jueves, 8 de abril de 2010

El ESTADO TÓXICO

Un sentimiento oscuro de venganza se asienta en el corazón de los venezolanos pues ¿quién puede sentirse protegido por la justicia? Leyes mayores hay, como la Constitución Nacional y otras normas que atiendo. ¿Acaso no somos ciudadanos dignos? Porque el poder judicial en Venezuela se describe con minúscula. Dirigido y controlado por leguleyos, que ojala fueran tan sólo eso, dan pena propia y ajena y producen un mal y dolor de tal profundidad moral que nunca podrán ya esconderse ni de ellos mismos, aunque a lo mejor ni lo intentan, ya que han anestesiado su conciencia al barato formol de unos cobres.

No existe foro, lugar, casa, cuerpo, biología y sueño de noche, en donde no se sienta la tensión impuesta desde los laboratorios del poder político y sus aliados. Se ha conformado en Venezuela un Estado tóxico que se vanagloria con cinismo de sus desmanes sin preveer, o tal vez calculándolo, una reacción colectiva que al no poder drenarse por vías democráticas, tiende a calcificarse para devenir en razón justificativa del ajuste social o la práctica de la justicia por mano propia o en fórmula de aquello que “lo que es igual no es trampa” y así hasta quién sabe dónde.

Hablémosle al país. El poder necesita público y muchas veces lo encuentra o llama su atención al ser replicado por la oposición democrática en los términos impuestos. Ese liderazgo político que decreta un régimen totalitario está caído, no dice nada, pasó a la historia, es presupuesto nacional malgastado, es carpeta, folio, laberinto judicial, expediente número tal, reja y castigo. No es opción decente, es taquilla, porque reparte, compra y vende, pero ya no engaña a nadie, perdió sinceridad, no crece, excomulga, desmejora y pudre a su paso. Boquea.

A todas estas, la venganza no es respuesta civilizada y democrática. En otros países en donde existieron más razones que aquí se ha sabido salir de coyunturas peores. España, Chile, Suráfrica, por no más decir. Líderes para la transición deben proliferar en Venezuela, que para la pelea de hoy, en todos los terrenos, ya tenemos y de los buenos. Quizás sean estos rudos y curtidos los más adecuados en el momento actual para el desempeño histórico en la Asamblea Nacional que se constituirá a partir de las elecciones de septiembre próximo. Pero sabiendo a conciencia, que se necesitará de largas y tensas horas de vuelo junto a un adversario político, que no enemigo, que es el colectivo chavista que tiene un peso indiscutible más no representa a todo el país. Entre todos, así cueste tragarlo, por el peso de las circunstancias políticas, debemos adecuar colectivamente el rumbo del porvenir concediéndole máxima prioridad a la constitución de una ciudadanía sensible y preparada, noble y ambiciosa de respeto y prosperidad donde los poderes y gobernantes demuestren vocación de servicio y mística, majestad temporal y legado impagable, más allá del honor que esa dignidad comporta.

Leandro Area

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