domingo, 31 de julio de 2011

Más información, menos conocimiento

MARIO VARGAS LLOSA 31/07/2011

Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.

Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro, y, sobre todo si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: "Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo".

Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil y el Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglésThe Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español, Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.

Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google, Twitter, Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.

Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una transformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall MacLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. MacLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr, y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo, indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo del Internet.

Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.

No es verdad que el Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la "inteligencia artificial" que está a su servicio, soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado "la mejor y más grande biblioteca del mundo"? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?

No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O'Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: "Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos". Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para "informarse". Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: "Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros".

Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer Guerra y Paz o El Quijote. Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la Red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que el Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?

La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos del Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce "la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos". En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.

Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que -para qué engañarnos- no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la "inteligencia artificial" es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor.

© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2011. © Mario Vargas Llosa, 2011.



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Anatomía patológica

¿Cómo discutir cuando se jura que los maleficios existen y que las voladoras vuelan en escobas?

ELÍAS PINO ITURRIETA | EL UNIVERSAL
domingo 31 de julio de 2011 12:00 AM

Todo empezó a media noche sin las ceremonias requeridas por el augusto lugar, sin la liturgia de hisopos y responsos que precisa la exhumación de un cadáver depositado en el féretro por decisión expresa del interesado según los ritos de la confesión católica, sin presencia de los altos poderes del Estado, como correspondía a la trascendencia de las cenizas y al templo cívico en cuyo centro se guardaban, y sin el testimonio de las instituciones académicas que podían certificar la legitimidad del proceso. Especialmente sin aviso del público, es decir, en este caso, aparte de la parentela sanguínea, de la familia más extensa de deudos e interesados que pueda imaginarse. Era una decisión personal ante la cual se rindieron los acólitos, pese a la falta de argumentos que la respaldaran y a la insólita deshora de su ejecución, entre el sigilo y la sorpresa de la nocturnidad.

Con el Panteón Nacional rodeado de tropas y sin que nadie estuviese enterado a cabalidad de lo que sucedía en el interior de un edificio que ha merecido el respeto de la comunidad desde su fundación por los valores que custodia, de pronto el Presidente vio una llamarada debido a la cual verificó, sin espacios para la duda, la identidad de los restos del cadáver y se apresuró a comunicarla sin ningún otro procedimiento de constatación, como para que los feligreses se enteraran de una especie de reencuentro sublime entre el añorado Libertador y el anhelado sucesor, de una comunicación extrasensorial entre el padre y el hijo. El milagro de la llamarada disparó los resortes del pensamiento mágico, es decir, de una sensibilidad y de una forma de explicarse la vida que no es extraña a los venezolanos y mediante la cual se busca en el más allá el entendimiento de la vicisitudes de este valle de lágrimas. La operación dejó de ser política, o de búsqueda objetiva, para convertirse en un murmullo creciente en torno a brujerías, amuletos, ensalmes, fetiches y santerías que ha cobrado nuevo vuelo recientemente debido a la enfermedad del desenterrador. Como no pocos sintieron en su momento que se profanaba el cadáver de Bolívar, ahora sienten que el profanado pasa la factura del cáncer. Tal vez se resguarde de la maldición el mismo desenterrador, hombre proclive a los talismanes de origen campestre y a la protección de los espíritus de la sabana, debido a que anuncia con insistencia el portento de su curación y la promesa de su longevidad para que nadie lo advierta relacionado con el maleficio.

Se ha pretendido revestir de ciencia la inhumación, gracias a la presencia de un patólogo destacado y de otros especialistas no menos dignos de consideración que han llenado sus cuartillas con evidencias de laboratorio y mediante la ostentación de equipos de última generación que encuentran la verdad verdadera, pero es trabajo vano. La sensación de brujería y de chapucería persiste debido a que la inhumación sólo encuentra respaldo en el capricho del Presidente; o, peor todavía, si cabe, en el empeño de disponer del pasado según el dictamen de su capricho, de hacer que el pretérito se ajuste a la actualidad y dependa de ella para justificar conductas políticas con las cuales no mantiene relación. Primero sacó de la chistera la idea de que no eran los restos de Bolívar los que se encontraban en el Panteón Nacional, hipótesis peregrina que podía desmantelarse con la sola memoria de los cuidados de José María Vargas cuando se ocupó del traslado de los restos del grande hombre desde Santa Marta hasta Caracas. Médico eminente, catedrático sin tacha y albacea del insigne difunto, la cuidadosa intervención del doctor Vargas fue sometida al chalequeo por disposición presidencial. Luego se le metió en la cabeza la idea del asesinato de Bolívar, basada en suposiciones sin respaldo documental. Tanto la autopsia del cadáver, efectuada por un médico competente y escrupuloso, como el testimonio de quienes formaron el leal cortejo del Libertador hasta la hora de su muerte, refieren a un decaimiento físico y espiritual que evolucionaba desde tiempo atrás para llegar al desenlace de 1830, sin la asistencia de manos peludas con un pomo de veneno.

Los científicos no detectaron ahora manos peludas, ni dudaron en identificar los restos mortales de Bolívar, pero el Presidente persiste en su "teoría" del asesinato y la reitera "asumiendo toda la responsabilidad". ¿Cuál responsabilidad? ¿Es responsable torturar al pasado y a los protagonistas del pasado para que canten de acuerdo con las necesidades del interrogador? ¿Es responsable manejar documentación del siglo XIX sin la pericia mínima que se requiere? No es pregunta trivial para los historiadores que lo asesoran, especialmente cuando hace poco se puso a hablar de las fortalezas de la Gran Colombia justamente cuando la Gran Colombia estaba agonizando por sus debilidades intrínsecas; o cuando, también hace poco, se puso a descifrar las claves que supuestamente usaba Bolívar en su correspondencia para apoyarse en unas fuerzas armadas y populares que sólo existen en la imaginación del descifrador. De allí que, en torno a la deplorable vicisitud de la exhumación del Libertador y a la maligna enfermedad de quien la ordenó sigan campeando las influencias del pensamiento mágico, su aplastante predominio en la sensibilidad de las mayorías. Si la operación fue tan caprichosa, ¿cómo discutir con la gente cuando jura que los maleficios existen y que las voladoras vuelan en sus raudas escobas?


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"El cáncer de Chávez le quita el sueño a los hermanos Castro"

"Controlar lo y mantenerlo vivo mejora la posibilidad de controlar el futuro de Venezuela" "Tarea de los servicios cubanos es lograr que no se le escape la infinita fuente de riquezas venezolana"

Montaner cree que la enfermedad de Fidel, en el 2006, echó por tierra la idea de crear una suerte de Federación cubano-venezolana PAULO PÉREZ ZAMBRANO/ARCHIVO


ROBERTO GIUSTI , CARLOS ALBERTO MONTANER ESCRITOR Y PERIODISTAS CUBANO | EL UNIVERSAL
domingo 31 de julio de 2011

Preso a los 17 años y vinculado a Venezuela, en cuya embajada se refugió luego de escapar del la cárcel en 1961, donde purgaría una condena de veinte años, Carlos Alberto Montaner exhibe ya medio siglo de exilio sin perder la compostura. Autor de 25 libros, columnista, profesor universitario, activista político y liberal confeso, considera que al margen de la necesidad extrema que el régimen cubano tiene de la ayuda venezolana , hay un componente afectivo en Fidel Castro por salvar a quien considera su único y real heredero.

-Siempre has manejado la tesis de la federación Cuba-Venezuela, Venezuela-Cuba, pero, ¿no ha sido una equivocación considerando que mientras en Venezuela se trata de imponer, como dicen los jerarcas del régimen, una "transición hacia el socialismo", en Cuba opera un fenómeno opuesto y la transición es hacia el capitalismo?

-Realmente, quienes se obsesionaron con esa fusión son Fidel Castro y Hugo Chávez. A mí me parece un objetivo disparatado. A fines del 2005, Carlos Lage, entonces Vicepresidente del Consejo de Estado, y Felipe Pérez Roque, el canciller cubano, públicamente defendieron esa unión entre Caracas y en La Habana. Actuaban, claro, bajo instrucciones de Fidel. Entonces el presidente Hugo Chávez daba su aprobación. Parecía que sería una operación a corto plazo y hasta nombraron unas comisiones para que estudiaran cómo se integrarían jurídicamente los dos países, pero luego todo se paralizó.

--¿Por qué Chávez y Castro se obsesionaron con esa unión?

-Primero, Fidel Castro no encontraba heredero para su legado político dentro de Cuba. En la Isla ya casi nadie se cree el cuento del colectivismo marxista. Después de medio siglo toda la sociedad está escarmentada y sabe que el sistema es una fábrica de miseria y opresión. Fidel, por otra parte, conoce las limitaciones de Raúl y su pragmatismo. Chávez, en cambio, le parece su hijo putativo, un alma gemela que delira en la misma frecuencia. Segundo, los dos, Fidel y Chávez, llegaron a la conclusión de que sólo unidos y expandiéndose podían sobrevivir. Es bueno recordar, que ambos se plantearon la misión de sustituir a la traidora URSS en la tarea de conquistar el planeta para gloria de los pobres del mundo. El embrión de ese plan es el ALBA y una de sus consecuencias la asociación con Irán.

--¿Por qué se detuvo la unión?

-Porque la reacción en Cuba fue muy mala. Cuando Lage dijo que Cuba tenía dos presidentes, Fidel y Chávez, esa declaración cayó como una bomba en la Isla. Los militares cubanos no tienen demasiado respeto por Chávez y el gobierno ha cultivado un fiero nacionalismo durante décadas. Esto era como una especie de traición. Por otra parte, Fidel se enfermó en el verano del 2006 y Raúl no cree en esos diseños artificiales. Así que se dejó enfriar el proyecto.

--Pero las relaciones siguieron siendo intensas.

-Sí, pero la manera en que el gobierno de Raúl juzga a Venezuela es diferente. Para Raúl, Venezuela es sólo una colonia rica de Cuba, una especie de provincia de ultramar al servicio de la metrópolis caribeña. Venezuela es un país inmensamente dotado por la naturaleza al que se explota minuciosamente. Todo eso se puede enmascarar dentro de una fórmula confederada en la que Cuba conserve la dirección política y el control de las instituciones venezolanas más importantes.

-¿Es posible crear una entidad federada con una disparidad básica de sistemas económico y político?

-Por supuesto. Las federaciones son uniones entre entidades similares, pero las confederaciones se establecen entre Estados con distinto peso específico. Hoy China habla de un país y dos sistemas. La Unión Europea es una especie de laxa confederación de naciones absolutamente diferentes.

-¿No está Chávez financiando con los petrodólares el duro y penoso camino cubano hacia el capitalismo? ¿Sería posible ese cambio de paradigma sin los recursos que pone Chávez?

-El proyecto de reforma raulista no está encaminado a restaurar en Cuba el capitalismo, sino a aliviar la miseria del colectivismo marxista entregando algunas zonas menores de la economía a un muy débil sector privado. Lo que Raúl desea es volver a 1968, cuando su hermano, en un ataque agudo de colectivismo, confiscó 60,000 miniempresas privada y convirtió a Cuba en un infiernillo estatizado dominado por la incompetencia y la pobreza. La plata que aporta Chávez sirve para construir ese modelo cuasisocialista, también llamado a fracasar.

--¿Por qué, necesariamente, tendría que fracasar?

-Porque tiene lo peor de ambos mundos: socialismo sin subsidios ni paternalismo y capitalismo sin mercado ni acumulación de beneficios que se reinviertan, dado que el gobierno no quiere que el tejido empresarial privado crezca y sea fuerte. Es bueno que los venezolanos comprendan que la ayuda a Cuba no es un sacrificio provisional hasta que la economía cubana se ponga a flote. Es un subsidio permanente.

-Fidel Castro manipuló con extrema sapiencia el tema de su enfermedad y de la sucesión? ¿Hasta qué punto hace lo mismo con el cáncer de Chávez?

-El cáncer de Chávez ha sido una terrible noticia para Fidel Castro. Ahora La Habana intenta controlar a una Venezuela en la que tal vez Chávez muera. Ese es el escenario que les quita el sueño. La gran tarea de los servicios cubanos, que son muy hábiles, y de sus mejores estrategas, en caso de que Chávez desaparezca, es lograr que no se les escape de las manos esa única fuente infinita de riquezas de que disponen.

-¿Por qué Chávez no se fue a Brasil, como se anunció en su momento?

-Los Castro no dejaron que el paciente se trasladara a Brasil. Lo convencieron de que en ningún lugar lo cuidarían tanto como en Cuba. Controlar a Chávez en esta época y tratar de mantenerlo vivo aumenta la posibilidad de controlar el futuro de Venezuela. Tanto si Chávez sobrevive, como si muere pese a los esfuerzos de La Habana, el hecho de que Cuba lo proteja le da espacio a los Castro para maniobrar y dominar la transición. Ese crudo realismo político, por supuesto, no desmiente el hecho de que Fidel, genuinamente, ha desarrollado un gran afecto por Chávez. Al fin y al cabo, es el único discípulo que tiene. Los demás se le acercan por curiosidad. En cambio, la devoción de Fidel por Chávez, y viceversa, es realmente paternofilial.

-¿No crees que los venezolanos y el mundo aún no se aperciben de que Chávez entregó buena parte de sus poderes y que eso puede generar un vacío de poder capaz de generar una crisis políticas de grandes magnitudes?

-Deberían saberlo. Lo predecible es que, si el caudillo muere, a corto o medio plazo, se lleva su gobierno a la tumba. En Venezuela no hay instituciones ni un verdadero partido de gobierno. Todo lo que hay es un caudillo carismático, que difícilmente pueda transmitir la autoridad a un sucesor.

-¿Cómo puede resolverse el tema de la sucesión en un país donde todo gira alrededor de Chávez? Enfermo o fuera de circulación el caudillo, ¿no está garantizado el cambio político por la vía electoral? Raúl Castro es un hombre gris pero no necesita los votos. Adán Chávez no tiene el menor carisma y sí necesita los votos. ¿Puede haber transferencia de liderazgo en el caso venezolano?

-Es muy difícil. Por eso Adán Chávez dijo que las elecciones no eran la única manera de hacer la revolución. Se está preparando para la eventualidad de ejercer el poder por la fuerza. A falta de Hugo, la cúpula probablemente se abrace a Adán para salvar su proyecto político y sus privilegios. Lo que no parece probable es que admitan una derrota electoral y se vayan a sus casas.

--¿Cómo interpretas el hecho de que Chávez haya eliminado la palabra muerte del lema copiado de la revolución cubana, se haya vestido de amarillo (desechando el rojo) y haya criticado el sectarismo?

-Da la impresión de que Chávez tiene mucho miedo. Su relación con Fidel y la protección que va buscar a La Habana indican eso. Es posible que la cercana de la muerte lo haya hecho reevaluarlo todo. Cuando las personas bordean la muerte suelen cambiar sus prioridades y enfriar sus pasiones. Ese Chávez que tomaba la comunión no estaba engañando a los venezolanos: estaba asustado.

"Los chavistas menos talentosos son los más peligrosos. Intentarían provocar un episodio violento para justificar el uso de la fuerza. Quemarían el Reichstag, como hizo Hitler en Alemania en 1933, para así acaparar el poder. Afortunadamente, parece que dentro del chavismo también hay una zona cuerda capaz de pactar con sus adversarios y buscar una salida pacífica. Al final, no creo que el chavismo pueda prevalecer. Es demasiado caótico y desestructurado para perdurar".

-En la semana que está terminando parlamentarios de la oposición han denunciado el control, por parte de organismos del gobierno cubano, de la data de identificación de los venezolanos.

-No cabe la menor duda de que los cubanos utilizarán toda esa información para fines policíacos y de control político. No debe olvidarse que la Stasi (Ministerio para la Seguridad del Estado de la denominada "República Democrática Alemana") fue la madre y maestra de la policía política cubana. Cuba fichará a todos los venezolanos de la misma manera que tiene fichados a los cubanos. Cada cubano tiene un expediente "acumulativo" que se inicia en la escuela primaria y lo acompaña hasta la tumba. De ese control depende el poder del castrismo. En Venezuela no será diferente.


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VENEZUELA SIN CHÁVEZ

Moisés Naim

La mitad de la población venezolana tiene menos de 25 años. Esto significa que la mitad del país no ha conocido un líder distinto de Hugo Chávez, el jefe de Estado del hemisferio occidental que más tiempo lleva en el poder -12 años-. Chávez ha dejado claro que será candidato en las elecciones presidenciales de 2012, que su victoria es inexorable y que aspira a seguir mandando hasta 2031. Ahora, repentinamente, el cáncer amenaza estos planes.
La naturaleza exacta de la enfermedad de Chávez es un secreto, pero él mismo ha dado a entender que es grave. Esto ha desatado en Venezuela un conflicto político tan encarnizado como soterrado. No entre sus partidarios y la oposición, sino entre las distintas facciones del chavismo que lucharán por sucederlo en caso de que el comandante salga de la jugada. Estas pugnas son aún silenciosas porque los protagonistas se cuidan mucho de mostrar sus apetencias: es peligroso que Chávez los descubra maniobrando para reemplazarlo.

El presidente ha concentrado todo el poder y no deja espacio para ningún otro liderazgo, por lo cual ni hay sucesores obvios ni instituciones para manejar una eventual transición.

¿Qué pasará en una Venezuela post-Chávez? Nadie lo sabe, pero lo que es seguro es que las facciones chavistas, diversas, divididas, muchas de ellas armadas y todas con mucho dinero, tendrán gran influencia en cualquier transición.

La más importante de todas ellas son las Fuerzas Armadas, leales a Chávez pero carcomidas por una fragmentación que él mismo ha promovido. Uno de sus líderes, y favorito del presidente, es el general en jefe Henry Rangel Silva. Rangel ha declarado que los militares no tolerarán un Gobierno de la oposición, aun cuando ganara las elecciones de 2012. En 2008, el Gobierno estadounidense incluyó a Rangel en la lista de quienes acusa de prestar “apoyo material al tráfico de narcóticos”.

Venezuela se ha convertido en un centro muy importante de lavado de dinero y tráfico de drogas, armas y personas. El volumen de estas actividades es tan enorme, que no sería posible sin la complicidad de algunos militares y civiles allegados al poder. Por lo tanto, una de las facciones que intentará influir en la sucesión de Chávez será ese grupo relacionado con organizaciones criminales globales, que hará todo lo posible por tener un Gobierno tolerante.

Otra facción la forman los militares y políticos venezolanos vinculados a la inteligencia cubana. Chávez subsidia a Cuba con 5.000 millones de dólares anuales, incluyendo el 60% del petróleo que la isla consume. Para sobrevivir, el régimen de La Habana también necesita en Caracas un aliado, por lo que sus agentes jugarán un papel decisivo en cualquier proceso de sucesión.

Los militares no son el único grupo armado. Chávez ha creado milicias y oscuras organizaciones paramilitares que pueden activarse si la lucha por el poder desemboca en enfrentamientos violentos en las populosas ciudades del país.

Naturalmente, en todo esto no solo cuentan las armas. También pesa el dinero. Otra facción pro-Chávez que sin duda desempañará un papel en el eventual proceso de sucesión es la burguesía bolivariana, o los boliburgueses, como se les conoce en Venezuela. Son empresarios que han usado sus vínculos con el Gobierno y las fuerzas armadas para acumular fortunas inconmensurables durante el boom petrolero de la etapa chavista. Son los intermediarios indispensables para cualquier transacción en la que participe el Gobierno venezolano ya sea la compra de armas a Bielorrusia, de pollos a Brasil, tractores a Irán, o los préstamos a Argentina.

¿Y la oposición? ¿Qué papel desempeñaría en una transición? Aquí se incluye el pujante segmento de la sociedad civil contrario a Chávez, especialmente el movimiento estudiantil y toda una nueva generación de jóvenes líderes. Su influencia sería probablemente limitada: carece de armas, matones o dinero. Y Estados Unidos, otro actor hostil al chavismo, está demasiado ocupado con las crisis en otros lugares.

Finalmente, está la familia Chávez, sobre todo Adán, el hermano mayor del presidente. Hace poco, Adán Chávez declaró: “Sería imperdonable limitarse tan solo a lo electoral y no ver los otros métodos de lucha, incluso la lucha armada”.

Por supuesto, es prematuro dar a Chávez por acabado. Si se recupera, podría asumir de nuevo el control o gobernar delegando las decisiones del día a día en lugartenientes de confianza. De hecho, Chávez ha cambiado su obsesivo eslogan “Patria, socialismo o muerte” por “Viviremos y venceremos”. Vivir y vencer son ahora sus prioridades.

También ha introducido una reveladora exhortación: “¡Unidad, unidad, unidad!”. En vista de lo bien que le ha ido polarizando a los venezolanos, cuesta imaginar que Chávez llame ahora a la unidad de sus compatriotas. Su ruego va dirigido a los simpatizantes, a los grupos cuya maltrecha unidad Chávez necesita para seguir mandando en el país con las mayores reservas petrolíferas del mundo.


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sábado, 30 de julio de 2011

HUMALA Y EL PICAO DE MACAGUA


Tomó posesión Ollanta Humala y su discurso inicial podría ser tranquilizador para algunos. Ningún desplante, no hay amenazas ni a propios ni a extraños, muy conciliador. Lució prudente, comedido, sosegado, lejos de ser pugnaz.

Por otro lado, después de leer la conformación que tendrá su gabinete ministerial, se podría pensar de manera apresurada que como a Pablo de Tarso de camino a Damasco, él haya tenido una visión que lo convirtió de militar golpista de pensamiento colectivista y salpicado de indigenismo fascistoide, a demócrata liberal y partidario ferviente del capitalismo.

No obstante, el optimismo, el posibilismo y hasta la ingenuidad de algunos no debería llegar a tanto.

Resulta muy difícil creer que un hombre con las ideas que conocemos ampliamente haya sufrido una mudanza de 180 grados en su visión de las cosas en tan corto tiempo.

Ciertamente, los nombres que han sido publicitados para estar al frente de las carteras más importantes en ese gobierno gozan de la confianza de los mercados. Los factores económicos no los ven con malos ojos; al contrario, los reciben como una buena señal de la administración próxima a estrenarse. Incluso Keiko Fujimori ha manifestado su complacencia con algunos.

Según los parte de prensa, el primer ministro o presidente del consejo de Ministros será Salomón Lerner, empresario de origen judío, fue funcionario en el gobierno de Velasco Alvarado, amigo del ex presidente Toledo, con notoria participación política en los últimos años y de quien dicen hizo cambiar las orientaciones económicas en el programa y el discurso de Humala; el de Economía será Luis Miguel Castilla, viceministro de Hacienda de Alan García, graduado en John Hopkins, ex funcionario del Banco Mundial y de la CAF, dicen que es neoliberal; de Relaciones Exteriores, Rafael Roncagliolo, profesor universitario, sociólogo, fue Presidente de las Juventudes demócrata cristianas de América; de Defensa, Daniel Mora, general retirado, del partido de Toledo, y quien había sido designado hace poco vocero de la bancada de ese partido en el parlamento; de Comercio Exterior, José Luis Silva, empresario del sector exportador; del Trabajo, Rudecindo Vega, miembro del partido de Toledo, y Julio Velarde, actual presidente del Banco Central, continuará en estas funciones, entre otros.

Este cuadro ministerial podría cambiar la percepción que muchos tenemos de Ollanta Humala y esperar un gobierno distinto al de Chávez o Correa. Sin embargo, la trayectoria del peruano a cualquier venezolano que ha vivido la pesadilla chavista de la última década, lo pone en guardia; o como se dice por estos pagos: "el picao de macagua cuando ve bejuco se le paran los pelos".

Obviamente, las condiciones político-económicas peruanas no son las mismas que las de Venezuela o Ecuador, y transpolar estas experiencias a Perú sería un despropósito.

Humala ganó la presidencia con un apoyo electoral que está alrededor del 30 % de la población. No dispone de mayoría parlamentaria, y para remate, la publicitada visita de negocios de su hermano a Rusia, le quitó a éste, de un sólo tajo, 20% de la popularidad que había logrado después del triunfo.

Por otro lado, el poder económico del estado peruano no es igual que el del venezolano. La situación económica no es la que tenía Chávez al llegar al poder. Las condiciones sociales tampoco son similares. Para lograr el triunfo, Humala se vio obligado a coaligarse con otras fuerzas políticas en la segunda vuelta electoral. así las cosas, la gobernabilidad no es de su exclusivo control.

Asimismo, el entorno internacional ha cambiado en los últimos años. Aliarse a un gobierno como el de su amigo Chávez, hoy debilitado y aislado, y enrolarse, por ejemplo, en las huestes de la ALBA, son opciones que en el Perú actual están muy lejanas. Pareciera, más bien, que el papel del hegemón del patio suramericano, BRASIL, será decisivo en las estrategias que siga Perú en sus relaciones internacionales. La participación activa de los brasileños en la campaña de Humala refuerza esta idea.

Algunos han señalado que estos primeros nombramientos de Humala fueron tomados como primer paso calculado para más adelante sacar las garras, toda vez que sus intenciones totalitarias soterradas saldrían a flote cuando estén dadas las condiciones. Quién sabe. El ejemplo de Chávez sería aleccionador al respecto. Si sacamos la cuenta de los políticos, empresarios y medios que lo apoyaron en 1998, muy pocos se salvan. Fue saliendo de ellos progresivamente. Sus “compañeros de ruta” iniciales han sido apartados y execrados para gobernar él solo, autocráticamente, según el plan trazado en la logia militar que lo ha acompañado durante 3 décadas o más y conforme a una ideología que camufló varios años.

¿Es Humala su émulo?

A mi juicio, es probable que en el fondo las intenciones de Humala sean parecidas a las de Chávez. Su pensamiento se inscribe en esa corriente confusa y anacrónica llamada “socialismo del siglo XXI”; de allí que este opinador no crea en conversiones repentinas al credo democrático. La realpolitik lo constriñe, lo obliga a hacer lo que que no desea. No tiene las fuerzas propias suficientes para llevar a su país adonde él cree que debe ir; afortunadamente, por ahora.

Fue a EEUU y ha sido recibido por Obama; cosa lógica, éste es el presidente del país más poderoso de la tierra y del hemisferio, socio comercial de Perú. Pero también fue a visitar a Fidel Castro. ¿A santo de qué?

Está claro que el curso de los acontecimientos políticos en el Perú dependerá de los contrapesos y salvaguardias políticas que las fuerzas democráticas pongan para impedir cualquier desnaturalización del régimen vigente de libertades y de economía de mercado.

Que la amarga experiencia venezolana sirva de ejemplo -¡de mal ejemplo¡- a los peruanos para evitar equivocaciones que abran paso a la destrucción de su democracia desde adentro, utilizando las propias instituciones para la vil tarea, tal y como lo ha hecho el autócrata venezolano.

De repente por mal pensados nos equivocamos, y el gobierno de Humala transcurre como otro más de una democracia liberal cualquiera. Ojalá sea así. Ver para creer.

EMILIO NOUEL V.


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Querer jugar con fuego sin quemarse
MIGUEL ÁNGEL SANTOS | EL UNIVERSAL
viernes 29 de julio de 2011

Entre la última emisión de deuda venezolana y otras que han sido ya aprobadas y caerán en el transcurso del año, la deuda pública venezolana cerrará el 2012 alrededor de 150.000 millones de dólares. Eso es cinco veces más de lo que teníamos en 1998. Más aún, en estos últimos doce años, la salida de capitales privados registrada por el Banco Central de Venezuela totaliza 147.773 millones de dólares. Es decir, todo el endeudamiento que ha contraído el gobierno en este período y un poco más, ha servido para financiar una salida de capitales superior a la producción interna bruta de Venezuela. ¿Cómo es posible que un gobierno socialista haya hipotecado la República de esa forma para financiar salidas de capital privado?

La pregunta que cabe hacerse no es esa, sino qué otra opción tenía. Ese es el problema de querer jugar al socialismo sin incurrir en el enorme costo político que esa elección trae consigo. Quieres perseguir a los dueños del capital, mantener las tasas de interés negativas para confiscar a los ahorristas, pero no quieres devaluar (tampoco quieres que el bolívar se deprecie). Quieres expropiar a las empresas y obligarlas a producir a pérdida económica (este es un concepto demasiado elaborado para Elías Jaua, que, en el apoteosis del optimismo, acaso llegue a entender la utilidad contable). Quieres frenar la inflación con controles, pero que no haya desabastecimiento. Quieres hacerte dueño del sistema productivo nacional sin enfrentar las consecuencias que eso trae en términos de ineficiencia, caída en la producción y corrupción. ¿Cómo se hacen posibles todas esas incongruencias? Con una cantidad colosal de dólares que ayude a cubrir esas brechas. Por esa razón no han sido suficientes los 585.774 millones de dólares que el gobierno ha recibido en exportaciones petroleras en estos doce años.

Es indudable que a este ritmo el gobierno va a dar al traste con la capacidad de pago de la República muy pronto. Por esa razón Venezuela, con el petróleo por encima de 100 dólares el barril, tiene que salir con unos títulos que pagan nada menos que 12% en dólares. Ahí ahí con Grecia, que está al borde del default. De seguir adelante Chávez no es cuestión de si ocurrirá el default o no, sino de tiempo. De alguna forma esto lo ha reconocido el mercado que, siendo en esencia un ente anónimo, se puede permitir ciertas imposturas.

Viendo estas cifras, no queda ninguna duda que el mayor reto de un eventual gobierno de oposición es cómo estimular a los venezolanos a mantener moneda local, a frenar el terror y la demanda de dólares, para así poder hacer frente desde un punto de vista más cómodo a la economía sin estar tan amarrado por la balanza de pagos. ¿Cómo devolverle a los venezolanos la confianza en el bolívar? (¿Qué será de la vida de Armando León y el bolívar fuerte?). Chile tiene circulando en moneda local la mitad de su producto interno bruto, y no tiene inflación. Venezuela, con una cifra entre un cuarto y un tercio del PIB en circulante ya se ve pasando aceite. Es la falta de confianza, no es la cantidad de moneda. ¿Cómo se la devolvemos?


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Las Primarias y los Desafíos de la Oposición Venezolana


Edgar Gutiérrez

Contribución especial para la Revista SIC Junio 2011

El panorama político luce por estas fechas un poco distinto a lo que normalmente estamos acostumbrados a ver. La posibilidad de que ocurra un cambio político en Venezuela pareciera verse incrementada como nunca antes se ha visto en los últimos años. Hoy, las fuerzas que conforman a la Oposición venezolana tienen frente a sí un escenario que dibuja grandes oportunidades para intentar derrotar electoralmente a Hugo Chávez. No obstante, para lograr ese objetivo estos mismos actores deben superar un conjunto de desafíos muy importantes que la exigirán al máximo para poder convertirse en gobierno.

La Oportunidad: El clima de Opinión

Aun cuando todavía faltan unos 18 meses para que se celebren las elecciones presidenciales (vale destacar que no se conoce con exactitud la fecha concreta de su realización), los sondeos de opinión más importantes que se han dado a conocer desde que se inició 2.011, revelan que el comportamiento de algunas variables políticas estructurales están mostrando a un Gobierno que enfrenta –y enfrentará– dificultades importantes, y que lo coloca en una situación de debilidad estratégica. Dichas encuestas concuerdan en el hecho de que para una mayoría de los venezolanos, el clima de la Nación está signado por el pesimismo, las perspectivas de mejora personal no son las más alentadoras y que los principales problemas del país en materia de seguridad y economía, en vez de mejorar, empeoran.

Para citar un solo ejemplo, la más reciente investigación de Consultores 21[1] demuestra que al menos un 60% de los venezolanos sienten que actualmente las cosas están peor en el país a como estaban hace un año y un porcentaje similar (55%) estima que el Gobierno es el culpable de los problemas que enfrenta Venezuela. Todo lo anterior tiene una traducción política muy concreta: Más de la mitad de los venezolanos –un 53% para ser preciso– evalúa negativamente el desempeño de la gestión de Hugo Chávez. La imagen personal del Presidente también se ha resentido y sus perspectivas de reelección enfrentan severos obstáculos: un 56% no quisiera ver a Hugo Chávez como candidato presidencial en 2.012 y el mismo número de venezolanos piensa que el Primer Mandatario no merece ser reelegido. En términos de popularidad, para marzo Chávez dejó de ser el líder con mayor agrado en el país, para ser superado por dos líderes de la oposición como lo son Henrique Capriles Radonsky y Leopoldo López.

Electoralmente, las malas noticias continúan para los sectores oficiales: ante una hipótesis electoral que enfrentaría la candidatura de Hugo Chávez por la reelección contra una candidatura de la Oposición venezolana, la segunda opción se impondría por una ventaja de 15 puntos porcentuales (39% a 54%) entre electores probables, esto es, aquellos que declaran que definitivamente concurrirán a las urnas de votación el año entrante.

Aunque las encuestas podrían en lo sucesivo mostrar algunos cambios, también es cierto que desde hace ya un tiempo estos estudios vienen mostrando consistentemente una perspectiva distinta para los opositores, particularmente fundada en un hecho político: la convocatoria a unas elecciones primarias para el año entrante que está resultando atractiva para buena parte del electorado. Dicha consulta podría generar un proceso de movilización política sin precedentes para escoger a un candidato de manera directa por un número significativo de venezolanos.

Hasta allí, el juego muestra unas señales favorables muy claras para uno de los adversarios en contienda, pero para poder capitalizar esta oportunidad estratégica, la Oposición tendrá que aprobar un conjunto de asignaturas pendientes. La más importante de ellas puede ser resumida en la interrogante: ¿Cómo mantener la cohesión en un proceso que entraña competencia y que podría generar muchas heridas internas?

¿Cuál es ese mapa de desafíos? Veámoslos uno a uno

#1 El desafío del calendario electoral

Producto de los vacíos y discrecionalidad existentes en la ley electoral, la Oposición aún no sabe cuáles son las fechas de las elecciones locales, regionales y presidenciales que deberían converger en 2.012. Aún no conoce si los ciclos electorales serán separados o concurrentes –con las implicaciones políticas que unos y otros representan–. Tampoco conoce cuál de las elecciones será primero y cuál después. Lo anterior representa un reto en términos estratégicos para poder enfrentar de la mejor manera el tipo de elección y la dinámica que cada una de ellos obliga a asumir en los meses sucesivos.

#2 El desafío de los bloques

La Oposición está integrada por conjunto de partidos cuyas intereses particulares y afinidades ideológicas y programáticas están produciendo una dinámica de agrupamiento en “polos” que determinarán un mapa muy complejo de alianzas que tiende más a fragmentar, que a mantener el espíritu de cuerpo necesario. Aunque es entendible que el accionar en grupo sea mucho más efectivo desde el punto de vista electoral, dichos realineamientos podrían generar unas fracturas que en el futuro podrían ser más difíciles de recuperar. ¿Esta elección primaria presenciará la unión de varios bloques, tan sólo para “anular” a una candidatura? Aunque ese es el juego político, ese sería el camino perfecto para despilfarrar un capital político que tanto le ha costado desarrollar a los opositores en los últimos tiempos.

#3 El desafío de las inhabilitaciones políticas

La descalificación de aspirantes con el mejor nivel de competitividad a diferentes niveles, sigue siendo un problema importante. En la medida que contendores atractivos para el electorado sean descalificados arbitraria e inconstitucionalmente, será el Gobierno el que esté decidiendo cuál es el “menú de opciones” dentro del cual se debe escoger, limitando así la capacidad de escogencia de los electores. En la medida que no haya un “frente común” que luche decidida y frontalmente para frenar esta práctica gubernamental el riesgo permanecerá. La gran duda persiste: ¿Qué plan político desarrollará la Oposición si eventualmente el gobierno decide inhabilitar al candidato con mayor chance de derrotarlo?

#4 El desafío de una campaña con un tono diferente

Aunque dentro de la Oposición se presenten distintas opciones de diferente corte y estilo, caer en la tentación de hacer una campaña en la que las acusaciones y descalificaciones entre candidatos estén a la orden del día, sería mostrar que son “más de lo mismo” y que sólo están interesados en el Poder, alejando así a los votantes que están buscando una opción distinta. Por el contrario, aprovechar la oportunidad de desarrollar un diálogo entre los diferentes aspirantes y la realización de una serie de debates sobre propuestas para Venezuela, le permitirían demostrar que dentro de su seno hay liderazgos que son capaces de deliberar y sostener una campaña de altura.

#5 El desafío de hablarle al segmento correcto

Si la Oposición diseña y ejecuta una campaña que sólo está concentrada en seguir convenciendo a las electores que están ya plenamente convencidos, sin expandir su electorado, estará condenada a fracasar. Máxime en este clima de polarización. La mejor manera de construir una campaña ganadora es dirigir su mensaje a los “persuadibles” que están esperando las ideas y propuestas para cambiar el estado actual de las cosas. La mayor de las veces en una campaña quienes terminarán decidiendo la elección, son paradójicamente, los “indecisos”. ¿Serán los opositores capaces de ir más allá e identificar esos electores para enviarles el mensaje correcto? La tentación de seguir reforzando a los propios siempre es demasiada alta.

#6 El desafío de la complementariedad

Las fuerzas políticas opositoras deben terminar de entender que son complementarias geográficamente y que se necesitan la una a la otra para construir una victoria electoral en todo el territorio nacional frente al PSUV. Sin la conjunción de los votos de COPEI en Táchira, los de Proyecto Venezuela en Carabobo y los de Un Nuevo Tiempo en el Estado Zulia a la vez, junto al resto de los otros partidos; no habrá posibilidad de que estos sectores puedan materializar el cambio político que tanto aspiran. Por otra parte, los principales liderazgos también deben saber que tienen una gran responsabilidad en este aspecto: entender que luego de las primarias, el eventual candidato que obtenga mayoría de votos necesitará del apoyo del resto de los aspirantes para desarrollar una campaña exitosa y plural.

#7 El desafío de desarrollar una campaña de proximidad en todo el país

Considerando las condiciones de asimetría comunicacional y financiera de la Oposición en comparación con el Gobierno, el reto de producir una campaña que vaya más allá de los medios masivos tradicionales y digitales, obliga a desarrollar el contacto cara a cara en cada calle y sector de Venezuela. Los opositores deberán ser capaces de transmitir un mensaje alternativo a sitios donde hoy sólo un mensaje posicionado. Lo anterior también significa que los esfuerzos electorales no pueden quedarse solamente concentrados en las grandes urbes de la zona norte del país, sino que debe haber un despliegue efectivo en todas las zonas del país.

#7 El desafío de una campaña con un mensaje unificador, propio y genuino

La Oposición necesita demostrar que tiene un mensaje, pero un mensaje con sustancia. Una propuesta de país que plantee un futuro común para todos los venezolanos. Un mensaje que debe ser amplificado en una campaña que no niegue al otro que piensa distinto, sino que lo incluya.

Asimismo, la Oposición no debe caer en la otra tentación en la que sí ha caído en otras oportunidades en el pasado reciente: desarrollar una campaña que sólo responde a lo que dicta la pauta del adversario y que por ende, refuerza los marcos mentales del otro, haciéndolo más fuerte.

Finalmente y como corolario, la Oposición, para aprovechar la ventana de oportunidad que hoy tiene ante sí, necesita demostrar que está consciente del reto que significa construir una estrategia política que convierta esta fase de primarias en una precampaña que energice a su electorado y no en un periodo de guerra intestina donde salga más debilitada que fortalecida.


[1] Ficha Técnica: Encuesta realizada a 2.000 venezolanos mayores de 18 años en las zonas urbanas y rurales de todo el país (96 centros poblados, 43 zonas metropolitanas y 13 ciudades principales). La encuesta tiene un error muestral máximo de +/- 2,24%. El levantamiento del trabajo de campo fue realizado entre el 11 y el 25 de marzo. Para consultar los principales hallazgos de esta encuesta, el lector puede consultar la pagina del autor http://edgutierrez.com/?page_id=346


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