicas y permanentes.
Es un sistema en el cual todo el alto gobierno es cómplice y se organiza de manera deliberada para enriquecerse —y usar las fortunas acumuladas para perpetuarse en el poder—. Para los cleptócratas el bien común y las necesidades de la población son objetivos secundarios y sólo merecen atención cuando están al servicio de lo más importante: engordar sus fortunas y seguir mandando.

El caso de los ineptos en el poder es algo distinto. Las cacocracias (los gobiernos de los malos) proliferan en sistemas políticos degradados y caóticos que repelen a los talentosos y le abren paso a los peores ciudadanos, o a los menos preparados. Obviamente es posible que a veces se combinen los dos y el gobierno no solo sea criminal sino también incompetente. Cuando coinciden, la cleptocracia y la cacocracia se refuerzan entre sí.

Un ejemplo que ilustra la conducta de gobiernos cleptócratas lo ofrece el respetado periodista brasileño Leonardo Coutinho. Recientemente, Coutinho recogió el testimonio de Marco Antonio Rocha, un oficial de la aviación boliviana que reveló el tráfico de grandes volúmenes de cocaína de Bolivia a Venezuela y a Cuba. Cuenta Rocha que durante el gobierno de Evo Morales, semanalmente debía pilotar un avión desde La Paz a Caracas y La Habana cargado con las “maletas diplomáticas”, entregadas por los agregados militares de la Embajada de Venezuela en La Paz. Solo que en este caso no eran ni maletas ni llevaban documentos diplomáticos. Eran enormes bultos que contenían 500 kilos de cocaína. Una operación de este tipo requiere la complicidad de los más altos niveles del Estado en, al menos, tres países. Esta no es sólo la historia de una operación más de narcotraficantes, sino que también revela las actividades de una alianza de gobiernos cleptocráticos. El primer ministro de Malasia, Najib Razak, ha sido acusado de haber organizado un sistema financiero que le permitió pasar 42 mil millones de dólares de cuentas públicas a cuentas privadas controladas por sus familiares y cómplices. Hace pocas semanas Razak fue condenado a 12 años de cárcel. En Brasil, el escándalo conocido como Lava Jato reveló una vasta, sofisticada y permanente red de corrupción que involucró durante años a centenares de los más poderosos políticos, gobernantes y empresarios del país y de toda América Latina.

Un error común es suponer que las cleptocracias solo se dan en los rincones más pobres y subdesarrollados. Rusia es un país avanzado cuyos dirigentes muestran claros signos de constituir una cleptocracia. Uno de sus pilares fundamentales son los exagentes secretos de la KGB convertidos en oligarcas cuyas enormes empresas trabajan de la mano del Kremlin. En un testimonio ante el Senado de Estados Unidos en 2017, Bill Bowder, empresario de vasta experiencia en Rusia y acérrimo crítico de su gobierno, afirmó que “Putin se ha hecho el hombre más rico del mundo y su fortuna alcanza a los 200 mil millones de dólares”.

Es también un error pensar que sólo en países con instituciones débiles y sistemas políticos inmaduros pueden llegar a ocupar las posiciones más importantes personas que no tienen la capacidad y la preparación necesarias. Lo que estamos viendo en Estados Unidos y en países europeos con una larga tradición democrática muestra que ninguna nación es inmune a la cacocracia. En Estados Unidos, la búsqueda en internet del significado de esta palabra derivada del griego antiguo ha tenido un enorme auge desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

Como buenos prestidigitadores, los cleptócratas saben cómo distraernos de sus fechorías y los cacócratas de su incapacidad. Lo hacen hablándonos de sus ideologías y atacando a las de sus rivales. Mientras nosotros vemos y participamos en estos torneos ideológicos, ellos roban. O tontean.

Y nosotros pagamos las consecuencias.


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Liderazgo, calle y Derechos Humanos 

       LEANDRO AREA PEREIRA



La política, aunque a veces no lo parezca, es actividad en permanente fluir y por tanto de espinoso y esquivo secuestro. Anda por todas partes, se transforma, se disimula, no es dócil doncella, y cuando usted trata de retenerla, enamorarla o apropiársela, ella huye, escapa, se difumina ingrávida en indócil edad para reaparecer anfitriona vibrante cuando nadie lo espera.

Es en verdad cierto que los imperios lograron mantenerse durante siglos y siglos; y han existido también dictaduras con aspiraciones de eternidad, y partidos políticos que en periodos de supuesta democracia han querido y logrado sostenerse durante mucho tiempo en el gobierno. Y cuánto les ha dolido a todos separarse del poder que creían imperecedero. Hoy ya son pasado, ruinas o en vías de serlo. Nada es para siempre, y en este particular caso, menos mal.

Y pareciera igualmente en paralelo, da esa impresión, que las sociedades se adormecen ante los poderes hegemónicos, y que las apremiantes necesidades del hoy confinan las ambiciones de cambio y de mejora las cuales pasan a jugar un papel insignificante frente la impostergable e inhumana agenda de nuestras prioridades; y se creyera también que dicha pesada lentitud es el resultado de un cóctel de elementos que provocados o no originan el marasmo social que hoy conocemos. Pero es humana impresión equivocada esa sensación del tiempo detenido en el que el imperio del constante deterioro, que cobra especial espacio y significación en la política y por ende en nuestras vidas, se impondrá fatalmente sobre nuestras esmirriadas y enjauladas voluntades.

El creciente e indetenible deterioro de todos y en todos los ámbitos imaginables de nuestras vidas individuales y colectivas, es tragedia compartida por la gran mayoría de los venezolanos e igualmente percibido así por tantos que nos miran preocupados o atónitos desde lejos con otros sensores y distinta perspectiva.

Lo cierto es que hoy por hoy se observa a pesar de la lentitud un movimiento en un doble sentido dentro de la realidad venezolana: por un lado y de su cuenta registramos una moderada pero creciente ebullición social expresada en recientes protestas de calle puntuales a lo largo y ancho del país frente a la crisis y deterioro del funcionamiento de los más elementales recursos de la vida cotidiana. Estas protestas sociales en apariencia no tienen conexión entre sí, parecen espontaneas, reclamos acuciantes de la arruinada y adolorida población y que son reprimidas eficientemente, para eso sí, por el gobierno.

En segundo término da la impresión que el liderazgo político mediático de la oposición venezolana estaría tomando un segundo aire como resultado, entre otros, del impacto político global que ha tenido el riguroso Informe de la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela, conformada mediante la resolución 42/25 del 27 de septiembre de 2019 del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que evaluó las presuntas violaciones a los derechos humanos cometidos desde el 2014.

En dicho informe se concluye que en el país se han perpetrado planificadamente, como política de Estado, graves violaciones de Derechos Humanos como son las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones forzadas, las detenciones arbitrarias, las torturas y otros tratos crueles inhumanos y degradantes, que constituyen delitos de lesa humanidad.

Ahora bien, ambas situaciones, el liderazgo político mediático y las crecientes protestas puntuales, no tienen en apariencia relación causal la una con la otra. Las manifestaciones de calle son por su lado y a mi manera de ver espontáneas, más que justificadas y cada vez menos esporádicas. Por su parte el liderazgo de oposición, que incluye lo político pero que no se reduce a él, se asoma hoy con un nuevo ánimo despertando en el seno de la población venezolana expuesta a los medios y redes sociales una nueva esperanza.

No hay hasta ahora la sintonía necesaria entre pueblo y conducción política, así como tampoco la hay entre los distintos liderazgos. Anda esa relación, por el momento, distante cuando no inexistente, si acaso en paralelo, en corto circuito permanente, mientras los rivales festejan. Habrá que esperar a ver si por fin entran en irremplazable conexión y síntesis creativa.

Y a todas estas exigimos que, vistas las reales condiciones de vida interna y los escenarios internacionales en ebullición constante, sumados ambos a la profunda crisis de gobernabilidad, toda la oposición venezolana, incluyendo por supuesto a los partidos políticos aquí tan abreviados, asuma el reto heroico, el compromiso de unidad como exigencia histórica, que nos toca jugar en estos tiempos de secuestro pandémico y marasmo social que tanto favorecen a las dictaduras.

Leandro Area Pereira


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domingo, 27 de septiembre de 2020

Max Weber: la convicción y la responsabilidad


MANUEL TOSCANO

LETRAS LIBRES

Abundan las apelaciones a la responsabilidad de los políticos y los columnistas más doctos acompañan sus análisis con la inevitable mención a Max Weber. Es comprensible porque la contraposición weberiana entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad se ha hecho justamente famosa para pensar las complicadas relaciones entre ética y política. Conviene notar, sin embargo, el uso polémico que generalmente se hace de esta distinción. Quienes recuerdan la tipología de Weber no solo sostienen la superioridad de la ética de la responsabilidad, sino que utilizan la expresión “ética de la convicción” como una etiqueta reprobatoria. El político que se guía por esta aparece como un ingenuo, o en el peor de los casos un fanático, obsesionado por la pureza de sus ideales, pero ciego a la complejidad de lo real e incapaz de atender a las consecuencias de sus actos. La ética de la convicción sería la pauta de conducta del político irresponsable; el buen político, por el contrario, solo puede adoptar la ética de la responsabilidad.

El uso polémico acaba por convertir la distinción de Weber en un cliché que simplifica indebidamente las densas páginas finales de Politik als Beruf [La política como vocación], donde traza el contraste entre las dos éticas. Una lectura atenta ofrece motivos para poner en duda el cliché. Por ejemplo, inmediatamente después de formular por primera vez la distinción, Weber nos previene contra el malentendido al que pueden dar lugar ambas etiquetas: “No es que la ética de la convicción sea idéntica a la falta de responsabilidad o la ética de la responsabilidad a la falta de convicción. No se trata en absoluto de esto.” Y, al cerrar la discusión, Weber deja claro que no cabe determinar si debemos obrar de acuerdo con una u otra ética: “No se puede prescribir a nadie si hay que actuar según la ética de la convicción o según la ética de la responsabilidad, o cuándo según una y cuándo según la otra.” Weber no parece suscribir que estamos ante una ética buena y otra mala, por así decir, ni da por sentado la superioridad de una sobre otra.

El texto de La política como vocación (o como profesión) es una versión más extensa de la conferencia que pronunció Weber ante una asociación de estudiantes en el Múnich revolucionario de 1919. Tras el armisticio, las circunstancias no podían ser más convulsas en una Alemania derrotada y desgarrada por el conflicto civil. Días antes de la conferencia los líderes espartaquistas Luxemburg y Liebknecht habían sido asesinados en Berlín durante la segunda intentona revolucionaria y en Múnich se había proclamado la República soviética de Baviera. Muchos estudiantes e intelectuales conocidos de Weber tomaban parte en las actividades revolucionarias. Las páginas finales van dirigidas a ese público estudiantil y el texto conserva la viveza y el apasionamiento con los que Weber interpela a su audiencia. Weber culmina su reflexión sobre el político de vocación, el que vive para la política y no solo de la política, abordando el sentido moral de esa vocación.

Unas páginas antes de referirse a las dos éticas, Weber plantea la cuestión de un modo indudablemente clásico, preguntándose por las cualidades que debería reunir quien se dedica a la política. Para él la política requiere pasión en primer lugar, pues consiste en la entrega a una causa y a los ideales que la inspiran. Pero esa pasión responde a la importancia real de una causa y presenta fines objetivos, sin nada que ver con la “excitación estéril” a la que tan dados son los intelectuales. Debe ir acompasada con el sentido de la responsabilidad, que es lo que echa en falta en no pocos de los colegas y estudiantes envueltos en el torbellino revolucionario. “Es ese un ‘romanticismo de lo intelectualmente interesante’ que gira en el vacío, desprovisto de todo sentido de la responsabilidad objetiva.” El lector no puede por menos que conectar esta segunda virtud del buen político con la ética de la responsabilidad de la que hablará después. Pero aquí afirma que convicciones y responsabilidad han de confluir en el político de talla: “La pasión no convierte a un hombre en político si no está al servicio de una ‘causa’ y no hace de la responsabilidad con respecto a esa causa la estrella que oriente su acción.” De modo similar a como pensaban los clásicos, las tres virtudes de las que nos habla Weber se necesitan y refuerzan unas a otras. La tercera es la cualidad que el alemán considera decisiva en el político, pues si la pasión por una causa ha de venir disciplinada por la responsabilidad, ello requiere en el político mesura o sentido de la medida (Augenmass). Weber se refiere con ello al buen juicio para calibrar las circunstancias y ver las cosas en la adecuada perspectiva. Pero no la describe solo como una virtud intelectual, sino como el hábito de saber guardar las distancias, sin perder la tranquilidad a pesar de las múltiples presiones de la realidad y de los hombres. En español podríamos hablar del temple que distingue al político de vocación del diletante.

Las virtudes que traza ponen en evidencia los defectos de los políticos al uso. Su exposición de esos vicios profesionales confirma el argumento sobre el nexo necesario entre convicción, responsabilidad y mesura. El más común de esos defectos es naturalmente la vanidad, que Weber considera enemiga mortal de toda entrega a una causa y también de la mesura, en este caso con respecto a uno mismo. En no pocos casos, además, vienen a coincidir la carencia de convicciones y la falta de responsabilidad. Weber se fija en el demagogo que tiene que medir siempre el efecto que causa, lo que le lleva a comportarse como un actor vanidoso, más pendiente de la impresión que produce que de las consecuencias de sus actos. Cuando el afán de poder que caracteriza al político no está al servicio de una causa, cuando se convierte en un profesional del poder sin convicciones, ahí ve Weber el pecado mayor contra la política. Así los duros pasajes que dedica a los políticos de poder, detrás de cuyas formas ostentosas detecta la perfecta vacuidad de quien carece de fines y proyectos más grandes que su propia carrera. Como afirma, siempre tiene que haber una fe; sin ella los éxitos aparentemente más sólidos llevan consigo la “maldición de la inanidad”.

En el ensayo “El sentido de la neutralidad axiológica de las ciencias sociales y económicas” de 1917 anticipa esta misma condena rotunda de la Realpolitik. En este trabajo está claramente delineada por primera vez la ética de la convicción, aunque no use esa denominación aún. Como dice, la gente en política y fuera de ella tiende con demasiada frecuencia a adaptar sus convicciones a lo que tiene éxito o promete tenerlo, y eso es lo que se glorifica como realismo político. La política en un cierto sentido es el arte de lo posible, pero no ha sido esa “ética del éxito” la que ha conformado la cultura pública que apreciamos. Y añade: “Personalmente por nada del mundo quisiera que la nación se apartase del reconocimiento de que los actos no solo tienen ‘valor por su éxito’ (o resultados), sino que también son valiosos por la convicción que encarnan.” Cuando usa el ejemplo de un sindicalista convencido para describir lo que llamará después “ética de la convicción”, pone una nota importante al observar que ni siquiera en términos puramente lógicos tiene sentido criticar una conducta que se guía por el “valor de la intención” contraponiéndola sin más al valor de los resultados.

El trabajo de 1917 deja claro el valor de las convicciones y nos previene contra todo intento de entender la ética de la responsabilidad como adaptación pragmática a lo posible o mera búsqueda del éxito en política. Incluso adelanta la máxima fundamental de la ética de la convicción, cuyo mejor ejemplo es el Sermón de la Montaña, con la frase “el cristiano obra bien y deja el resultado en las manos de Dios”. Y, sobre todo, ofrece las claves para entender adecuadamente la relación de las dos éticas en su conferencia. La primera es que Weber es un pluralista axiológico que contempla el conflicto de valores como la urdimbre fundamental de la experiencia humana. Como dice, “la vida no conoce sino esa eterna lucha entre dioses”, y es imposible unificar los puntos de vista que pueden tenerse sobre la vida. El choque entre las dos orientaciones de valor que representan la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción es una manifestación más de ese pluralismo agónico trasladado a la vida política.

¿Quién puede juzgar cuándo un fin bueno justifica medios moralmente dudosos o efectos colaterales indeseables? ¿O cuándo el valor ejemplar justifica un acto a pesar de que la probabilidad de éxito sea mínima? Nadie puede responder de una vez por todas a preguntas así. Por eso no podemos prescribir cuándo obrar según una u otra ética. Pero su conferencia se dirige a estudiantes, pacifistas o revolucionarios, que creen obrar movidos por sus ideales. Y pone ante sus ojos verdades incómodas: que la política es lucha por el poder; que quien aspira al poder debe contar con los hombres como son, satisfaciendo pasiones e intereses poco nobles; o la irracionalidad ética del mundo, porque del bien no siempre se sigue el bien y el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Lejos de juzgar inferior una ética de la convicción, lo que hace Weber es dudar de la solidez y consistencia de muchos de los que dicen seguirla. En cambio, le parece admirable quien, llegado a un cierto punto, sintiendo la responsabilidad por las consecuencias, dice como Lutero: “no puedo hacer otra cosa, aquí me detengo”. Entonces la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción deben contemplarse en realidad “como elementos complementarios que han de concurrir para formar al hombre auténtico, al hombre que puede tener vocación política”. Una conclusión bien lejos del cliché. ~


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