VUELVAN CARAS
Julio Castillo Sagarzazu
Una de las hazañas militares más importantes de la guerra de independencia, tuvo lugar en Las Queseras del Medio en abril de 1819. La historia cuenta que José Antonio Páez con 153 jinetes, logró engañar, nada menos que el jefe de las fuerzas realistas en Venezuela que contaba con casi 1.220 efectivos.
Se dice que el propio Fernando VII recrimino esta derrota vergonzosa a Morillo quien le respondió: “Su majestad, deme a un José Antonio Páez y a mil de sus lanceros y yo pongo el mundo a sus pies”
El elemento clave de esta victoria fue, sin duda la sorpresa. Morillo se confió en su superioridad numérica; en que Páez efectivamente huiría y no plantaría combate. Todos conocemos lo que ocurrió: En un momento dado, y mientras era perseguido y hostigado por Morillo, el centauro llanero, lanza su famoso grito “VUELVAN CARAS” y aquellos 153 jinetes, destrozaron las filas realistas.
Pero no fue la sorpresa únicamente la que consiguió esta victoria. Lo fue también la determinación, la unidad de las fuerzas y sobre todo, la fidelidad a la causa de la libertad que corría por las venas de aquellos llaneros que, descalzos y mal apertrechados, pocos meses después, acompañan a Bolívar en el paso de Los Andes para liberar a la Nueva Granada.
El VUELVAN CARAS de Páez tampoco habría tenido éxito si la desunión hubiese cundido en sus filas, si sus subalternos hubieran dado contraordenes o si se hubiese enfrascado en un inútil “debate” sobre qué hacer.
La lucha contra las dictaduras, como muchas batallas de la historia militar del mundo, han sido ganadas en muchos sitios también haciendo gala de la determinación, la sorpresa, la constancia y la unidad de las fuerzas que se le oponen.
La oposición venezolana, cuya sola existencia y resiliencia, es en sí mismo un milagro de la constancia en la lucha, esta ciertamente diezmada por la persecución; sobrevive a importantes desencuentros internos y lucha en medio de dificultades inusitadas.
El régimen, empero, aun no puede aniquilarla. No ha tenido fuerza para hacerlo como querría. Echa mano, entonces, del librito y nos agrede; nos divide y hoy, justamente, nos agrede más para dividirnos más. Los nombres de Freddy Guevara, el presidente Guaido y Emilio Grateron, no fueron escogidos por azar. Son el mensaje para que sepan que van por la desmoralización y por meter una cuña en la unidad opositora.
Es evidente que quiere descarrilar la unidad compleja y problematizada que tenemos. Sabe que, aún en nuestras condiciones adversas, no ha logrado destruir la gran fortaleza que tenemos que es que más del 85% de nuestros compatriotas quiere un cambio. Ese gran tesoro no se lo puede arrebatar a las fuerzas democráticas. Sabe que allí, en algún lugar de la conciencia de los venezolanos, duerme un tigre que puede devorarlo si se despierta. Sabe que la voluntad de ser libres está en el ADN del ser humano. Sabe que Cuba, ese caimán dormido, se está despertando y usando a Martí para poner buenamoza a la libertad. Sabe que son tan débiles que un rapero cambiando Patria o Muerte por Patria y Vida, puede desestabilizar un país.
Las dictaduras pueden sorprenderse y esa es nuestra tarea. Pero a la sorpresa hay que agregar determinación, unidad y fidelidad a la causa, como la tuvieron los llaneros de Páez.
La sorpresa es hacer lo que ellos no esperan que hagamos. Como lo dijimos en una nota anterior. Debemos jugar caribe y robarle la base no al cátcher, sino al pitcher. Las otras dos cosa: La unidad, está en nuestras manos lograrla, deponiendo diferencias circunstanciales; la fidelidad a la causa, podemos lograrla posponiendo intereses pequeños.
Quien esto escribe, no es un analista político. No tengo las herramientas de análisis para montar una explicación en power point para un grupo de empresarios que quieren saber si se puede invertir en Venezuela. Solo soy un dirigente político cuyo instinto le dice que entre los venezolanos, que nunca se han rendido, está creciendo el sentimiento de que la única rebelión que hoy es posible es la rebelión de los votos, que es lo que el venezolano de a pie tiene en sus manos para ajustar cuentas contra los que generaron esta pesadilla.
No estoy en capacidad de determinar si, un proceso como el que tenemos por delante, legitima jurídicamente o no a la dictadura. Sé que eso le importa un pito a todas las dictaduras. Tampoco puedo adivinar si Maduro dejara o no a los protectores o si aprobara al estado Comunal.
Lo único que siento es que la dictadura no quiere que vayamos unidos a este proceso. También siento que le empezaron a crecer los enanos de su circo interno; sé que no tiene apoyo popular y quieren espantarnos de las urnas. El instinto solo me dice entonces, que no debemos hacer lo que ellos quieren que hagamos.
No podemos meternos voluntariamente a las catacumbas. Hay que salir a pelear. Hay que sorprenderlos.
¡VUELVAN CARAS CARAJO!
A Morillo lo podemos derrotar
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