martes, 30 de noviembre de 2010

LOCTI: EL MADRUGONAZO


JAIME REQUENA
conciencia.talcual@gmail.com




Entre gallos y medianoche, la Asamblea Nacional retomó el jueves pasado el tema de la reforma de la LOCTI. Sin que mediaran las formalidades de rigor, como el respeto al texto aprobado en 1ª discusión o la consulta popular, se presentó un nuevo texto. Lo único que tienen en común la ley vigente, la propuesta de reforma aprobada en enero pasado y esta contrarreforma, es la firma de Hugo Chávez.

La contrarreforma elimina el art. 5 que definía el ámbito de acción de la ciencia y la técnica. Ahora no sabemos ni qué hacemos ni para qué lo hacemos. Se crea una nueva entelequia administrativa denominada Autoridad Nacional con Competencia en Ciencia y Tecnología que deberá convivir con el Fonacit y el ONCTI, al cual le perdonaron la vida.

La reforma del madrugonazo tiene por objeto que el gobierno se apropie de todo lo relativo a ciencia, técnica e innovación, que son declaradas (art. 2) como de "interés público". Saca del juego al sector privado, mete a las Comunas (?) y reduce a los actores tradicionales a meros guarismos estadísticos. En ninguna de las instancias administrativas promovidas en la Ley, tienen representación los centros y laboratorios de investigación o su personal científico calificado.

La contrarreforma limita severamente la posibilidad de que las empresas privadas realicen desarrollos tecnológicos o promuevan investigación científica, dentro de sí o en entes externos. El art. 23 establece que "Todos los aportes (léase tributo o impuesto a la CyT) deberán ser consignados ante el Fonacit, mientras que el art. 27 especifica qué "actividades (son) consideradas como factibles de ser llevadas a cabo" con esos aportes. A partir de la promulgación de la Ley, todo lo que pretenda hacer una empresa en ciencia y técnica, deberá contar con el visto bueno del Estado y estar enmarcado en el Plan Nacional Socialista etc., etc.

Inicialmente, la LOCTI fue concebida como un instrumento para alinear los magros esfuerzos de investigación científica y desarrollo tecnológico del sector privado con los muy importantes del sector público. Toda una belleza de programa de cambio socio-político. Si bien tuvo errores, en la contrarreforma no sólo no se corrigen, sino que se introducen males peores. Entre los errores no atendidos está, por ejemplo, la naturaleza acumulativa del tributo o la pobre fiscalización del accionar investigativo o de desarrollo. Esas dos pifias nos llevan a ser la nación que más invierte en ciencia y tecnología en el globo, pero la sociedad que menos investigación y desarrollo ejecuta sus científicos y tecnólogos.

A partir de su entrada en vigencia, la nueva LOCTI permitirá que más del 3% del PIB vaya a parar a las arcas de un Fondo carente de control ciudadano. Un impuesto que no entra dentro del rubro de ingresos del Estado. Peor, se trata de una importantísima cantidad de dinero que no se sabe cómo se desembolsa. Si no lo creen, traten de averiguar qué se hizo con los fondos LOCTI entre los años 2008 y el 2010 en los informes ministeriales correspondientes. 


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¿No y que era “El Niño”?
Por: Teodoro Petkoff


La crisis eléctrica es como uno de esos muñequitos que llaman “porfiados“. Usted los tumba y se vuelven a parar automáticamente.

El gobierno anuncia a cada rato que lo peor de la crisis ya pasó e inmediatamente vienen noticias de toda Venezuela dando cuenta de apagones a cada rato. Hasta en Caracas se han producido breves cortes de luz en algunos sectores. En un rapto de deseos que no “empreñan”, el gobierno decide suspender el racionamiento “programado” y reaparece el racionamiento “no programado”, es decir el de los apagones por la libre.

Desde que Alí Rodríguez se encargó del flamante Ministerio de la Electricidad viene informando del superplan de incorporar a lo largo de este año 5.000 megavatios a la capacidad nacional de generación eléctrica y ya estamos a punto de cerrar el año sin que se haya llegado ni siquiera a la mitad de la meta planteada. Este resultado no era difícil de prever, dada la insondable incapacidad administrativa y gerencial que caracteriza al régimen. Puesto a prueba en la emergencia, el gobierno viene siendo raspado.

La ironía máxima que nos ha tocado vivir es la de Guri.

Durante los meses de sequía Chacumbele y su coro hicieron lo imposible por convencer al país de que la crisis era consecuencia de las travesuras de El Niño
, causante del prolongado verano y del descenso del nivel de las aguas en la gran represa guayanesa. Pues bien, llegaron las lluvias, se llenó Guri e incluso sobrepasó los 271 metros de su nivel óptimo de operatividad, hasta el punto de que hay que aliviar el nivel de sus aguas y, sin embargo, nada que cede la crisis.

Foto: Diario “Tal Cual”

Peor aún, puesto que las máquinas de la represa fueron sobreexigidas durante los peores meses de la escasez, para compensar, riesgosamente, el déficit de energía termoeléctrica, se han producido, como era previsible, daños en las salas de máquinas. De las veinte turbinas de Guri hay siete que no funcionan.

Es apenas en el presupuesto para 2011 cuando aparecen, al fin, las partidas para la reparación de seis de las turbinas dañadas. No se puede negar que se trata de un notable sentido de la emergencia y la urgencia. Ha habido plata para los bonos de los empleados públicos de Nicaragua, pero no la hubo para atender las lesionadas turbinas de Guri. Lo cierto es que al pasito tun-tun que lleva el desarrollo de energía termoeléctrica y la reparación del sistema de transmisión, se suma ahora la perspectiva de un descenso en la capacidad de generación de Guri, que, como se sabe, proporciona el 70% de la electricidad que consume el país.

De la capacidad total del Bajo Caroní, 15.558 megavatios, lo más que se le puede sacar hoy son 11.300
, porque también en la represa de Caruachi hay daños en las turbinas y su capacidad de generación ha disminuido en un tercio.

Como ha ocurrido a todo lo largo de la crisis, Caracas ha estado protegida por el desvío de electricidad del interior hacia la capital, para impedir cortes de luz en ésta, cuyo rebote político el gobierno teme como el diablo a la cruz. ¿Cuánto más podrá el gobierno sostener este juego artificial, sobre todo a la luz de los inquietantes informes que salen de la planta de Tacoa?

¿No y que era “El Niño”?
Por: Teodoro Petkoff


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Lluvias provocan pérdida de miles de hectáreas de hortalizas


Las torrenciales lluvias caídas en prácticamente toda la zona norte y andina del país han provocado graves daños en las cosechas de distintos cultivos y rubros de producción agrícola y pecuaria, susceptibles a niveles de agua fuera de lo normal.

Según cálculos de Juan Carlos Gómez, miembro de la asociación de productores Procebolla del estado Lara, las lluvias acumuladas en esa región durante los últimos tres meses ya han provocado las pérdidas de unas 1.500 hectáreas de cultivos de cebolla, así como unas 500 hectáreas de siembras de tomate y otras 500 de pimentón.

En volumen de producción, se habrían perdido unas 37 mil 500 toneladas de cebolla, cerca de 12 mil 500 toneladas de tomate y casi 7 mil toneladas de pimentón, según las estadísticas de Procebolla.

Gómez explica que los niveles de precipitación provocarán bajos rendimientos y altos costos de producción, entre 40 o 50 mil bolívares por hectárea.

"Económicamente muchos productores fueron impactados, y ya estamos empezando a sufrir las consecuencias. Veremos si en los próximos días las asociaciones de productores plantean alguna estrategia al respecto", dice Gómez.

Agrega que también en los estados Carabobo y Guárico ha "entrado" mucha agua a los sembradíos, por lo que advierte que este ciclo de cosecha de hortalizas "estará muy difícil, porque también estará el problema de los insumos por Agroisleña".

Ganado en riesgo

Manuel Cipriano Heredia, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga), manifestó que los productores agropecuarios necesitan que el Gobierno nacional flexibilice el requisito de Guía de Movilización de Ganado, pues en circunstancias como estas se requiere actuar con celeridad ante el avance de las aguas en áreas como Falcón, Zulia o Trujillo.

No obstante, advierte que debe hacerse un seguimiento epidemiológico para evitar el brote de enfermedades animales como brucelosis o fiebre aftosa.

Heredia señaló que zonas como Mirimire, Yaracal, Tucacas o Chichiriviche, en la costa oriental de Falcón; o Mene de Mauroa en la costa occidental de ese estado, han sufrido por las inundaciones. "La producción de leche en la zona está bajando por los problemas de comunicación, de alimentación del ganado y de acceso al agua potable", indicó el dirigente agropecuario.

También hay importantes pérdidas en Trujillo, tras la apertura intempestiva de la represa del río Motatán, dijo Heredia.

Fedenaga considera que el sector productor requiere que el Gobierno nacional ofrezca créditos blandos para ayudar a reducir las pérdidas y compromisos económicos que se generaran tras estas lluvias.

etovar@eluniversal.com
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Paralizada refinería de Cardón por falla eléctrica


Las refinerías de Amuay y Cardón, que conforman el Centro Refinador Paraguaná (CRP) y que procesan unos 955 mil barriles diarios de crudo, reportaron ayer importantes fallas por la caída del suministro eléctrico, según información suministrada por Reuters y confirmada por Pdvsa.

La estatal petrolera reconoció que "a las 6:57 de la mañana de este lunes 29 se presentó una falla en el sistema de comunicación del circuito eléctrico de la refinería Amuay, lo que causó perturbaciones y la paralización de varias unidades".

Poco más de una hora después, a las 8:10 de la mañana -según Pdvsa-, se produjo "una falla en la Subestación Eléctrica T-31 que dejó sin servicios industriales a la refinería Cardón, ocasionando su paralización total. Los trabajadores lograron aislar la falla y actualmente se dedican a la reparación y adecuación del sistema eléctrico de la referida subestación".

Las autoridades de Pdvsa aseguraron que "las fallas ocurridas en el Centro de Refinación Paraguaná (CRP), fueron ocasionadas por los torrenciales aguaceros acompañados de tormentas eléctricas que azotan al estado Falcón y en especial a la península de Paraguaná", agregando que las fallas no ocasionaron daños humanos, materiales ni ambientales.

Cardón, sumido en un "blackout" podría reiniciar plenamente sus actividades en un lapso entre 7 y 10 días, tras reactivarse los servicios industriales (vapor, aire, agua y electricidad), "de acuerdo con el protocolo establecido para estos casos y tomando en cuenta las condiciones atmosféricas", dijo Pdvsa.

Combustible garantizado

Pese a la situación en el CRP, Pdvsa ratificó que "está garantizado el suministro de combustible al mercado nacional e internacional. Existe suficiente inventario de productos en los sistemas de distribución de combustibles y tanques de almacenamiento del circuito de refinación para atender los compromisos adquiridos. Los despachos nacionales e internacionales se vienen cumpliendo según lo programado".

Pese al anuncio de Pdvsa, la zona Metropolitana de la Gran Caracas ha tenido problemas de suministro de gasolina en los últimos días, los cuales el sector distribuidor de combustible espera puedan resolverse por completo esta misma semana, según lo manifestó Rómulo Arreaza, presidente de la asociación de empresarios de bombas de gasolina, Metrogas.

"Más de 95% de las bombas de gasolina de la Gran Caracas ya están recibiendo suministro, aunque hemos tenido problemas por el tráfico y las mismas lluvias", dijo Arreaza.

Faja a 75%

Petropiar reactivó ayer sus operaciones después de tres días de fuera de servicio por lluvias y demoras en el despacho de buques, reportó Reuters. Con Petropiar, los cuatro mejoradores de la Faja del Orinoco, que procesan hasta 620 mil barriles diarios de crudo extrapesado, trabajan actualmente a 76% su capacidad.

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UNA REFLEXIÓN NECESARIA


Norman Pino


De los análisis realizados hasta ahora de los resultados electorales del 26 de septiembre, quizás el más sorprendente de todos sea el anunciado recientemente por el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela. En una extensa Declaración Política y a partir de lo que se describe como una “profunda reflexión” sobre dichos resultados, el cónclave constata “un avance de las fuerzas reaccionarias, apoyadas por el imperialismo”, que habría sido logrado aprovechando unas fallas y debilidades no especificadas, y señala que “el proceso viene sufriendo un peligroso desgaste, que de no revertirse a tiempo, pudiera causar enormes dificultades para mantener el ritmo actual de cambios e, incluso, un retroceso histórico.”

Lo primero que viene a la mente es que deberíamos estar complacidos de que se confirme un avance de esas fuerzas reaccionarias, pues reaccionario es no sólo el que se opone a las innovaciones –que no siempre, por el mero hecho de serlas, son positivas ni convenientes- sino también el que propende a restablecer lo abolido y se opone a lo que estima inadmisible. Y aquí hay mucho que ha sido abolido, que es inadmisible y que deberá ser restablecido, comenzando por la restitución de la plena vigencia del estado de derecho, de un sistema de justicia independiente y del derecho a que nuestros votos tengan igual valor y se cuenten transparentemente, para mencionar tan sólo algunas de las cosas que hay que recomponer. La otra apreciación que salta a la vista es que si el proyecto es tan conveniente y ventajoso para el progreso del país como lo conciben, pues algo muy malo han de haber estado haciendo entonces para que se haya producido un avance de dichas fuerzas, avance que por cierto no es coyuntural, sino que muestra un moderado pero sostenido crecimiento.


De la misma forma, podría decirse que el único retroceso histórico inquietante no es precisamente el del desgaste del proceso. De lo que debemos preocuparnos todos los venezolanos, es de que exista una parte de nosotros que se cree que sólo ellos constituyen el pueblo, que tienen el monopolio de la verdad y que además no necesitan de la otra para construir un país. Unos y otros, autores y adversarios del proceso, deberíamos hacer un sincero examen de conciencia sobre el singular camino de destrucción institucional, moral y material al que ha sido sometido el país en los últimos doce años, con el pretexto de llevar a cabo una supuesta revolución socialista, decretada desde arriba contra la voluntad popular, que nadie ha promovido, rechazada por un creciente número de ciudadanos y cuyos nefastos resultados están más que a la vista mediante el más somero escrutinio.


Pero las reflexiones contenidas en el documento van aún más allá. En él se señala que entre las causas determinantes del desgaste del proceso, se encuentra el hecho de que desde el poder estatal y gubernamental una élite burocrática está reproduciendo y en algunos casos avivando una cultura de la gestión pública con vicios y falencias, tales como: “el despilfarro, el burocratismo, el nepotismo, la corrupción, la carencia de eficaz control y contraloría social, la falta de planificación centralizada de la economía, y el asistencialismo dirigido a ganarse la voluntad inmediata de las masas (…).”

Frente a esto hay que sincerarse y admitir que el despilfarro, el burocratismo, el nepotismo y la corrupción no son fenómenos nuevos, aunque hayan alcanzado niveles excepcionales en este régimen; sin embargo, éstos florecen dentro de la mayor impunidad, no precisamente por la carencia de un eficaz control y contraloría social, sino por la absoluta ausencia de control alguno como no se veía desde inicios del siglo pasado. No en balde se ha despilfarrado alrededor de un millón de millones de dólares en doce años en medio de promesas sin fin, de fantasiosos proyectos, y no se puede señalar la construcción de una sola obra de envergadura o el eficaz mantenimiento de las existentes, para no hablar del deplorable estado en que se encuentran el sistema energético, el sistema de salud, las universidades nacionales, el Metro de Caracas, la vialidad nacional y urbana, etc.O sea que el implacable ataque al que de manera sistemática ha sido sometida la iniciativa privada, exacerbada con una precipitada retahíla confiscatoria, con la consecuente merma de las inversiones, de la producción de bienes y servicios, de la pérdida de empleos productivos y bien remunerados, y la estrepitosa caída de los ingresos por exportación, pareciera no tener nada que ver con ese desgaste. Como tampoco parecería tener nada que ver el desbordado crecimiento de la criminalidad en el país, el cual ha cobrado más de 100.000 vidas durante los últimos doce años y ha sido factor coadyuvante para incentivar el éxodo de millares de jóvenes venezolanos al exterior, en su gran mayoría profesionales, lo que constituye una extraordinaria evasión de cerebros que le costó al país decenas de años y miles de millones de bolívares formar -daño que tomará generaciones para repararse- y que ahora se convierten en un inesperado y bienvenido subsidio a las economías desarrolladas que los reciben.


Asimismo, no ha sido la falta de planificación centralizada de la economía la que ha impulsado ese desgaste, sino la aplicación de la más disparatada e irracional política económica gubernamental de que tengamos memoria, siguiendo el manual de los desastres socialistas universalmente conocidos, lo que ha llevado al país a depender cada día más de un único producto de exportación, el petróleo, mientras nos hacemos cada día más dependientes de los mercados mundiales para abastecer de alimentos al país. La obtusa perseverancia en un camino que ha sido andado y desandado por sus desastrosos resultados en donde quiera que fue ensayado, en una carrera sin sentido de estatizaciones dirigida a establecer un perverso capitalismo de Estado, planificado y ejecutado centralmente desde la capital de la república, es otra de las causas de ese desgaste.


Llama la atención que tampoco parecen formar parte de las razones de la caída la condenable situación de los presos políticos, la constante y amplia violación de los derechos humanos, las recurrentes amenazas a la libertad de expresión, la aplicación de un deliberado apartheid político, la creciente hegemonía mediática gubernamental, el agobio propagandístico que ofende la inteligencia ciudadana para hacer creer que todo está bien, la pretensión de convertir al país en un cuartel, el ridículo mundial al que nos expone la disparatada política internacional del régimen, los peligrosos nexos de amistad con gobiernos forajidos y organizaciones terroristas y delictivas, la aniquilación de los derechos laborales y el desacato a organismos judiciales internacionales, para contar sólo algunas de las otras causas de ese desgaste, aparentemente ocultas o sin importancia como para formar parte de esa reflexión.


No debería ser tan difícil comprender que si bien la gente votó en parte contra el despilfarro, el burocratismo, el nepotismo, la corrupción, etc., no lo hizo exclusivamente por eso; lo hizo primordialmente porque anhela vivir en seguridad, en democracia, en libertad, en progreso y en pleno goce de sus derechos económicos, sociales y políticos, y porque muy a su pesar deben sobrevivir día a día en un clima de permanente inflación empobrecedora, producto de las equivocadas políticas económicas gubernamentales, sin que avizore un futuro promisorio. También lo hizo porque ha cobrado conciencia de que sólo mediante el consenso y el entendimiento entre todos se puede progresar civilizadamente, de que la artificiosa división que se pretende imponer no lleva a ninguna parte y de que ningún proyecto es sostenible sobre esa base. Cuando comencemos a entender esas simples pero esenciales razones podremos comenzar a tener frutos de una modesta y muy necesaria reflexión.



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PONENCIA DE DEMETRIO BOERSNER


VENEZUELA EN EL CONTEXTO DE LAS RELACIONES

INTERNACIONALES ACTUALES

Doctor Amalio Belmonte, Secretario de la Universidad Central de Venezuela,

Doctora Sary Levy Carciente, Decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales,

Doctor Félix Gerardo Arellano, Director de la Escuela de Estudios Internacionales,

Licenciado Juan Francisco Contreras, Presidente del Colegio de Internacionalistas de Venezuela, y colegas internacionalistas todos,

Honorables representantes del Cuerpo Diplomático acreditado en Venezuela,

Amigos profesores y alumnos de Estudios Internacionales,

Señoras y Señores, amigas y amigos:

Agradezco sinceramente el honor que se me hace al pedirme que presente la ponencia central en esta celebración de los 62 años de nuestra Escuela. La Facultad de Ciencias Económicas y Sociales y la Escuela de Estudios Internacionales han sido el centro principal de mi vida profesional desde la caída de la dictadura en enero del 58, cuando ingresé a la docencia universitaria de la mano de los profesores Ernesto Pelzer, Luis Hernández Alarcón, Arístides Silva Otero y Luis Cabana, y me inicié como profesor de Historia de las Relaciones Internacionales y asignaturas afines. Me tocó ejercer el cargo de director de la Escuela durante la difícil coyuntura de la reforma universitaria de 1968 a 1970, y siempre he vivido intensamente tanto las tristezas como las alegrías de la Escuela, de la Facultad y de esta gran “Casa que vence las sombras”. Aún en las etapas de mi vida en que yo desempeñaba otras funciones –diplomáticas, políticas o periodísticas- nunca dejé de considerar a la Universidad como mi hábitat más auténtico. Luego de cada ausencia, volvía con alegría a este hogar. Ustedes siguen teniéndome a la orden mientras mis energías me lo permitan.

Señores, colegas, amigos:

Como se me ha solicitado, trataré de resumir ante ustedes mi percepción de la naturaleza y dinámica del actual orden internacional y del papel que desempeña Venezuela dentro del mismo.

La época bipolar

El colapso del poder colectivista burocrático y la disolución del bloque soviético entre 1989 y 1991 marcaron el fin de un orden internacional bipolar que se había mantenido durante más de cuatro décadas. Fue una bipolaridad inicialmente rígida, pero que comenzó a diluirse lentamente a partir de 1960, en la medida en que se formaban y agudizaban fisuras internas en el seno de ambos bloques, y que al margen de la contradicción Este-Oeste se perfilaba una creciente contradicción Norte-Sur, entre el mundo industrializado y el de los países en desarrollo.

Durante la era bipolar, Venezuela tuvo una postura internacional variable entre el occidentalismo y el autonomismo tercermundista. La etapa de la bipolaridad rígida o guerra fría intensa se reflejó en Venezuela a través de la dictadura militar derechista de los años 1948-1958, con su diplomacia generalmente colaboradora de la estrategia anticomunista del Occidente. De 1958 en adelante, los gobiernos democráticos desarrollaron una política exterior más independiente, pero tuvieron conciencia de que, mientras durara el antagonismo Este-Oeste, nuestra proximidad geográfica a Estados Unidos nos obligaba a mantener nuestras iniciativas nacionalistas y autonomistas dentro de los límites de tolerancia de esa potencia.

Estos límites de tolerancia se fueron ampliando en la medida en que la bipolaridad se diluía y la distensión ganaba terreno en escala mundial. Por ello, la política petrolera nacionalista lanzada en los años sesenta –elevación de impuestos, precios de referencia, regulación estatal y creación de la OPEP- pudo ser radicalizada en los setenta, culminando en la nacionalización de las industrias del petróleo y del hierro, a la vez que Venezuela asumía un papel destacado en el movimiento de los países en desarrollo y el reclamo de un nuevo orden económico internacional. A cambio de ello, se evitaban actitudes hostiles o provocadoras, en conformidad con la consigna “firmeza sin desplantes”.

Sin embargo, las turbulencias económicas mundiales surgidas a partir de 1973, y la reacción conservadora y neoliberal de las potencias anglosajonas en 1979-1980, con la resultante deuda externa tercermundista “impagable”, hundieron a la América Latina, incluida Venezuela, en el desastre de la llamada “década perdida” de los ochenta: decrecimiento económico, aumento de la pobreza y las tensiones sociales, desprestigio de élites, y recaída en subordinación neocolonial a los dictados financieros del Primer Mundo. En esas circunstancias, durante los años ochenta Venezuela tuvo que moderar el alcance de su política exterior y adoptar una “diplomacia de tiempos de crisis”.

La década unipolar (1991-2000)

En la década final del siglo, el orden internacional pudo ser caracterizado como “unipolar flexible”. El colapso soviético significó la victoria de la comunidad de naciones desarrolladas norteñas (antes “occidentales”), y la hegemonía universal de un directorio constituido por dichas naciones, con los Estados Unidos a su cabeza. El llamado “Consenso de Washington” impuso al mundo entero el paradigma de la globalización neoliberal con democracia representativa y énfasis en los derechos humanos. Estados Unidos y la OTAN actuaron como policía mundial e impusieron, incluso por la fuerza de las armas, el acatamiento de ese consenso, a la vez que fortalecieron su control de las áreas geoestratégicas más importantes.

América Latina mayoritariamente aceptó los lineamientos generales de ese nuevo ordenamiento internacional. Una excepción notable fue Brasil donde, junto con el restablecimiento de la democracia en los años ochenta, había resurgido un afán de autonomía nacional y de defensa de los intereses del Sur frente a los del Norte. Aunque Venezuela adoptó algunos aspectos de la predominante tendencia globalizadora neoliberal, se alió con Brasil en intentos de mantener, pese a todo, una razonada y positiva defensa de la identidad latinoamericana.

Resumen de 40 años de política exterior democrática

En términos generales, la política exterior de Venezuela democrática, de 1958 a 1998, tuvo tres grandes objetivos que pueden ser resumidos en las palabras: Territorio, Democracia y Autonomía. A lo largo de los cuarenta años de democracia representativa, nuestra política exterior defendió en todo momento esos tres principios fundamentales sin olvidarse de ninguno de ellos, pero bajo circunstancias cambiantes, varió su orden de prioridad. El objetivo de la seguridad e integridad de nuestro territorio y sus fronteras fue salvaguardado con igual dedicación por todas las presidencias democráticas, con atención especial al Golfo de Venezuela, el Mar Caribe y la Guayana Esequiba. El principio de la defensa y consolidación de la democracia a lo largo y ancho del continente ocupó el primer puesto en nuestras preocupaciones exteriores durante los primeros diez años del régimen democrático, cuando éste todavía era frágil y estaba expuesto a amenazas y ataques armados tanto desde la extrema derecha militarista y fascista como desde una extrema izquierda dogmática y violenta. En la segunda década, ya consolidado el orden democrático interno, nuestro país colocó en el primer plano la lucha por el logro de una mayor autonomía o independencia nacional, en alianza e integración con los hermanos países de la América morena y las huestes del Tercer Mundo asiático y africano. En la tercera y cuarta década de la era democrática representativa, las duras circunstancias socioeconómicas internacionales, que ya mencioné, nos obligaron a un mayor pragmatismo, y las prioridades de la política exterior variaron en lapsos más breves y difíciles de desentrañar.

Siglo XXI: Tendencias pluripolares y re-ideologización

El final del milenio trajo consigo el cuestionamiento de la globalización liberal y del predominio unilateral de Estados Unidos. Aunque la globalización y liberalización económica de los años noventa había estimulado el crecimiento macroeconómico mundial, en muchos casos agravó la asimetría entre clases o regiones ricas y pobres. Ello trajo por consecuencia tensiones y estallidos sociales, de los cuales el llamado “caracazo” de 1989 fue un ejemplo típico.

En ese trasfondo de subyacentes tensiones, se generó el auge del terrorismo islamista y su ataque del 11 de septiembre de 2001 contra los baluartes del poder financiero y militar de la primera potencia. Este acto de violencia extrema cambió de la noche a la mañana el clima político mundial, y marcó el inicio del resquebrajamiento gradual del sistema unipolar. En su lugar comenzó a plantearse la posible transición a una estructura pluripolar, a la vez que se hizo evidente el retorno del factor ideológico-religioso a la política internacional. El gobierno norteamericano, pese a que había quedado demostrada su vulnerabilidad, adoptó una actitud unilateral extrema cuando, después de intervenir en Afganistán con el apoyo de todos sus aliados y amigos, decidió invadir Irak, sin autorización de las Naciones Unidas. Se quedó casi sola en esta empresa y la alianza occidental sufrió un rudo deterioro.

Un segundo gran golpe a la globalización y la unipolaridad lo constituyó la recesión económica mundial que comenzó en 2008 y aún no ha terminado. La crisis económica tiende a ahondar las contradicciones entre diversos intereses regionales y nacionales.

Simultáneamente con los dos factores de cambio señalados, se produjo un fortalecimiento económico y político de potencias emergentes que, aunque reconocen la enorme importancia que Estados Unidos sigue teniendo, se niegan a rendirle pleitesía como poder imperial supremo. .Estas nuevas potencias emergentes son China, India y Brasil, vastos en territorio y población, capaces de crecimiento rápido basado en economías mixtas (de mercado con regulación estatal), bajo gobierno autoritario la primera y gobiernos democráticos las otras dos. A ellas se les agrega Rusia que, luego de una dolorosa transición del colectivismo burocrático al capitalismo y una etapa de aislamiento estratégico, reconquistó su condición de potencia notable, por su control sobre recursos energéticos vitales y la recuperación de su plena gobernabilidad interna. En cambo, la Unión Europea, de la cual se esperaba que sería otro importante factor en un naciente orden pluripolar, todavía tiene dificultades en hablar con una sola voz. Japón, aunque conserva gran poderío económico, adopta un bajo perfil en los debates políticos y estratégicos.

Todos los centros de poder mencionados tienen un rasgo común: sus políticas exteriores son pragmáticas y casi vacías de contenido ideológico. Sólo Estados Unidos utiliza un limitado lenguaje ideológico cuando invoca los valores democráticos para justificar algunas de sus iniciativas. El ascendente sistema pluripolar probablemente se basará en un equilibrio de interdependencias y en políticas pragmáticas por parte de las potencias principales, ligadas por la irreversible globalización del conocimiento, la ciencia, la tecnología, el hábitat humano y los flujos comerciales y financieros.

Sin embargo, no se debe subestimar la intensidad de nuevos conflictos ideológicos y religiosos debidos en última instancia a la concentración de la riqueza y del poder en pocas manos, y la existencia de grandes masas excluidas y depauperadas, tanto en escala mundial como en el interior de naciones socialmente atrasadas. La asimetría entre el Norte y el Sur (centros desarrollados y periferias en desarrollo) no está disminuyendo y, como lo señaló Gunnar Myrdal hace más de medio siglo, la pobreza y la servidumbre engendran círculos viciosos de atraso y conflicto crecientes. El islamismo terrorista, a pesar de su carácter reaccionario y fascistoide, con su afán de hacernos retroceder a un pasado de hace 1400 años, es producto (bien que aberrante y rechazado por la mayoría de los musulmanes) de la frustración de una vasta comunidad que, por opresiones externas e internas, aún no ha logrado entrar a la vía del desarrollo autosostenido. Para vencer al terrorismo y superar la brecha de rencores y temores entre el Occidente y el Islam, se necesitaría no sólo un diálogo entre culturas, sino también un colosal programa de cooperación técnica y financiera para enrumbar hacia el desarrollo integral a centenares de millones de musulmanes de Asia y África. Aún más allá de esto, queda planteado el gigantesco reto de reducir el desnivel estructural entre centros desarrollados y periferias en desarrollo, mediante una reanudación efectiva del diálogo Norte- Sur a fin de crear términos de intercambio más equitativos entre los dos mundos, tal como lo proponía con insistencia la diplomacia venezolana de los años setenta.

Venezuela: Ideologización de la diplomacia

A partir del inicio de la actual presidencia de la República, en enero de 1999, Venezuela ha modificado substancialmente el contenido y sobre todo el estilo de su política exterior. El concepto clave de democracia, que antes se invocaba como principio fundamental, fue sustituido por el concepto revolución. El principio de la autonomía fue reinterpretado como cruzada antiimperialista. La seguridad y defensa del territorio quedó transformada en un afán de expansión de la influencia venezolana sobre otros países de la región latinoamericana y caribeña, en nombre del llamado bolivarianismo. Las consideraciones de interés económico, que en las décadas pasadas jugaban un papel destacado en la toma de decisiones de política exterior, han sido reemplazadas por consideraciones ante todo ideológicas, por lo cual el “arma petrolera” se utiliza en gran medida para lograr objetivos políticos más bien que comerciales y financieros. Desde 1999, Venezuela no comparte el pragmatismo de los países más importantes, sino se alinea en el frente de las fuerzas que cuestionan radicalmente el orden internacional establecido y vocean ese cuestionamiento en términos de conflicto ideológico. El anterior énfasis predominante en el ámbito geopolítico del Atlántico Norte fue reemplazado por un enfoque geoestratégico global. Las nociones de continuidad del interés nacional, política exterior de Estado y profesionalización del Servicio Exterior han pasado a un segundo plano con respecto a la exigencia de lealtad ideológica. La figura del Jefe de Estado y sus decisiones personales ocupan un puesto incomparablemente más destacado que en tiempos de la llamada “cuarta República”.

El voluntarismo político que muchas veces desconoce realidades económicas nacionales e internacionales tiende a alinear a Venezuela internacionalmente con socios de dudosa utilidad y respetabilidad y a involucrarla en conflictos que no la conciernen directamente y que, incluso, le pueden ocasionar fisuras internas. La tendencia del gobierno actual de ver el mundo maniqueamente en blanco y negro sin matices intermedios, lo conduce a realizar gestos desafiantes que nos aislan y nos hacen perder credibilidad a nivel regional, hemisférico y mundial.

Sería una mezquindad desconocer que, junto con estas equivocaciones de fondo, también ha habido aciertos; sólo que éstos pueden desvirtuarse por el alto contenido ideológico que se les quiere dar. El apoyo a la integración latinoamericana es positivo, pero su ideologización (empeño en dividir a los gobernantes hermanos entre “bolivarianios” y “antibolivarianos”) tiende a dividir más que a unir. Es laudable el empeño de trascender los límites geográficos tradicionales y multiplicar los contactos e intercambios de Venezuela con países de todos los continentes, incluidas Asia, África y Oceanía, pero no deberían acompañarse esos contactos de pronunciamientos políticos radicales que colidan con la realidad de un mundo mayoritariamente pragmático y reformista en vez de dogmático y revolucionario. Merece toda nuestra aprobación el afán de reducir nuestra excesiva dependencia del mercado estadounidense y diversificar geográficamente los intercambios económicos, técnicos, culturales y políticos del país, hacia Latinoamérica, Europa, China y el conjunto afroasiático, pero ahí también –como nos lo dicen los chinos insistentemente- habría que adoptar el lenguaje del cambio paulatino y negociado, en lugar del lenguaje del conflicto entre sistemas.

Señoras y señores:

Una posible política exterior futura

He esbozado ante ustedes la visión de un mundo mayoritariamente pragmático y minoritariamente ideológico, en evolución desde un orden unipolar hacia otro, pluripolar, al cual Venezuela no ha logrado insertarse exitosamente. En primer lugar, porque, debido al debilitamiento de su producción industrial y agropecuaria interna, no comparte el crecimiento económico, lento pero inconfundible, que todo el resto de los países ha reasumido luego de la crisis de los pasados dos años. En segundo término, por el hecho señalado de que incluso sus iniciativas constructivas de política exterior van acompañadas de un inconveniente discurso agresivo, que nos ha hecho perder amigos tradicionales sin ganar amigos nuevos de comparable solidez y confiabilidad.

Confío en que, en una Venezuela futura de mayor pluralismo de ideas y más amplias consultas, nuestra política exterior restablecerá algunos principios tradicionales que han sido abandonados, pero también acogerá una parte de las iniciativas tomadas en los años más recientes, mejorando su implementación y liberándolas de deformaciones dogmáticas. Es necesario el restablecimiento de relaciones de confianza con las potencias desarrolladas del Atlántico Norte, junto con la creación de condiciones favorables para la inversión extranjera privada, sin abandonar en nada la defensa práctica del interés nacional, en solidaridad con los hermanos países de Latinoamérica y el Caribe. Dicha solidaridad debe plasmarse en el continuado apoyo a la integración económica y concertación política de la región, sin posturas exageradas de liderazgo subregional y sin intentos de infiltración y dominación ideológica en el seno de otras naciones. Sin dogmatismo, deberíamos pregonar una política latinoamericana de desarrollo integrado y cada vez más autosostenido, aunque abierto al mundo exterior, e insistir en que el crecimiento económico debe ir acompañado de un simultáneo avance hacia una mayor democracia social y equidad distributiva.

Debería mantenerse la diplomacia amplia, de relaciones con todas partes del mundo, con la intención de ganar amistades, diversificar nuestras interdependencias e incrementar nuestra libertad de acción. Sin embargo, debe abandonarse la práctica de inventar proyectos conjuntos o “alianzas estratégicas” de intención puramente propagandística, y no basadas en verdaderas necesidades y conveniencias.

Las prédicas “revolucionarias” internacionales deben ser sustituidas por el retorno a una consecuente política de apoyo a la democracia y la vigencia de los derechos humanos en el mundo entero, así como de firme respaldo a los esfuerzos multilaterales en pro de la paz, la solución pacífica de las controversias, y el desarme, incluida la estricta no proliferación de las armas nucleares. Estas posturas conllevarán, evidentemente, una actitud bilateral más crítica hacia ciertos países ligados en estrecha amistad al gobierno venezolano actual.

Por último, la futura diplomacia venezolana debería protagonizar esfuerzos prácticos y constructivos de los países en desarrollo para avanzar hacia un nuevo diálogo global sobre las relaciones económicas entre el Norte y el Sur


UCV / FACES / EEI

Amigas y amigos:

He tratado de demostrar, a través de esta ponencia, que el mundo y Venezuela tienen gran necesidad de internacionalistas profesionales con preparación académica de alto nivel, y con la mística necesaria para asumir la defensa de los intereses a largo plazo de su propio pueblo y de la humanidad toda. Los gobiernos y las ideologías oficiales pasan; las naciones y la comunidad internacional permanecen. Esforcémonos todos para que nuestra acción de internacionalistas deje efectos positivos no sólo para el presente, sino también para el porvenir.

Muchas gracias por su amable atención.


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Coincidencias macabras


PAULA VÁSQUEZ

Talcual

Hay coincidencias macabras. El mismo fin de semana en que Rigoberto Lanz declaraba a la prensa que a él le parecía muy bien que el gobierno decidiera lo que era pertinente o no investigar en el país, salió un reportaje sobre los estragos que está haciendo la tuberculosis en la población venezolana más vulnerable. El concepto de "ciencia pertinente" es un reciclaje de un viejo paradigma que generaliza y diaboliza toda la producción científica sin distinciones ni matices.
Cierto es que la investigación biomédica responde muchas veces a lo pautado por la industria farmacéutica. Cierto es que hay enfermedades huérfanas que nadie estudia porque no le interesa a ningún laboratorio. Pero cierto también es que con políticas acertadas de patentes y de difusión del conocimiento biomédico se previenen enfermedades y muertes. Suena a perogrullada pero por lo visto Rigoberto Lanz no conoce la trágica situación de la investigación venezolana en microbiología y en biomedicina, por ejemplo. Que los pocos científicos que trabajan sobre la tuberculosis cada vez son menos financiados.
Sería importante decirle a Lanz que en este tipo de áreas los científicos nunca han sido muchos en Venezuela. Y que una gran parte de los mejores expertos del IVIC en la materia se han tenido que ir del país porque sus jefes rojo-rojitos siguen pautas obtusas que impiden colaboraciones y convenios de cooperación internacional. El resultado de ello es que Venezuela se ha quedado sin expertos en la materia porque detrás del conocimiento hay gente que tiene familias y carreras a las cuales no van a sacrificar por una política castradora que les impida avanzar en sus proyectos profesionales.
Científicos que terminarán yéndose al exterior a trabajar en laboratorios y centros de investigación donde sean respetados como profesionales y como personas. Así que aun si declaran que, y sólo por poner un ejemplo, investigar en tuberculosis es "ciencia pertinente", de todas maneras se quedarán sin científicos que la hagan. Y ese es el caso de muchísimas áreas que además son "totalmente pertinentes".
Rigoberto Lanz, con su discurso trillado anticiencia lo que revela es una gran impostura porque siempre se benefició a sus anchas de los fondos de ciencia y tecnología. Él mismo es el mejor ejemplo de lo que llama "las viejas estructuras de la actividad científica en el país". De aquellos "investigadores" que iban a congresos para recoger el certificado de asistencia después de haber disfrutado de los viáticos (antes de Cadivi, por supuesto) y raramente publicaban sus ponencias. Lo que le queda pues es fingir que es un gran "intelectual" cuando en realidad está justificando una política de y para mediocres. Al descalificar a todas las publicaciones científicas justifica que los científicos venezolanos cada vez tengan menos acceso a ellas, cada vez publiquen menos y que no se les incentive a hacerlo.


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domingo, 28 de noviembre de 2010

El alejamiento de Colombia y EEUU
Andrés Oppenheimer
El Nuevo Herald


Puede que el presidente colombiano Juan Manuel Santos haya estado bromeando cuando dijo recientemente que el presidente venezolano Hugo Chávez es “mi nuevo mejor amigo”, pero pocos en Washington festejaron el chiste.

En la capital estadounidense –especialmente en el Congreso– existe la preocupación de que Santos se está acercando cada vez más a Venezuela, y alejándose cada vez más de Estados Unidos. Desde que Santos asumió la presidencia en agosto, Colombia ha dado varias señales de estar dejando atrás la estrechísima alianza del ex presidente Alvaro Uribe con Estados Unidos.

Entre los síntomas de la nueva realidad:

• El primer viaje oficial de Santos como presidente fue a Brasil, y no a Estados Unidos. Desde entonces, Santos ha visitado varios países latinoamericanos, pero todavía no ha pisado Washington D.C.

Santos se ha reunido varias veces con Chávez, y ambos han prometido mejorar rápidamente los vínculos entre Colombia y Venezuela. Las relaciones entre ambos países eran abiertamente hostiles durante la presidencia de Uribe, en parte porque el ex presidente colombiano había condenado repetidamente el apoyo clandestino de Venezuela a la guerrilla colombiana de las FARC.


• El gobierno de Santos no tiene planes inmediatos de someter al Congreso colombiano una nueva ley que autorice la presencia de tropas estadounidenses en bases militares colombianas, según funcionarios colombianos. El acuerdo militar colombiano-estadounidense del 2009 que permitía esa presencia fue recientemente invalidado por un tribunal de Colombia.• Satisfaciendo los deseos de Chávez, Santos anunció recientemente que extraditará a Venezuela –y no a Estados Unidos– al capo del narcotráfico venezolano Walid Makled. Tanto Venezuela como Estados Unidos han pedido la extradición de Makled, quien ha declarado que altos funcionarios del gobierno venezolano protegían sus operaciones de narcotráfico. Chávez quiere a Makled en Venezuela para mantenerlo callado, o presionarlo para que cambie su testimonio.

• En los próximos meses, Santos espera concretar acuerdos de libre comercio con Canadá y la Unión Europea. El acuerdo de libre comercio del 2004 entre Colombia y Estados Unidos aún no ha sido ratificado por el Congreso estadounidense.

Carl Meacham, un alto asesor del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, me señaló que la falta de ratificación del tratado por parte de Estados Unidos “ha llevado a Colombia a buscar otras opciones. Definitivamente, el país se está alejando de Estados Unidos”.

El diputado Connie Mack, un republicano conservador que se convertirá próximamente en presidente del subcomité del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes, me admitió que “hay muchas preocupaciones” sobre Colombia en el Congreso. Sin embargo, agregó, no estoy en condiciones de decir que el país se está alejando de Estados Unidos”.

Curioso por saber cuáles son los planes de Santos en política exterior, hablé con varios colombianos que están muy próximos al nuevo presidente. La mayoría de ellos dijeron que hay un cambio en Colombia, motivado principalmente por la falta de ratificación del acuerdo comercial por parte de Washington, pese a los numerosos gestos de buena voluntad de Colombia.

En los últimos años, Colombia ha aceptado la presencia de tropas estadounidenses en sus bases militares, ha enviado agentes policiales y funcionarios antidroga colombianos a Afganistán para prestar apoyo a las tropas estadounidenses, y ha votado junto con Estados Unidos en casi todos los temas en las Naciones Unidas. Y sin embargo, no ha habido una respuesta positiva de Washington sobre el acuerdo de libre comercio, me dijeron.


Enrique Santos Calderón
, el hasta hace poco director y columnista del influyente periódico colombiano El Tiempo, y hermano del presidente de Colombia, me dijo esta semana que “Los colombianos están un poco decepcionados con Estados Unidos”. Agregó que “existe la sensación de que debemos poner un poco más de distancia, y dejar de hacer favores unilaterales que no tienen reciprocidad”.Los estrechos vínculos del presidente Barack Obama con los sindicatos estadounidenses que se oponen al libre comercio le han impedido a la Casa Blanca invertir un mayor capital político en lograr la ratificación del tratado en el Congreso, agregaron.

Mi opinión:

El nuevo presidente colombiano se está acercando a Chávez primordialmente por motivos económicos. Venezuela es uno de los mayores mercados para las exportaciones colombianas, y las tensiones entre los dos países en los últimos años habían perjudicado seriamente a los exportadores colombianos.

Además, Santos también está usando su luna de miel con Chávez como estrategia de negociación para lograr que Washington se ponga las pilas para ratificar el acuerdo de libre comercio. Como la política de Uribe no logró resultados, Santos está probando otra.

Conozco a Santos desde hace muchos años, y nunca me olvido de que uno de sus hobbies favoritos es jugar al póker. Como buen jugador de póker, está manteniendo a todo el mundo en la incertidumbre, incluyendo a sus amigos estadounidenses. Ante la inacción de Washington, es difícil culparlo.



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CHAVEZ QUIERE VENDER CITGO

AP

Hugo Chávez buscará una nueva reelección en dos años y ya está haciendo campaña: Está prometiendo viviendas públicas, ordenando la renovación del vetusto metro de Caracas y prometiendo más dinero para la educación, la salud y otros programas sociales, pero necesita dinero.

Sus ambiciosos planes están exprimiendo los cofres de la nación en una época en la que la producción de petróleo declina y Chávez ofrece generosas cantidades del combustible a sus aliados a crédito. Necesitado de efectivo, ha planteado la posibilidad de vender Citgo Petroleum Corp., la empresa petrolera venezolana con sede en Estados Unidos.

Citgo es un “mal negocio”, afirmó Chávez en un reciente discurso televisado. “Si la vendiéramos y colocásemos ese dinero en bancos, con los interesas habría dividendos”, agregó.

El interés del presidente venezolano en vender Citgo obedece a realidades prácticas y políticas, tanto en casa como afuera.

La venta de Citgo y de sus refinerías en Estados Unidos le daría a Chávez miles de millones de dólares para invertir en el país en plena campaña electoral y para mejorar los deficientes servicios públicos y construir viviendas para compensar un fuerte déficit en ese sector.

La venta le permitiría al mismo tiempo reducir la influencia de Estados Unidos al tiempo que refuerza sus lazos con Rusia, China e Irán.

Chávez dice que calcula que la empresa basada en Houston cuesta al menos 10.000 millones de dólares, aunque analistas consideran que generaría mucho menos, tal vez la mitad de esa suma, y que no será fácil encontrar un comprador en el actual clima económico mundial.

“No creo que haya demasiado interés en estos momentos”, opinó Lou Pugliaresi, presidente de la Energy Policy Research Foundation, un grupo de estudios de Washington. “Pero Chávez podría encontrar un comprador si ofrece un buen precio”.

El petróleo es la principal industria de Venezuela y representa un porcentaje importante de los ingresos del gobierno. Durante dos décadas, Citgo ha sido un vehículo para suministrar petróleo a Estados Unidos, el principal cliente de Venezuela.

La compañía tiene tres grandes refinerías en Corpus Christi, Texas; Lake Charles, Luisiana, y Lemont, Illinois, y vende combustible a través de una red de miles de gasolineras en la parte oriental de Estados Unidos.

Citgo es una subsidiaria de la empresa estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA) y ha sido usada por Chávez para entregar petróleo para calefacción gratis a familias estadounidenses pobres, en un programa cuyo fin es cuestionar la forma en que Washington satisface las necesidades de los humildes.


Las refinerías de Citgo están equipadas para procesar distintas variedades de petróleo pesado, con sulfuro, y es previsible que su valor aumentará
cuando empiecen a llegar grandes cantidades de petróleo pesado de Canadá, según Pugliaresi.Hay quienes dicen que si vende Citgo, Chávez perdería una empresa valiosa a largo plazo.

Por ahora, no obstante, es poco el petróleo que llega.

Las exportaciones de petróleo de Venezuela a Estados Unidos han ido mermando, al tiempo que Chávez ha buscado diversificar su clientela y sellado muchos acuerdos preferenciales con aliados como China, Bielorrusia, Cuba y varias naciones caribeñas. Algunos de los compradores reciben créditos con bajos intereses, lo que disminuye los ingresos del gobierno venezolano.

Gustavo Coronel, ex miembro de la junta directiva de PDVSA que ahora trabaja como consultor en Virginia, Estados Unidos, opina que vender Citgo no tiene sentido.

“A cualquier observador racional le cuesta entender que (Chávez) esté dispuesto a reducir la cantidad de clientes estadounidenses, que pagan en efectivo, para abastecer a países que consideran el petróleo venezolano casi un derecho o un obsequio político”, declaró Coronel. “Sin embargo, Chávez ya no se deja llevar por la economía sino por la ideología”.

Otra posible razón para que Chávez se desprenda de Citgo sería evitar exponerse ante la ola de expropiaciones de empresas estadounidenses en Venezuela.

El gobierno le ha expropiado bienes a cerca de una decena de firmas estadounidenses. Pocas fueron compensadas, aunque el gobierno promete hacerlo.

Algunos analistas consideran que la venta de Citgo no resultará sencilla a la luz de las complicaciones políticas que podrían enfrentar los compradores como consecuencia de las tensiones entre Chávez y Washington.

Disputas pendientes también podrían entorpecer una venta. La empresa estadounidense Exxon Mobil Corp. ha solicitado un arbitraje internacional tras negarse a aceptar los términos de una nacionalización de 2007 de un proyecto en el que había invertido fuertemente.

Citgo, por otra parte, emitió este año bonos por valor de 3.500 millones de dólares al bajar sus ganancias.

“El problema es que las refinerías figuran como colateral en estos préstamos. No veo qué puede hacer Chávez para superar eso”, dijo Pugliaresi.

Se conjetura que la venta es posible si Chávez ofrece un buen precio y se compromete a seguir vendiendo petróleo a las refinerías de Estados Unidos.

“Tiene potencial de ser un buen negocio si fuera bien administrado”, expresó Guaicaipuro Lameda, ex presidente de PDVSA que dejó el cargo en 2002 por diferencias con Chávez. “Pero no está siendo bien administrado y eso es lo que está causando los problemas”.


Venezuela compró Citgo como parte de una política de expansión hacia Estados Unidos y Europa, pero ahora Chávez le ordenó al ministro de hidrocarburos Rafael Ramírez que estudie la posibilidad de vender los bienes en esas regiones.Citgo registró pérdidas de unos 201 millones de dólares el año pasado tras reportar ganancias de 801 millones de dólares en 2008. En el primer trimestre de este año perdió 128 millones de dólares.

Ramírez dijo que esa política de “internacionalización” perjudicaba los intereses de Venezuela, que “había asumido el triste papel de factoría petrolera que supliera los requerimientos de Estados Unidos”.

“Vamos a revisar poco a poco todos nuestros activos y desmontar la internacionalización, como esa política concebida de que nuestro rol era suministrar de manera barata todo el petróleo que necesitara la economía más industrializada”, afirmó.

Por CHRISTOPHER TOOTHAKER
AP


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