RAMON PEÑA
Hace un año, el Golem gobernante anunció un “modelo económico único
en el mundo” que anularía la dolarización de los precios, utilizando el
Petro como dolarizador del salario. Un revolucionario proceso que
resumió con un algoritmo de su propia cosecha: “¡Cero mata cero”!
Pero la economía suele ser reacia a las babiecadas. Se ha
profundizado la dolarización del sistema monetario y propende a
afianzarse como patrón de las transacciones diarias, en todo menos en el
salario. El Banco Central porfía en la ampliación de la base monetaria,
como su único modo de financiar el enorme déficit fiscal, con emisiones
carentes del respaldo en divisas que Pdvsa no está en capacidad de
suministrarle. El Bolívar se desmorona día a día y se marginaliza como
unidad de cuenta. No hay manera de contener la preferencia por el Dólar.
De muy poco ha servido aplicarle a la banca el recurso de un encaje
legal de 100%, que, de paso, cercena el crédito a la deprimida actividad
productiva privada.
La oferta monetaria que irresponsablemente dinamiza el Banco Central
desborda toda posibilidad de equilibrio ante una oferta interna de
bienes mermada al extremo. Casi dos tercios de las empresas privadas
nacionales que existían hace dos décadas han desaparecido. La
aceleración de precios de bienes de consumo –nacionales e importados-
alcanza un ritmo superior al de la devaluación del Bolívar. Ya lo
aprecian los propios tenedores de reservas en divisas y los receptores
de remesas del exterior. El salario minimo real es menos que una
limosna.
La salud es víctima crítica de este desequilibrio. La oferta se ha
reducido drásticamente: emigración de médicos, escasez de insumos, de
equipos especializados o capacidad de repararlos. Servicios casi todos
denominados en dólares.
La economía sigue a la deriva. El guasón se ríe de lo que dice, continúa durmiendo como un bebé y salsea burlón sobre la tarima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario