sábado, 30 de diciembre de 2017

La «crisis del pernil» en Venezuela se convierte en una revuelta de los más pobres

Ludmila Vinogradoff
ABC


Inflación desorbitada, desabastecimiento crónico y promesas incumplidas se han combinado para provocar una revuelta contra la miseria con la que los venezolanos están viviendo estas fiestas. Una protesta que no es política, como otras revueltas impulsadas por la oposición, sino social, provocada por la penuria de la vida cotidiana, animada por los sectores más pobres de la población y que incluso ha llegado a zonas habitualmente fieles al chavismo.
La inflación de 2.500 por ciento al cierre de 2017 ha disparado los precios hasta unos niveles insoportables. Y entre carestía y escasez, muchos venezolanos se plantean si este año no podrán despedir el año tomando las tradicionales doce uvas, que han alcanzado unos precios astronómicos. Tampoco habrá los productos habituales en una mesa de fin de año: jamón, manzanas, nueces y ni siquiera una copa del tradicional ponche crema.
La revuelta popular la ha desatado la llamada «crisis del pernil». A bombo y platillo el presidente, Maduro prometió a la población más pobre y a la militancia chavista la importación masiva de perniles para Navidad. Pero no pudo cumplir su promesa, lo que provocó una ola de protestas en el país, especialmente en las zonas más desfavorecidas.
Ayer la protesta se mantuvo en la localidad de Catia, al oeste de Caracas, donde los manifestantes se apostaron en la avenida Sucre para exigir los alimentos prometidos. «Nos engañan... La comida, los juguetes de los niños fueron una porquería», clamaban los manifestantes, según informaba «El Nacional». Es sintomático que muchos de los manifestantes de estos días sean chavistas portadores del «carnet de la patria», con el que esperaban acceder a los paquetes con los míticos jamones.
Pero Maduro no cree que la culpa sea suya, sino de Portugal, Colombia y EE.UU., como es habitual en su discurso del sabotaje externo. El mandatario venezolano acusó al gobierno de Portugal de sabotear la importación de perniles. Pero la cancillería portuguesa negó que tenga ninguna responsabilidad en los fallos de abastecimiento y subrayó que no tienen «el poder de sabotear» la importación del alimentos. La acusación fue un bumerang para Maduro, que quedó en posición muy desairada después de que la empresa agroalimentaria lusa Raporal indicase que el Gobierno venezolano debe 40 millones de euros a varias firmas lusas por un cargamento de jamones navideños enviados en 2016.
Tras intentar culpar a Portugal por la crisis, el Gobierno arremetió contra Colombia. Freddy Bernal, ministro de Agricultura Urbana, dijo ayer en su cuenta de Twitter que 2.200 toneladas de jamón se encuentran retenidas en la frontera colombiana, con la supuesta malévola intención de que los venezolanos no coman jamón en estas fiestas. «Informo a Venezuela que 2.200 toneladas de pernil están retenidas en Colombia», señaló al tiempo que insistía en que «el saboteo no sólo es» de Estados Unidos, que habría provocado la crisis por «congelarle las cuentas a los que les venden comida al país». El fantasma de EE.UU. y sus sanciones siempre aparece en toda crisis interna venezolana.
«El Gobierno colombiano desde hace 7 días mantiene retenidos los perniles en la frontera de Paraguachón (entre La Guajira y el estado venezolano Zulia)», insistió Bernal, que es también el encargado de distribuir las bolsas de comida de los denominados Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), los soviets chavistas para el reparto de comida. El ministro incluso intentó sacar pecho al asegurar que «el 60 % del pernil que hasta ahora» se ha distribuido «es gracias a la compra efectuada a los productores nacionales».
Maduro jamás ha reconocido la galopante inflación que este año podría cerrar en 2.500 por ciento, según señaló el economista consultor de la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Asdrúbal Oliveros. En este sentido, la oposición ha advertido de que si el Gobierno no cambia la política económica, Venezuela no superará la hiperinflación.
Un ejemplo que parece menor, pero que es indicativo de la miseria cotidiana es el disparatado precio de las uvas para este fin de año. El precio de las uvas varía dependiendo de su procedencia. Por el kilo de uva criolla se llega a pagar entre 200.000 y 450.000 bolívares (4,5 dólares al cambio paralelo de 100.000) el kilo, mientras que el kilo de uva importada o uvas globo cuestan hasta 900.000 e incluso 1.500.000 bolívares (15 dólares) el kilo. El sueldo mínimo en Venezuela es de 277.000 bolívares (2,7 dólares). En el mejor de los casos, un buen sueldo rara vez supera los 6 millones de bolívares (60 dólares mensuales).
Siguiendo con la mesa de Nochevieja, el precio de las avellanas y nueces va desde los 800.000 hasta el millón de bolívares (10 dólares) el kilo, las manzanas importadas pueden costar hasta 400.000 bolívares (4 dólares) el kilo y las mandarinas nacionales, a 30.000 el kilo.

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viernes, 29 de diciembre de 2017

MENSAJE DE FIN  DE AñO DE LA UNIDAD: Nunca antes en su historia republicana, Venezuela había tenido un final de año tan triste y doloroso, y un comienzo de otro tan difícil y peligrosamente incierto

La Mesa de Unidad Democrática (MUD), este viernes 29 de diciembre emitió un comunicado sobre su gestión sobre de 2017 en el que reconoce no haber acompañado en las ultimas semanas correctamente el “sufrimiento” de los venezolanos, que han salido a las calle estas navidades para protestar por la falta de comida y otras carencias.
“No hemos sabido acompañar en las últimas semanas, de la forma amplia y contundente que se merecía, el sufrimiento de un pueblo que ve mermar aceleradamente sus ya difíciles condiciones de vida”, dice en el comunicado de la Unidad, cuya falta de respuesta organizada a las protestas espontáneas de estos días.
“Es la primera que debemos afrontar y revertir”, señala el texto sobre los retos del año que viene para la coalición opositora. Según la MUD, “nunca antes en su historia de Venezuela había tenido un final de año tan triste y doloroso, y un comienzo de otro tan difícil y peligrosamente incierto”. La coalición se refiere también a la pérdida de unas elecciones regionales y municipales de este año, en las que la oposición señaló graves irregularidades a favor del oficialismo.
La MUD admite haber sido incapaz de presentar “una posición unitaria” de cara a las elecciones a alcaldes del 10 de diciembre, a las que concurrió uno de los cuatro grandes partidos de la alianza mientras los otros tres no se inscribían al considerar que no había garantías. “Nuestro país tiene la mayor inflación del mundo y la única hiperinflación del planeta, el decrecimiento económico más severo de la región, la escasez de alimentos y medicinas más aguda de América Latina, la tasa de homicidios más alta del mundo, y es la nación más pobre en términos de ingreso de todo el continente”, detalla.

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jueves, 28 de diciembre de 2017

Hackear la democracia

TEODORO GARCIA

Uno de los hackers más famosos de todos los tiempos, Kevin D. Mitnick, demuestra en uno de sus libros que se puede conseguir la tarjeta de crédito de un cliente realizando simplemente tres llamadas a un videoclub. Para ello, no es necesario robar las contraseñas del sistema operativo a través de ZeroDays, ni utilizar complejos sistemas exploit o capturar tráfico web para su posterior análisis. En su libro The art of deception, se recrean decenas de ejemplos donde el comportamiento humano ofrece la puerta de entrada a los hackers más habilidosos. Este tipo de destrezas humanas se engloban dentro de una disciplina conocida como ingeniería social. Así pues, los acontecimientos ocurridos los últimos meses evidencian la existencia de grupos dedicados a apoyar y potenciar el despliegue de las fake news con estas técnicas fraudulentas.
La creciente digitalización de los procesos cotidianos ha aumentado la conciencia de los ciudadanos, empresas y gobiernos sobre la necesidad de disponer de herramientas que eviten intrusiones no deseadas en sus sistemas. La ciberseguridad adquiere así una importancia vital cuando se trata de la protección de infraestructuras críticas o la gestión y consolidación de los resultados de unas elecciones. En este sentido, resulta prácticamente imposible modificar el resultado de unas elecciones vulnerando los sistemas de seguridad o acceder y controlar infraestructuras críticas de un país. Por eso, aquellos que pretenden realizar injerencias en los procesos democráticos no han atacado los sistemas del recuento o de almacenamiento de los resultados sino que han centrado sus esfuerzos en lo que ocurre antes del recuento, antes de ir a votar y antes incluso de que el elector se plantee las opciones de las que dispone. De esta manera, mediante el arte del engaño, crean bulos, difunden información manipulada y multiplican noticias falsas con apariencia verosímil, aprovechando la viralidad de su contenido para una difusión rápida. Cuando llega a las redes el posible desmentido, los atacantes ya han conseguido crear el clima propicio para sus objetivos. Así pues, atacan el sistema democrático desde la raíz, manipulando al elector en un sentido concreto.
¿En qué consiste un ataque de Phising? No se trata de un ataque sofisticado, sino de un simple correo trampa que se aprovecha de la ingenuidad de las personas. Se envía un correo a la víctima en nombre de una entidad bancaria de la que es cliente. En el correo se le pide el nombre de usuario y contraseña para hacer un trámite: evitar un supuesto perjuicio económico o renovar algún aspecto de la cuenta. Al introducir el usuario y contraseña como respuesta al correo recibido, ofrecerá en bandeja el acceso a su cuenta bancaria a los atacantes. Según un análisis de Kaspersky Lab sobre las amenazas en el panorama financiero, casi la mitad de los ataques de phishing registrados en 2016 tenían como objetivo hacerse con el dinero de sus víctimas. Además, el phishing financiero creció el 13,14% en 2016 en un 47,5% del total de ataques identificados.
La opinión pública es la vulnerabilidad más importante que tratan de explotar las injerencias antidemocráticas. Si no nos protegemos, este espacio de libertad se convertirá en un espacio de impunidad.
Internet se ha convertido en un nueva amenaza ante la cual debemos prepararnos para defender nuestros intereses, libertades y derechos. Los hackers de la democracia no utilizan la tecnología para manipular los servidores del recuento o las redes por las que se transmite el resultado; es la opinión pública la vulnerabilidad más importante que tratan de explotar. Si no nos protegemos, este espacio de libertad se convertirá en un espacio de impunidad.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional del Gobierno de España ha situado la defensa contra ciberamenazas y desinformación como una de sus principales líneas de actuación. En este contexto, la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha anunciado que en 2018 se pondrá en marcha un centro de operaciones de seguridad de la Administración General del Estado. El objetivo de este centro abarcará desde la lucha contra la desinformación y las fake news hasta las respuestas ante robos de datos de datos y las medidas a tomar ante ataques de ransomware. Además, este organismo deberá coordinarse con las actividades que realiza el Centro Criptológico Nacional (CCN-CERT), el Centro Nacional de Protección de las Infraestructuras Críticas (CNPIC) o el Mando Conjunto de Ciberdefensa (MCCD).
Uno de los lemas del Mando Conjunto que dirige el General López de Medina es: “Si estás conectado estás en riesgo”. Por ello, es fundamental gestionar adecuadamente estos riesgos para garantizar la seguridad y la libertad en la red.
Un analista de seguridad afirmó hace años: “Cuando crees que nadie perderá el tiempo en buscar esa puerta de entrada, hay un joven en Dinamarca con el tiempo suficiente para vulnerar tu sistema”. Así lo confirmó Kevin D. Mitnick cuando dijo: ”sólo dos de aquellos que piensan que disponen de verdadera seguridad únicamente utilizando productos de seguridad, se están conformando con la ilusión de estar seguros”.

Teodoro García Egea Doctor Ingeniero de Telecomunicaciones. Portavoz Adjunto del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados.



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UN GOBIERNO SIN GASOLINA

TRINO MARQUEZ



El símbolo más ominoso de la destrucción de Pdvsa es la falta de gasolina y gasoil en un país que, al parecer, posee las reservas probadas de crudo más grandes del mundo. El decreto de racionamiento emitido por el régimen contempla el consumo de 30 litros en algunos estados. No se sabe si esa cantidad es diaria, semanal o mensual. Como siempre, la improvisación domina el estilo de mandar, no de gobernar, que es otra cosa totalmente distinta a la practicada por esos seres, quienes lo único que saben combinar muy bien es la ineptitud gerencial con una voracidad insaciable para embolsillarse los dineros públicos.
         Luego de tres lustros de haber acabado con la meritocracia y haber elaborado varios planes socialistas, el último cubre el lapso 2016-2026, la industria petrolera se encuentra en la ruina total, al igual que el resto de la nación. El gobierno de Nicolás Maduro acabó con una empresa que era símbolo nacional y mundial de eficiencia. Luego de casi dos décadas en manos de los bárbaros, no hay gasolina para el transporte público, ni para movilizar los alimentos de una región a otra, ni para distribuir las materias primas, los repuestos  y los insumos que necesitan las empresas para operar con normalidad. No hay combustible para repartir las pocas medicinas que llegan de otras latitudes o se fabrican en el país.  No hay gasolina ni siquiera para repartir los Clap. La escases y el desabastecimiento vistos en 2017 serán una tontería a las que se observarán en 2018.
         Este caos no es circunstancial. No se debe a un evento coyuntural que podrá superarse en el corto plazo, El gobierno no tiene gasolina porque no la produce y porque el costo de convertir el crudo que se encuentra en el subsuelo  en combustible es muy alto. Estamos en el peor de los mundos. El régimen carece de divisas para traer gasolina de Brasil, México o Estados Unidos; y tampoco cuenta con recursos para producir en gran escala la gasolina que se consume internamente. Esta merma se registra en un período en el cual el consumo de gasolina y combustibles en general ha descendido por la caída estrepitosa en la venta de automóviles nuevos y usados, y por la enorme cantidad de vehículos automotores que han salido de circulación por diversas razones: falta de repuestos, baterías y cauchos.
         En la Pdvsa profesional, cuando los planes estratégicos eran formulados por especialistas con una sólida formación técnica y teórica, los desaguisados que hoy se observan, no ocurrían. La empresa contaba con el personal capaz de anticiparse a la demanda. Hoy, quienes se encuentran al frente del negocio son unos chapuceros que hacen gárgaras con vocablos socialistas, pero que carecen del menor conocimiento acerca de cómo se maneja una industria tan compleja y que exige un uso de capital tan intensivo. En 2017, Pdvsa tuvo tres presidentes. Ninguno de ellos jamás se destacó por sus destrezas administrativas y gerenciales. Los 150.000 trabajadores que muestra la industria en la actualidad, representan un número infinitamente mayor que los que laboran en empresas similares en el resto del mundo, y que extraen y refinan muchos más millones de barriles que la Pdvsa roja. La ineficacia es integral.
         El gobierno está intentando preservar a Caracas de la crisis de la gasolina. Sabe que la capital es un polvorín que si estalla incendiará a todo la nación. Cuánto tiempo podrá mantener encapsulada y protegida a  Caracas, nadie lo sabe. Ni siquiera ellos pueden vaticinarlo. Si proyectamos la incapacidad de esos señores, podemos suponer que la escasez de combustible la afectará muy pronto. Gracias a la proverbial ineptitud de los rojos, 2018 despuntará con un factor adicional para lamentarse. A las carencias globales habrá que agregar la falta de combustible porque el gobierno dejó al país sin gasolina.
         @trinomarquezc

PD: pásenla lo mejor posible este Fin de Año. Luego veremos.

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miércoles, 27 de diciembre de 2017



Colón era «un mestizo mediterráneo multicultural», según un exanalista de la CIA


 EFE

En la penumbra de la Sala de Lectura de la Biblioteca del Congreso de EE.UU., el exanalista de la CIA Peter Dickson ha empleado «miles de horas» intentado desentrañar uno de los grandes misterios de la humanidad: el origen de Cristóbal Colón.
El almirante pasó a la Historia como el hijo de un humilde tejedor de la República de Génova que acometió para los Reyes Católicos la épica singladura que condujo en 1492 al descubrimiento de América, pero nadie conoce a ciencia cierta su procedencia. El propio descubridor del Nuevo Mundo «eligió vivir en la oscuridad en todo lo relativo a su lugar de nacimiento y familia», como recuerda su hijo Hernando Colón en la biografía de su padre.
Obsesionado con ese enigma desde 1991, Dickson ha surcado mares, no de agua salada, como el legendario navegante, sino de documentos antiguos en busca de la verdad. «En los años noventa pasé miles de horas y gasté miles de dólares. Durante muchos años, casi viví aquí, escarbando» en archivos, comenta en el Edificio Thomas Jefferson.
Nacido en 1947, Dickson trabajó durante «más de veinte años» como analista político-militar especializado en la proliferación de armas nucleares para la CIA. En el más poderoso servicio de espionaje del mundo, Dickson aprendió «la habilidad de ver pruebas que no parecen relacionadas, pero están relacionadas». Con esa «mente analítica», el ahora investigador independiente, autor de un libro y varios ensayos sobre Colón, intenta ordenar el galimatías de su vida mediante un infatigable rastreo genealógico.

Origen humilde

De entrada, Dickson cuestiona su origen humilde históricamente aceptado: «Eso no tiene sentido», subraya, porque «el desconocido hijo de un tejedor genovés» nunca podría haberse casado por estatus con Felipa Moniz, una dama de una familia aristocrática vinculada a la poderosa Casa de Braganza, que reinó en Portugal de 1640 a 1910.
Para decepción de quienes claman que Colón fue italiano, portugués, francés o español, el investigador sostiene que «no es nada (de eso) al cien por cien» y que se trata de «un mestizo mediterráneo multicultural con un complejo árbol genealógico». El exanalista de la CIA apoya la teoría de que el almirante proviene de una zona que abarcaba la costa entre Savona (Italia) y Mónaco (Riviera Francesa), bajo control de la República de Génova. «Puedes ser un ciudadano de la república genovesa -arguye- sin ser un italiano monocultural».
El puzzle de la vida de Colón se complica aún más porque «nunca escribe en italiano a los italianos. Les escribe en castellano», apunta Dickson, al recordar que filólogos, como Ramón Menéndez Pidal, han demostrado que «el castellano no es su lengua materna». En un reciente ensayo publicado bajo el sugestivo título «Colón: El ADN secreto y los misteriosos orígenes del primer icono de América», el investigador se zambulle también en las aguas de la genética como posible respuesta a la eterna incógnita.

Descendientes

Dickson aborda la investigación que, bajo la batuta del director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada, José Antonio Lorente, estudia desde 2003 cientos de muestras de ADN de posibles descendientes del almirante apellidados Colón, Colom o Colombo de España, Francia e Italia. Los expertos cotejan ese ADN con muestras de restos de Colón, su hijo Hernando y su hermano Diego exhumados en Sevilla (sur español).
En un artículo divulgado en 2011 en la revista «European Journal of Human Genetics», los investigadores concluyeron que los Colom catalanes pertenecen a un número de linajes menor que los de los Colombo italianos, lo que hace más fácil seguir su pista genética. Dickson lamenta que los científicos no desvelaran información sobre el cromosoma Y hallado en los «bien preservados restos» de Hernando, de mayor calidad que los de su padre y su tío.
El exanalista cree que optaron por el «secretismo» para esconder que «no hallaron ninguna coincidencia» genética, y por temor a que ese resultado reforzase la «sospecha» de que esos apellidos fueran «un sinónimo adoptado para ocultar el origen de la familia». Lorente alegó el pasado octubre que, en aquel momento, «las tecnologías no eran suficientemente potentes» para establecer el tipo de cromosoma Y en los Colom catalanes y los Colombo italianos, si bien confía ahora en poder acabar el estudio en 2018.
Más allá de polémicas, Dickson asume la «magnitud titánica» de desentrañar un misterio que dura más de quinientos años y admite que tal desafío requiere la labor de un «equipo multidisciplinar». «Al menos -agrega el exanalista de la CIA-, creo que he abierto la puerta a un nuevo enfoque».

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Adiós, Johnny

P.S.
PARÍS – ¿Qué mejor despedida para un rockero que el gran y silencioso concierto del sábado sobre los escalones de una iglesia? ¿Y qué mejor adiós a un gran intérprete que el efectuado por la inmensa multitud que cantaba alrededor de un cuerpo que parecía haber organizado desde el más allá esta última demostración de entusiasmo y amor?
Aquí reside el rasgo cautivador del funeral de Johnny Hallyday, el cantor nacional de Francia: su capacidad de escenificar su destino hasta la hora final, y la potencia estelar que su ser retuvo incluso en la muerte.
Eligió para su última actuación un traje alargado y blanco. Nada quedaba de sus ondulantes caderas y sus aullidos, ni de los ojos pálidos perpetuamente al borde de la risa o el llanto (nunca se sabía cuál de los dos). Y sin embargo ahí estaba él, carisma y presencia, el hechizo de un chamán que te invitaba por última vez a bailar el coro eterno con su aura de misterio y su sonrisa. Y ahí estaba el espíritu de Francia: jóvenes y mayores, el presidente francés y dos de sus predecesores, los novelistas Philippe Labro y Daniel Rondeau, celebridades, artistas, fanáticos de hace 50 años que vestían flecos apache, una remembranza de los mineros en huelga de Lorena, las palabras de Jacques Prévert, lágrimas que la gente común derramaba.
Y todos ellos parecían aún estar bajo la influencia de Hallyday: el gran actor súbita, descarnadamente humano y perdido. El viejo cantante poco sentimental con una lágrima en la mejilla. La columna de motociclistas que descendía por los Campos Elíseos, que nunca llevó tan bien su nombre fúnebre.
También estaba la Place de la Madeleine. Habitualmente tan formal y fría, en un momento se hacía eco del ritmo de las cuerdas al movimiento de los bayous de Luisiana, y al instante siguiente recordaba el concierto en el Olympia, tan cercano pero a medio siglo de distancia, en el que el saturnino agitador agitó diez mil corazones.
Había un flujo de emoción no visto en Francia desde los funerales de Víctor Hugo y Edith Piaf, desde el catafalco de Jean Jaurès por la Rue Soufflot. Un millón de personas de luto que no sabían si llorar, cantar, arrojar sillas, pedir un bis o encender velas.
Quien desaparecía en un último desfile de pasión y energía, de desasosiego y rebelión silenciosa, de fisuras internas y deseo de armonía, era alguien que había pasado toda su vida intentando no sobrevivir. Y ese día fue tan llorado que su ausencia parecía parte de un espectáculo, de alguna manera haciéndonos olvidar que ya no estaba con nosotros. Quien permanecía en cada uno de nosotros era el Johnny que nos conmovió a todos: la juventud en una gira, como el Capitán Fracasse de Gautier; el padre, un personaje de Modiano quien, entre episodios de bebida, empeñó los regalos que le había hecho su hijo abandonado.
Y también estaba el rockero de los sesenta con ojos de lobo triste y pómulos tallados por Giacometti, con actitud de El guardián entre el centeno y una melancolía tan intensamente desesperanzada que parecía condenarlo a vivir al borde de toda forma de exceso. Era el artista consumado de la escena francesa, un camaleón propagado por la televisión satelital, empapado de falso sudor y brillantina de verdad, un artista que, como un novelista, confesaba como una forma de mentir.
Hallyday fue hijo de una generación que vio la entrada de los soldados estadounidenses en París y que inventó para sí una ascendencia estadounidense. Estados Unidos era cigarrillos, Levi's y Coca-Cola. Pero también era la languidez del blues, Nashville y la luz verde que veía brillar al amanecer tras noches empapadas de alcohol y anfetaminas.
Cuando este desesperado coloso del dolor, el vaquero desvelado y suicida, ofreció su cuerpo en sacrificio a la cámara y a la multitud de fanáticos embelesados, generó en François Mauriac la impresión de una figura mefistofélica. Aquí estaba el héroe, abigarrado y marcado por cicatrices, cuya gloria parecía una herida, cuyas victorias eran estigmas y que, de metamorfosis en metamorfosis, encarnaba lo que erróneamente se llama pop o variedades pero que, en él, era más como la grandeza perdida o el lamento de un poeta ingeniosamente disfrazado.
Y al final triunfaba el rey Lear, la cara de cera con la mirada violeta, sobreviviente de una época cuyos héroes perecían antes de los 30 años, uno que sabía que su supervivencia era un milagro. Y luego, finalmente, esas casi muertes a la manera de Bossuet (“¡Johnny se está muriendo! ¡Johnny está muerto!”): él siempre reviviría, hasta la última vez, cuando vivió nuevamente en París por unas pocas horas bajo un frío sol de diciembre.
El Vaticano de la literatura que es la Academia Sueca rescató a la canción de su infierno canónico con la coronación del Nobel de Bob Dylan. En el caso de Johnny Hallyday, tal vez no resulte demasiado descabellado creer que este hombre de un misterio de esfinge ahora sea, como Baudelaire, “un bloque de granito rodeado de un temor vago” cuya “naturaleza valiente solo canta a los rayos del sol del ocaso”.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

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Maduro, el petro y el ‘default’

IBSEN MARTINEZ

Al momento de presentar el petro, la improbable criptomoneda venezolana, Nicolás Maduro invocó un prestigioso santo y seña del populismo latinoamericano: “El dinero alternativo”, la “moneda social”, un signo cambiario cuyo respaldo no sea el oro sino un sentimiento moral: la solidaridad.
En el centro de esa economía solidaria y sustentable hallamos la idea del trueque.
En 1993, la antigua Unión Soviética iba camino a una economía de mercado cuando emergió el trueque. Una inflación de dos dígitos y una dramática escasez de efectivo reforzaron las transacciones no monetarias entre individuos, antiguas empresas estatales y hasta el fisco. El trueque era, además, un “remanente cultural” de la era soviética. A comienzos de 1998, el trueque alcanzó en Rusia su pico histórico. Pero en agosto de aquel año llegó al fin un préstamo del FMI por más de 4.800 millones de dólares.
La recuperación de la economía real, sumada a un inesperado boom de los ingresos petroleros, señaló el fin del trueque en Rusia.
Fue notorio que durante los años del trueque nadie en ese país pensase en una alternativa al capitalismo basada en sustitutos del dinero, ni buscase una “tercera vía” a la riqueza y la justicia sociales propulsada por una economía no monetaria.
Los rusos simplemente recurrieron al trueque para sobrevivir allí donde el dinero en efectivo escaseaba y esto solo mientras llegaba una economía de mercado. Fue en esta misma época cuando el trueque surgió como forma de intercambio en la Argentina.
Eran tiempos de hiperinflación y estancamiento. El Gobierno restringió la circulación de efectivo con el llamado corralito. En 1995, el desempleo alcanzó la cifra histórica del 19% y se fundó el primer “club de trueque” en Argentina. En pocos años, más de 5.000 clubes de trueque acercaron a dos millones y medio de personas. Hubo, desde luego, que afrontar el problema de cómo adjudicar valor a los bienes y servicios registrados en las bases de datos de cada club. Sin llegar a resolverlo jamás, se acudió, sin embargo a la emisión de millones de vales.
Para 2002, alrededor de siete millones de dólares en vales habían entrado en circulación. Los vales argentinos no tenían, sin embargo, capacidad de almacenar valor, como sí lo hace el dinero, ni resolvían lo que el dinero sí logra: que el intercambio de bienes y servicios sea oportuno y simultáneo.
Un suceso de página roja dramatizó, en 2003, el fin del trueque en la Argentina: unos delincuentes robaron la tipografía donde el más grande club de trueque imprimía millones de vales. En un solo día de 'shopping' juntaron una fortuna en artículos de cuero, muebles, electrodomésticos, teléfonos móviles, computadoras, etcétera. Pagaron solidariamente con moneda social, claro.
Los cacos disponían, obviamente, de información privilegiada porque, días más tarde, la misión del FMI obtenía garantías de Néstor Kirchner, se levantaba el corralito, la gente recuperaba sus depósitos y se olvidaba de los vales de trueque. La banda revendió toda la mercancía robada en dólares.
La idea de mercado sin capitalismo, de una economía “solidariamente sustentable”, generó en toda la región, sin embargo, una industria académica posmarxista que, ya a comienzos del siglo XXI, engastó en la revalorización ideológica del populismo latinoamericano, a la manera de Ernesto Laclau.
Consecuentemente, Hugo Chávez comenzó a parlotear en televisión sobre las economías prehispánicas y la red global de trueque. En 2009, el Comandante ideaba el sucre, inmaterial unidad de cuenta de los países del ALBA que cayó en desuso al nacer. Fue también Chávez quien ideó el petro que Maduro intentó relanzar mientras en 2018 le llega la hora del default.
Solo el mercado salva, Nicolás.

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martes, 26 de diciembre de 2017

TARJETA DE NAVIDAD

KARL KRISPIN

Mientras toda la prensa mundial abunda noticiosamente sobre la poshistoria, en nuestro país vemos a diario cómo se registra la basura para encontrar algo de comida. Las democracias occidentales avanzan hacia lo que Ronald Ingleheart llamó la posmaterialidad, a la vez que en nuestra comarca no pasamos de las noticias del entorno y cómo logramos una sociedad con las calorías necesarias para los desnutridos. Definitiva y desgraciadamente, estamos atrapados en la historia con una diferencia: se lucha denodadamente por regresar al sistema de libertades. Construir reconocimientos es un asunto secundario. Mientras tecleo estos caracteres es 23 de diciembre, la ciudad está vacía, apenas unos pocos automóviles surcan la autopista aledaña y Caracas parece haberse quedado callada. Hace mucho tiempo que esta ciudad ha hecho mutis. Estamos en vísperas de la Navidad y parece un contrasentido: ¿será que algunos optimistas impostaron que estábamos en Nochebuena? Esta supuesta Navidad carece de motivos celebratorios, salvo los íntimos y familiares. Basta constatar los precios dolarizados y los salarios fingidos. Leo las noticias recientes: han liberado algunos presos políticos y celebro que podamos entendernos aunque sea en algún gesto cercano al espíritu navideño que no se encuentra. No me provoca darle las gracias a nadie: los liberados siempre fueron inocentes.
Todos los años nos dicen que el próximo será peor. Estamos acostumbrados a la calamidad desde que hicimos de la palabra crisis una definición sistémica de nuestra condición. Los que vivimos y seguiremos en nuestro país hemos aprendido una lección de vida en los últimos años: hemos desarrollado destrezas para sobreponernos a pesar del Estado y sus tenazas. La inmensa población, económicamente informal, es una prueba de ello. Cada jefe de familia venezolana es un emprendedor, un manejador de catástrofes y escenarios. Quienes creemos en el liberalismo, sabemos que venceremos y convenceremos. Llegará algún día en que desconozcamos el nombre de nuestros gobernantes. Habremos conquistado la tierra al estilo nietzscheano.
Cada día que transcurre, la política del día a día, la envilecida, nos cerca y condiciona más. Nuestro tiempo cotidiano nos obliga a hablar de ella, a rendirle pleitesía, a mirarla de frente. Es tiempo de pensar más en términos individuales, en construirnos como individuos y realizarnos plenamente. El día que dejemos de nombrar a los innombrables, que no los acojamos en nuestras vidas, que nos los prohibamos, realizaremos la idea liberal de fijarnos nuestro propio destino. No se trata de un cuento de Navidad. Es un modo de cambiar la sociedad para desmontar los colectivismos. En cada uno de nosotros habita el verdadero soberano.

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La diáspora y la recuperación de la democracia
TOMAS PAEZ
Reza el dicho que hechos son amores y no buenas razones. En cada acto de la dictadura socialista, aunque finge humanidad, expresa su desprecio por los venezolanos sin importar dónde se encuentren, dentro del país o como integrante de la diáspora que hoy excede los dos millones y medio de venezolanos, aproximadamente 10% de la población. Este dato se ha construido al margen del Instituto Nacional de Estadística, pues el Estado pretende encubrir esta realidad. Tal enmascaramiento es un atentado a la democracia, pues, como bien afirma Jean-Paul Fitousse, uno de los mayores bienes públicos de la democracia es poseer un buen sistema de estadísticas públicas, confiables y que además la gente crea en ellas.
El régimen ignora la diáspora y menosprecia a los venezolanos porque no admite lo obvio: la existencia de hambre y la escasez de todo. Es el sistema autoritario el verdadero responsable de la hambruna y de la escasez de medicinas que ha creado la crisis humanitaria que padece el país. Para los voceros del régimen los ciudadanos son los dame pan y dime tonto que corroboran cuando se jactan de que las escuálidas bolsas de comida (CLAP), que han vendido a los ciudadanos, les han salvado la partida.
El desconocimiento de la crisis humanitaria quizá obedezca al hecho de que están muy ocupados en sus negocios personales, que no son pocos y de montos nada despreciables, y posiblemente al escaso interés que sus actos muestran por los ciudadanos. No han tenido oportunidad ni tiempo para ojear los numerosos informes y datos que documentan la precariedad de la salud, la reaparición de enfermedades eliminadas, la escasez de las medicinas, reactivos, equipos médicos y alimentos. Tampoco pierden tiempo en solicitar información acerca del comportamiento de la inflación, hoy convertida en hiperinflación, el peor de los enemigos de los que menos tienen, que en la Venezuela del socialismo del siglo XXI superan 82% de la población.
Insatisfechos por haber sido designados como administradores de los recursos de los venezolanos, a quienes deberán rendir cuentas de lo hecho, decidieron apropiarse de lo que nos les pertenece. Ejemplos de ese arduo trabajo son los ministros, embajadores, viceministros, expresidentes de Pdvsa y una extensa red de cómplices que se añaden a las listas de imputados, solicitados o encarcelados. En lugar de mantener y mejorar los elevados estándares de calidad a los que nos había acostumbrado el equipo gerencial de aquella Pdvsa que reconocía el mérito de su más valioso activo, el capital humano, se han encargado de desvalijarla y destruirla hasta el punto de hacerla inviable. No podía ser de otra manera: el modelo castiga al talento, recompensa al delator, condecora a los seguidores fieles aunque carezcan de mérito alguno y termina premiando al delincuente.
Los reputados gerentes que encumbraron la empresa a nivel mundial han sido reemplazados por los PRANES del petróleo, como lo indican las siguientes notas de prensa: Agentes federales y fiscales investigan en Estados Unidos varias decenas de hechos de corrupción en Pdvsa; el empresario Roberto Rincón se ha declarado culpable y dispuesto a revelar el tramado del saqueo a la empresa petrolera…, a lo que se suman quienes poseen cifras milmillonarias en la banca de Andorra y las más recientes denuncias de quienes fueran ministros y presidentes de Pdvsa. Y esto es solo la punta del iceberg.
No admiten que han destruido Pdvsa, el país, y niegan con descaro que en Venezuela exista crisis humanitaria. Como en el caso del sector eléctrico, siempre habrá una iguana a la que culpar del desastre. Mientras los voceros del régimen no logran ver ni la crisis ni la diáspora, todo el mundo conviene en su existencia, busca y ofrece soluciones para superarla: el secretario general de Naciones Unidas, la Unión Europea, la OEA, el Grupo de Lima –integrado por parte importante de los países latinoamericanos– y la Asamblea Nacional que representa a la gran mayoría del país.
La negación de la crisis les ha llevado a expresar su rechazo del siguiente modo: sobre el supuesto de una crisis humanitaria, se propone una ayuda humanitaria a la que califican de invasión desnuda, para diferenciarla de la cubana, de la que guardan un hermético silencio ya que esa sí va bien vestida con los recursos de los venezolanos. Lo de la “invasión desnuda” probablemente alude al riesgo de que el modelo MILITAR-cívico deje en evidencia su monumental fracaso.
De manera presuntuosa desconocen su responsabilidad en los resultados y culpan a terceros (iguanas, ratas, guerra económica, etc.). En lugar de enmendar insisten en la aplicación de las mismas políticas que han llevado a Venezuela al despeñadero, es decir, pretenden apagar el incendio echándole más gasolina al fuego: persisten en aplicar las políticas propias de la insania mental, como lo apuntó en algún momento nuestro prestigioso y querido economista Héctor Silva Michelena.
Un vicepresidente afirmó en la cumbre presidencial en México que había robo de cerebros, otro vocero denigra de los venezolanos cuando afirma que se han formado en el exterior con recursos públicos (¿y los de las familias dónde quedan?) y luego se quedan a vivir en el lugar en el que estudian, razón por la que hay que evitar que salgan. Un poco de historia les vendría bien. La democracia venezolana diseñó programas espectaculares, como el Mariscal de Ayacucho, que son un mentís a esa afirmación bárbara.
Como la diáspora no es real, carece de sentido pensar en políticas públicas para algo que no existe. No contentos con ignorar su existencia, se encargan de convertirlos en apátridas, ya que no pueden acceder a los documentos de identidad, cédula y pasaporte. Además, desconocen los derechos de los jubilados y pensionados que integran la diáspora, violando en ese olvido consciente acuerdos particulares con países de la Unión Europea en los que están obligados a pagar. El régimen conculca los derechos políticos de los venezolanos al obstaculizar su inscripción en el registro electoral e impidiendo el ejercicio del voto.
La diáspora que el socialismo ha estimulado ha crecido más de 40% en los dos últimos años. Esta tendencia se mantendrá en la medida en que persista y crezca la trágica crisis humanitaria y la inseguridad siga cobrando una vida cada 16 minutos. Si no hay cambio de modelo esta tendencia resultará indetenible.
La próxima elección presidencial abre una oportunidad para que la diáspora participe más activamente en la recuperación de la democracia y en la reconstrucción del país. El régimen se sabe perdedor y sabe que es una pequeña minoría aislada nacional e internacionalmente. Intentará agudizar sus acciones endemoniadas. Para la alternativa democrática es un evento crucial en el que se reafirmará la mayoría del país que desea poner coto a su destrucción y poder atender las necesidades de todos.
Una de las piezas con las que cuenta la dictadura es el Consejo Nacional de la Exclusión Electoral. Las famosas listas del odio se elaboraron con la información que poseía la institución y se puso nombre, apellido y número de identidad a quienes deberían ser perseguidos y excluidos. La mayoría de la directiva de este organismo es una extensión del régimen, obedecen órdenes y carecen de la autonomía indispensable para poder ejercer las funciones para las que fue creado. En lugar de facilitar la transparencia del proceso electoral, se ha convertido en su principal traba.
Pocos dudan de su capacidad para la trampa y la triquiñuela. La más reciente y notoria fue el número de votos que asignó a la (in)constituyente, razón por la cual la empresa Smartmatic denunció el engaño con el que pretendía completar la violación d la Constitución con ese adefesio que no acepta la mayoría del país y que nadie en el mundo reconoce. La otra farsa es su desconocimiento de la diáspora.
¿Cuáles son las acciones con las que el organismo de la exclusión electoral logra eliminar a la diáspora del proceso electoral? La primera consiste en confirmar su inexistencia impidiéndoles inscribirse en el registro electoral permanente y evitando el cambio de domicilio. Expresión de ello es que solo hay inscritos un poco más de 100.000 venezolanos en el exterior. La última consulta promovida por la Asamblea Nacional y coordinada por la sociedad civil y los partidos políticos arrojó que participaron más de 700.000 venezolanos.
El segundo mecanismo es ponerle trabas al proceso de votación. Un ejemplo emblemático es lo que han hecho con los ciudadanos que viven en el estado de Florida. El organismo de la exclusión creó un centro de votación en Nueva Olrleans, a más de 1.300 kilómetros de distancia, un verdadero estímulo a la abstención. Por si fuera poco han inventado exigir certificados de residencia para que la diáspora ejerza el voto. Esta situación hay que denunciarla ante todos los organismos electorales en el mundo y exigir que se acerque el centro de votación a los ciudadanos.
El tema electoral es un asunto que une a la alternativa democrática y en torno a él se puede ensamblar una estrategia unitaria, impermeable a la fisura. La primera fase de la estrategia consiste en exigir la apertura del registro electoral permanente. Esta iniciativa, de carácter global y simultánea en decenas de países y centenares de ciudades, debe tener como invitados y testigos a los demócratas del mundo, a los medios de comunicación y organizaciones de derechos humanos. Las concentraciones deben ser un espacio de encuentro que sirva para denunciar la crisis humanitaria que vive el país.

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Václav Havel, héroe de la libertad

Luis Alfonso Herrera O.

Encontrar desarrollada a plenitud la idea del “monomito”, o el “periplo del héroe”, de Joseph Campbell, en sagas literarias o cinematográficas es gratificante y maravilloso, pero hallarla en la vida y obra de una persona de carne y hueso de nuestro tiempo, es sorprendente e inspirador. Y es justo lo que uno siente cuando lee el estupendo libro que han escrito y publicado Branimir Barrueto y Darinka Barrueto sobre la vida, acción e ideas políticas de ese héroe de la libertad que fue el primer presidente de República Checa, con el título de Havel: la libertad de terciopelo (Santiago: Salesianos impresores, 2017).
Quien no conozca nada sobre el personaje, o solo algunos fragmentos de lo que fue su lucha contra el régimen comunista que tiranizó la antigua Checoslovaquia desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta 1989, encontrará en este libro una estupenda y completa introducción a la figura, “periplo”, batallas políticas y logros trascendentes de Václav Havel (1936-2011), a quien no solo su país, sino todo Occidente deben unas de las páginas más estimulantes de la lucha por la libertad durante la segunda mitad del siglo XX, tal y como lo testimonian los estudios de académicos como Michael Ignatieff y Michael Zantovsky, entre otros.
Desde luego, para conocer a Havel, sus ideas y trayectoria, abundan las fuentes, incluso en nuestra lengua. Buena parte de su obra escrita, tanto artística como política han sido traducidas al castellano, y abundan las biografías y estudios sobre sus aportes a la causa de la libertad y la democracia en la antigua Checoslovaquia, hoy República Checa y Eslovaquia. En vista de ello, es legítimo preguntar ¿qué aporta a la literatura existente sobre el personaje este libro de dos jóvenes chilenos, preocupados por el clima de ideas políticas que va predominando en el país austral? Pues mucho, como se intentará explicar de forma sucinta a continuación.
Se trata, en primer lugar, de un libro muy bien escrito, ameno, afortunado en la información que contiene y efectivo para el lector interesado en conocer cuál era el contexto histórico de Checoslovaquia antes de la aparición de Havel en la vida política de ese país —para los venezolanos de hoy es casi una descripción directa de la represión, la escasez, las largas filas y la eliminación del tiempo que padecemos bajo la tiranía chavista—, cómo fue la vida del personaje antes de decidir actuar políticamente para contribuir con el cambio de la atroz realidad de su patria y qué circunstancias específicas le llevaron, desde la dramaturgia, a asumir las banderas de la libertad, la democracia y los derechos humanos contra la tiranía comunista apoyada por la entonces todopoderosa y prestigiosa URSS.
Luego, en segundo lugar, estamos ante un libro que aporta información precisa y muy bien fundamentada de los hechos, más bien, de los enormes sacrificios, del dolor, de la injusticia y los grandes peligros que los checoslovacos tuvieron que enfrentar durante su cautiverio bajo el régimen comunista para recuperar su libertad —por ejemplo, el 19/11.89, último día de la tiranía en el poder, hasta el final las “Milicias del Pueblo” esperaron órdenes de sus superiores para salir a reprimir, asesinar y encarcelar disidentes, lo que no ocurrió, pues desde la URSS no se dio esa orden— y derrotar con éxito el infame proyecto socialista de eliminar su identidad nacional, su historia y su cultura, para imponer la propaganda abyecta creada desde Moscú para todos sus satélites en el mundo, y que explica de manera clara cómo sin coherencia en el discurso y la acción, sin honestidad, lucidez, unidad política —no electoral— y apoyo internacional, el país de Kafka y Kundera habría permanecido por mucho tiempo más bajo la oscuridad totalitaria.
En tercer lugar, Havel: la libertad de terciopelo hace una detenida exposición de lo que fue cada etapa de la evolución política del personaje estudiado, desde su condición de escritor de obras de teatro hasta su papel de líder indiscutible en la redacción y difusión de la Carta 77 y, más adelante, al frente del Foro Cívico, de la Revolución de Terciopelo y de la Presidencia de Checoslovaquia y de República Checa, tras la separación de Eslovaquia, pasando por sus múltiples recurrentes detenciones arbitrarias, con trabajos forzados incluidos, persecución, pérdida de la libertad para leer, escribir y estar al día con los acontecimientos dentro y fuera de su país, todo ello destacando que estamos ante una persona que no fundó un partido político, que no fue el típico activista estudiantil o partidista, que no ambicionaba el poder ni lo buscó, y que no por ello cabe considerarlo un “antipolítico” —como en Venezuela se llama a toda persona que no milita en un partido político y opina sobre política—, sino muy por el contrario, como un ser político en toda su dimensión, pero, además, con unas características casi únicas, y por desgracia, tan raras como escasas en el mundo siempre mediocre y “pragmático” de la política.
Pero, en cuarto lugar, lo que termina siendo el aporte mayor de este libro de los hermanos Barrueto, y que es prologado por Iván M. Havel, hermano del autor de El poder de los sin poder, es el capítulo dedicado a exponer, tras una minuciosa lectura de sus ensayos, discursos, entrevistas y conversaciones, el pensamiento político de Václav Havel, las ideas que con el paso de los años fue asumiendo, moldeando, escrutando y practicando, con la curiosidad y libertad propias del creador, en su acción política, que fue la de un hombre moderno que, en ejercicio de facultad de elegir, no dudó en asumir y difundir con un alto sentido de la responsabilidad moral pública, de forma original y sin dogmatismos, los valores e instituciones centrales de la cultura de la libertad: la democracia, la libertad individual, el Estado de Derecho y la economía de mercado.
En esa parte del libro podrá el lector interesado conocer qué entendía Havel, entre otras ideas y nociones, por responsabilidad humana, verdad, poder, postotalitarismo, ideología, disidencia, oposición, miedo, principio cívico, cultura, democracia, mercado, sociedad civil y la importancia de lo espiritual en la vida del ser humano, apreciar la diversidad, practicidad, profundidad y al mismo tiempo coherencia de su acervo de categorías políticas, edificado tras mucho esfuerzo intelectual y gracias a un hondo sentido de compromiso público, quien no tuvo que ser un beato para lograr ser un político decente, y quien usó la palabra y los valores no para engañar, manipular u ofrecer “pan y circo” a las masas, como hacen los “zorros viejos” y los “centrohumanistas” fracasados entre las ruinas venezolanas, sino para liderar, para inspirar y mostrar una vía, por desafiante que resultara, orientada a derrotar a la tiranía, y más allá, algo no menos complejo, construir una República democrática, liberal, de economía capitalista, integrada a Europa y regida por el Estado de Derecho.
Cada uno de los contenidos del pensamiento político de Havel son relevantes, pero destaca en especial su idea de la sociedad civil, ya que en ella está muy bien descrita su clara postura liberal sobre la necesidad de limitar el poder estatal y potenciar la libertad individual a través de la cooperación social espontánea, muy en sintonía con la idea de asociación civil de Michael Oakeshott: “No hace falta ser un economista para descubrir que la sociedad civil se mantiene a sí misma. Cuando el presupuesto del Estado paga las cosas, se tiene que recaudar más dinero en impuestos y esas transferencias consumen cantidades considerables (…) Pero el aspecto más importante de la sociedad civil es otro. Permite a la gente realizarse. Los seres humanos (…) son también —y esta es quizá su cualidad más íntima— personas que quieren estar con otras personas, que ansían formas diversas de convivir y cooperar, que quieren incluir en lo que pasa a su alrededor (…) La sociedad civil es una de las formas clave en que podemos desplegar nuestra naturaleza humana en su totalidad” (p. 97).
Finalmente, el libro comentado, cierra con una resumida descripción de la visita que Václav Havel hizo a Chile en 1994, durante una semana completa, en la que pudo compartir con el alto gobierno, dirigentes políticos, empresariales e intelectuales de este entrañable país suramericano. Podría considerarse que es solo un añadido anecdótico, una suerte de autorreconocimiento hacia su país de que, como pocos en nuestra región, tuvo el privilegio de recibir a este héroe de la libertad en su territorio, y disfrutar de su presencia, sugerencias y amistad como jefe de gobierno de República Checa. Y pues no, es claramente lo contrario.
Este capítulo del libro es clave, pues funciona como una suerte de interpelación tanto a los chilenos que en esa época compartieron con Havel y poco o nada lograron extraer de ese encuentro para el bien de la democracia liberal de su país, como a los actuales, en especial a los más jóvenes, que no solo ignoran el hecho de la visita y lo que en ella ocurrió, sino que ignoran sobre todo lo que Havel y sus compatriotas tuvieron que sacrificar y las ideas que tuvieron que proteger para lograr la vuelta a la civilización y el desarrollo, mientras, como se mostró en la reciente elección presidencial, muchos de ellos coquetean o abiertamente simpatizan con las mentiras populistas y claramente autoritarias de aliados del chavismo y Podemos, como los integrantes del Frente Amplio.
Esta última parte del libro, su interpelación y llamado de atención a no desaprovechar un evento tan relevante como la visita de Havel, conecta muy bien con la preocupación que Branimir y Darinka expresan en la presentación del libro, cuando señalan: “…la probable victoria de la centroderecha [lo que ocurrió el pasado domingo 17/12/17] corre el riesgo de ser una de las últimas del sector. Las izquierdas llevan la delantera en la discusión pública (…) es la única perspectiva visible en los medios de comunicación…” (p. 16).
Sin duda, Havel: la libertad de terciopelo es un valioso aporte a la causa de la libertad en los países de habla hispana, que ojalá sea leído y aprovechado por cientos de personas en todo el continente, en especial por los más jóvenes, que sueñan en países como Venezuela con una sociedad abierta, próspera y democrática, pues en él encontraran que eso es perfectamente posible, sin petroestado, sin populismo, sin estatismo y gracias, y solo gracias, a la práctica y difusión de la libertad individual como primer y fundamental paso.
Este artículo fue publicado originalmente en El Nacional (Venezuela) el 22 de diciembre de 2017.

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domingo, 24 de diciembre de 2017

Liberado Roberto Picón en la madrugada de este domingo #24Dic
 
 Picón

El dirigente político Jesús “Chúo” Torrealba confirmó a través de su cuenta en la red social Twitter que Roberto Picón fue liberado en horas de la madrugada de este domingo 24 de diciembre.
LaPatilla.com
“A las 4am se produjo la salida de Roberto Picón de la cárcel. Amanece en su casa, con su familia. Doy público testimonio de su coraje cívico, de su valentía ciudadana: “Esta fue una experiencia dura, de crecimiento”, me dijo a las 5:15 am vía telefónica. Sigamos en lucha! Palante!”, detalló Torrealba en Twitter.
Aunque Picón fue presentado ante la Constituyente cubana, luego fue regresado a El Helicoide para la revisión médica y liberado en horas de la madrugada de este domingo.
Picón es asesor electoral y miembro del Grupo Técnico de Apoyo Electoral (Gtae) de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), según detalla Poderopedia.
Durante los años 2005 y 2010 fue director de la organización no gubernamental Ojo Electoral, dedicada a evaluar la transparencia de los procesos electorales en Venezuela.
Es ingeniero electrónico y en 2012 fue coordinador nacional de análisis y seguimiento del Comando Venezuela –comando de campaña de la candidatura de Henrique Capriles, durante los comicios presidenciales del 7 de octubre de 2012, en las que resultó reelecto el ex presidente Hugo Chávez-.
El viernes 17 de febrero de 2017 Roberto Picón fue anunciado como uno de los integrantes de los tres grupos que constituirán la reestructuración de la coalición política Mesa de la Unidad Democrática (MUD): apoyo social, político, y técnico –al que pertenece Picón, y viene ejerciendo desde 2012-.



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Conozca las personas liberadas hasta ahora luego de la decisión de la ANC

EL UNIVERSAL

Caracas.- Luego de que la Comisión por la Verdad, la Justicia y Reparación a las Víctimas, recomendara la liberación de 80 personas detenidas por las manifestaciones en contra del gobierno de Nicolás Maduro, ocurridas este año y durante 2014, los privados de libertad han sido soltados poco a poco desde la sede del Sebin, ubicada en el Helicoide en Caracas.
La presidenta de la ANC, Delcy Rodríguez, anunció la decisión del órgano plenipotenciario, en una rueda de prensa ofrecida en horas de la tarde desde el Palacio Federal Legislativo.
"Hemos dado recomendación de beneficio para más de 80 personas. Son unas recomendaciones que ya se hicieron del conocimiento de los distintos órganos del sistema de justicia penal, así como al Presidente (...) y esperamos que en las próximas horas esto se haga efectivo", indicó Rodríguez.  
Estas liberaciones son cautelares, por lo tanto los hasta hoy detenidos quedan en régimen de presentación cada 30 días ante los tribunales pertinentes, según información ofrecida Jorge Delgado, uno de los polichacao liberados esta noche.
Los primeros liberados fueron Alejandro Zerpa y Miguel de Sousa, después de hacerle los exámenes médicos pertinentes en hospital militar de Caracas, para luego ser puestos en libertad los agentes de polichacao Venus Medina, María Pérez, Alfredo Chirinos, Jorge Delgado, Ever Meneses, Cesar Mijares, Darwin Herdes, Ángel Sánchez, Miguel Mora, Jonny Velásquez, Eduardo Salazar y Edgar González.
Los funcionarios de la policia de Chacao liberados esta noche poseían boleta de excarcelación, por orden del Tribunal 7° de Control del Área Metropolitana de Caracas (AMC), desde hace más de un año, 
También fue puesto en libertad el exalcalde del municipio Iribarren del estado Lara, Alfredo Ramos, y el profesor Carlos Pérez quien pasó más de 3 años preso en el Helicoide.
Ramos, quien fue detenido el pasado 28 de julio en su despacho de la Alcaldía Iribarren, indicó que siempre dijo que su detención "fue arbitraría e injusta", además de destacar que "por eso la gente lucho en todo el país por mi liberación".
Miguel de Sousa, quien tiene la doble nacionalidad, es luso-venezolano, le fue otorgada libertad plena con la orden de abandonar el país. 
Otros excarcelados fueron las de Roberto Picón, Andrea GonzálezBetty GrossiDanny Abreu, Carmen Salazar, Andrea Díaz, Leonel Sánchez, Marcó Rada, Jorge Castro, Ángel Marrufo, Alexander Sierra, Edgar Vargas y Jhon Castillo.
Los últimos en ser liberados hasta los momentos fueron Ronny NavarroRafael Liendo y Victor Ugas, quien tenía boleta de excarcelación con libertad plena, por condena cumplida, desde hace 7 meses.
Hasta el mometo asciende a 32 el número de personas puestas en libertad y que podrán pasar la navidad junto a sus familiares y seres queridos. 


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La industria del espíritu


JORDI SOLER

El filósofo Daniel Dennett propone una fórmula para alcanzar la felicidad: “Busca algo más importante que tú y dedica tu vida a eso”.
Esta fórmula va a contracorriente de lo que propone la industria del espíritu en el siglo XXl, que nos viene a decir que no hay más felicidad que esa que sale de dentro de uno mismo, lo cual puede ser verdad en el caso de un monje tibetano, pero no para quien es el objetivo de la industria del espíritu, el atribulado ciudadano común de Occidente que suele encontrar la felicidad afuera, en otra persona, en su entorno familiar o social, en su oficio, en un pasatiempo, etcétera.
De acuerdo con la fórmula de Dennett la clave está afuera, en el otro extremo, en la atención que dedicamos a cosas más importantes que nosotros, objetivo, por cierto, nada difícil de conseguir pues, en rigor, todo es más interesante que nosotros mismos.
La industria del espíritu, una de las operaciones mercantiles más exitosas de nuestro tiempo, ha crecido exponencialmente en los últimos años, no hay más que ver la cantidad de instructores y pupilos de mindfulness, o de yoga, que hay a nuestro alrededor. Mindfulness y yoga en su versión pop para Occidente, no precisamente las antiguas disciplinas que practican los maestros orientales, sino un producto práctico y de rápido aprendizaje que conserva su estética, su merchandising y sus toxinas culturales.
Hasta hace muy pocos años el yoga y el mindfulness eran actividades marginales, que practicaban unos cuantos, y hoy se han convertido, en muy poco tiempo, en una industria multimillonaria. No vamos a despreciar los beneficios físicos y mentales que da el yoga, ni puede negarse que en la introspección del mindfulness podría distinguirse eventualmente alguna luz, pero también es verdad que el éxito súbito y meteórico de estas dos industrias da qué pensar.
Lo de hoy es cultivar la espiritualidad, mirar hacia adentro de uno mismo, con un aire oriental, como vehículo para conquistar la felicidad. Como si de verdad la felicidad fuera una parcela conquistable, y no ese estado de ánimo aleatorio, espontáneo y efímero de, digamos, alegría integral, que llega de vez en cuando y a ramalazos. Lo más que puede experimentarse son momentos de felicidad, esa es precisamente la gracia; si la felicidad fuera un estado permanente viviríamos en un mundo de idiotas con sonrisa boba.
Frente al argumento de que la humanidad, finalmente, ha tomado consciencia de su vida interior, ¿por qué tardamos tanto en alcanzar este peldaño evolutivo?, propondría que, más bien, la burguesía occidental está siendo el objetivo de una gran operación mercantil que tiene más que ver con la economía que con el espíritu, la salud y la felicidad de la especie humana.
En su ensayo America the anxious (St. Martin’s Press, 2016), la periodista inglesa Ruth Whippman revela algunos datos que ha recabado el Departamento de Salud de Estados Unidos: más de veinte millones de personas, más o menos la mitad de los habitantes que tiene España, practican la meditación en aquel país, y el gasto anual en cursos de mindfulness, y los productos derivados de la enseñanza y de la práctica posterior, es de 4.000 millones de dólares. La cifra del yoga es todavía más importante: los nuevos yoguis invierten 10.000 millones de dólares al año en clases de yoga y accesorios como la alfombrilla, los leggings, el botellín yogui de acero inoxidable para el agua. De las industrias que crecen más, y más rápidamente, en Estados Unidos, el yoga ocupa el cuarto lugar.
Esto sucede en un país que en su acta de independencia consagra por escrito la búsqueda de la felicidad (the pursuit of happines) como uno de los derechos inalienables de las personas. Esta búsqueda, como todo lo que sucede en aquel país, se ha extendido por los países de Occidente y ha llegado aquí aplicada a la industria del espíritu, con un éxito, y una militancia entre sus practicantes, de los que no gozan la mayoría de los cultos.
La industria del espíritu es un producto de las sociedades industrializadas donde las personas tienen ya muy resueltas las necesidades básicas, desde el techo y la comida hasta el Netflix y el Spotfy. Una vez instalado en el angustioso vacío que producen las necesidades resueltas, el ciudadano maniobra para apuntarse a un grupo que le procure otra necesidad.
Este creciente colectivo de personas que hurgan en sí mismas buscando la felicidad, ya ha conseguido instaurar un nuevo narcisismo, un egocentrismo new age, un egoísmo rabiosamente autorreferencial que, de paso, ha venido a trastocar el famoso equilibrio latino de mens sana in corpore sano, decantándolo descaradamente hacia el cuerpo. El gurú del siglo XXI invita a sus pupilos a consentirse a sí mismos, a tratarse estupendamente mientras encuentran la puerta hacia la felicidad, los anima a descubrir los misterios del mundo en sus propios ombligos.
Este novedoso egocentrismo new age encaja divinamente en esa compulsión contemporánea de cultivar el físico, se tenga la edad que se tenga, de anteponer el corpore a la mens. A lo largo de la historia de la humanidad el objetivo había sido volverse más inteligente a medida que se envejecía; los viejos eran los sabios, ese era su valor, pero ahora asistimos a su claudicación: los viejos ya no quieren ser sabios, prefieren estar fornidos y musculosos, y dejan la sabiduría en manos del primer iluminado que se pone a impartir cursillos.
Walter Benjamin rescata el consejo de un viejo sabio cabalista que viene al caso; para conseguir un cambio importante en la vida no hacen falta grandes movimientos, ni cursillos de ningún tipo, añadiría yo: “Basta desplazar un poco esta taza, o este arbusto o esta piedra; y así con todas las cosas”, recomendaba el viejo cabalista.
Si la industria del espíritu tiene de verdad los efectos que promociona su clientela, ¿por qué no vivimos rodeados de gente feliz y satisfecha?
Parece que el requisito para salvarse en el siglo XXI es inscribirse en un cursillo, pagarle a alguien que nos diga qué hacer con nosotros mismos y los pasos que hay que seguir para vivir cada instante con plena conciencia. Sería saludable no perder de vista que el objetivo principal de esas sesiones pagadas no es tanto salvarlo a usted, como mantener a flote la economía del espíritu que, sin sus millones de abonados, regresaría al nivel que tenía en el siglo XX, aquella época dorada del hedonismo suicida, en la que el mindfulness era patrimonio de los monjes, el yoga lo practicaban cuatro gatos y el espíritu se cultivaba leyendo libros en una gratificante soledad.

Jordi Soler es escritor.

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