CORRELACIÓN DE FUERZAS Y DEMOCRACIA
Marta DE LA VEGA
Se supone que la
democracia hoy no es solo representativa, como desde la Modernidad. Es también participativa,
deliberativa, comunitaria y ciudadana a la vez. Esto significa que la acción
política de la gente es clave, más allá de las instituciones convencionales de
participación como los partidos, los sindicatos, los gremios, los grupos de
presión, mediante las cuales se canalizan las demandas sociales, se ejerce la
cultura cívica y se consolidan la cohesión y el tejido social de una nación. Existen nuevos mecanismos de participación
política no partidista ni sectorial de los ciudadanos.
Igualmente, en
el actual proceso de globalización la naturaleza de las relaciones
internacionales se ha transformado. Las interacciones internacionales de
alcance planetario, que trascienden las relaciones exclusivamente entre Estados,
abarcan movimientos sociales o de intereses de ciertos sectores, organismos de
derechos humanos, de protección ambiental y ecológica, de grupos minoritarios
de la sociedad que han logrado proyectar su propia voz.
Pero nos
preguntamos ¿qué podemos hacer cuando, pese a que la correlación de fuerzas de
poder a favor de la verdad, las ideas libertarias y democráticas es
mayoritaria, no se logra resquebrajar la dominación de quienes detentan el
poder sin méritos ni legalidad ni autoridad legítima, pero siguen imponiendo su
voluntad de poder?
No basta una
correlación de fuerzas favorable para impulsar una transición democrática. Evaluar
las acciones claves que afiancen una correlación de poder a favor de un proceso
irreversible de reconstrucción del país, para restablecer la confianza, para deshacer
la degradación del país, para despertar la esperanza y un futuro deseable al
alcance de las mayorías, más allá de la indignación y el miedo, son la
estrategia requerida para no sucumbir a los cantos de sirena que hacen
naufragar determinación y coraje hasta de los mejores líderes. ¿Cuáles son
estas cuestiones forzosas?
¿Cómo quebrar
los poderosos intereses económicos y financieros de grupos internos y externos oportunistas
en fusión con los del régimen, sin escrúpulos para medrar desde la miseria de
las mayorías y que se benefician de la anomia moral del gobierno de facto, que privilegian la ética
narcisista del “sálvese quien pueda” y del “todo vale” mientras siguen
usufructuando de la opulencia y el favoritismo clientelar que los exime de
penurias y escasez?
¿Qué pasa cuando
la democracia representativa no nos representa? ¿Qué implica cuando no hemos
elegido a aquellos a quienes se piensa que delegamos nuestro poder para que
actúen en nuestro nombre? ¿Qué significa que el Estado se halle de espaldas a
los ciudadanos y en función de sus intereses particulares en lugar de estar al
servicio del bien común? ¿Qué supone votar sin poder efectivamente elegir ni
hacer respetar la voluntad soberana y libre de los electores y sin que ello produzca
cambios políticos?
¿Qué hacer
cuando se impide que los casi seis millones de venezolanos desarraigados y
forzados a salir del país no puedan ejercer su legítimo derecho al sufragio? ¿Qué
acuerdo unitario se necesita para exigir la única solución viable a la crisis
multiforme del país que es la de elecciones creíbles presidenciales,
parlamentarias, regionales y municipales que sean justas, transparentes,
libres, universales y con observación internacional rigurosa de acuerdo con las
normas democráticas?
¿Cómo actuar
cuando en Venezuela el régimen, usurpador, ilegítimo, autocrático, mafioso y
criminal sigue violando los derechos humanos con persecuciones, detenciones
arbitrarias, desapariciones forzadas, torturas y asesinatos viles mientras aparenta
pretender negociaciones con condiciones previas imposibles de satisfacer y con
todas las ventajas para estabilizarse y ser reconocido? O sea, para no llegar a
ningún acuerdo… ¿Y cuando la camarilla militar civil continúa mintiendo,
compulsiva y reiteradamente, para dominar, engañar y manipular a la numerosa población
alienada o sometida por el control policíaco contra los medios informativos
independientes, mediante la hegemonía comunicacional de la tiranía, disfrazada
de régimen político democrático y de Estado de derecho respetuoso de instituciones
públicas que no son sino cascarones vacíos?
La respuesta
debe brotar de la inteligencia, el corazón y la conciencia ética de todos los
ciudadanos de bien, dentro y fuera de Venezuela.
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