sábado, 31 de agosto de 2013

TARDE Y MAL


       JAVIER SOLANA
Lo que más sorprende es que hace varios meses no hubiéramos escuchado al presidente de EE UU y al Consejo Europeo un anuncio de esta naturaleza: “Hemos decidido enviar un equipo con capacidad negociadora a los países implicados y a la Liga Árabe para que con la mayor brevedad se pueda encontrar una solución al conflicto de Siria”. Los resultados de la reunión de Ginebra del 30 de junio 2012 podrían haber sido la base. Pero no se puso la determinación ni la tenacidad necesaria en el empeño de buscar una solución internacional y árabe. De haberlo hecho, no estaríamos donde estamos. Pero eso, desgraciadamente, es agua pasada.
Tarde y mal se quiere dar una sensación de liderazgo, del que se carece. Y no está claro que las posibles acciones que se barajan no vayan a convertir un problema ya de por sí largo y dramático en otro aún más difícil de resolver.
1. Lo que se prepara nada tiene que ver con una acción de carácter humanitario. Eso podría haber tenido lugar hace ya meses, perodespués de los 100.000 muertos, 1,9 millones de refugiados y más de cuatro millones de desplazados sobre una población de 22 millones, hablar de acción humanitaria sería, cuando menos, un abuso de lenguaje. Se prepara una acción que solo podría entenderse como respuesta a la ruptura de la Convención Internacional sobre las Armas Químicas (que entró en vigor en 1997). La última vez que se utilizaron en una guerra entre Estados fue entre Irak e Irán, al final de la Guerra Fría, por parte de Sadam Husein con el conocimiento de los Estados Unidos, como hemos confirmado recientemente gracias a unos documentos desclasificados y revelados por la revista Foreign Policy. Y posteriormente, en 1988, por Sadam también contra los kurdos. No es de extrañar que Irán haya condenado su uso en Siria habiéndolas sufrido. Una violación del Tratado en el siglo XXI no puede pasar sin sanción, pero lo importante es definir la sanción.
2. Se da la circunstancia de que hay sobre el terreno expertos de la ONU para investigar acusaciones anteriores y que están realizando las propias en el caso que nos ocupa. Un posicionamiento claro y convincente de los observadores sería imprescindible, máxime siendo probables diferencias importantes en el seno del Consejo de Seguridad para algunas formas de acción punitiva. Sería difícil de aceptar una acción no legitimada por el Consejo de Seguridad, sin escuchar a quienes el propio Consejo envió a realizar el trabajo.
3. El caso de Kosovo —junto al de Libia— suele salir a relucir como precedente para una operación en Siria. En el primero —Kosovo—algunas similitudes colaterales pueden esgrimirse. También había desplegados en la provincia de Kosovo observadores —en este caso de la OSCE— que fueron testigos de matanzas por parte de las fuerzas militares y de seguridad serbias y que hicieron saltar las alarmas de una situación que ya se anunciaba difícil. Poco más. Ni Serbia es Siria, ni Putin es Yeltsin, ni la UE era la de hoy, ni el mundo de los años noventa —de hegemonía occidental— es el mismo de hoy.
Una lección que quisiera apuntar sobre la intervención de Kosovo que puede ser útil para hoy: una intervención puntual destinada a hacer bajar la cabeza a un agresor se imagina rápida, pero la experiencia muestra que puede no serlo y hay que estar preparado para ello.El esfuerzo negociador fue extenuante —Negociaciones de Rambouillet— aunque, desgraciadamente, no fue posible el acuerdo. Presidía la UE ese semestre crucial la Alemania del canciller Gerhard Schröder. Se habló con Slobodan Milosevic a la desesperada, haciéndole ver las consecuencias que podrían derivarse de sus actos. Todo fue inútil. Se actuó sin acuerdo ruso pero con el apoyo del Consejo Atlantico y de la UE. Al final de la intervención, negociada entre un europeo, el político finlandés Martti Ahitsaari y un ruso, el antiguo primer ministro Víktor Chernomirdin, Kosovo se convirtió en un protectorado de la ONU y entre las fuerzas desplegadas para garantizar el acuerdo se encontraban también efectivos rusos, una situación difícilmente imaginable en los tiempos que corren.
4. Libia se ha esgrimido como otro posible precedente. No hay razón para comparar cualquier acción en Siria con la llevada a cabo en Libia, ni en el fondo, ni en el procedimiento. Gadafi había recuperado su lugar entre los miembros de la comunidad internacional tras probarse que tanto su incipiente programa nuclear como su arsenal de armas químicas habían sido destruidos. No había, pues, caso para sospechar la utilización de armas químicas. Se apeló al concepto de responsabilidad de proteger, aprobado por las Naciones Unidas en la última reforma de su Carta en septiembre 2005. La resolución que lo autorizó fue una de las más consensuadas de los últimos tiempos. No solo tuvo la aprobación del Consejo de Seguridad, con tres abstenciones —Rusia, China y Alemania—, sino que obtuvo, sorprendentemente, el apoyo unánime de la Liga Árabe, poco propicia al uso del concepto de responsabilidad de proteger.
No obstante, se pueden sacar algunas lecciones de la implementación de lo aprobado por el Consejo de Seguridad. Algunos países —Rusia y China fundamentalmente— consideraron que hubo extralimitación en la forma en que se aplicó en el caso de Libia, llegando hasta el “cambio de régimen”, la gran preocupación de Rusia y China. Esa percepción es responsable, en parte, de la utilización del veto por esos dos países en el caso de Siria.
Sea cual sea la decisión que al final se tome, si se quiere mantener alguna posibilidad de consenso ulterior buen cuidado habría que tener para que no ocurriera lo mismo. Por tanto, el objetivo debe ser claro, sin riesgo de interpretaciones arbitrarias que hicieran de lo que se pensaba solución, el gran problema.
Javier Solana era secretario general de la OTAN en 1999, cuando se produjo la intervención en Kosovo. Es distinguido senior fellow del Instituto Brookings y presidente del Centro de Economía y Geopolítica Global de ESADE

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SIRIA Y LA LEY DE ANTÍGONA

          Emilio Nouel

El filósofo André Glucksman, quien fuera militante maoísta en los tiempos del Mayo francés del 68, después de abandonar las ideologías totalitarias con las que simpatizaba, hace pocos años escribió: “No se me puede seguir prohibiendo la entrada a la casa de mi vecino si éste está matando a sus hijos con un hacha (…) Cuando un régimen somete a su población al suplicio, las sociedades felices tienen el derecho a intervenir”.
Esta justificación moral para la injerencia en un país en el que su gobierno está  perpetrando horrendas masacres, prácticas genocidas y todo tipo de desmanes contra su propia población, se ha topado con los defensores a ultranza del principio soberanista, muy caro al derecho internacional tradicional.
Así como en su momento la limpieza étnica que el régimen del serbio Milosevic llevó a cabo contra los kosovares, encontró quienes enarbolaran el sacrosanto principio de la soberanía externa, como coartada para impedir cualquier acción correctiva de la comunidad internacional, hoy vemos también a algunos blandir el mismo expediente para obstaculizar una iniciativa colectiva en el marco de las Naciones Unidas, frente a la matanza de alrededor 100 mil sirios que ha provocado la mafia de Bashar Al Assad por casi 2 años, y la cual ha alcanzado su máxima expresión en la utilización reciente de armas químicas (1.429 muertos, 426 niños entre ellos).
Obviamente, el principio soberanista esgrimido en el caso sirio, constituye sólo una fachada detrás de la cual se esconden los verdaderos intereses geopolíticos y  económicos de actores internacionales que están detrás de la dictadura corrupta siria. El realismo pérfido, como siempre, en acción.
Rusia y China, negados a un acuerdo en el seno del Consejo de Seguridad que busque frenar la matanza, están simplemente defendiendo posiciones frente a los que son sus adversarios en el ámbito internacional. La carnicería al interior de Siria, no los conmueve, miran hacia otro lado, no consideran importante tomar medidas al respecto.
En una de las tragedias de Sófocles, Antígona, se plantea el conflicto entre la ley del Estado y la ley natural. Antígona optó por esta última al enterrar a su hermano según los ritos religiosos, a pesar de que el rey Creonte lo había prohibido.  Antígona, llevada ante aquel, alega que las leyes de los hombres no pueden imponerse a la ley divina. Ella será condenada a muerte por defender un principio.
El principio de soberanía que impide la intervención frente a los desafueros que cometen los gobernantes es la ley del Estado, el derecho internacional, y el principio moral que obliga a intervenir en los casos de delitos masivos de lesa humanidad es la ”ley divina” por la que muere Antígona.
Lo que nos muestran hoy los medios, a través de diversos reportajes, sobre los horrores de la guerra civil siria, no nos puede dejar indiferentes.
¿Está justificado moralmente no hacer nada para parar tanto espanto?
En el caso que nos ocupa no sólo se trata de una violación reciente a normas sobre el uso de armas químicas. Son transgresiones a principios morales universales y normas internacionales que han tenido lugar por muchos meses, ante la mirada fría de quienes tienen el poder para poner coto a estos desafueros.
No se nos escapa lo complejo de la situación de lo que pudiera suceder no sólo en Siria sino en su entorno inmediato y las repercusiones en el planeta. 
La reacción variopinta ante estos hechos bochornosos es una mezcla preocupante. Hay víctimas de la intimidación al lado de los simples cobardes. Están los que defienden intereses crematísticos y los que hacen cálculos políticos. 
Pero están también los que sienten el deber moral de tomar decisiones más allá de los frías apreciaciones cuantitativas, las amenazas y los riesgos.     
De allí que cualquier intervención tiene que ser bien sopesada.  
Compartimos la idea de que hay que parar, como medida prioritaria, la matanza. Dolorosamente, eso costará más vidas, pero no pareciera haber otro camino a estas alturas del conflicto. Ojalá ese sufrimiento dure muy poco. 
A partir de allí habrá que inducir un proceso de negociaciones, sobre el cual no estamos seguro adónde conducirá. Sólo esperamos que sea para bien de ese sufrido país y del mundo.

EMILIO NOUEL V.

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DEMOCRACIA O DICTADURA


                 Américo Martín

El totalitarismo es la máxima expresión del autoritarismo. Los lectores deberían tomar muy en cuenta la diferencia de grado entre esos niveles de marginación de la democracia. Un sistema totalitario es el que finalmente copa absolutamente los espacios de libertad o de autonomía. El círculo se completa cuando todo ha sido avasallado por el poder central. En los regímenes autocráticos normales la represión se centra en ciertas áreas pero no hay la vocación de coparlo todo, incluso el fuero interno, el alma misma de la gente. En los regímenes lanzados al totalitarismo es de su esencia dominar y domesticar la realidad e incluso imponer ideologías que amarren a cada individuo al poder. Puede suponerse que  cuando ocurra algo como eso cesará la resistencia democrática incluso en el fuero interno de la gente.
Por eso la lucha por la democracia en condiciones como esas se convierte en una batalla por defender y ampliar los espacios porque sobre todos ellos se cierne la propensión dominante del poder totalitario. Lugar abandonado por cansancio, por desinterés o por lo que sea, será ocupado sin lucha por el poder central. En una lucha de esta naturaleza no caben  la abstención, la resignación, el fatalismo. Es en cada pulgada de terreno a lo largo del territorio nacional, donde ha de librarse la batalla por la democracia si se quiere impedir  que desde la acera opuesta completen la operación envolvente.
No hay razón alguna para desdeñar las pequeñas confrontaciones aplicando siempre métodos democráticos, pacíficos, constitucionales, de participación ciudadana. Siendo eso así, menos puede aceptarse la renuencia a batirse en confrontaciones electorales, por grandes que sean el ventajismo y los procedimientos fraudulentos de la otra parte. Paradójicamente ha sido en esas condiciones adversas como se ha venido alterando la correlación de fuerzas a favor de la democracia.
El 8 de diciembre puede densificar las aspiraciones de cambio, poner a prueba la minada unidad del bloque gobernante y castigar con el voto a los responsables del deplorable fracaso del modelo de gobierno y la ineficacia de sus administradores.

II


Basta con detenerse a pensar en la acumulación de variables negativas para poner en duda la continuidad  de las políticas oficiales. Esa es la enorme importancia de las próximas elecciones municipales.

Responder a los logros democráticos escalando la represión no será afortunado. Las hondas fisuras en el edificio gubernamental tienen su origen en la sensación de fracaso de la gestión revolucionario y la percepción del deterioro moral de esferas crecientes del liderazgo. La búsqueda de estabilidad por la vía de reprimir a más de la mitad de la población no es una decisión capaz de agrupar y entusiasmar a las mayorías. Es lo contrario: en sus propias bases el movimiento en el poder es víctima de un creciente malestar, alimentado por la insostenibilidad del programa anunciado hace tres lustros. Un descalabro electoral debería acarrear, por efecto residual, la exacerbación del descontento.

Ya es grave que la mitad del país sea excluida y sometida a persecuciones viles, acompañadas de sucias agresiones verbales y de hecho. Borrar a una parte tan grande de la sociedad no es viable ni puede transcurrir sin gran peligro para los agresores.

Ahora estaríamos entrando en una nueva y peligrosa fase. Se observa que la articulación de la gestión regresiva y excluyente se está extendiendo al seno mismo de la parte del país identificada con los ideales primarios de Hugo Chávez. A las quejas cada vez más difíciles de ocultar se responde desde la cumbre con despreciables discriminaciones y amenazas. Despojar a los militantes del humano derecho de elegir candidatos o de ofrecerse como abanderados ha sido un mandoblazo cuyos efectos apenas comienzan a hacerse sentir. Exigirle además incondicionalidad a esa militancia maltratada es un hábito  que siempre y en todas partes promueve rebeldías. He escuchado a un antiguo amigo mío, hoy leal militante del PSUV, reclamar de la manera más sobria: “unidad, sí, pero con discusión”. Exige lo que no tiene: el derecho de opinar, de disentir. Es la tendencia  a cerrarse también en la vida interna del gobierno a valores igualmente negados al resto del país.
Es obvio que en el PSUV reina una caricatura de democracia. Mucha retórica, muchas exhortaciones al sublime sacrificio en contraste con un régimen interno cada vez más pobre, excluyente y zarandeado por el personalismo sediento de grupos de poder enfrentados.

III


Ese edificio, desgraciadamente disminuido a lo interno, tiene la angustiosa responsabilidad de sostener un régimen afectado por una crisis de hondo contenido social y por un sacudimiento económico de insólita gravedad.
Cuando los gobiernos cercados por la crisis se refugian en llamados a hacer campañas, movilizaciones, emotivas batallas, probablemente lo hacen en primer lugar por motivaciones internas. Comprenden que el temporal puede llevarse todo si cuando menos no rescatan el entusiasmo, la mística y el espíritu de sacrificio de los militantes.
Pero ese retroceso emocional no es casual. Está a la vista la dura revuelta de la economía y las amargas quejas de los estamentos más débiles. Las promesas chocan contra la imparable inflación, el desabastecimiento, el hundimiento de la economía real, el naufragio de la salud, la educación, los altísimos índices de inseguridad. El gobierno está desbordado y desconcertado por el oleaje crítico.
¿Comprenderá la inanidad de sus fantasías? ¿Descubrirá el peligro de concentrar todo el poder en sociedades complejas?
El gobierno debe saber que la alternativa democrática hará de la reconciliación sin represalias la clave salvadora de una Venezuela de todos, por todos, para todos.

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Obama, decidido a lanzar el ataque tras presentar las pruebas contra Siria

ANTONIO CAÑO

EL PAÍS

El Gobierno de Estados Unidos asegura disponer de múltiples pruebas –fotos, vídeos, conversaciones de funcionarios del régimen, imágenes de satélite, declaraciones de testigos presenciales, informes médicos y de organizaciones no gubernamentales, datos de servicios de espionaje-, algunas de las cuales no pueden ser expuestas al público por razones de seguridad, que “demuestran con alta confianza que el Gobierno sirio perpetró el ataque contra elementos de la oposición en las afueras de Damasco el 21 de agosto”.
El secretario de Estado, John Kerry, encargado de hacer públicas esas pruebas “para que cada uno pueda juzgar por sí mismo”, afirmó que se trata de un material lo suficientemente concluyente como para obligar a la comunidad internacional a dar una respuesta firme, no solo con el objetivo de que dejar claro al régimen sirio que ese comportamiento es intolerable, sino también para que otros países –mencionó a Irán, Corea del Norte y el grupo Hezbolá- sepan que el uso de armamento de destrucción masiva no quedará impune.
El presidente Barack Obama, que este viernes volvió a reunirse con sus principales asesores militares para ultimar los detalles de la intervención contra Siria, anticipó en unas declaraciones a la prensa que, aunque aún no ha tomado una decisión, “en ningún caso habrá tropas sobre el terreno”. “Sería un acto limitado, reducido a la respuesta que se quiere dar”, dijo. Pero insistió en que el ataque realizado por el Ejército sirio “es un desafío al mundo y el mundo tiene la obligación de responder”. La orden de actuar se tomará, en todo caso, en Washington sin esperar necesariamente al informe que presenten los inspectores de Naciones Unidas, que no pueden aportar, según dijo Kerry, “nada que no sepamos ya”. Obama declaró que hubiera preferido una actuación con mayor respaldo internacional, pero que “el Consejo de Seguridad de la ONU se ha mostrado impotente para reaccionar”.
“Sabemos desde dónde fueron lanzados los cohetes y a qué hora, sabemos dónde impactaron y cuándo, sabemos que los cohetes procedían desde áreas controladas por el régimen y fueron dirigidos únicamente contra vecindarios controlados por la oposición”, declaró el secretario de Estado. La Casa Blanca facilitó después un mapa en el que se detallan con su nombre esos lugares.
Las pruebas fueron entregadas el jueves al Congreso, que parece haber quedado razonablemente convencido, puesto que no se han vuelto a escuchar después quejas al respecto. Obama no someterá, sin embargo, su decisión sobre el ataque a la votación en ambas cámaras.Kerry insistió en que estas pruebas han sido minuciosamente analizadas por los servicios de inteligencias hasta tener la seguridad de que no existe posibilidad de error. “Se ha hecho así”, dijo, “conscientes de la experiencia de Irak”. “No repetiremos ese momento”, garantizó.
La información de la que dispone EE UU le ha permitido calcular que en el bombardeo de la pasada semana murieron 1.429 personas, entre ellas 426 niños. Ninguno de ellos sufrieron cortes o ampuntaciones. Todos presentaban, según los testimonios recogidos sobre el terreno, quemaduras y otros “síntomas claros de haber sido sometidos a gases venenosos, incluido gas sarín”.
Tres días antes del ataque, según los datos del Gobierno norteamericano, personal del régimen sirio especializado en armas químicas estuvo en las áreas que serían atacadas para hacer los preparativos necesarios. La inteligencia de EE UU sabe, igualmente, que se impartieron instrucciones a las unidades implicadas en el ataque para que tomaran las precauciones correspondientes, incluido el uso de máscaras antigas.
Posteriormente, según los datos suministrados en Washington, un alto funcionario del régimen sirio confirmó el ataque, analizó su impacto y confesó su temor de que fuera descubierto. EE UU dispone de una grabación de esa conversación, así como de otra en la que se da la orden de poner fin al ataque.
En las 24 horas posteriores al bombardeo los satélites de EE UU detectaron actividad de cohetes y misiles sobre la misma zona atacada cuatro veces superior a la de los diez días anteriores. Los ataque sobre esos vecindarios continuaron intensivamente hasta la mañana del 26 de agosto, con el propósito, según Kerry, de borrar los restos de las armas químicas.
A todas estas pruebas se suma el hecho, admitido por el propio régimen, de que “Siria dispone”, según los datos facilitados por la Casa Blanca, “de un gran arsenal de agentes químicos, incluyendo mostaza, sarín y VX, y que posee miles de municiones que pueden ser usadas para transportar esos agentes químicos”, medios con los que no cuentan los rebeldes.
“En todo esto”, añadió el secretario de Estado, “la comunidad de inteligencia de EE UU tiene alta confianza, alta confianza, es de sentido común, son pruebas, son hechos”. “Por tanto, la pregunta ya no es qué sabemos. La pregunta ahora es qué es lo que mundo, colectivamente, va a hacer al respecto”. El Parlamento británico rechazó el jueves en una votación participar en ninguna acción militar conjunta. Francia, por su parte, sigue mostrándose partidaria de castigar al régimen de Asad, aún sin el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU.
Por lo que respecta a EE UU, Kerry afirmó que “tomará sus propias decisiones, de acuerdo a su propio tiempo y a sus propios intereses”. “Después de una década de conflicto”, admitió, “el pueblo norteamericano está cansado de guerra. Créanme, yo también lo estoy. Pero el cansancio no nos puede impedir asumir nuestras responsabilidades. Solo por anhelar la paz no la conseguiremos, y la historia nos juzgará muy severamente si cerramos los ojos ante un dictador sin escrúpulos que usa armas de destrucción masiva pese a todas las advertencias”.
El secretario de Estado prometió que “cualquiera acción que se decida” para intervenir militarmente en Siria “será limitada y diseñada para asegurarnos de que el uso flagrante y brutal de armas químicas es adecuadamente contestado”. En última instancia, concluyó, la solución de la guerra civil que se libra en Siria desde hace más de dos años “tendrá que ser política, tendrá que ocurrir en la mesa de negociaciones”.

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MESA DE LA UNIDAD: Ejecutivo carece de voluntad política para resolver conflicto limítrofe


Unidad Venezuela.- El integrante de la comisión de Enlace Internacional de la Unidad, Sadio Garavini señaló que la visita de Nicolás Maduro a Guyana, coincide con la noticia de que en esta zona se está concediendo y ofreciendo concesiones  a compañías transnacionales petroleras, como Anadarko, Esso y Shell, no sólo en áreas submarinas frente al Esequibo, sino también frente a la fachada atlántica del Delta Amacuro.

Puntualizó que la línea de delimitación con Venezuela que presenta Guyana  a las transnacionales, es la misma que se expuso en la solicitud a la Comisión de Límites de la ONU para ampliar la plataforma continental y que Venezuela  consideró inaceptable en carta al Secretario General de la ONU el 9 de marzo de 2012. “Recordemos que la solicitud guyanesa,  en el punto n.4, dice textualmente que: no hay disputas en la región correspondientes a esta presentación, desconociendo así el Acuerdo de Ginebra y la misma existencia de la reclamación venezolana”, afirmó.

Sobre esto, el representante de la Unidad consideró que durante la visita de Maduro a Guayana es menester
recordar que el Acuerdo de Ginebra de 1966 es el único instrumento jurídico vigente, que norma la negociación.

"Independientemente del litigio existente, Venezuela tiene una fachada marítima sobre el Océano Atlántico en la zona del delta del Río Orinoco, no discutida por ningún país y cuya zona económica exclusiva y plataforma continental han sido delimitadas con Trinidad y Tobago mediante el Tratado del 18 de Abril 1990. En Derecho Internacional Público, el silencio otorga, por tanto si no actuamos pública y formalmente estaríamos dando aquiescencia  a los actos guyaneses, debilitando nuestros derechos, no sólo sobre la zona en reclamación y sus espacios acuáticos, sino también sobre la plataforma continental y la zona económica exclusiva, que genera el delta del Orinoco”, puntualizó Garavini
Sobre esto, indicó que Venezuela podría perder plataforma continental y  áreas marinas y submarinas, en las cuales existen enormes potenciales de hidrocarburos; lo que a su juicio y según el artículo 5 del Acuerdo de Ginebra debe ser desconocido.

“Maduro debe aprovechar el interés de Guyana en ampliar su plataforma continental y atraer  inversión extranjera en exploración y producción de petróleo costa afuera, para reactivar la negociación sobre el Esequibo, en el marco del Acuerdo de Ginebra; y la voluntad política, al respecto, se demostraría con el inmediato nombramiento de un funcionario  a dedicación exclusiva, para que no sólo pueda negociar bilateralmente con Guyana,  sino  también hacer  el necesario “lobby” entre  los miembros de la Comisión de Límites de la ONU en Nueva York  y con otros miembros influyentes de la comunidad internacional  interesados en el tema, empezando por los países de la Comunidad del Caribe (Caricom)”, finalizó Garavini. 

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viernes, 30 de agosto de 2013

¿ADÓNDE VAMOS A LLEGAR?


        Plinio Apuleyo Mendoza

EL TIEMPO

Las palabras que lanza el Presidente Santos en sus diarias apariciones están resultándonos algo confusas y, con mucha frecuencia, opuestas a la dura realidad que estamos viviendo. Los colombianos seguimos cada día más perplejos. No sabemos hasta dónde va a llegar realmente el presidente Santos con su propuesta del referendo ¿Qué nos va a preguntar? ¿Qué vamos a responder si no sabemos nada? Espero que no nos proponga como única y visible alternativa elegir entre la paz y la guerra, a fin de dejar en la sombra los puntos cruciales de un acuerdo.
Las Farc, por lo pronto, rechazan el referendo. Es algo, desde su punto de vista, muy explicable. Un referendo empujaría a la gran mayoría de los colombianos a rechazar la impunidad, luego de cincuenta años de atrocidades. Para ‘Iván Márquez’ y demás dirigentes de la guerrilla hay un inamovible, realmente inamovible: quedar a salvo de sanciones penales una vez firmado el acuerdo. Es algo que llaman su seguridad jurídica.
Lo único que las Farc admiten por el momento es una asamblea constituyente. Claro, con fuerte participación suya a fin de conseguir cambios en la configuración del Estado, la abolición del presidencialismo, su presencia en los tres poderes y en los medios de comunicación, la reducción de las Fuerzas Militares, la elección popular del Procurador y del Fiscal e, incluso, micro-Estados suyos como serían las ZRC.
Pese a ello, ¿podría ser salvado el referendo? Así debe creerlo el presidente Santos. Al hablar de la delgada línea divisoria entre la paz y la justicia, da por hecho que una impunidad bien maquillada puede ser aceptada por las Farc. Y, al mismo tiempo, con el engañoso señuelo de la paz en vez de la guerra y con el apoyo de sus partidos en unas elecciones simultáneas, ve posible conseguir el voto de los ciudadanos.
Como sea, las palabras que lanza el Presidente en sus diarias apariciones escénicas están resultándonos algo confusas y, con mucha frecuencia, opuestas a la dura realidad que estamos viviendo. Cuando la televisión nos muestra carreteras bloqueadas, ciudades sitiadas, buses y camiones incendiados, campesinos enardecidos, furiosos cacerolazos en todas partes y hasta una Facatativá con toque de queda, las excusas y ofrecimientos del Primer Mandatario no están a la altura de la gravísima situación que atraviesa el país.
Por un lado, es evidente que las Farc han infiltrado el paro en las regiones donde tienen presencia con la activa y feroz participación de sus agentes, ataques a la Policía, bombas, bloqueos y amenazas a los transportadores. Pero la realidad es que la protesta campesina es perfectamente legítima. Si en Boyacá, mi propio departamento, donde las Farc no tienen presencia, los paperos se han lanzado a calles y carreteras es porque la situación que están viviendo es terrible, así como en todo el país la afrontan caficultores, cebolleros, lecheros; en fin, todo el agro.
Varios factores se han confabulado contra ellos para sumergirlos en una terrible penuria: el precio de los fertilizantes y demás insumos, peajes caros y, sobre todo, el absurdo precio que tiene entre nosotros la gasolina y demás carburantes. A ello se suma la realidad, hasta hace poco ignorada por el Gobierno mismo, de lo que ha significado la entrada en vigor de los diferentes tratados de libre comercio, aprobados en su momento con mucho entusiasmo, pero para los cuales nunca estuvimos preparados. En efecto, ahora la papa, la arveja, el café, la leche e, incluso, el arroz resultan más baratos importarlos que producirlos en nuestro país. Jamás nuestros campesinos habían visto llegar esta competencia. Uno se pregunta, ¿cómo es que ministros y demás altos funcionarios y tecnócratas no vislumbraron este desastre?
Como lo he dicho en otras ocasiones, la palabra presidencial y sus reconfortantes anuncios van por un lado y la dura realidad va por otro. De ahí la pregunta que uno escucha todos los días: ¿para dónde vamos? La verdad es que nadie lo sabe.

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¡El magnicidio... jajaja!


              JEAN MANINAT  

EL UNIVERSAL
Sin duda los venezolanos no hemos perdido todavía la capacidad de reírnos, no sin cierta estupefacción, de los dislates cotidianos de quienes nos gobiernan, y de asistir con las tripas revueltas y el núcleo subtalámico estimulado al espectáculo grosero en que los jerarcas rojos han convertido la ocupación de gobernar. Uno puede sentir pena ajena -una forma gregaria de la piedad- pero son tan reiterados los desmanes contra toda forma de convivencia civilizada, que la vergüenza va dando paso a cierta rabia contenida, de dientes mordiendo férula, que va tatuando una sonrisa forzada con la cual darle cara a la vida. Los expertos nos dicen que tanta jaquetonería  instalada  en el alto gobierno no es más que un intento de evasión ante las evidencias colectivas de que no están, a todas luces, preparados para ejercer el gobierno de una nación y representar dignamente  a una colectividad. Sólo que a fuerza de tanto batir contra el suelo el juguete están a punto de despedazarlo.

Los frecuentes atropellos a la palabra, la incapacidad para formular ideas coherentemente o la facilidad para equivocar un término por otro (el de Jesús multiplicando los penes pasará a la historia y será el deleite de las futuras generaciones de psicólogos y psicoanalistas) habrían constituido una fuente inagotable de parodias desternillantes de Radio Rochela estar vivita y burlando. Pero la situación es tan lamentable que uno teme que poco a poco el humor que nos caracteriza -y nos salva- se vaya degradando, convirtiéndose en vinagre ácido o en una mezcla de sal con bicarbonato. De manera tal que habrá que hacer de risas corazón y no dejarnos vencer, por más difícil que resulte, por quienes quieren oscurecer la sociedad, convertirnos en un amasijo umbrío y cabizbajo, confiscarnos la inmensa capacidad de alegría que nos ha caracterizado como habitantes de un paisaje luminoso.

Gracias a Orfeo y las nueve musas, nuestros creadores y artistas han organizado una resistencia cultural itinerante que aviva nuestras ciudades con teatro, música y espectáculos, el cine nacional se despereza, y nuestros humoristas y caricaturistas siguen transformando el estupor en risa. Las salas se siguen llenando, y las obras reponiéndose, en abierto desafío a la orden que viene desde arriba de silenciar progresivamente la diversidad de la sociedad. En los años oscuros de las dictaduras comunistas, bailar rock, mascar chicle con desenfado o cantar una canción occidental era un símbolo de resistencia. Hasta hace nada en Cuba tener un disco de Celia Cruz era un acto valiente para recobrar la cubanidad. Bajo el chador impuesto por los ayatolás, se cimbran las caderas de las mujeres iraníes mientras tararean las canciones de las estrellas gringas del momento. El humor y la alegría son para los déspotas lo que el agua bendita y el ajo para Drácula.

La amenaza del presidente de la Asamblea Nacional según la cual quien no tome en serio los alegatos de un supuesto plan de magnicidio en Venezuela estaría actuando como cómplice del mismo, pone bajo sospecha a buena parte de la población que ya ha desgastado ocurrencia y mandíbula celebrando el chiste. Sin darle mucha rienda suelta a la demencia nos lo podemos imaginar preguntando a los diputados de oposición: ¿Toma usted en serio nuestros alegatos de que hay un plan de magnicidio? como requisito para darles la palabra. Acaso la chifladura de exigirle al presidente Obama que se pronuncie sobre si apoya o no el supuesto magnicidio no es motivo de guasa y escarnio en la prensa internacional. Tarde o temprano se sabrá la verdad detrás del supuesto magnicidio y sus hipotéticos instigadores, entre ellos el expresidente Uribe, más que agradecido por los reflectores que le facilitaron en su cruzada contra el presidente Santos.
La política como una mascarada puede dar sus réditos por un tiempo. Pero hasta Cantinflas en algún momento tuvo que cambiar de vestimenta y ser Mario Moreno. Así que podrán fruncir la boca y entrecerrar los ojos en gesto de desagrado, pero mientras insistan en desvariar, las cuchufletas seguirán resonando de casa en casa para celebrar que -a pesar de los pesares- todavía sabemos reírnos.

@jeanmaninat


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