domingo, 31 de agosto de 2014

La libreta cubana y la olla china



      Ibsen Martinez

Rebuscando en la trastienda de mi disco duro, hallé un rimero de notas sobre el tipo de “inventiva”económica que perversamentre asiste a los tiranos totalitarios. Así, hoy presentamos, con el concurso  de la señora Bond: “Fidel  y la olla china.”
Basta enterarse uno, leyendo “Chávez sin uniforme”, de Cristina Marcano y Alberto Barrera Tyszka (Editorial Debate, Caracas, 2005), de que la indeleble mentoría intelectual del Chávez adolescente fue la de un dogmático comunista provinciano, como quien dice un ñángara de plaza de pueblo, un insuficiente Peppone barinés, y pensar en la biliografía de cabecera que aquel Peppone transfundió en Chávez para suponer qué clase de socialismo de  mierda tenía  en la chivera de su mente el Gran Charlatán de Sabaneta.
El explicable revuelo que ha traído la captahuella me ha hecho recordar esta semana a Theresa Bond. ¿Quién es Theresa Bond? Nadie lo sabe: es un seudónimo con el que la redaccción de The Wall Steet Journal protege a sus corresponsales en tierras non sanctas. Las notas de Theresa Bond aparecen invariablemente  calzadas con esta frase: : “Theresa Bond es el seudónimo de un analista que se interesa en las sociedades  cerradas”.
Es decir, en sociedades asfixiantemente fallidas y tiránicas como la que Maduro, Jaua y el pequeñajo de Arreaza están decididos a imponer  en Venezuela ( ¡lo están logrando!) con ayuda de los narcogenerales si la MUD y los guarimberos no terminan de ponerse de acuerdo. Pero mejor volvamos a Theresa Bond.
2.-
El 8 de marzo de 2005, ante una multitud que lo ovacionaba, Fidel ( que no vino a apartarse del poder sino hasta 2006) anunció que,de allí en adelante,  la libreta de racionamiento incluiría una arrocera eléctrica de fabricación china.
En su comentario para el WSJ, la Bond pone de bulto el lado surrealista del anuncio: la distribución ¡en Cuba!, a precio subsidiado, de un artefacto doméstico que para funcionar como Dios manda requiere dos cosas inexistentes en la isla: arroz y energía eléctrica.
Theresa no se quedó en el chiste y aportó datos duros: en Cuba, el arroz estaba entonces, y sigue estando, racionado ¡a menos de tres kilos por persona por mes!
En cuanto a la electricidad, una de las cortesías de la revolución para con los cubanos es que los apagones sean socialistamente planificados y duren sólo un promedio de nueve horas.
Para decirlo con palabras de Theresa, distribuir arroceras eléctricas  es “casi como subsisidar la distribución de tenedores para fois gras y copas de champagne entre los indigentes.”
3.-
La fijación administrativa de los precios– característica de todos los sistemas socialistas–, dispuso que la arrocera costase a cada portador de libreta tan sólo 150 pesos. Tal es el precio “subsidiado” por el generoso primer estado socialista de América.
Poco después, el 1º de mayo de 2005, Fidel concedió a sus súbditos–la palabra es de Theresa, no mía–un “aumento de salario”. Pero, con todo y el aumento salarial, los 150 pesos de la olla equivalían, poco más o menos, a las tres cuartas partes de salario mínimo mensual de los cubanos.
Visto así, “el precio de una arrocera china en Cuba puede parecer exorbitante–añadía Theresa– , pero eso es nada comparado con la disponibilidad de las arroceras. Hasta la noche anterior al anuncio, las ollas arroceras estaban disponibles, desde 1993, sólo en las tiendas que aceptan divisas y sólo por el equivalente de diez salarios mínimos mensuales.”
Pero no cesaron aquí las calamidades asociadas a tan magnánimo anuncio por parte del Comandante. Contaba  Theresa que, según el diario “Granma”, los rostros sonrientes de las mujeres cubanas resplandecían de júbilo.Agregaba el órgano oficial que lucían felices, agradecidas, y quizá con algo de prisa por llegar a casa y preparar el primer almuerzo o la primera cena de “arroz con masitas de puerco” en su olla nueva.
Característicamente, Fidel Castro habló ¡durante cinco  horas! ponderando la tecnologìa involucrada en una olla arrocera eléctrica china y pasando revista al modo adecuado de preparar moros y cristianos. Aunque, por todo lo que sabemos, los cubanos probablemente sólo podrían preparar en ella picadillo de soya.
4.-
En un discurso pronunciado días más tarde, Castro la emprendió contra los vetustos refrigeradores Westinghouse y Frigidaire de los años 50 que todavía están operativos en las isla: los acusó de ser “ devoradores de energía eléctrica”, pero sabiamente diagnóstico el motivo de su ineficiencia:la escasez de tiras selladoras de goma originales, imposibles de hallar en la isla por culpa , ¡claro está!, del criminal embargo yanqui.
El Comandante prometió que en dos meses y medio –“¡Fidel., Fidel!”– llegarían–¿de China?– las gomas de repuesto. También recomendó el uso de los bombillos “ahorradores” que pronto llegarían, al parecer, también de China.
Es típico de los hijos de puta comunistas: para ellos, tal como decía el Che Guevara, ese sicópata asesino, “el futuro nos pertenece”.
Lo que es una cagada es el presente.

@ibsenmartinez

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Cristina y Kicillof empujan al país al default


Joaquin Morales Solá

Tal vez la Argentina de Cristina Kirchner haya perdido la oportunidad de hacer algo en serio. El “caso argentino”, como se llama en el exterior a un default innecesario provocado por la sentencia de un juez, despertó tanta curiosidad como preocupación. Una minoría casi insignificante de bonistas rebeldes consiguió que trastabillara casi el 93 por ciento de una deuda reestructurada, que estaba siendo puntualmente pagada. Lo que sucedió en el despacho del juez Thomas Griesa es un peligroso precedente internacional, que podría poner en riesgo otras reestructuraciones de deudas, actuales y futuras. Éste es el antecedente que inquieta en el mundo a importantes sectores políticos y financieros.
Pero el gobierno de Cristina Kirchner se empeña en perder la razón hasta cuando la tiene. Tiene razón cuando dice que el sistema internacional carece de una legislación para ordenar la quiebra de los países. Todas las naciones cuentan con una legislación interna que establece en qué condiciones se reestructurará la deuda de una empresa quebrada. En la Argentina, por ejemplo, una mayoría de dos tercios (66,66 por ciento) a favor de una propuesta de pago obliga al acatamiento del total de los acreedores. Eso sucede en el plano privado y en el interior del país. No hay leyes ni reglas, en cambio, para las deudas que se resuelven en el sistema internacional.
Hay, en efecto, un vacío legal en el mundo. Existe también una palpable desconfianza en el sistema institucional y judicial argentino. Intentando remediar la omisión y la sospecha, los gobiernos locales eligieron ofrecer a los acreedores la jurisdicción de los tribunales de Nueva York. Lo hicieron todos los gobiernos. La última colocación de deuda en el exterior por parte de la estatizada YPF, hace pocos meses, repitió la fórmula de someterse a la justicia neoyorquina. También Néstor Kirchner, en 2005, y Cristina, en 2010, cuando gestionaron los dos canjes de la deuda en default que hubo en la última década, prorrogaron la antigua jurisdicción de Nueva York. Los tribunales norteamericanos deciden de acuerdo con la ley norteamericana, mucho más inclinada que la argentina a comprender las razones de los acreedores por sobre las de los deudores.
El viernes, una organización internacional, la International Capital Market Association, que representa a bancos muy importantes del mundo, anunció que hará recomendaciones sobre las reestructuraciones futuras de deudas soberanas para que no se repita el “caso argentino”. Aconsejará que en las propuestas de pago se incluya una “cláusula de acción colectiva”, que significa, precisamente, la obligatoriedad de todos de aceptar la decisión de una mayoría calificada. Esa mayoría, estimó, podría oscilar entre el 66 y el 75 por ciento de los acreedores. En cualquier caso, la suma de las dos reestructuraciones argentinas hubiera superado esos porcentajes. El propio Fondo Monetario Internacional podría pronunciarse próximamente en un sentido parecido al de aquella asociación de bancos.
Recién despabilados, los ministros Axel Kicillof y Héctor Timerman corrieron poco después a anunciar que irían con una propuesta similar a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Tarde y mal. La primera certeza es que ninguna modificación al sistema internacional de resolución de deudas soberanas comprenderá al caso sobre el que ya decidió el juez Griesa. Esa clase de legislaciones nunca tiene alcance sobre lo que ya se ha hecho. Y lo que se ha hecho no es sólo la sentencia de Griesa y la voracidad de los fondos buitre, sino también la desidia y la inoperancia del gobierno argentino.
La segunda constatación es que la puerta elegida por el gobierno argentino no conduce a ninguna parte. Difícilmente, la Asamblea General de las Naciones Unidas o el propio Consejo de Seguridad de ese organismo (que es de seguridad y no de cuestiones financieras) puedan resolver el conflicto. Tampoco lo hará la OEA ni la Unasur ni el Mercosur ni el G-77 más China. Los únicos dos foros con poder suficiente como para cambiar el orden de las cosas son el G-20 y el FMI. La Argentina tiene sillas propias en los dos lugares, que descuidó inexplicablemente durante los gobiernos de los dos Kirchner. Peor: estuvo a punto de perder la condición de miembro del G-20 cuando le confiscó YPF a Repsol.
El gobierno argentino podría hablar en esos dos recintos con la autoridad que le confiere el hecho de haber sido víctima de un vacío legal en el sistema internacional. Podría argumentar, como lo está haciendo, que poco más del 1 por ciento de sus acreedores colocó en riesgo de cesación de pagos a casi el 93 por ciento de los bonistas que aceptaron las propuestas argentinas. Pero paralelamente debería acordar con Griesa la forma de pago de la sentencia que ya es inmodificable. No necesita pagar todo en efectivo; podría hacer una propuesta para entregar bonos pagaderos en varios años. Sólo el respeto a la ley consolidaría su autoridad moral para promover cambios ostensiblemente necesarios en el sistema financiero mundial. Si hubiera elegido ese camino, quizás habría estampado un nuevo trazo en la historia de las finanzas internacionales.
Pero eligió caminar a contramano. La actitud de la administración cristinista se parece mucho a una provocación constante al juez Griesa. El juez se resiste a ejecutar su sentencia, que es lo que hacen todos los jueces cuando tienen un fallo firme y definitivo. Es probable que sea consciente de que tal ejecución condenará a un país a un default inmerecido. Quizás entrevé que detrás de su sentencia se esconde el desmesurado interés de fondos especulativos. Sea como fuere, lo cierto es que su resolución fue ratificada por una Cámara de Apelación y que la Corte Suprema de Estados Unidos no encontró nada objetable como para tenerlo en cuenta. Así son la letra y el espíritu de la ley norteamericana. Por eso son necesarios el G-20 y el FMI. Cualquier reforma debería pasar por el Congreso norteamericano, que tendría que legislar sobre cómo actuaría la justicia de su país en los casos de las deudas soberanas.
Kicillof no deja pasar ninguna ocasión para insultar al juez, ya sea cuando habla ante los periodistas o cuando lo ofende ante los senadores argentinos. Sus discursos sobre el sistema judicial norteamericano son lo más parecido a las arengas de estudiantes cuando protestan por los comedores universitarios. Ya no tiene edad para eso.
Por presión del ministro de Economía, la Superintendencia de Bancos del Banco Central revocó también la representación local del Bank of New York, que es el banco al que el gobierno argentino le había confiado el pago a sus acreedores. No cerró la cuenta que ese banco norteamericano tiene en el Banco Central. No lo hizo, que se sepa al menos. El presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, había asegurado que no la cerraría. Griesa tomó nota, de todos modos, de que al gobierno argentino no le interesa ni siquiera conservar al agente de pago de sus deudas. ¿Qué es eso sino una incitación para que declare el default?
Todo, no obstante, podría ser peor. En círculos económicos hay una insistente versión de que Kicillof expulsaría de la Argentina al Citibank, que es el banco que consiguió una audiencia en la Cámara de Apelaciones norteamericana para el 18 de septiembre. El banco apeló una decisión de Griesa, que lo autorizó por “única vez” a pagar los bonos bajo legislación argentina que se liquidan en dólares en el exterior. ¿Qué significa esa amenaza? Un apriete. El banco debería desobedecer al juez para quedarse en el país. Ésa es la clase de decisiones que le restan autoridad moral al gobierno de Cristina Kirchner, cuando avanza más allá de la ley y, lo que es peor, de la razón.

Publicado en el diario La Nación (Argentina)

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ESTADOS ALTERADOS


Hector E. Schamis

En la película realizada en 1980, William Hurt protagoniza a un científico que experimenta con drogas alucinógenas. Aislado en una cámara, las sustancias ingeridas le causan una regresión vital y psicológica, pero fundamentalmente genética. Su búsqueda es lo que llama el “alma por nacer”, para poder vivir la experiencia del nacimiento de la especie. En ese proceso desarrolla rasgos de primate, el resultado de una reversión evolutiva. La película es así parte ciencia ficción, otra parte terror y una tercera comedia del absurdo.
Estados Alterados es una buena metáfora del (des)orden internacional actual, también marcado por “estados alterados”, solo que por conflictos que no tienen nada de comedia, a veces parecen de ciencia ficción y son casi siempre de terror. Fallidos, débiles, incompetentes, son estados alterados por sus fronteras cambiantes, al parecer a voluntad. Es además un orden bajo una cierta alucinación, incapaz de generar reglas de juego creíbles y estables—premios y castigos—y en consecuencia en proceso de regresión genética hacia la anarquía completa.
Es más que una curiosidad intelectual comprobar que la post Guerra Fría también resultó ser un retorno a la Europa de la entre guerra y antes, de nacionalismos exacerbados y fronteras móviles. En definitiva, en los noventa comenzó a surgir una Europa con estados nuevos, tendencia que continúa. Es también una ironía perversa que esa “post guerra” haya comenzado justamente con una guerra—en la ex Yugoslavia—la cual resucitó los peores fantasmas de su propia historia: la limpieza étnica por medio del genocidio, de la expulsión y de las violaciones masivas. .
Los antiguos conflictos del mundo eslavo siguen en juego en la invasión de Ucrania. Obama se lamenta que Rusia y Estados Unidos no habían estado tan distantes desde el fin de la Guerra Fría, precisamente. Alcanzaría con una superficial lectura de la historia rusa para entender que ello no puede ser sorpresa, siendo que bajo los zares, el Partido Comunista o el autócrata Putin el mandato de imperio se mantuvo siempre inalterable.
El gobierno ruso hoy clausura McDonald’s y en el invierno quizás cierre el grifo de los gasoductos. Sus soldados se extravían en territorio ucranio—aducen una falla cartográfica—y sus oficiales son condecorados por su heroísmo en guerras de las que supuestamente no eran parte. Putin juega al ajedrez, pero cambia las reglas que gobiernan el desplazamiento de las piezas cada vez que le toca mover a él, y le recuerda al mundo que Rusia posee armas nucleares. Eso sin mencionar a Chernóbil, precisamente en Ucrania. Las fronteras ya están redefinidas, Donetsk será república y luego anexada, mientras OTAN sigue debatiendo la incorporación de Ucrania al tratado. Demasiado poco, demasiado tarde para una decisión que, pendiente desde 1991, hoy sería leída en Moscú como una explícita declaración de guerra. El pretexto perfecto.
El Medio Oriente también es una historia parecida. La primavera árabe no concluyó en democracia. Obliga a reflexionar sobre la desagradable idea que la única forma de mantener un mínimo de orden político es con los déspotas de antes, como Mubarak, Gadafi y Saddam, o con los de ahora, como Al-Sisi. La alternativa es la disolución completa del estado, como en Libia, Irak y Siria. La consecuencia de esa disolución es inevitablemente el surgimiento de cuasi estados como el Califato de Mosul, también una visión regresiva de la historia, hasta la Edad Media y más allá.
Ironía de ironías, Estados Unidos terminará teniendo en Irán a su aliado más confiable para apoyar y fortalecer a Al-Assad, sólido cliente de Teherán y a la vez necesario para contrarrestar a ISIS. No sea cosa que le devuelvan las armas químicas en el camino. Es que el más brutal de los gobiernos termina siendo preferible a la ausencia del mismo. Con un gobierno se puede negociar la política exterior, con una horda es mucho más difícil.
En América Latina no hay disputas por redefinir el mapa, pero sí hay violentos conflictos por el control de ese territorio. La criminalidad de la región es muy sofisticada en términos conceptuales. Entiende perfectamente eso de la globalización y la transnacionalización, por lo cual ignora las restricciones impuestas por categorías arcaicas como la soberanía estatal. Las pasa por alto y eso le otorga enormes ventajas comparativas para entrar en colusión con los gobiernos o bien capturar porciones de los mismos, sobre todo a nivel subnacional. La resultante en una dramática erosión de la legalidad y el orden. Como explicar, sino, que en América Central haya más víctimas por la violencia de las organizaciones criminales de hoy que durante las guerras civiles de los ochenta.
Acercándonos a la desaceleración del boom de las commodities, queda la pregunta del aterrizaje, es decir, la magnitud del ajuste sobre todo en países que consumieron esos recursos y no los invirtieron en instituciones para gobernar y administrar la no-abundancia. Muchos en las nuevas clases medias de esta década son candidatos a volver a la pobreza. Eso también será consecuencia del estado alterado, o sea, débil e incapaz, inexistente como burocracia a pesar de contar con un mapa estable. Las maras esperan el cambio de ciclo económico con ansiedad: les reducirá el costo salarial.
Como fue señalado por el propio José Mujica, difícilmente un halcón de las relaciones internacionales, “se criticó mucho la Guerra Fría y, obviamente, no fueron años dulces; pero fueron mucho más ordenados que el desastre que tenemos hoy en día”. Para concluir: “Por lo menos antes había teléfonos y los tipos se hablaban, había reglas del juego. Lo de hoy es una locura”.
Es el mundo de los estados alterados.
Twitter @hectorschamis

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UNA FUERZA TRANQUILA
   CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ 
1. La nueva mayoría nacional. Elecciones en sistemas políticos cerrados o semicerrados suelen ser retos al destino, porque se juega la existencia de los grupos que preservan la semilla de la democracia. En Venezuela retoña gracias a la conquista de posiciones electorales desde 2006. La ciudadanía en 70% culpa de sus males al gobierno, datos que el populismo puede revertir, y hay que preguntarse por qué eso no es automáticamente intención de voto hacia el retador. Una nueva mayoría nacional en 2015 requiere transformar conceptos, prácticas y lenguajes para convencer, seducir a la mayoría silenciosa que apoya solo las protestas pacíficas. Representar para los decepcionados seguridad, confianza, paz, estabilidad, prosperidad. Un trabajo de relojería que deje los sintagmas de violencia a su dueño: el poder: venganza, agresividad, amenaza, sirenas, gases y sangre en las calles. Los berrinches son el peor enemigo porque aherrojan la noción de cambio con incertidumbre.
2. Un equipo de estadistas. Los líderes del cambio son responsables, firmes, aptos para emprender la recuperación, nunca aventureros. Así la mayoría silenciosa podrá aceptar la propuesta, impulsarla con entusiasmo, devenir protagonista de los acontecimientos y garante de los resultados. Trocar el silencio por el voto. Fuerza tranquila llamó Felipe González la suya para sosegar los franquistas que temblaban porque creían que su triunfo acarrearía persecuciones y atropellos que nunca ocurrieron. No existirá terrorismo judicial en el futuro porque quienes derrotan el autoritarismo no toman venganzas, ya que de hacerlo se les deshace el poder en las manos, como analiza Betancourt a propósito del período 45-48. Por eso su principal preocupación en 1958 fue edificar el Pacto de Punto Fijo para incluir en el gobierno los dos principales responsables civiles de la caída de Rómulo Gallegos. 
3. Una Asamblea Nacional independiente del gobierno sería un mensaje contundente de la nación a los gobernantes sobre la necesidad de cambiar de rumbo en paz. No saben qué hacer o no quieren saberlo o no lo hacen porque no les provoca y el país va al socialismo, pero de republiqueta subsahariana. La nueva mayoría hará que la Asamblea deje de ser un ministerio gigante que agavilla a los disidentes, calla representantes de la soberanía popular e incumple su función de supervisar al gobierno. Su papel será plantear medidas económicas y sociales para salir del Hotel del Abismo, donde según György Lukács vivía Alemania de entreguerras y hoy Venezuela alquiló todas las habitaciones. 
4. Las dictaduras salen con votos porque así lo dicen los hechos. No se sabe quién inventó el mito contrario, pero tuvo que haber sido el G2. Frente a un Estado todopoderoso, armado, multimillonario, solo se puede luchar por los derechos universales. Vaclav Havel en Checoslovaquia y Lech Walesa en Polonia reclamaban rendijas para asomarse poco a poco, construyeron grandes fuerzas y después abrieron ventanas y ventanales. Hay que dejarse de oír malos ruidos y asumir definitivamente que el trabajo es el proceso electoral, la defensa de la Constitución, el reencuentro, y sacudir los mitos que abruman el entendimiento.
5. Triunfar con ese CNE. El cambio obtuvo 49,3% en las presidenciales de 2013 a pesar de todos los abusos imaginables. Ganó Miranda en 2012, y Barinas-ciudad en 2013, pese a que para el gobierno eran plazas simbólicas y se jugó el resto para defenderlas. Triunfó en las parlamentarias de 2010 con 52% y si no obtuvo mayoría de escaños fue porque el abandono de la Asamblea en 2005 le dio a la revolución unanimidad para rehacer a su antojo la Ley Electoral. En 2008 la disidencia triunfó en 8 gobernaciones y la Alcaldía Metropolitana, y en 2007 derrotó a Chávez en el referéndum constitucional. 
6. Gracias al sistema automatizado han podido contarse los votos opositores, sobre todo en el interior del país y en los municipios rurales por diversas razones desatendidos. El voto electrónico favorece a quienes no pueden usar el Estado como maquinaria electoral y la reacción contra él se parece al síndrome de Frankenstein, miedo a la ciencia y tecnología porque se voltean contra el hombre. La falla de la Unidad consiste en no cubrir parte de las mesas electorales por el déficit de voluntarios, y donde no los hay es más fácil trampear. 
7. Las trampas son manuales, no electrónicas. Favor no dispararle al pianista. Dicen que es imposible ganarle a las máquinas porque hay hackers cubanos o rusos en submarinos cerca de la costa, e incluso chinos flaquitos ocultos en las cajas. Los problemas reales son: voto asistido, multicedulación, grupos armados en centros electorales, expulsión de testigos, uso brutal de los recursos del Estado. Lo procedente, en vez de llantos, es desde hoy iniciar políticas para enfrentar esos, los verdaderos problemas.
8. Contra una mayoría sólida no hay manipulación de circuitos que valga, gerrymandering o malportion, para organizar las circunscripciones en función de favorecer a alguien, lo que tiene un límite porque no es posible sonsacar votos infinitamente. Se puede hacer un máximo de trasiegos, pero cuando aparece una votación abrumadora eso no funciona. El reto es ganar Barinas, Apure, Cojedes, Guárico, el interior de Lara, Miranda, Zulia, Carabobo.



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ENTREVISTA A JORGE ROIG, PRESIDENTE DE FEDECÁMARAS

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"Si no logramos acuerdos en el diálogo el país se descuaderna"



ROBERTO GIUSTI |  EL UNIVERSAL
Jorge Roig hace autocrítica y reconoce que "en el pasado los empresarios cometimos muchos errores". Está consciente de que no pocos han medrado y siguen medrando a la sombra de la renta petrolera. Pero de la autocrítica pasa a la crítica y sostiene que estamos viviendo "la tormenta perfecta" con la convergencia de tres factores que hacen de la crisis un verdadero drama: recesión, desabastecimiento e inflación: "Tenemos recesión con una caída de 4 puntos en el primer semestre, una tasa inflacionaria de más del 60% y una escasez, que en el caso de Caracas, llega al 75%". Todas cifras, apunta, que el BCV mantiene en reserva. Así las cosas, insiste en el diálogo como instrumento único capaz de superar una tormenta que ya se manifiesta con profusión de rayos y centellas.
-A fines del año pasado las relaciones entre gobierno y empresarios estaban en su peor momento. Maduro te había acusado de conspirar y no se veía, por ningún lado, la posibilidad de un entendimiento. En febrero y marzo, el gobierno, ante las protestas, hizo un llamado al diálogo, que en el caso del sector económico, se mostró más prometedor. Han pasado seis meses desde entonces y la pregunta es: ¿cómo valoras la situación actual? 
-Es menos tensa que para entonces, cuando fui agredido 16 veces en cadena nacional. Hoy las relaciones son mejores. Luego de 15 años entramos a Miraflores, expresamos lo que pensábamos ("el país no está bien, Presidente") y si ahora nos dieran otra oportunidad, diríamos: "Presidente, el país está peor". Esto no quiere decir que no hayamos avanzado y de hecho hay señales de progreso, algo que mucha gente desconoce porque las buenas noticias pareciera que no lo son.

-¿Quiere decir eso que la comunicación permanece? 
-La situación es confusa porque no nos hemos levantado de la mesa, pero el diálogo no ha fluido. Estamos como esos matrimonios que duermen en camas separadas y se hablan muy poco. Creo que esa situación no es idónea porque vivimos en una misma casa (Venezuela).
-Hablas de algún avance. 
--Se reconocieron precios que tenían tres años rezagados: azúcar, pollo, aceite, arroz. Se implantó un sistema alternativo de divisas, mal implementado (no estamos satisfechos con el Sicad dos), pero ahí está. Se estableció un nuevo régimen de exportaciones. Se flexibilizaron algunos aspectos laborales en cuanto a calificaciones de despido. Pero esos avances son tan poco significativos, ante el tamaño de la crisis, que pueden pasar desapercibidos. Además, no hemos entrado a discutir las materias de fondo, que son las que fundamentalmente nos interesan.
-Ni parece que las van a discutir porque Maduro dijo que "el Psuv no ha sido y nunca será un partido socialdemócrata, ni de centro, ni del medio". ¿No echa por tierra esa ratificación cualquier intento de acuerdo? 
-Racionalizar la economía no está reñido con ninguna ideología y hay que hacerlo cuanto antes. El gobierno insiste en ponerle etiqueta a las decisiones que se debe tomar y debemos quitárselas porque son inevitables, hoy, mañana o pasado mañana. La diferencia está en que si las asumes ahora, serán menos dolorosas. No se puede decir que la economía reinante en países cercanos, como Ecuador o Bolivia, sea de derecha. La racionalidad económica no está en contradicción con la ideología. Esas experiencia los demuestran porque, además, lo están haciendo bien y mucho mejor que Venezuela.
-Pero, ¿no está condicionado el modelo económico por el modelo político?
-Ellos tienen modelos políticos copiados de Venezuela.
-Pero no intervienen en la economía como lo hace el gobierno venezolano. 
-Ahí está la diferencia. Por eso insisto en la racionalidad económica. Giordani fue un aprendiz de brujo a quien se le dieron miles de millones de dólares para hacer un experimento, en un laboratorio llamado Venezuela y fracasó.
-¿Éramos conejillos de Indias de Giordani? 
-Absolutamente. Es el caso de alguien a quien le dan una fortuna "a ver si inventa algo". Y aunque uno puede probar algún tipo de tercera vía, quizás original, desde la perspectiva política, en materia económica es falso afirmar que hay un proceso de transición a una economía socialista.
-¿No estamos sufriendo los efectos de un plan de ajustes (los precios suben todos los días) sólo que no hay ajuste y por tanto no habrá recuperación a mediano plazo? ¿Si las cosas están duras sin ajustes, ¿cómo serían si el gobierno lo llegara a aplicar?
-Eso demuestra que los controles no sirven porque los rubros más controlados son aquellos que registran niveles más altos de desabastecimiento e inflación. Es vano el intento de controlar los precios con una tabla Excel porque si lo haces los productos desaparecen y aparecen luego, por otro lado, con precios más altos. Como contrapartida, aquellos productos no sometidos a controles registran menos inflación y se consiguen.
-¿Por qué pediste perdón a los venezolanos por la instalación de las captahuellas?
-Ofrecimos excusas por someterlos a una humillación. Tal control, que en realidad es una tarjeta de racionamiento, limita el libre acceso a los bienes y servicios y Fedecámaras no está de acuerdo con eso.
-Antes que excusarse, ¿no cabe oponerse firmemente a la aplicación de la medida?
-Estamos haciendo ambas cosas. Nos oponemos con los recursos establecidos por la ley y demandaremos la medida ante el TSJ, tal y como hicimos con la ley de Precios Justos. Pero también expresamos nuestra posición, a través de los medios, porque, el consumidor es lo más importante para nosotros.
-¿No crees que el consumidor puede agradecer una medida que, al menos, temporalmente, le permitirá conseguir los productos de primera necesidad?
-No los conseguirá y, además, será sometido a un proceso indignante. El problema de fondo es que no hay suficiente productos para abastecer una demanda creciente y la medida no lo resuelve, como tampoco resuelve la fuga de alimentos.
-En noviembre decías que el modelo económico tiene las patas cortas, es decir, que no va a prolongarse en el tiempo. ¿Qué tipo de desenlace avizoras?
-La crisis llegó. Cuando te decía que no era de largo aliento tenía razón y de noviembre para acá se ha ido exacerbando. Hoy los indicadores económicos son los peores de los últimos 40 años. Tenemos la inflación más alta del planeta y un desabastecimiento cuyo alcance, en cifras, se pretende esconder a los venezolanos, incluso al presidente Maduro. El modelo llegó a una etapa en la cual ya resulta insoportable e inviable.
-¿A punto de eclosión? 
-Los países siempre pueden estar peor. Hasta que aparece la protesta social. Entonces los gobiernos pueden rectificar. Creo que aquí ya se está manifestando el descontento tal y como lo recogen as encuestas. Ese, el peor de los escenarios, es el que Fedecámaras insiste en la necesidad de evitar porque no apoyamos la guarimba ni la protesta violenta. Ahora, está claro que el gobierno se debate en una serie de contradicciones internas que no le permiten adoptar las decisiones necesarias. En toda revolución hay dos tipos de dirigentes: quienes la hacen (la revolución) y quienes se benefician de ella. En la venezolana el segundo grupo es más numeroso que el primero.

-Cuando la situación se plantea en estos términos, se impone adoptar dos tipos de decisiones. Unas las inmediatas, para evitar la eclosión y otras, a largo plazo, para el desarrollo de una política económica. ¿Cuáles serían las urgentes? 

-Solo hay una: encontrarnos. O nos encontramos o el país se descuaderna. Para lograrlo el gobierno debe convocar a un diálogo con todo el país a partir de una realidad: el reconocimiento de la crisis. Es imposible una curación si primero no aceptas tu enfermedad. Luego, hay que pedirle a los venezolanos paciencia, sabiduría y entendimiento para afrontar las soluciones. También se debe garantizar, a los más vulnerables, que nos vamos a ocupar de ellos. Eso lo hace un estadista consciente de su responsabilidad histórica.

-¿Pero ya no se hizo un intento frustrado de diálogo en febrero-marzo de este año? 

-Lo que se hizo, en el caso específico del sector empresarial, fue una denominada Conferencia de la Paz. Pero quiero pensar que más allá de eso fue un diálogo quizás obligado por las circunstancias de un país que estaba incendiado. Solo que se suspendió una vez que la situación tornó a la normalidad.

-¿No pasó lo mismo con la oposición política?. 

-Ese fue un debate en el cual las partes se dedicaron a tratar de demostrar quién tenía la razón. Pero en este momento ese tema resulta de menor importancia ante la necesidad de encontrar una vía común para resolver nuestros problemas. Mientras, el país observa como cada una de las partes trata de imponer su agenda particular: El gobierno en mantener el poder, la oposición en acceder a él y los empresarios, en el medio, pendientes de las medidas que nos permitan trabajar.
-Pero las decisiones del gobierno tienen peso. No así las de oposición. 
-Absolutamente y eso lo recogen las encuestas. El presidente Chávez podía tomar las decisiones pero la responsabilidad de su aplicación recaía en los ministros. No pasa lo mismo con Maduro. Yo, por ejemplo, no creo que él sea su peor enemigo. Su peor enemigo, que está dentro de las filas de oficialismo, es aquel que no lo permite hacer los cambios.
-¿Quiénes, específicamente, deben ir al diálogo?

-Todos los sectores del país y obviamente los poderes púbicos, comenzando por el Ejecutivo y la Asamblea Nacional. Lo fundamental es que las medidas a adoptar surjan del acuerdo y cuenten con el respaldo de todos. Eso implica elevar el tono del debate. Ahora, sería arrogante suponer que Fedecámaras es la que debe enviar este mensaje. Eso le corresponde al gobierno. Pero sí hemos preparado una propuesta contenida en un documento, "Compromiso con Venezuela" que vamos a presentar a lo largo y ancho del país. Así, demostramos que no solo protestamos sino que proponemos. Que no somos los chupadólares ....
-Que explotan a los trabajadores. 
-Esa matriz de opinión está superada. En una encuesta que hemos encargado encontramos que el 66% prefiere trabajar con la empresa privada. Mientras éste trata con un solo sindicato, nosotros nos reunimos con 15 centrales de trabajadores.
-¿No serán los pobres los perjudicados con cualquier plan de ajustes de la economía?
-Es fundamental la forma en que los gobiernos asuman los ajustes para evitarle sufrimiento a los más necesitados. Habrá recursos, producto de la reestructuración, que deben destinarse a ellos. Ejemplo concreto de estos es la gasolina. Todos los venezolanos saben que el precio actual es absurdo. Pero hay quienes no podrán pagar un precio mayor. Entonces quienes si podemos hacerlo debemos asegurarnos de que esos recursos vayan, por subsidios no directos, a los más necesitados.
-La única forma de liquidar el contrabando de gasolina es equiparando su precio con el de Colombia y eso es imposible. 
-No va a suceder. El contrabando tiene otras aristas y si algo te puedo garantizar es que no se resolverá, por ejemplo, con métodos como el de las captahuellas. Pero sí se puede, poco a poco, alcanzar los niveles del precio internacional o, en todo caso, lograr que los venezolanos podamos pagar los precios acorde con la estructura de costos sin necesidad de un subsidio. Cualquiera de estas dos vías sirve, pero en ambas el proceso es largo. Mientras tanto, se debe tomar medidas puntuales de control porque algo está pasando. El propio superintendente de Precios Justos, Andrés Eloy Méndez, ha advertido que sería iluso pensar que los militares no estén medidos en el negocio del contrabando. Ahora, con eso se ataca las consecuencias y no la causa porque estamos pagando un precio subsidiado que en otros países es mucho más elevado.
-¿Cómo evitar el contrabando si lo propicia quienes deben combatirlo?

-Esa es la gran pregunta. Creo que las Fuerzas Armadas debe pasar por un examen de conciencia y es responsabilidad del Gobierno garantizar que eso no siga ocurriendo.

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DOS PAÍSES

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TULIO HERNANDEZ

No somos los primeros. Ni seremos los últimos. Otros lo han vivido igual. Los cubanos exiliados en masa por el comunismo. Los españoles por la Guerra civil. Argentinos, chilenos y uruguayos por las dictaduras militares. Colombianos por la saga pobreza, guerrilla, paracos, narcos.
Ahora somos los venezolanos quienes nos sabemos dos grupos humanos. Uno, que vive y seguirá viviendo dentro de la geografía que lleva por nombre Venezuela. Y otro, cada vez más numeroso, que hace o hará una nueva vida nueva fuera del territorio nacional. Los que se van.Las estadísticas se hacen innecesarias  cuando el peso de la realidad te abruma. Y en Panamá –una ciudad modesta que lleva en el pecho un enclave de alucinante arquitectura a lo dowtown de Houston– la presencia de los inmigrantes venezolanos es más que notoria. Una verdadera invasión, dicen algunos. Mucho más evidente, quizás por el tamaño de la ciudad y el país, que en Miami o Madrid. Dos de los otros destinos favoritos.
En una semana de visita tuve la oportunidad de conversar con muchos. Escuché relatos trágicos explicando la huida. Sencillos: “Pasé dos años buscado un apartamento en alquiler. Nunca lo conseguí al precio que podía pagar. Aquí, en un semana”. Crueles: “A mi hijo de 4 años una bestia le puso una pistola en la cabeza para quitarle un Nintendo”. Cinematográficos: “Una joven de 16 años estuvo secuestrada dos meses. Su padre, un millonario, contrató un escuadrón israelí para rescatarla y se encontró con que el jefe de la banda era un general chavista activo. Ahora viven aquí”. Duros: “Tuve que atropellar a una mujer que se me atravesó en la madrugada apuntándome desde una moto y como en la Venezuela chavista no hay seguridad jurídica, me di a la fuga. Compré un pasaje y aquí estoy. Mis hijos salen a la calle sin miedo”
Los emigrantes venezolanos que conocí efectivamente están comenzando una nueva vida. Tienen formación, capacidad de trabajo y, algunos, capitales. Me encontré con músicos de excelencia, producto del Sistema de Orquestas, dando clases en colegios prestigiosos. Posgraduados de las becas Ayacucho, expulsados por el sectarismo rojo luego de años de servicio al Estado venezolano, convertidos ahora en prósperos empresarios. Jóvenes profesionales comenzando una carrera que en Venezuela no pudieron concretar. Comerciantes exitosos desarrollando con entusiasmo una segunda oportunidad.
Sus sentimientos hacia Venezuela varían. Hay quienes la “nostalgian”, para usar el verbo de mi vecino de página. Otros aguardan pacientemente que se vayan, o que caigan, los rojos y cese la violencia, para entonces regresar. Pero me impresionaron notablemente, me perturbaron sería la palabra correcta, aquellos que -como los amantes engañados- odian al país con saña. “Perdóname, pero quisiera olvidar que nací allí, hacerme colombiano o panameño, borrar a Venezuela para siempre de mi corazón”, me dijo alguien que apenas roza los 40 años de vida pero debe tener unos 500 de desilusión.
Toda migración masiva genera conflictos. En unos casos, desprecios. “Sudacas” llamaban en España a los trabajadores suramericanos emigrantes. “Euracas” llaman ahora en Ecuador, a los españoles que por montones están haciendo el viaje inverso. Y, aunque no tienen un mote particular, o por lo menos no lo conocí, en Panamá se cuece a fuego lento una explícita antipatía, en algunos casos muy bien ganada, hacia lo que los nacionales consideran arrogancia, petulancia y malas maneras de la migración venezolana.
Digo “en algunos casos bien ganada” porque, aunque ninguno de los venezolanos que traté responde a ese perfil, y agradecen a Panamá y a los panameños su hospitalidad, existe un cierto tipo de venezolano déspota, clase media acomodada –de los de antes o de los nuevos, los boliburgueses–, una estirpe de nuevos ricos “echones”, que compensó sus carencias humanas con ropa y accesorios de marca, y el tamaño del falo con el de las camionetas 4X4. Si en Venezuela ya son insoportables, hay que imaginar cuán odiosos deben resultar de migrantes en otro lugar.  

En eso, también, somos dos países.

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