INDEPENDENCIA
Carlos Canache Mata
Recién
celebramos este 5 de julio, un nuevo aniversario de habernos independizado de
la Corona de España. En un país como el nuestro, con una historia de
autocracias recurrentes, el muy respetado y respetable sacerdote jesuita Luis
Ugalde, en documentado artículo titulado “Batalla de Carabobo hoy”, ha hecho un
oportuno señalamiento: “La verdadera
celebración de la batalla liberadora del dominio español es la que conduce al
fin de la opresión reinante…Esta es nuestra batalla civil hoy: que Venezuela
renazca en democracia y prosperidad”. En el discurso de orden que me tocó
pronunciar, en la sesión solemne del Congreso Nacional del 5 de julio de 1978,
recordé que Goethe en su celebrada obra, Fausto, dice
que “solamente gana su libertad y su persistencia quien diariamente la
conquista”. Como con acierto lo precisa el padre Ugalde, tenemos por delante la
tarea de librar una nueva batalla, la “batalla civil” para recobrar la libertad
perdida.
Volver
a la democracia es una exigencia que está a la orden del día. El régimen
instaurado desde hace más de cuatro
lustros, después que perdió abrumadoramente las elecciones del año 2015, entró
en crisis de pavor y ha hecho todo lo necesario para convertir en farsa
cualquier consulta de la voluntad popular. Secuestró a los principales partidos
de la oposición política democrática y entregó a tránsfugas comprados a buen
precio sus símbolos electorales. La libertad de expresión y de información está
bajo la losa de la amenaza y del silencio. Por disentir del autoritarismo
imperante, hay 300 presos políticos, como lo acaba de denunciar el Foro Penal.
El
Estado de Derecho está en situación de desahucio. Uno de sus pilares
fundamentales, la separación de poderes, es una cantata que no se oye, enterrada
junto con Montesquieu. “La falta de independencia del poder judicial, tanto
civil como militar”, fue ratificada por la Alta Comisionada de Naciones Unidas
para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, en su nuevo informe sobre
Venezuela. En el país hay una Constitución, pero no tenemos un gobierno
constitucional, porque el régimen ha hecho con la Constitución lo que le ha
venido en gana. En su libro “Principios generales de derecho constitucional”,
Thomas H. Cooley explica la peculiar situación, así: “Aun cuando puede decirse
que todo Estado tiene una constitución, el término gobierno constitucional sólo
se aplica a aquéllos cuyas reglas o máximas fundamentales no sólo definen la
manera cómo han de ser elegidos o designados aquéllos a quienes se les ha de
confiar el ejercicio de los poderes soberanos, sino que también imponen
restricciones eficaces sobre dicho ejercicio, con el propósito de proteger los
derechos y privilegios de los individuos, poniéndolos al abrigo de cualquiera
tentativa para arrogarse poderes arbitrarios”. La juridicidad se quedó atascada
y no llegó a Miraflores.
El
desastre económico es tan impresionante como el desastre
político-institucional. El economista Asdrúbal Oliveros declaró, el pasado 27
de junio, en el portal digital Prodavinci, esto: “Después de una contracción de
más del 80%, en siete años, diría que la economía venezolana está en el
foso…Cualquier país, después de una contracción como la que ha tenido
Venezuela, que es la peor después de la Guerra Federal, y la peor de América
Latina en los últimos 50 años, es imposible que se pueda recuperar por sus
propios medios. No los tiene, no los tienen ni los ciudadanos, ni las empresas,
ni el Estado. Al final va a necesitar una profunda cooperación internacional
por distintas vías…”. La hiperinflación, alimentada por el financiamiento
monetario del gasto público que practica el Banco Central, ha destrozado el
poder adquisitivo, con la consecuencial caída del consumo familiar. El Centro
de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros
(Cendas-FVM) ubicó la Canasta Alimentaria, en el mes de mayo, en un costo de 280
dólares, o más de 850 millones de bolívares. El 96% de los hogares vegetan en pobreza,
y casi 6 millones de venezolanos han migrado en busca de mejores condiciones de
vida.
El
telón de fondo de la catástrofe económica es la crisis y el colapso de PDVSA.
El incompetente despotismo que nos oprime, sólo deja escombros a su paso. Mientras,
sopla el viento del tutelaje antillano que nos llega desde Cuba.
Así
conmemoramos este Día de la ¡Independencia!
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