El Estado del bienestar aéreo
MIGUEL ÁNGEL SANTOS | EL UNIVERSAL
viernes 14 de octubre de 2011
Hay un elemento común en el discurso de los candidatos de oposición. Aunque algunos con más fortuna que otros, todos han identificado un factor clave para las elecciones de 2012 y los años por venir: ¿Cómo convencer a los venezolanos de que efectivamente se puede vivir mejor? ¿Cómo se le devuelve la ambición, la fe en sus propias posibilidades, cómo se les inyecta la convicción de que la vida puede ser mucho más agradable de lo que ha sido hasta ahora? No es fácil. Para muestra el propio gobierno, que se inauguró hace ya casi trece años con la intención de mejorar la calidad de vida de los venezolanos, y fue cambiando su estandarte de bienestar y progreso por otro que resalta permanentemente el sacrificio, la resistencia. He ahí su verdadero fracaso.
Se trata de algo que va mucho más allá de repetir consignas. Tiene que ver con la capacidad para inspirar en los demás la idea de un futuro mejor. La mayoría de aquellos a los que va dirigido el discurso no tienen una experiencia previa de la que puedan echar mano para fundamentar esa visión. Se trata, aunque en un sentido distinto, de esa poderosa idea de las repúblicas aéreas a las que se refirió Bolívar en Cartagena: "Los códigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podían enseñarles la ciencia práctica del gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que, imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano". En un sentido distinto, porque Bolívar se refería a una característica ("la adopción del sistema tolerante") que a su juicio había hecho al Estado débil e ineficaz, la causa última de su disolución. Ese carácter aéreo que el Libertador identificó como una amenaza, es ahora un requisito indispensable para promover el cambio. Después de todo, ¿qué es ese bienestar y esas posibilidades que la oposición se esfuerza por venderle a los venezolanos, sino un conjunto de pensamientos e ideas abstractos, con los que muy pocos han tenido experiencia previa?
Hace unos días, en medio de ese proceso de revisión y nostalgia que trae consigo toda mudanza, di con una investigación de Matías Riutort, que nos dejó en enero pasado, acerca del crecimiento económico y la redistribución de la riqueza. Según Matías, si crecíamos a una tasa anual de 5% y no se alteraba la distribución del ingreso, una persona promedio en pobreza extrema en 2002 tardaría 18 años en salir de esa condición, 29 años si se crece sólo 3%. Para hacernos una idea mejor, durante los últimos doce años Venezuela creció 2,2% anual (y la población 1,9%, lo que arroja una tasa de crecimiento por persona de 0.3% anual). Es evidente que en un país así sólo hay lugar para operativos. Como bien ha dicho Amartya Sen, nadie está dispuesto a defender un sistema político del que no deriva ningún beneficio. De eso podemos dar fe nosotros. Ahora se trata de tener la capacidad para inspirar esa nueva visión de país, ese sentido de posibilidad, en los venezolanos más desaventajados, y de explicarles cuál será su rol y cómo podría ser su condición en esa nueva Venezuela.
www.miguelangelsantos.blogspot.com
Se trata de algo que va mucho más allá de repetir consignas. Tiene que ver con la capacidad para inspirar en los demás la idea de un futuro mejor. La mayoría de aquellos a los que va dirigido el discurso no tienen una experiencia previa de la que puedan echar mano para fundamentar esa visión. Se trata, aunque en un sentido distinto, de esa poderosa idea de las repúblicas aéreas a las que se refirió Bolívar en Cartagena: "Los códigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podían enseñarles la ciencia práctica del gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que, imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano". En un sentido distinto, porque Bolívar se refería a una característica ("la adopción del sistema tolerante") que a su juicio había hecho al Estado débil e ineficaz, la causa última de su disolución. Ese carácter aéreo que el Libertador identificó como una amenaza, es ahora un requisito indispensable para promover el cambio. Después de todo, ¿qué es ese bienestar y esas posibilidades que la oposición se esfuerza por venderle a los venezolanos, sino un conjunto de pensamientos e ideas abstractos, con los que muy pocos han tenido experiencia previa?
Hace unos días, en medio de ese proceso de revisión y nostalgia que trae consigo toda mudanza, di con una investigación de Matías Riutort, que nos dejó en enero pasado, acerca del crecimiento económico y la redistribución de la riqueza. Según Matías, si crecíamos a una tasa anual de 5% y no se alteraba la distribución del ingreso, una persona promedio en pobreza extrema en 2002 tardaría 18 años en salir de esa condición, 29 años si se crece sólo 3%. Para hacernos una idea mejor, durante los últimos doce años Venezuela creció 2,2% anual (y la población 1,9%, lo que arroja una tasa de crecimiento por persona de 0.3% anual). Es evidente que en un país así sólo hay lugar para operativos. Como bien ha dicho Amartya Sen, nadie está dispuesto a defender un sistema político del que no deriva ningún beneficio. De eso podemos dar fe nosotros. Ahora se trata de tener la capacidad para inspirar esa nueva visión de país, ese sentido de posibilidad, en los venezolanos más desaventajados, y de explicarles cuál será su rol y cómo podría ser su condición en esa nueva Venezuela.
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