sábado, 28 de julio de 2018

ANEMIA DEMOCRÁTICA



Mibelis Acevedo


Tras 20 años de una “revolución” redondamente fracasada, excepto cuando se trata de exhibir su señero talento para la destrucción -lo cual da cuenta de otro fiasco, el de esas utopías que bajo la saya de “progresistas” no logran disimular el pelaje del lobo populista que aúlla, muerde y desgarra hasta el hueso si sospecha que puede perder el poder- abisma ver cómo el afán por suprimir el pasado, la sombra del “Estado burgués”, y atornillar la visión de la élite dominante, ha dejado una muesca que va mucho más allá de lo reconocible. Tras la epidermis, rajada también por los cuerazos recurrentes, el carácter de una sociedad no escapa a las secuelas del maltrato, la coacción, el miedo.

En efecto, a contrapelo de las promesas lanzadas como papelillo en plena borrachera revolucionaria, nunca hubo clarividencias ni giro feliz en lo económico -al contrario, hoy descuellan el abismo y la involución- ni intención de combatir las taras del subdesarrollo rentista que Chávez juró exorcizar con su gesta cuasi-numinosa contra la “tiranía del capitalismo salvaje”; ni siquiera visión pragmática para notar que "da igual que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones", como en 1960 apuntaba Deng Xiaoping. No obstante es innegable la progresiva transformación (¿deformación?) de la dinámica política, la alteración del tejido social que gracias a la sistemática inoculación de anti-valores ha ido debilitando un ya anémico ethos democrático.

La situación se torna más preocupante si se advierte que el salvavidas de los 40 años de democracia civil va luciendo como un espasmo, una elipsis milagrosa dentro de la larga y casi ininterrumpida sucesión de autocracias que han cundido en el país. Esa elipsis, sí, logró plantar semillas, el paradigma de modernidad que en el siglo XX nos arrimó a esa sociedad abierta y deseable. Pero también hubo omisiones fundamentales en cuanto a la calculada promoción de una robusta cultura ciudadana, ajena a la reducción del “hombre masa” y erigida sobre la base de la participación consciente y plural, la convicción de autoeficacia política, la solidaridad, la tolerancia, el reconocimiento del otro, el rechazo a la demagogia, el cumplimiento de normas y el apego por la mediación de las instituciones, entre otros valores claves para la supervivencia de una cultura inquebrantable y viva que opusiese dique íntimo al autoritarismo.

Esgrimir un ethos democrático que, contra el agusanado modelaje de los poderosos, busca rearmarse a partir de despojos, de referentes truncos, de una memoria colectiva manoseada a discreción, de experiencias no vividas por muchos; eso en medio de un festín de símbolos autoritarios cuya presencia se vuelve parte de nuestra “normalidad”, no es fácil. Luego de dos décadas de retroceso, razzia de valores e imposición de la “triunfante” lógica del “más fuerte”, ¿qué tan entera es la certeza de que sólo la democracia puede garantizar el equilibrio entre la búsqueda del bienestar colectivo y la protección de la libertad del individuo; que tan potente la idea de que la imperfecta democracia “es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”, como ironizaba Churchill?

La duda escuece no sólo al presenciar el desguace mutuo, la embestida feroz y caótica de las manadas virtuales, la ofensa y la injuria que trasmutan en “derecho” de pretendidos demócratas avalando una suerte de “rebelión de los indignados”; también al topar con llamados a barrer con el liderazgo y los partidos (que “sólo son necesarios en democracia”, según se apunta, como si nuestra historia no adujese lo contrario) o a instaurar dictaduras profilácticas para una “transición” controlada por ungidos, una que algunos porfiados insisten en divisar a pesar de la falta de indicios. Irónicamente, se trata de los mismos “libertarios” que enarbolan los corajudos ejemplos de Walesa, Mandela o el mismo Betancourt, sin pasearse por el hecho de que en esos casos, y tras la caída de los autócratas, los gobiernos que promovieron contra todo trance fueron democráticos.

El ánimo anti-partes (anti-pluralista y anti-democrático, por tanto, alentado por la intransigencia de ese sector que, más que enfocarse en su antagonismo respecto a un régimen -el enemigo común- que no duda en calificar de dictadura, parece asumir como estrategia la desactivación de los potenciales competidores que tendría en democracia) no deja de hundir el dedo en la úlcera del descreimiento. Repensarse, entonces, es necesario: ya que luce útil una revisión que admita el pluralismo agonista dentro de la oposición, cualquier plan de rescate de la política en una eventual coalición debería exaltar como virtud la gestión democrática de las diferencias. Aceptar lo extraño en uno mismo, como decía Vico, para reconocer lo distinto en el afuera: he allí la esencia de un ethos cuya restauración servirá también para reconstruirnos.

@Mibelis

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viernes, 27 de julio de 2018

¿Qué dijo y no dijo Maduro sobre las medidas económicas?

 Asdrúbal Oliveros y Guillermo Arcay

PRODAVINCI

El presidente Maduro, acompañado de su comisión de economía, reconoció que el PSUV ha cometido errores en materia económica y anunció la implementación de un “Plan de Recuperación y Prosperidad Económica” que iniciará a partir del 20 de agosto para “intentar enmendar ciertos errores”.
El plan consta de 6 aristas que se pueden resumir en:
1. Reconversión monetaria de 1:100.000 entre el bolívar soberano y el bolívar fuerte,
2. Eliminación de aranceles para agro-insumos y bienes de capital,
3. Flexibilización de la ley de ilícitos cambiarios,
4. Anuncio de un supuesto “anclaje de la moneda al petro”,
5. Inclusión de las reservas petroleras del bloque Ayacucho II de la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO) dentro de los activos contables del BCV y
6. Expansión de las facultades del Carnet de la Patria como instrumento para un censo del parque automotor venezolano y un posible subsidio focalizado a la gasolina.
Los anuncios de las 6 medidas fueron imprecisos, en especial en torno a su implementación. Pero lo poco que se dijo basta para concluir que cada una de las medidas ocasionará nuevos problemas. Sin embargo, el protagonista de las declaraciones de ayer fue el elefante que no fue mencionado. Ninguna de las 6 medidas se ocupa de disminuir el déficit fiscal que es financiado con emisión monetaria por parte del BCV y que, según cifras de Ecoanalítica, ha generado una hiperinflación del 102,2% mensual en promedio durante el 2018. De hecho, existen razones para pensar que las medidas pueden exacerbar el problema. Para comprender las consecuencias de los anuncios es necesario analizar específicamente: ¿qué dijo y que no dijo Maduro?
Los 5 ceros
La medida económica por excelencia del chavismo es una medida política que carece de costos o consecuencias económicas. En este caso, se aplazó la reconversión monetaria pautada para el 4 de agosto hasta el 20 del mismo mes, y en vez de ser 1:1000, será 1:100000. El cambio estético de la moneda no afectará de ninguna manera el crecimiento de los precios. Aunque pudiera generar algún beneficio momentáneo para la contabilidad de las empresas, las dificultades de ajustar todo el sistema financiero y los sistemas internos de las empresas a tiempo son tan significativas que pueden generarse más problemas que beneficios.
Mientras exista hiperinflación, todo intento de reconversión es fútil. Según nuestras estimaciones, en tan sólo 13 meses sería necesario volver a reconvertir 5 ceros más. Quizás un caso bastante ilustrativo es el de Hungría en 1946, cuando realizó una reconversión de 4×1029 a 1 y siguió experimentando hiperinflación.
No más aranceles
Resalta que, como parte de un programa de estabilización de precios, el gobierno proponga la eliminación de aranceles a los bienes de capital y agroinsumos, y la posibilidad de importarlos libremente desde el sector privado. Se puede intuir que la intención es aumentar las importaciones privadas de insumos para generar un aumento de la oferta local que ayude a disminuir la escasez. Tal vez la medida busque revertir la caída del 86,4% de las importaciones de bienes de capital y el 85,3% de agroinsumos desde 2012 hasta 2017(1). Esto implicaría eliminar el monopolio de Agropatria en la importación y distribución de insumos agrícolas, por una parte, y flexibilizar también las restricciones aduanales al comercio internacional.
Apartando problemas como la definición de qué productos serán considerados legalmente bienes de capital o agroinsumos, la eliminación de aranceles tendría un fuerte impacto en la recaudación tributaria aduanal, lo cual (en ausencia de una reducción del gasto fiscal) obligaría al BCV a emitir más dinero para financiar el déficit. Al parecer, el gobierno no entiende que la inflación es un problema que se origina en el mercado de dinero y cree, más bien, que se soluciona en el mercado de bienes. Adicionalmente, es necesario recalcar que la caída en importaciones de capital no fue ocasionada por aranceles sino por las malas condiciones micro y macroeconómicas, las políticas de intervención estatal, el irrespeto a la propiedad privada y la baja rentabilidad esperada de una inversión en Venezuela frente al mercado internacional.
¿Flexibilidad cambiaria?
El punto más resaltante de la propuesta del equipo económico de Maduro es la flexibilización de la ley de ilícitos cambiarios. El control de cambios siempre es un factor de tensión interna entre grupos de poder del chavismo y era predecible que el presidente se sacudiera la responsabilidad de tomar la medida y pasara la propuesta por la ANC. A espera de la publicación de la propuesta o de un nuevo convenio cambiario, no queda claro si se creará otro esquema cambiario, algo parecido a la antigua permuta, o si se legalizarán las transacciones libres del mercado paralelo.
Presuntamente, al ser una de las peticiones de China para el desembolso de un nuevo crédito, la flexibilización del mercado cambiario podría dar pie a que las empresas petroleras no nacionales vendan sus dólares a un tipo de cambio que les permita reducir sus costos en bolívares, aumentando en el proceso la oferta de dólares en el mercado y disminuyendo la depreciación potencial del tipo de cambio. Sin embargo, la oxigenación de las empresas petroleras y del tipo de cambio puede tener fuertes implicaciones políticas. No todos los grupos de poder están de acuerdo, y la estabilidad cambiaria en convivencia con la hiperinflación encarecerá más la vida en términos de dólares vendidos a la tasa de mercado.
Hay que recordar que la depreciación acelerada del bolívar no es la causa de la hiperinflación, sino una consecuencia directa de la pérdida de valor del bolívar. Durante los 26 días de julio, por ejemplo, los precios han subido aproximadamente en un 96,1%, mientras que el tipo de cambio solo ha variado un 8,5%. Sin una reforma fiscal y monetaria que la acompañe, la reforma cambiaria será insuficiente y su fracaso podría ocasionar una mayor caída de la demanda de dinero acompañada de una hiperinflación más severa, justo como sucedió en la Alemania de 1923.
Anclaje al aire
El vacío más grande que deja el plan de Maduro es producto de la promesa de anclar una moneda que experimenta hiperinflación a otra que no se transa ni demanda en ningún mercado y cuya oferta es controlada por exactamente la misma institución carente de credibilidad. Esencialmente, mientras que el valor del bolívar converja a cero, se estará prometiendo anclarlo a un activo ilíquido sin demandante final que le dé valor.
Sólo como ejercicio hipotético, y dando un beneficio no merecido a la duda, Maduro podría haberse referido a anclar el tipo de cambio entre el bolívar y el petro, que según él alega está anclado a la Cesta Petrolera Venezolana. En términos prácticos, Maduro estaría proponiendo una política monetaria que anclaría la oferta de bolívares a variaciones en un activo altamente volátil. En el corto plazo, sin embargo, esta ancla significaría una restricción súbita y sostenida al crecimiento de los agregados monetarios, y un fuerte contraste con el aumento del 23,6% de la base monetaria en la segunda semana de julio o del 1.225,7% en lo que va de año.
El principal anclaje de una moneda es la confianza que los agentes tengan sobre ella, y, mientras no haya evidencia creíble de que los agregados monetarios vayan a parar de crecer, no habrá confianza en la moneda. Similarmente, mientras no haya un compromiso creíble de que el Estado consolidará sus cuentas fiscales, nadie creerá posible el fin del financiamiento monetario del déficit.
Petróleo y reservas
Recibimos con asombro la declaración de que las reservas del bloque Ayacucho II de la FPO pasarán a ser consideradas como reservas internacionales del BCV, dado que el petróleo no cumple los requisitos internacionalmente acordados para considerarse reserva. Además, la explotación en ese bloque no se ha iniciado, y es propiedad de una empresa mixta entre el gobierno y Rosneft. Posiblemente, aunque también equivocado, el presidente se refería al bloque Ayacucho I, el mismo que se prometió como colateral para la primera emisión de petros que nunca sucedió.
Una posibilidad a futuro es la inclusión de tales reservas en la partida de “otros activos denominados en divisas” del BCV, sin tomar en cuenta que tal petróleo se encuentra en el subsuelo y no en barriles listos para la venta. El objetivo puede ser la sobrestimación de los activos del Estado para mostrar una capacidad financiera inexistente.
Carnet automotriz
Por último, el presidente dio indicios de que podría estarse aproximando una disminución del subsidio energético en forma de aumento en el precio de la gasolina. Durante su discurso recalcó la necesidad de realizar un censo del parque automotriz y la posible utilización del Carnet de la Patria como mecanismo de recepción de un subsidio focalizado a la gasolina. En pocas palabras, el precio de la gasolina aumentaría asimétricamente y quienes tengan el carnet pagarían menos.
El aumento de la gasolina podría reducir el déficit fiscal y la necesidad del financiamiento monetario, pero en hiperinflación tendría que tratarse de un aumento periódico para no rezagarse y perder efecto.
Un futuro hiperinflacionario
Quizás en los próximos días se conozcan los detalles del llamado “Plan de Recuperación y Prosperidad Económica”. A simple vista, luce heterodoxo, tardío e insuficiente. En la historia sobran los casos de distintos planes de estabilización hiperinflacionaria que fallan precisamente por estas tres razones. A falta de un intento responsable y creíble de consolidar el presupuesto, restringir los agregados monetarios, asegurar la libre convertibilidad de la moneda y generar confianza de que lo anterior se mantendrá en el largo plazo, el 25 de julio quedará para la historia como el día que Maduro anunció el primero de muchos intentos fallidos de frenar la espiral hiperinflacionaria. La demanda de dinero lo juzgará.
***
(1) Importaciones de bienes provenientes de Estados Unidos.

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La Agenda

EDUARDO FERNANDEZ
 
Algún día, más temprano que tarde, saldremos de esta pesadilla. Ya vamos acercándonos a los 20 años de gobierno del “Socialismo del siglo XXI” y los resultados no pueden ser más catastróficos.


Saldremos de esta pesadilla y asistiremos a la emergencia de una Venezuela de progreso y libertad, de democracia política con desarrollo económico, de justicia social con igualdad de oportunidades, de unidad nacional con respeto a los derechos humanos y a las normas de convivencia civilizada.

Todo eso es posible. Los venezolanos podemos lograrlo. Afortunadamente tenemos los recursos que se requieren.

Lo primero es, salir de este gobierno. Y hacerlo de la manera menos traumática posible. Lo ideal sería que pudiéramos salir del gobierno de una manera pacífica, democrática, electoral, constitucional y civilizada. Ojalá podamos lograrlo.

Pero, al mismo tiempo, debemos trabajar la agenda de los cambios más urgentes que reclama la construcción de una nueva Venezuela.

Es inmensa la tarea que tenemos por delante. Son múltiples las manifestaciones de la crisis que debemos enfrentar. Cambios políticos, económicos, sociales, culturales y morales. Tengo conciencia de que hay mucho trabajo adelantado. Las universidades venezolanas, las academias nacionales, los equipos de profesionales y técnicos que han trabajado en las campañas electorales, han elaborado un material muy valioso para quienes tengan la responsabilidad de conducir el proceso de reconstrucción nacional.

Un tema que reclama atención prioritaria es la arquitectura institucional democrática del país. Reestablecer el estado de derecho con instituciones que funcionen. Requerimos un gobierno que gobierne y que responda a las demandas de los ciudadanos. Un gobierno que sea capaz de preservar el orden público y de hacer que funcionen los servicios fundamentales: agua, electricidad, seguridad, transporte, aseo urbano, comunicaciones.

Una administración de justicia que merezca la confianza de todos los ciudadanos. Un poder judicial digno, que imparta justicia conforme a derecho y lo haga con prontitud y transparencia. La Venezuela moderna tiene que contar con una justicia eficiente, transparente y confiable.

Una rama del poder público que se ocupe de legislar y de controlar la marcha de la administración nacional. Una Asamblea Nacional que responda a la necesidad de actualizar y modernizar la legislación nacional y, al mismo tiempo, ejercer una vigilancia constructiva sobre el funcionamiento del gobierno.

La Venezuela moderna debe descansar sobre el fortalecimiento del gobierno municipal y de las administraciones regionales. Retomar con entusiasmo y decisión los pasos que se dieron a favor de la descentralización en los últimos años del siglo pasado.

Todo esto hay que hacerlo, y mucho más.
Eduardo Fernández
@efernandezVE

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jueves, 26 de julio de 2018

La nueva reconversión: más ceros, menos soluciones
 
 Anabella Abadi y Carlos García Soto

Prodavinci


El miércoles 25 de julio de 2018, el presidente Nicolás Maduro anunció que el nuevo cono monetario del bolívar soberano entrará en vigencia el 20 de agosto. Recordemos que la fecha originalmente anunciada era el 4 de junio, pero luego fue pospuesta para el 4 de agosto. Maduro anunció que no se suprimirán tres ceros al bolívar fuerte, sino cinco ceros. En sus palabras, esto se debe a que en “las últimas semanas han sido muy crudas en la arremetida inflacionaria inducida, que solo persigue debilitar a nuestro pueblo”.
Según el presidente, la pérdida de la capacidad de compra del bolívar fuerte se debe a las mafias que anclan el valor de la moneda local al tipo de cambio de los mercados negros. Por esto dice que el nuevo cono monetario estará anclado al Petro, e incluso firmó una “propuesta para entregar a través de PDVSA un bloque de reservas petroleras certificadas en 29 mil 298 millones de barriles, así respaldar y fortalecer al Banco Central de Venezuela (BCV), nuestra moneda, nuestra criptomoneda y nuestras inversiones”.
A finales de marzo, hicimos la salvedad de que parecía logística y económicamente inviable la puesta en circulación de un nuevo cono monetario en apenas unos cuantos meses. Ahora, con menos de un mes para implementar una reconversión que elimine más ceros de los anunciados originalmente, todo parece indicar que la fecha tendrá que ser postergada nuevamente. De hecho, se requeriría que se dicte una norma de rango legal que establezca el régimen de la reconversión, según lo exige el numeral 11 del artículo 156 de la Constitución, que sustituya al Decreto Presidencial N° 3.332 sobre reconversión monetaria, y que el BCV dicte un nuevo régimen que desarrolle esa Ley y derogue la Resolución N° 18-03-01 del BCV y el Decreto N° 3.445 que había prorrogado el proceso de reconversión monetaria.
La dificultad no radica en el número de ceros a eliminarle a la moneda. En Alemania en 1923 y en Zimbabue en 2009 se quitaron 12 ceros a sus respectivas monedas. Incluso, Zimbabue llegó a quitar un total de 25 ceros en tres reconversiones entre 2006 y 2009. Entre otros obstáculos, el problema es la improvisación en un contexto de:
1. Importante escasez de billetes que, en abril 2018, representaban apenas 2,5% de la liquidez monetaria.
2. Escasez de divisas que limitan la capacidad de financiar la impresión del nuevo cono monetario.
3. Continuas fallas en los puntos de venta y medios de pago electrónicos, por fallas de luz e Internet.
4. Un sistema bancario que también está siendo arrastrado por la crisis.
Además, incluso si la reconversión se lograse implementar en los tiempos previstos, representa un ajuste cosmético que no resolverá los problemas de fondo que han generado y siguen impulsando la volátil y acelerada subida de precios.
La arbitrariedad fiscal, apoyada en la irresponsable y desordenada emisión de dinero por parte del BCV es –a la fecha– uno de los principales motores del espiral hiperinflacionario. Sólo en el primer semestre de 2018, la base monetaria aumentó en 795% y la liquidez monetaria aumentó en 1.367%. Esta última cifra pasó de los BsF 127,35 billones (un billón tiene 12 ceros) a los BsF 2,37 billardos (un billardo tiene 15 ceros).
Estabilizar el valor del bolívar fuerte (o soberano, o como se decida apellidar) pasa no por atarlo al valor de un llamado criptoactivo. A la fecha, el Petro sigue siendo un mero ejercicio de ficción: no circula de manera regular; su creación y emisión carece de legitimidad; y su respaldo es, por más, precario.
Estabilizar el valor de la moneda local pasa necesariamente por garantizar la autonomía del BCV. Recordemos que la Constitución establece que el BCV es la autoridad monetaria nacional, garante de la estabilidad de precios y del valor de la moneda local.
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El dilema político ante la dictadura en Venezuela y Nicaragua


Antonio de la La Cruz

El ex primer ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia bajo la presidencia de Boris Yeltsin, Andrey Vladimirovich Kozyrev (1991-1996), declaró en el programa de Fareed Zakaria (GPS) el domingo que en su juventud “Moscú auspiciaba el lema político ¡Proletarios de todos los países, uníos! (Manifiesto del Partido Comunista); y hoy lo que escucha desde Moscú es ¡Autócratas de todos los países, uníos!, es decir, Putin promueve la unión de los autócratas para acabar con los valores de la democracia liberal estadounidense.
Según la organización no gubernamental Freedom House, en 2017 la democracia enfrentó su crisis más grave en más de una década, pues sus principios básicos –las garantías de elecciones libres y justas, los derechos de las minorías, la libertad de prensa y el Estado de Derecho– fueron atacados en todo el mundo. 71 de 175 países sufrieron disminuciones netas en derechos políticos y libertades civiles, y solo 35 Estados registraron avances. El año pasado marcó el duodécimo año consecutivo en el que cae la libertad global.
Asimismo sucedió con la medición realizada por The Economist del Índice de Democracia 2017. El puntaje global promedio bajó. Cerca de 89 países experimentaron una caída en su registro total en comparación con 2016, 3 veces más que los países que lograron una mejora (27), el peor desempeño desde 2010-2011, tras la crisis económica y financiera mundial. Y el resto de los países (51) se estancaron, sus marcas se mantuvieron sin cambios con relación al año anterior.
Hace un cuarto de siglo, al final de la Guerra Fría, parecía que el totalitarismo había sido finalmente vencido y la democracia liberal había ganado la gran batalla ideológica del siglo XX (Francis Fukuyama).
Para The Economist, la mayoría de los países de América Latina registraron cambios menores en sus puntajes generales en 2017. La región sigue siendo la más democrática en el mundo en desarrollo. Sin embargo, dos países cambiaron de categoría. Ecuador mejoró, pasó de ser un "régimen híbrido" a una "democracia imperfecta”. Y Venezuela, por el contrario, abandonó el "régimen híbrido" para convertirse en un "régimen autoritario", uniéndose a Cuba en esa categoría en el continente. Lo que refleja el continuo deslizamiento de Venezuela hacia una dictadura.
Por lo tanto, las fuerzas democráticas venezolanas deberían enfrentar el régimen de Nicolás Maduro como una dictadura caribeña. Como se combatieron las dictaduras del siglo XX en Centroamérica y el Caribe de Anastasio Somoza en Nicaragua, Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, Batista en Cuba, Pérez Jiménez en Venezuela, Ríos Montt en Guatemala, Duvalier en Haití, Romero Mena en El Salvador y Manuel Antonio Noriega en Panamá, por mencionar algunos.
Todos estos dictadores usaron el Estado para reprimir a los opositores de la misma manera que lo hacen hoy Nicolás Maduro y Daniel Ortega, utilizando grupos paramilitares –colectivos en Venezuela y turbas sandinistas en Nicaragua– para combatir las organizaciones que luchan por la democracia y los derechos humanos.
En estos regímenes autoritarios, la violencia es el único medio de expresión política para resolver la ingobernabilidad y “defender la soberanía”. Además, usan el pretexto de la violación del principio de “No injerencia en sus asuntos internos del país” –hilo conductor de los regímenes autoritarios del siglo XXI–para aislar a quienes denuncian las violaciones graves de derechos humanos, buscando neutralizar los esfuerzos de la comunidad internacional que demanda la restitución de la gobernabilidad democrática (sanciones individuales y económicas, Carta Democrática).
Actualmente, las dictaduras de Maduro y Ortega salen por tres vías: el levantamiento general civil, la sublevación militar y la invasión militar. Estas tres salidas son interactivas.
En Venezuela, la ruta más probable del cambio es “la unificación nacional de la resistencia contra el régimen por el hambre y la deslegitimación total de la camarilla política dominante. Esa unificación, nunca lograda por los partidos políticos, ya es perceptible en la creciente autoorganización de las masas, generada por la falta de medios de subsistencia básica y las ridículas remuneraciones salariales. Sin centros nacionales de dirección todavía, pero con nuevos liderazgos que nacen en la lucha, esta autoorganización se está extendiendo horizontalmente por el país. Paralelamente, se opera un gradual cambio de su carácter político: va de la protesta económica hacia la rebelión política. Cuando la protesta se vuelva masiva y violenta, fenómeno que es inevitable ante la frustración y el odio a los usurpadores, los generales de pacotilla y la tropa tendrán su prueba de fuego: ¿dispararán contra el pueblo, como todos los gobiernos de clase, o no?” (Heinz Dieterich).
Por ello, la discusión de la oposición en Venezuela si participa o no participa en los procesos electorales y en la inscripción de los partidos forma parte de “las formas patológicas de relacionarse con la realidad” de la dictadura, porque hoy la salida en Venezuela está fuera de la legalidad del régimen.
Los factores internos y externos en Venezuela confluyen para el levantamiento civil.
El último análisis del banco británico Barclays prevé que el régimen de Maduro perderá la empresa estadounidense Citgo en septiembre; estará en default de capital de la deuda soberana y Pdvsa con las demandas correspondientes; tendrá la masificación de las demandas privadas como la de ConocoPhillips, y habrá un proceso de aislamiento del régimen. Además, el FMI acaba de pronosticar un estallido de la inflación hasta 1.000.000% para el fin de 2018. Y Nicolás Maduro pierde su legitimidad de origen el 10 de enero de 2019, cuando vence el período presidencial, convirtiéndose en un presidente ilegítimo.
La lucha entre la democracia y la dictadura del proletariado durante la Guerra Fría (1947-1987) la ganó la democracia liberal (Juan Pablo II, Reagan y Thatcher). En ese tiempo la democracia liberal coexistió con dictaduras militares para derrocar el comunismo de la Unión Soviética y China (guerra proxy). Sin embargo, al desaparecer la amenaza comunista, la democracia combatió las dictaduras.
La democracia vuelve a ser amenazada en todo el mundo. En esta oportunidad es por los regímenes autoritarios, principalmente por Putin y Xi Jinping. En Nicaragua y Venezuela adoptan prácticas dictatoriales para mantener el poder.
Por lo tanto, las estructuras que defendieron la democracia en la Guerra Fría deben realinear las estrategias para vencer los regímenes autoritarios esta vez. En Venezuela es “la unificación nacional de la resistencia contra el régimen por el hambre y la deslegitimación total de la camarilla política dominante”, porque la electoral Maduro la cerró en 2016.

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EN DEFENSA DE LAS REUNIONES UNITARIAS

TRINO MARQUEZ

El encuentro entre Henrique Capriles, Henri Falcón, Henry Ramos Allup, Tomás Guanipa y Julio Borges vía skaype, en la casa de Vicente Díaz, debería constituir el primer paso para el relanzamiento de la dirigencia opositora, en proceso de disolución desde 2017, cuando las protestas a lo largo de cuatro meses, con un saldo de más de 130 fallecidos, no lograron el objetivo de provocar la renuncia de Maduro o elecciones presidenciales adelantadas, con un CNE imparcial. Esas manifestaciones ni siquiera pudieron mover un milímetro la intransigente postura del régimen, obstinado en mantener sus políticas destinadas a implantar la dictadura socialista del siglo XXI. 
         Después de ese extenuante ciclo de luchas, la única propuesta del gobierno fue convocar para el 15 de octubre la elección de gobernadores prevista en la Constitución, con el mismo CNE de siempre y bajo la condición de que quienes triunfaran tendrían que juramentarse ante la asamblea constituyente. La oferta vino acompañada con un caramelito de cianuro. Los resultados los conocemos. El fracaso de las protestas y las diferencias dentro de la MUD condujeron a la desmovilización del electorado y a la abstención de amplios sectores, especialmente de las clases medias. Los resultados finales arrojaron un número de gobernantes regionales mucho menor que el proyectado por las encuestas y el abrigado en su fuero interno por los aspirantes. Sólo se obtuvieron cinco gobernaciones. Para colmo de males, el mandatario electo por el Zulia, Juan Pablo Guanipa, fue destituido por la constituyente, siendo remplazado posteriormente por un señor llamado Omar Prieto, que parece etraído de una caverna. El estado más importante del país se quedó sin el líder que la mayoría del pueblo eligió. La onda expansiva de la desmoralización se extendió hasta el 10 de diciembre, cuando se celebraron los comicios de alcaldes. De nuevo el gobierno mostró cohesión, mientras la MUD se llenó de dudas que condujeron a una nueva y aplastante derrota.
         Envalentonado por los triunfos electorales sucesivos y por el fracaso de la ronda de conversaciones en República Dominicana, el régimen decidió aprovechar el desconcierto opositor para llamar a las elecciones del 20 de mayo. De nuevo la oposición fue asaltada por las dudas. Se fracturó. Otra vez el clan madurista salió fortalecido, gracias a la parálisis  opositora. 
El sacrificio infructuoso de los manifestantes de 2017 y las sucesivas debacles electorales, condujeron al desmembramiento de la MUD y a la fractura de la dirigencia democrática. Insólito que el desmembramiento ocurra en medio de la crisis más atroz padecida por los venezolanos desde la Guerra Federal, a mediados del siglo XIX, y frente al gobierno más inepto, desprestigiado y corrupto del que se tenga memoria. La hemiplejía de los dirigentes políticos no ha aplacado la furia popular. Diariamente se registran más de cuarenta protestas en todo el país. Las enfermeras fueron a la huelga hace más de tres semanas. Los trabajadores de Corpoelec encararon las amenazas y chantajes del régimen. Los profesores universitarios luchan. Numerosas ciudades y pueblos del interior se han convertido en campos de batalla donde se le reclama al gobierno la falta de agua, luz, gas, transporte colectivo, medicamentos. La hiperinflación pulverizó el ingreso de los venezolanos.
Este es el contexto global, sintetizado de forma muy apretada, en el cual se  convocó la reunión de quienes van quedando de los líderes democráticos. Esos dirigentes -que a pesar de haber perdido mucho prestigio- son los mejores calificados en las encuestas de opinión. Su liderazgo continúa siendo reconocido. No aparecen nuevos rostros, y algunos de los ya habituales, no terminan de convertirse en referencias nacionales significativas.
La reunión en si misma fue importante. Un síntoma de que, si no la MUD, al menos los dirigentes más conocidos de quienes la integran (o integraron), aún están vivos. No se han rendido, ni están de reposo indefinido.
Resulta insólita, aunque esperable, las críticas mordaces y desconsideradas de un grupo de extremistas descerebrados, que viven soñando con invasiones ficticias y rebeliones apocalípticas que nunca ocurrirán, y ojalá jamás sucedan. Lo que acontece en Siria y Nicaragua es lamentable. El sadismo de los déspotas que las gobiernan está  causando la ruina de esas dos naciones. A Siria le costará décadas recuperarse. Nicaragua saldrá del conflicto aún más miserable.
La reagrupación y el relanzamiento de la MUD, o de cualquier otra plataforma unitaria, constituyen pasos previos esenciales para que la democracia vuelva a aparecer en el horizonte como una conquista factible. Con una dirigencia atomizada, quebrada, la llama José María Aznar, es imposible romper el monolitismo del gobierno y provocar el cambio de este régimen por uno en el que predominen los principios republicanos.
Los dirigentes deberían persistir en su esfuerzo unitario, realizar las incorporaciones y consultas necesarias, y presentarse ante la nación con un programa y una política informativa que vuelva a cautivar a los venezolanos. Obvien a los extremistas. Hoy lo más importante son esos millones de venezolanos que padecen, sin esperanzas de redención, los estragos causados por Maduro y su grupo, y cuya esperanza reside en fugarse al exterior o adaptarse.
@trinomarquezc

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miércoles, 25 de julio de 2018

LIDERAR LA LUCHA CONTRA EL TOTALITARISMO

Miguel A. Martinez Meucci 

POLITIKA UCAB

Una de las preguntas recurrentes en el debate político mantenido por quienes buscan un cambio político en Venezuela es la siguiente: ¿es posible salir de un régimen autocrático por medios democráticos? Las posiciones más enconadas responden con rotundidad, afirmativa o negativamente, exponiendo cada grupo una serie de casos históricos a modo de evidencia concluyente. Entre quienes ofrecen explicaciones menos rotundas, se afirma que la evidencia disponible demuestra la necesidad de una previa fractura de las élites políticas del régimen autocrático, situación que a veces, no siempre, se ha producido por vías electorales. Dentro de esta posición general aparecen diversos matices: algunos sostienen que fundamentalmente hay que concentrarse en la vía electoral, con la esperanza de sobrevivir e ir presionando al régimen hasta que algún día el intento funcione, mientras que otros argumentan que dichos intentos requieren el acompañamiento de una movilización nacional e internacional que va más allá de los comicios.
Todas estas posiciones se centran en el análisis de la vía a seguir, de la estrategia a desarrollar y en la demanda de una unidad estratégica. No cabe duda de que estos debates son fundamentales a la hora de pensar en el cambio político que requiere hoy en día Venezuela. Y desde mi punto de vista, no cabe duda tampoco de que estas distintas posiciones (cuando los argumentos que ofrecen son serios) están orientadas por el tipo de conocimiento que la ciencia política que predomina en nuestro tiempo intenta producir. La ciencia política, en su aspiración a ser verdaderamente científica, considerará como conocimiento aquello que sea capaz de ser comprobado mediante evidencia empírica, y como tal, uno de sus métodos más tradicionales es el de la comparación entre distintos casos más o menos semejantes. Dicha comparación resulta pertinente e ilustrativa, y nos permite profundizar en la compresión de elementos que, al menos vistos a posteriori, parecerían ejercer un peso determinante en medio de las relaciones causa-efecto que se intentan estudiar.
No obstante, el intento de comprender la realidad política como si ésta obedeciera a lógicas eminentemente lineales de causa-efecto, reduciendo su complejidad intersubjetiva y multicausal al estudio de ciertas variables que llegamos a considerar como más o menos aisladas o aislables, no debe llevarnos a incurrir en el error de confundir el mapa con el terreno. Estas comparaciones, rigurosas pero limitadas y acotadas a cierto tipo de conclusiones, ofrecen luces importantes para pensar la realidad política, pero ésta no se agota ni limita a los estrechos márgenes de la investigación politológica. Y cuando hablamos no sólo de pensar la realidad política sino además de cambiarla (esto es, de pensar políticamente con el objeto de incidir en la realidad), con mucha mayor razón hemos de comprender en su justa medida tanto el valor como las limitaciones del pensamiento que la academia de nuestro tiempo tiende a considerar como verdaderamente científico en política.
La comprensión de la política en vivo y con miras a la acción se antoja mucho más compleja. Si en el ámbito de la ciencia política tradicional difícilmente se puede sostener la última palabra, mucho menos en el convulsionado terreno de la realidad política, en el cual los hechos siempre terminan encargándose de desmentir los postulados de los más calificados especialistas. En este ámbito la facultad del juicio no puede ser sustituida por los resultados de innumerables investigaciones científicas, por la sencilla (aunque nunca plenamente comprensible) razón de que los seres humanos estamos dotados de libre albedrío. Si lo que la ciencia política convencional considera como conocimiento científico agotara la comprensión de la realidad política, la posibilidad de predecir la realidad estaría al alcance de la ciencia política, mientras que la implicación fundamental de dicha capacidad sería la ausencia de libre albedrío en los seres humanos. La política es impredecible, difícilmente pronosticable y siempre sorprendente porque los seres humanos podemos, el día menos pensado, cambiar de opinión, hacer lo que nunca antes hicimos y romper las estadísticas. En tal sentido, una más genuina, completa y profunda comprensión de la política y de lo político no sólo debería ser capaz de entender mejor a los seres humanos en su condición de seres libres, no condicionados por unas mecánicas leyes del comportamiento, sino también de verificarse en la capacidad de potenciar la realización de nuevas realidades.
Por tales razones nos parece que el debate acerca de si el cambio político puede producirse o no electoralmente debe expandirse a otras consideraciones, o incluso ser enfocado de un distinto modo si en verdad se trata de cambiar las cosas. En un par de artículos anteriores nos inclinamos por presentar el debate como la necesidad de responder a ciertos dilemas básicos de cara a la acción. Desde este punto de vista, y considerando que (en virtud de la condición libre del ser humano) el asunto no se trata de repetir una receta que haya funcionado en otras partes, sino en comprender lo que demanda la circunstancia concreta, quizás la insistencia en definir la vía a seguir deba incorporar también una reflexión ordenada con respecto a quiénes estamos siendo nosotros, los ciudadanos, los sujetos de la política, de cara a ese cambio que tanto anhelamos. Y ese “nosotros”, por supuesto, no excluye sino que incorpora de forma muy especial al liderazgo político.
La discusión en torno al qué debemos hacer (unirnos, votar, no votar, protestar, etc.) tiende a reflejar una perspectivas sobre la política que la entiende como técnica (τέχνη), pero desde una perspectiva más amplia quizás convenga preguntarnos cómo debemos ser, desde la convicción de que sólo desde la actitud adecuada y desde una verdadera transformación personal es factible alcanzar resultados difíciles e improbables. A fin de cuentas, toda recomendación estratégica, toda idea acerca del camino a seguir, habrá de ser ejecutada por personas de carne y hueso, y por ende conviene entonces saber si las personas encargadas de desarrollar y apoyar la vía de acción que suponemos adecuada están (o estamos, en el entendido de que todos somos y debemos ser parte de ese cambio) en realidad integralmente preparadas para ello. El reto, en el caso que nos ocupa, es propiciar el quiebre de un régimen que se caracteriza por su esencia totalitaria.
El totalitarismo es la modalidad más extrema que pueden alcanzar los regímenes autocráticos de nuestro tiempo. Su característica principal no es el genocidio (aunque a menudo llegue a incurrir en él), sino la dominación a través de un control exhaustivo de la vida de cada persona, hasta llegar a influir poderosamente en la dimensión más íntima de su conciencia. Para ello se vale del terror y del adoctrinamiento, ampliamente desarrollados mediante la propaganda masiva y el uso de la policía secreta y fuerzas paramilitares. El control es tan incisivo y absoluto que se manifiesta a través de lo que Orwell llamó el “doble-pensar” y de una neolengua por la cual se va perdiendo toda referencia entre palabra y realidad, hasta que se hace casi imposible distinguir lo verdadero de lo falso. En último término, los genocidios que propician los totalitarismos sobrevienen como consecuencia de la incapacidad moral (para pensar y para actuar) en la que sumen a buena parte de la población.

Foto: EFE

Frente a este tipo de régimen, responder a la pregunta ¿cómo debemos ser? es por lo menos tan importante como contestar a la de ¿qué debemos hacer? La lucha frente al totalitarismo, más que frente a cualquier otro tipo de régimen autocrático, requiere una verdadera transformación interior. Y dado que la base de la dominación totalitaria es el uso combinado del terror y la mentira, la tarea de combatirlo pasa, sobre todo y como requisito previo a cualquier consideración técnico/estratégica, por el cultivo del valor personal y de la indeclinable búsqueda de la verdad. El mal totalitario es tan rotundo, tan enraizado en nuestras propias debilidades y carencias morales, que sólo desde la mayor integridad personal es factible rehuir el laberinto de ficciones y medias verdades en el que aquel prolifera y pretende obligarnos a vivir. El totalitarismo se sustenta y propicia la incapacidad de la gente para atreverse y para pensar, y como tal no es el dominio de muchos mediante la fuerza de unos pocos; es más bien la reconfiguración de una sociedad entera a partir de sus peores vicios, carencias y debilidades. Transigir con eso, transitar por los caminos torcidos que nos deja medio abiertos, expresarnos con su lenguaje falaz y engañoso, es en definitiva sucumbir a su sistema.
No perdamos de vista que a la tragedia actual no se llegó a punta de pistola; se llegó a punta de votos más o menos manipulados, de dólares preferenciales, de cupos de CADIVI, de “misiones” salvadoras y de cajitas CLAP, todo ello al fragor de consignas altisonantes y camisas rojas empleadas para acostumbrarnos a odiar el esfuerzo, la virtud y el talento. A ello contribuyó tanto quien militó activamente en semejante despropósito como quien negó su peligrosidad, asegurándonos que sólo se trataba de otro mal gobierno frente al cual ninguna medida excepcional era necesaria. A menudo incluso se copió una y otra vez el discurso del propio régimen y se intentó competir con él en sus dádivas y prédica demagógica, mientras éste avanzaba en el saqueo del país y la destrucción de su tejido social. Cada quien sabe en qué medida ha sido compañero de viaje del totalitarismo chavista, aunque no esté dispuesto a reconocerlo públicamente.
Resulta entonces casi natural que las voces de quienes llaman ante todo a una recuperación moral, enfocada en el cultivo de las actitudes necesarias para enfrentar al totalitarismo, resulten tan odiosas a oídos de quienes, o comparten de algún modo las ideas del régimen, o prefieren evitar los costos de actuar conforme a la rectitud moral. Estas actitudes no dejan de ser humanas y comprensibles, y de hecho proliferan en todos los regímenes políticos que logran implantar una gran ficción y atmósfera de terror sobre la que sustentan su dominación. Pero quizás sea este momento, en el que todo parece perdido, el más propicio para dejar de engañarnos, para entender que ningún cambio sobrevendrá sin grandes esfuerzos de parte de todos y sobre todo de nuestro liderazgo, sin un corte definitivo con la ficción totalitaria y sin la superación del miedo.
La acción política guiada por un cálculo de costo-beneficio inmediato en un contexto de terror no tiene oportunidades de victoria frente a la dominación totalitaria. Sólo la acción desafiante y valiente, guiada por un apego indeclinable a valores fundamentales, tiene la capacidad de levantar los ánimos colectivos e ir articulando, lenta pero tenazmente, la actitud y el poder necesarios para romper la atmósfera de ficción y terror en la que se sustenta el totalitarismo. Un liderazgo que no sea capaz de insuflar en la gente ese espíritu de resistencia, esa convicción profunda en el poder liberador de la verdad, esa motivación para trabajar unidos por algo superior a cada uno de nosotros, será por el contrario un falso liderazgo, un esfuerzo impotente y contradictorio cuyo ejemplo sólo invitará a que cada quien haga su propio pequeño cálculo de supervivencia. Por algo sostenían los antiguos que el coraje era un componente esencial de la virtud política, y por algo generan tanta desconfianza quienes se irritan ante los actos de valentía que se acometen frente a un poder omnímodo e injusto. Ninguna teoría ni ninguna técnica podrá rendir resultados en el terreno de la política si se renuncia de entrada a la enorme capacidad transformadora que sólo el coraje, la reflexión directa sobre la realidad y la pasión por la justicia son capaces de generar.
@martinezmeucci 
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martes, 24 de julio de 2018

EL INTELECTUAL Y EL POLITICO

RAMON ESCOVAR LEÓN

EL NACIONAL

Cuando Winston Churchill obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1953, algunos intelectuales se sorprendieron y alegaron que el galardonado era un político y no un hombre de letras. Asimismo, afirmaron que la literatura y la política eran asuntos distintos. Sin embargo, en el estadista británico se mezclaban las dos cosas. La Academia sueca para conceder el Nobel decidió sobre la base de sus méritos literarios; el pueblo británico, cuando le daba o negaba el voto, decidía sobre sus habilidades políticas. Churchill supo armonizar su pensamiento con su acción.
La formación intelectual le dio a Churchill la capacidad de poder enfrentar situaciones complejas en mejor condición que quien carecía de ella. La política dirigida por pragmáticos conduce al fracaso y cuando el “líder” carece de formación universitaria se llega al caos.
En Venezuela también tenemos ejemplos de intelectuales en función política, tales como Juan German Roscio, Francisco Javier Yanes, Miguel José Sanz y Tomás Lander, defensores de los valores democráticos de la naciente república. Uno de ellos es el principio de la alternancia en el poder, amenazado por la Constitución de Bolivia presentada por Simón Bolívar en 1826 que consagraba la presidencia vitalicia y hereditaria. Gracias a la intuición política de los civiles fue derrotado este proyecto absolutista.
La presencia de los intelectuales en la vida política venezolana fue muy marcada durante el mandato de Juan Vicente Gómez. Pedro Manuel Arcaya, José Gil Fortoul y Esteban Gil Borges, destacan como miembros fundadores de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales (19 de enero de 1919). El 30 de junio de 1924 se dictó una ley -todavía vigente- que aumentó el número de académicos de 30 a 35, y se eligió a Laureano Vallenilla Lanz, una de las inteligencias más penetrantes del gomecismo. César Zumeta, otro intelectual, se incorporó en la Academia Nacional de Historia en 1932. Posteriormente ingresan Arturo Uslar Pietri y Tulio Chiossone, quienes fueron ministros de Relaciones Interiores en el gobierno de Isaías Medina. También Luis Felipe Urbaneja, ministro de Justicia en el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, fue miembro de la Academia.
Durante la vida de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales han brillado figuras que han desarrollado vida política como el mencionado Arturo Uslar Pietri o de un político como Rafael Caldera, con una importante obra escrita. En la Academia Nacional de la Historia se pueden mencionar a Ramón J. Velásquez y a Manuel Caballero.
La democracia venezolana resistió la injerencia castrista en la década de los sesenta gracias al liderazgo de Rómulo Betancourt, quien tenía, además de su instinto político, una obra que recogía su pensamiento: Venezuela, política y petróleo (según algunos historiadores, esta obra es al siglo XX lo que la autobiografía de José Antonio Páez fue al siglo XIX). Además del líder adeco, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, con el Pacto de Puntofijo, le dieron sustento político a la democracia que se iniciaba. Caldera escribió dos obras fundamentales: Andrés Bello y Derecho del Trabajo. Villalba fue un destacado profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Central de Venezuela. Hay otros hombres de ideas que se pueden nombrar: Gonzalo Barrios y Luis Beltrán Prieto, por ejemplo.
En los últimos años, la participación política ha estado dominada por los pragmáticos y sin obra escrita que permita conocer su pensamiento. Estamos en el tiempo del pragmatismo y de los dogmas ideológicos, con sus letales efectos. Ha habido casos aislados, pero no es la regla común, como lo era antes. Es dentro de este contexto que debe verse la elección de Ramón Guillermo Aveledo como miembro de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales para suceder al sabio Humberto Njaim. Se trata de un intelectual y profesor universitario con obra escrita -como su Curso de derecho parlamentario- que ha ejercido la actividad política con probidad.
La formación intelectual es necesaria para el dirigente político. No puede privilegiarse al pragmático y al iletrado sobre el hombre de pensamiento.

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VICTOR JARA Y LA JUSTICIA QUE NO PRESCRIBE

MARTA DE LA VEGA

Hoy, en 2018, brilla la justicia después del crimen cometido hace 45 años, el 16 de septiembre de 1973, en el primer campo de concentración de la dictadura militar de Pinochet que fue el Estadio Chile, de Santiago, contra el gran cantante, valiosa figura de la cultura popular, profesor universitario y guitarrista, Víctor Jara. Fue trasladado junto con profesores, estudiantes y personal de la Universidad Tecnológica de Chile al emblemático lugar que hoy lleva su nombre. Al ser reconocido, Víctor Jara fue brutalmente golpeado; sus verdugos le destrozaron las manos y lo asesinaron con 44 impactos de bala, por ser un emblema de las luchas sociales progresistas, muy querido y respetado a través de su música no solo en su país sino en toda América Latina. La crueldad y ensañamiento con los cuales fue torturado mostró el importante impacto que tenía el artista, pero también que pudiera servir de ejemplo a quienes presenciaron el hecho para paralizar cualquier protesta e implantar el terror como mecanismo de dominación.
Dos logros significativos de esta sentencia histórica son, uno, que ha sido vencida la impunidad y dos, que los crímenes de lesa humanidad, aunque tarde, van a ser siempre juzgados. Esta victoria constituye hoy en Chile un ejemplo de aplicación del derecho a favor de la justicia como instrumento objetivo, transparente, imparcial, independiente y universal, en una sociedad civilizada y regida por principios democráticos, para reparar a las víctimas del terrorismo de Estado y de la violación de derechos fundamentales.
La sentencia en contra de los 9 militares del ejército, hoy retirados, muestra que no fue en vano luchar a pesar del tiempo transcurrido; que el poder judicial, entonces distorsionado y subordinado a Pinochet, se había convertido en un arma funcional de la dictadura y hoy, retomadas sus funciones y metas institucionales, despliega a plenitud legalidad y legitimidad.
Aunque menos conocido que el cantor Jara, también hoy la justicia chilena condena el crimen contra el joven abogado de 33 años en ese trágico momento, Littre Quiroga, defensor de derechos humanos, de trayectoria intachable como director del servicio de prisiones, quien, a pesar de estar en reposo médico el 11 de septiembre de 1973, al saber que era buscado por los carabineros, se presentó voluntariamente. Fue martirizado hasta la muerte, acusado de haber maltratado a un General; llevado al estadio, golpeado y torturado, se le asesinó en el sitio con 23 impactos de bala.
Con horror el mundo civilizado ha presenciado la violenta y brutal violación de derechos humanos fundamentales, persistente y sistemática en Venezuela”.
Primero, durante las protestas a partir del 12 de febrero de 2014, jornada marcada por el asesinato vil de los jóvenes Basil Da Costa, en la manifestación pacífica frente a la sede de la Fiscalía por un funcionario de la policía política, Robert Redman, asesinado por un sujeto no identificado de un colectivo paramilitar motorizado protegido del régimen, que le disparó y mató en el sitio, al final de esa tarde en una concentración cívica en plena avenida Francisco de Miranda; y un dirigente colectivo del barrio 23 de enero y antiguo policía, este último muerto por uno de sus propios compañeros en la concentración a la que habían llegado supuestamente a defender al gobierno. Luego, en las protestas por la ruptura del hilo constitucional que se produjo con dos sentencias inicuas del TSJ que marcaron el inicio de protestas pacíficas, el 30 de marzo de 2017, despiadada y sanguinariamente reprimidas por el gobierno, responsable de los 130 muertos, homicidios que son crímenes de lesa humanidad, al igual que los 43 muertos del 2014 asesinados en el lapso de protestas.
Hoy Nicaragua, un país de casi 6 millones de habitantes, se desangra por la represión asesina, sistemática y delincuencial del ejército, policía y bandas paramilitares del gobierno tiránico de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Van más de 300 muertos y ataques vandálicos contra iglesias, sus prelados y objetos sagrados de fe religiosa de un pueblo mayoritariamente católico. Pero serán identificados todos los responsables en la cadena de mando, juzgados y condenados por crímenes de lesa humanidad, que no prescriben.

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lunes, 23 de julio de 2018

EL GRAN DESNALGUE

ALBERTO BARRERA TYSZKA

La palabra no aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua. No es extraño. Los diccionarios y las academias suelen avanzar con mucha más dificultad y lentitud que las vidas. Sin embargo sí están reconocidas e incorporadas las palabras “nalguear”, “nalgatorio” o incluso “nalgamento”, término francamente confuso que convoca a imaginar el trasero con algún tipo de reglamento o –peor- de pegamento. En Venezuela tiene una acepción particular. Cuando decimos desnalgue queremos referirnos a algo que está más allá del desorden. Pero no es necesariamente sexual. Puede haber, por ejemplo, un desnalgue sin cuarto oscuro.
El término puede aplicarse a una rumba pero también a una discusión política, a un día de playa, a una convención de pastores evangélicos, a una presentación de un libro, a un desfile militar. Más que una orgía es un caos. Existe entre nosotros un vocablo cercano pero con peor fama, más vulgar. Tampoco está en el diccionario de la RAE: cogeculo. En eso parece andar la dirigencia de la oposición desde hace un buen tiempo.
Voy a salir rápidamente de una condición que hay que pronunciar y que ya todos sabemos: no es fácil. Por supuesto que no. Es sumamente difícil ser, o intentar ser, un político de oposición en Venezuela. Es, generalmente, además, un trabajo ingrato. Hay que pelear en las peores condiciones en contra de un adversario que no cree ni en la democracia ni en la política, que no tiene ni palabra ni escrúpulos, que actúa como delincuente pero habla como si fuera una Hermanita de la Caridad; que está dispuesto a robar, a detener, a desaparecer, a torturar y hasta a matar a todo aquel que amenace su permanencia en el poder.
Desde hace veinte años esto ha funcionado así. Una de las prioridades de la revolución siempre ha sido desautorizar y excluir a cualquier que pretenda ser su oposición. Lo impresionante es que, de un tiempo para acá, la propia oposición haya liberado al Gobierno de esa tarea y sus distintas dirigencias, entonces, se hayan hecho cargo de irse deslegitmando unas a otras. Es imperdonable que, en la peor crisis del país, el liderazgo de la oposición viva su mayor desnalgue.
Lo ocurrido esta semana cuando, nuevamente, Henry Falcón y su combo deciden hacer una jugada adelantada para sacar provecho particular a una reunión secreta entre diversos líderes, deja otra vez en evidencia las enormes dificultades de convertirse en una fuerza política, en una alternativa real, que tiene nuestra dirigencia.
Ni siquiera el fracaso individual de cada uno, cada vez que intentaron armar su propia maniobra ha servido para entender que solo articulados de manera clara y transparente, sin protagonismos ególatras y deslealtades partidistas, podrán convertirse en una alternativa exitosa. El país es un Titanic que en vez de músicos tiene políticos de oposición dedicados a hacerse zancadillas y a pelear entre ellos.
La secuencia de la reunión fallida de esta semana debe ser completada con otra fracción del liderazgo opositor que también se empeña en construir tienda aparte, erigiéndose además como una fuerza realmente pura, no adulterada; como la única opción moralmente correcta, que no pacta con la dictadura y que sí puede librarnos –primero- de la falsa y cochina dirigencia opositora y –después- de nuestra insoportable y cruda realidad. Son los nuevos salvadores de la patria. No se contaminan con nadie más. Tienen la intrasigencia de los iluminados.
Para rematar: sumémosle la febril actividad de aquellos que han encontrado en twitter una peculiar forma de heroismo. Los radicales que saben qué hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo. Son los visionarios que aseguran que Capriles se vendió, que Ramón Guillermo Aveledo no es barquisimetano sino suizo y suegro millonario de Haiman El Troudi, que Andrés Velázquez es un colaboracionista, que Henry Ramos Allup duerme con Nicolás y Cilia, que Leopoldo es un traidor, que Vicente Díaz hace spinning todos las mañanas con Tarek Williams Saab… Venezuela tiene un exceso de generales en el Gobierno y un exceso de comandantes virtuales en las redes. Ambos ejércitos nos se oponen:se complementan.
La calle está más caliente que nunca. Cada día hay más protestas, cada día hay más razones para protestar. Mientras el país se desangra, la élite opositora no puede continuar en su bacanal del “todos contra todos”. Es tiempo de parar, de apagar esa música. Antes de que se destruya incluso la pista de baile. El gran desnalgue es una fiesta sin ganador. Todos terminaremos sin nada. Solo quedará en pie una infinita resaca.

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La Gramática y la corrección política

 JUAN LUIS CEBRIAN

En su Historia de la Lengua Española,don Ramón Menéndez Pidal señala que “los idiomas… proceden a la simplificación” por lo que “la historia fonética de una lengua es, en suma, la de su proceso constante hacia la mayor brevedad y facilidad”. Dicha tendencia, que nadie dicta pero el pueblo sigue, es obstáculo principal con el que han de lidiar los políticos y líderes sociales empecinados en imponer el desdoblamiento en la expresión del género, so pretexto de hacer más inclusivo el uso del lenguaje frente a lo que se considera sexismo de nuestro idioma.
Esta denuncia tiene fundamento suficiente, y desde hace años la Real Academia Española trabaja por mejorar el Diccionario y la Gramática en beneficio de la igualdad entre sexos. Pero el ocultamiento o la invisibilidad de la mujer en esas obras de referencia no están determinados tanto por la atribución de género como por la conducta y los hábitos sociales a lo largo de los siglos, que inevitablemente se reflejan en el habla de las personas.
La demanda de la vicepresidenta del Gobierno a la RAE para que revise el texto de la Constitución, a fin de promover en ella un lenguaje inclusivo, ha vuelto a desatar la polémica en los medios y las redes sociales, pues señala al idioma como causa y reflejo de la discriminación sexual.
La mayoría de quienes así opinan suelen ignorar, entre otras cosas, que la RAE no es un organismo gubernamental, sino una institución de la sociedad civil; que aunque su diccionario y gramática son considerados normativos, los académicos no ejercen como inventores de la lengua, sino como notarios de la misma, de acuerdo con la máxima de que sus creadores son los hablantes; y, por último, que no opera en solitario, sino en estrecha colaboración con la Asociación de Academias de la Lengua Española que trabajan y se esfuerzan por la unidad del idioma en todos los países y comunidades hispanohablantes. Cualquier decisión sobre el contenido de las obras académicas (diccionario, gramática y ortografía) es consensuado con ellas, y rige el principio de unanimidad. También en el caso del llamado lenguaje inclusivo.
Es un abuso suponer que la lengua sea a la vez causa y remedio de la desigualdad de derechos
No cabe duda alguna respecto a la influencia de las lenguas en la estructuración de la sociedad y la organización del poder, pero es un abuso suponer que sea la gramática a la vez causa y remedio de la desigualdad de derechos contra la que, con toda justicia, se alza el movimiento feminista. Antes al contrario. La atribución de géneros en el castellano era preocupación explícita de los redactores de la primera gramática de la Academia en 1771.
Dada la ambigüedad en algunos casos y las dudas planteadas en otros, proponían un sencillo recurso para solventar los problemas que se plantearan: “Tenemos en los artículos y adjetivos un medio fácil y seguro para distinguir los géneros”. Pese al tiempo transcurrido y a las posteriores elaboraciones de los científicos este sigue siendo un método común utilizado por el vulgo, y aun por los hablantes eruditos, a fin de evitar ocultamientos sexistas de cualquier condición.
Hay otra cuestión alarmante en el ruego, o deseo, vicepresidencial. La Constitución es un texto intocable salvo por las Cortes Generales que en los casos más significativos deben someter los cambios que decidan a referéndum popular. Y con ser importante un nuevo estilo literario que mejore la visibilidad de las mujeres, la sociedad española reclama también con urgencia otras reformas fundamentales que escapan al debate gramatical. Afectan entre otras cosas a la organización del territorio, el estatuto de la Jefatura del Estado (discriminatorio por cierto respecto al género) y la provincia como circunscripción electoral.
Si los redactores de la reforma, que deben constituirse en comisión del Parlamento, precisan de la ayuda de expertos, o de dictámenes especializados de instituciones y personas ajenas a la función legislativa, es lógico que así lo soliciten. Pero el Gobierno, sobre todo un Gobierno con mayoría tan precaria como este, debe mostrarse respetuoso con la función de las instituciones de la sociedad civil y no tratar de invadirlas o utilizarlas en su beneficio so pretexto de atender demandas sociales.
Las identidades tienen que ver con los idiomas pero estos son sobre todo un elemento de comunicación
Un lenguaje inclusivo tiene que lidiar con algunas cuestiones ya resueltas por la normativa gramatical, como el citado desdoblamiento de género, o el abandono en según qué casos del femenino para denominar funciones o profesiones que incluso algunas mujeres entienden serán más respetadas si se utiliza el masculino genérico. No pocas juezas o médicas prefieren que se les llame la juez o la médico, pues entienden que es la mejor manera de equiparar públicamente sus saberes profesionales a los de sus colegas varones. La doctrina de la RAE, y de la Asociación de Academias, sobre el desdoblamiento es de sobra conocida y ningún gobernante debe esperar que se mude a su requerimiento.
El uso del masculino genérico no tiene que ver con el machismo ni es un signo sexista sino un recurso que responde a la economía del lenguaje, en la línea que señalaba Menéndez Pidal. No creo, por ejemplo, que ninguna fémina se irrite cuando le pregunten cómo están sus padres, o no comprenda que la cuestión se refiere igualmente a su padre y a su madre; ni me parece que si le dijeran ¿cómo están tu padre y tu madre? se pudiera derivar de ello una mayor visibilidad de la aludida.
Los intentos del poder político por regular y organizar las lenguas responden al propósito de reforzar los signos identitarios de la comunidad de los hablantes y, quiérase o no reconocerlo, a un autoritarismo larvado que se ejerce pomposamente en nombre de la nación. Las identidades tienen mucho que ver con los idiomas pero estos son ante todo y sobre todo un elemento de comunicación.
Acostumbrado el poder a imponer un lenguaje político correcto, su voracidad no tiene límites a la hora de invadir el diccionario. El anterior ministro de cultura se permitió nada menos que enfatizar el castellano como objeto prioritario de la marca España, olvidando el carácter global de nuestro idioma y que solo un diez por ciento escaso de los hablantes del español habitan en nuestro país. No parecen haber mejorado mucho las cosas con el nuevo equipo. Alguien debería explicar al Consejo de Ministros (en el que se sienta una mayoría de ministras) que el uso genérico del masculino viene siendo inclusivo desde que se inventó, precisamente, para que así lo fuera. Y es que, según reza su edición príncipe de 1771, “no hay edad, ni estado, ni profesión alguna en que no sea conveniente la Gramática”.

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ANTICAPITALISMO


ANDRÉ ROPERT

L´EXPRESS

En Francia, declararse anticapitalista es una actitud común, para no decir trivial. Hay que reconocer que el sistema se presta a crítica, pues está fundado en la búsqueda del beneficio, las desigualdades de naturaleza económica, el culto del dinero, la implacable selección de la competencia y que hubo un analista severo en el siglo XIX en la persona de Karl Marx. Dicho esto, no sólo mentes orientadas políticamente a la izquierda lo reprueban. ¿No se lee en el “Catecismo de la Iglesia Católica” de 1992 que una teoría “que hace del beneficio la regla exclusiva y el fin último de la actividad económica es moralmente inaceptable”?
 Convengamos en ello, pero aun así demos la palabra a la defensa. Elaborado progresivamente en Europa occidental a partir del Renacimiento, el capitalismo ha sido asociado a la evolución del individuo y a la afirmación de la libertad personal, nacidas con la Reforma y promovidas por la filosofía de las Luces. Sus grandes teóricos (comenzando por el escocés Adam Smith) forman parte de los iniciadores de un liberalismo cuya dimensión económica no es sino uno de sus aspectos, y es preciso recordar que él significa ante todo la primacía absoluta de la libertad. Así, él ha sido asociado al potente movimiento político que ha desembocado en la instauración de las democracias representativas. En fin, el capitalismo ha sido el motor de la extraordinaria acumulación de conocimientos y de progresos técnicos que han dado a los pueblos que lo practicaban un nivel de vida jamás alcanzado en la historia y a Occidente esa preponderancia de la cual (admitámoslo) este último no ha hecho siempre el mejor uso.
 Sin embargo, si los motivos de crítica e incluso de condena no faltan y pueden llevar a concluir: este funcionamiento es malo, la cuestión fundamental que se plantea es: por qué reemplazarlo. Ciertamente, desde hace siglos los fabricantes de sistemas no faltan, ¿pero son creíbles y, sobre todo, realizables, esos bellos proyectos? 
 El siglo XX creyó en ello y vimos florecer supuestas prácticas del socialismo. Su verdadera naturaleza (un capitalismo de estado disfrazado de colectivismo que es la base de implacables dictaduras), su empecinamiento ideológico, que desembocan en empresas tan mortíferas como desastrosas, su derrumbe final, demostración a escala real de un enorme desastre económico y humano, han dejado un sabor de ceniza. Y, hasta el presente, no se han  visto emerger otras proposiciones aparte de las declaraciones inflamadas de políticos ambiciosos o de intelectuales sin peso.
 Este fracaso, empero, no ha extinguido el sentimiento anticapitalista, y entonces uno se formula una pregunta: ¿es el principio mismo del capitalismo que molesta o el programa puesto en práctica para hacerlo funcionar?
 Éste ha cambiado considerablemente en el curso de los tiempos. Al principio, la empresa privada y la búsqueda de un beneficio crecieron a la sombra de los estados monárquicos, que las admitieron a condición de que ellas sirvieran a sus intereses (lo que implicaba un marco regulador cuyo perfecto arquetipo es la política económica de Colbert, ministro de Luis XIV). Luego, el empuje liberal, en el siglo XVIII, emancipó el sistema de esta tutela estatal reemplazándola por diversas formas de regulación jurídica. El problema es que en el último cuarto del siglo XX, en correlación con el movimiento de mundialización inherente a enormes progresos técnicos que han empequeñecido el planeta e inaugurado nuevos tipos de relaciones internacionales, un liberalismo tan radicalizado se ha impuesto que ha recusado cualquier forma de reglas, políticas o morales, y que se ha mostrado terriblemente desestabilizador, como lo han demostrado tanto la explosión de las desigualdades como la crisis financiera de 2008. Esta deriva ha realimentado el anticapitalismo y reanimado las profecías que prometen desde hace 150 años una autodestrucción. 
Imaginar que el capitalismo va a quedarse ahí es conocer mal su historia y sus prodigiosas capacidades de resiliencia. Es probable que el tiempo de la ideología neoliberal esté contado y hete aquí, ya, que se perfilan las formas de lo que será quizás el capitalismo del mañana. No es (como de costumbre) en el mundo occidental que esto acontece: esta vez, es en China.
 Lo más sorprendente (y esto incluso tiene algo de farsa) es que las fuerzas que ponen en marcha a esta nueva metamorfosis se designan ellas mismas “partido comunista”. De hecho, la oligarquía política china practica una suerte de regreso a las fuentes dejando construir un capitalismo pugnaz y sin complejos cuyas actividades deben insertarse en el marco de los fines del poder: una suerte de colbertismo modernizado.
 Y como el Estado en cuestión, nacido directamente de una tradición milenaria para la cual la democracia pluripartidista, la idea de los derechos humanos, la libertad de expresión, la autonomía del individuo no tienen estrictamente ningún sentido, está realizando el establecimiento de una sociedad del tipo de la que Georges Orwell había imaginado hace tres cuartos de siglo, es previsible que el anticapitalismo tenga aún hermosos días ante él…
 Simplemente, la cuestión queda abierta: ¿qué establecer en lugar del capitalismo y cómo ponerlo en práctica? ¿Y cómo pensar seriamente en reflexionar sobre ello, al margen de los charlatanes, de los tribunos grandilocuentes, de los llamados al pueblo que llevan adonde sabemos? 
 ¿Cuántos azotes actuales del liberalismo, que ellos confunden con su caricatura, se convertirán en un mañana en sus más fervientes defensores? Se ven tantas cosas improbables en los tiempos que corren… 

Traducción: Dr. Maximiliano Hernández

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GUAYANA: PRODUCCIÓN CERO

Ramón Peña

El periodista Damián Prat es un dedicado celador de nuestras empresas básicas de Guayana. En los últimos años ha llevado un recuento permanente de la insólita debacle de ese formidable complejo industrial, que hacía de la confluencia del Orinoco y el Caroní una suerte de Valle del Ruhr venezolano. Hoy, como lo describe Prat en reciente artículo, no resta más que un “desastre inimaginable”.
Venezuela tiene las condiciones naturales para ser el primer productor mundial de aluminio: la hidroelectricidad, que constituye el 35% del costo de producirlo, disponible a costo marginal cero; bauxita –la materia prima- en las minas de Los Pijiguaos en el mismo Estado Bolívar; el Orinoco, como vía natural de transporte de ese mineral hasta la planta que lo convierte en alúmina, y contiguas a ésta, Alcasa y Venalum que manufacturan el aluminio, plantas que fueron modelos industriales. En estos primeros seis meses se extrajo la bauxita equivalente a la que anteriormente se producía en solo tres días, la producción de alúmina, que era de 2 millones de toneladas, cayó a cero, mientras las dos plantas de aluminio producen al 6 y 15% de sus respectivas capacidades, procesando alúmina importada. En cuanto a nuestra otrora impresionante producción de acero, Sidor está al 2% de su capacidad y Sidetur acumula doce meses de producción cero.
Enumera Prat la hilera de generales que han presidido la Corporación Venezolana de Guayana, quienes son, sin duda, corresponsables de ese desastre patrimonial. Chávez, jactancioso de la designación de militares en altas
responsabilidades civiles, ponderaba que, por su elevado rango, eran sobradamente idóneos para administrarlas. Ya vemos cuál ha sido su desempeño. Hoy, cuando baten tambores de guerra con países vecinos, el régimen debería preocuparse de que los equipos y recursos con los que cuenta la defensa nacional no se hayan administrado y resguardado con similar ineptitud…
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domingo, 22 de julio de 2018

Roberto Saviano: “¿Hemos vuelto a los tiempos de Mussolini?”

DANIEL VERDÚ

EL PAÍS


Salvini grita y las encuestas burbujean. Anuncia que cierra los puertos en Twitter y su popularidad se dispara. Su estrategia del ruido no tiene límite. Si hace bromas macabras sobre migrantes o acusa sin pruebas a políticos, empresarios o escritores, su parroquia aplaude a rabiar. Y alrededor de él se hace el silencio. Como si el país, más bien su establishment, fuera incapaz de asimilar todavía la coronación de alguien de su naturaleza y siguiese paralizado desde las elecciones de marzo. Sin oposición política y con la clase intelectual y cultural en fuera de juego, una de las pocas voces en medio del ruido es la del escritor Roberto Saviano, amado y odiado a partes iguales en Italia. Un antagonista puro que ha iniciado una guerra sin cuartel contra el matonismo del líder de la Liga que le ha costado ya la amenaza de retirarle la escolta —que le acompaña desde que hace 12 años la Camorra pidió su cabeza tras la publicación de Gomorra— y también la primera demanda. Malos tiempos para la discrepancia.
La querella contra el escritor napolitano, que suele llamar a Salvini “el ministro de la mala vida [término con el que en Italia se alude a la mafia y al crimen organizado]” y le acusó de disfrutar con la muerte de niños en el mar a raíz del último naufragio en el Mediterráneo, ha llegado con el membrete oficial del Ministerio del Interior. Saviano, con sus habituales dificultades logísticas para las entrevistas —viaja en coche blindado con cinco carabinieri—, contesta a través de clips de audio de WhatsApp las preguntas de EL PAÍS. “Lo que ha hecho Salvini significa juzgar a un escritor y movilizar contra la libertad de expresión a un Gobierno entero. Es un acto intimidatorio muy grave secundado por todo el Ejecutivo, ya que nadie se ha distanciado de ello. Este Gobierno no está dispuesto a aceptar críticas, puntualizaciones o análisis del impacto que sus reformas pueden tener en la economía italiana o en la población”.
En la denuncia del ultraderechista Salvini también se alude a las constantes acusaciones al ministro de mantener relaciones con la ‘Ndrangheta’ y de encubrir una suerte de “pacto de no agresión”. “Acepto todas las críticas, pero no permito a nadie decir que ayudo a la mafia. Es una mierda que combato con todas mis fuerzas”, señaló el viernes el ministro en Facebook en un tono y un lenguaje sin sutilezas que han dejado de sonar extraños en Italia. El ministro del Interior y líder de la xenófoba Liga, más allá de la política, empieza a ser corrosivo para el tejido cultural e intelectual del país, que lleva callado todos estos meses.
Cruce de mensajes en redes sociales entre Saviano y Salvini.
Cruce de mensajes en redes sociales entre Saviano y Salvini.
¿Por qué existe un cierto silencio en el mundo cultural respecto a lo que sucede? “Quien no se ha expresado en estos meses es porque sabe, como lo sé yo, que a quien hace nuestro trabajo no le conviene hablar. Dicen que yo digo lo que pienso para tener visibilidad. Pero es una visibilidad que provoca millones de insultos en las redes. También la desconfianza de quien debería apoyar mi trabajo. Te condenan al paredón. Nadie tiene el coraje de decir que, en realidad, callan por temor a que lleguen menos propuestas, menos proyectos de trabajo, menos libros, menos periódicos, se compren menos entradas para tus películas o vendas menos discos. Piensan que quien invierte en ti, quiere hacerlo con tranquilidad, sin tener que preocuparse por una declaración que has hecho o una toma de posición política determinada. Pero, ¿por cuánto tiempo podremos soportar esto? ¿De verdad pensamos que lo que está sucediendo es aceptable?”.

Rodillo político

Lo que sucede tiene la forma de enorme rodillo político y cultural. Movimiento 5 Estrellas y Liga, dos formaciones de corte populista sin un sustrato intelectual en las bases, disfrutan de una creciente mayoría absoluta que ha asfaltado muchos de los debates intelectuales que solían brotar con facilidad en Italia. El relato oficial habla hoy de combatir la inmigración, enfrentarse a los socios europeos y buscar nuevos aliados, aprobar una ley de defensa propia a mayor gloria de los lobbies armamentísticos, bajada de impuestos a las rentas altas, descalificaciones a adversarios. “Aunque estén legitimados en las urnas, no pueden traicionar nuestra historia, los valores que nos han traído hasta aquí y han evitado las guerras”, advierte Saviano.
Pero algunos valores cambian y la relación de Italia con Europa, por ejemplo, pasa por un momento incómodo. “Bruselas se ha convertido en el chivo expiatorio. Y no digo que carezca de responsabilidad, al contrario. Pero la dirección la da la política nacional. Italia es rehén de sus dirigentes clásicos desde hace mucho tiempo. Antes de cabrearme con Bruselas, buscaría la responsabilidad de este desastre dentro de nuestras fronteras. Pero atentos, porque el objetivo de Salvini es destruir Europa como la habíamos conocido, produciendo desde el sur un efecto pinza con Putin desde el Este”.
El clima de tensión está especialmente inflamado desde las redes y sin respuesta desde los partidos tradicionales o la encanecida clase intelectual, desarmados digitalmente y faltos de reflejos. “Contra cualquier voz crítica, salen hordas de haters en las redes sociales. Hay falsos economistas, falsos intelectuales, falsos bloggers que difunden fake news. Digo falsos porque no tienen ninguna competencia. Alguno ha leído alguna cosa, pero es imposible confrontar con ellos más allá del insulto. Y son conscientes de lo que hacen. Están pagados para crear una narración contraria, pero más simple e inmediata. Vamos hacia el punto cero de la comunicación. Y quien tiene algo de notoriedad, al final, teme ser atacado personalmente. Si ganas algo, mejor estar callado. Así es como Mussolini atacaba a [Giacomo] Matteotti antes de ser asesinado. ¿Hemos vuelto a los tiempos de esos tiempos? ¿Estamos aceptando como escritores, periodistas, guionistas, actores, escenógrafos no contar nada, no devolverle a nuestro público alguna cosa?”.

“No pueden quitarme la escolta por ser crítico con el Gobierno”

La guerra entre Matteo Salvini y Roberto Saviano empezó hace mucho tiempo. Pero alcanzó su punto más grotesco cuando el ministro del Interior amenazó al escritor con retirarle la escolta de cinco carabinieri que lleva desde 2006, cuando el clan de los Casaleses puso precio a su cabeza. Salvini es el titular de la cartera que, entre otras cosas, debería ocuparse de combatir a las mafias y velar por la seguridad personal de jueces y periodistas amenazados. Pero hacía días que no le gustaban las críticas que recibía por parte del escritor a su política migratoria. “Serán las instituciones competentes las que valorarán si corre algún peligro, también porque me parece que pasa mucho tiempo en el extranjero. Valoraremos cómo se gasta el dinero de los italianos. Le mando un beso”, soltó en un programa televisivo.
Salvini sabe que una parte de Italia no traga a Saviano y el debate del coste de su escolta, por muy absurdo que parezca, sirve para despertar las bajas pasiones de una parte de su electorado más radical. Saviano, pasado ya un mes de aquellas palabras, reflexiona sobre la amenaza. “La asignación de la escolta no va en función de la simpatía que se tiene por alguien. No se quita por ser crítico con el Gobierno. Además, no decide el ministro del Interior, sino una oficina para la seguridad personal. Esta arbitrariedad pone en riesgo el Estado de derecho”.
Una arbitrariedad que Salvini aplica a todos sus supuestos enemigos. Esta semana, por ejemplo, aseguró que la ONG española Proactiva Open Arms solo verá Italia en postal. Lo hizo después de ser criticado por su director, Óscar Camps, convertido ya en uno de sus nuevos y electoralmente rentables enemigos.


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