El 16 de Noviembre: ¡A la Calle!
Trino Marquez
Durante
los meses recientes -a partir del momento en el cual se evidenció que, en el
corto plazo, la usurpación no cesaría, no habría gobierno de transición, ni
elecciones libres- la política opositora ha sido demasiado palaciega. Los
ciudadanos han quedado fuera del escenario. Resulta fundamental que la gente
vuelva a la gran pantalla. Regrese a las calles de vez en cuando. El próximo 16
de noviembre representa una extraordinaria oportunidad para demostrar que los
ciudadanos no se han rendido y que el cambio les interesa.
Los conflictos con Maduro se han pretendido
resolver en claustros donde se analizan y evalúan los tropiezos que se
levantaron para alcanzar los objetivos fijados en enero pasado, cuando Juan
Guaidó asumió la presidencia de la Asamblea Nacional y, posteriormente, se
convirtió en Presidente interino. En esa ocasión, la gente se desbordó de
entusiasmo. Parecía que la presión internacional tan poderosa que se había desatado
y la intensa movilización interna, lograrían forzar la salida de Maduro y
colocar el país en una nueva fase. No ocurrió así. El curso de la realidad fue
otro. El régimen, aunque aislado, amenazado e impopular, se mantiene tan firme
como siempre.
La política desmovilizadora y de
cenáculos solo favorece a Maduro y su gente. Para lograr algún cambió
importante, detener el éxodo hacia el exterior, sacudirse a Maduro y convocar
unas elecciones generales en el mediano plazo, resulta indispensable que los
ciudadanos se mantengan activos de forma permanente. Los sondeos de opinión
indican que los venezolanos no se han resignado, ni acostumbrado a vivir en la miseria en la
que el gobierno los hundió.
Las protestas por la escases de agua, la
falta de bombonas de gas, las fallas eléctricas, el deterioro de la salud
pública y el transporte colectivo, el costo de los alimentos de primera
necesidad, son permanentes en todo el país. El Observatorio Venezolano de Violencia registra el descontento. Ocurre,
sí, que ese malestar se expresa de forma desarticulada. No existe ninguna
organización política que lo potencie y convierta en una fuerza transformadora.
La insatisfacción de la población nace y muere a diario, sin que haya una
plataforma que la agrupe y le dé una dirección coherente. En Venezuela, no hay
conformismo, sino falta de liderazgo. Esta ausencia de conducción le permite al
gobierno ejercer una represión implacable
en los sectores populares. El círculo se ha convertido en vicioso: el pueblo
protesta de forma inorgánica, el régimen ataca con ferocidad; los problemas se
agravan; el gobierno reprime con mayor brutalidad, hasta que logra paralizar el
descontento por un tiempo; un poco después, el ciclo se reinicia.
Activar los ciudadanos debería interesarles
incluso a los políticos agrupados en la mesa integrada por Avanzada Progresista
y otros pequeños grupos. Por el camino que van, obtendrán algunas migajas del régimen.
Eventualmente, hasta se nombrará un nuevo CNE, aunque sin fuerza para convocar
unas nuevas elecciones presidenciales. Sin que aparezcan en el horizonte cercano
los comicios para elegir un nuevo Presidente, las votaciones para seleccionar
los nuevos diputados a la Asamblea Nacional que deben realizarse en 2020,
carecerán de todo atractivo. Me
encuentro entre quienes creen en la virtudes curativas del voto para sanar las
heridas provocadas por las crisis políticas profundas, pero no dejo de recordar
la amarga experiencia de las elecciones de 2015, cuando Nicolás Maduro cercenó
todas las competencias importantes del Parlamento, luego de haber perdido esa
votación.
Lo mismo podría volver a ocurrir el año
entrante, sobre todo porque ahora se encuentra más acorralado que en aquel
momento. El hombre ha demostrado con terquedad que no le importa dejar arrasada
la tierra por donde pasa, y que prefiere cualquier otra alternativa antes que
salir por la acción de las instituciones democráticas. Su meta es llegar sano y
salvo a 2025, cuando se realizarían las próximas votaciones para elegir el
Presidente de la República. Ese año, si es que no opta por una nueva
reelección, aspirará a entregarle la banda presidencial a algún compañero de su
partido. La desmovilización y la política versallesca que se ha venido
adoptando, favorecen esa opción. Seis años más con Maduro tendrá consecuencias nefastas
para Venezuela. Así será el panorama si la política se circunscribe a la esfera
de las cúpulas, no importa cuán grandes o insignificantes sean.
El sábado 16 de noviembre los venezolanos
debemos dar una demostración de fuerza, entusiasmo y determinación. El
pesimismo derrotista de quienes apuestan por el fracaso de la convocatoria, hay
que ignorarlo. Conviene comenzar a calentar los motores para las duras jornadas
que vendrán el año entrante. Los venezolanos tenemos que demostrar que no
estamos dispuestos a aceptar que Maduro y su camarilla continúen destruyendo el
país. El 16: ¡a la calle!
@trinomarquezc
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