THAYS PEÑALVER
Cuando Fidel Castro entró triunfante a la Habana, Venezuela y Cuba tenían exactamente la misma población, unos 7 millones de habitantes. Transcurridos 45 años, la isla tiene apenas 11 millones mientras que Venezuela tiene nada menos que 31 millones de bocas que alimentar. ¿Qué pasó? ¿Por qué nosotros cuadruplicamos la población mientras los cubanos ni siquiera la pudieron duplicar en 50 años? Pues una verdad como un templo es que lo primero que hizo la revolución, fue arrasar con la fertilidad a tal punto que alcanzó los 11 millones de almas en 1995 y a partir de allí, los siguientes 20 años la gente que nace y la que fallece, mantuvo a Cuba con el mismo número de habitantes.
“Es necesario controlar la natalidad” exponía Fidel en la Cumbre Mundial de la Alimentación (FAO) en 1996. No era posible para Cuba alimentar a su gente, si cada año habían más bocas a las que suministrarles alimentos y algo que nos puede dar una idea del férreo control de la natalidad que imperó en la isla proviene de la propia Revista Cubana de Salud Pública, cuando en 2003 explicaba que el 18% de las mujeres de la ciudad y el 21% de las del campo habían optado nada menos que por la esterilización femenina y casi el 50% llevaba ya un dispositivo intrauterino para evitar la concepción, entre lo que destacaban la mitad de las adolescentes entre 15 y 19 años. De las pocas mujeres que daban a luz en la Isla, buena parte de ellas recurrieron a: “la práctica del aborto (que) es tradicional, trasmitida entre generaciones y bastante afianzada ante lo “seguro” que resulta su desempeño (…) y “que las mujeres recurren a su práctica ‘segura’ de manera iterativa en muchos casos, o sea, repiten el ciclo haciéndose usuarias del método” (sic). Así pues, si apenas 50 de cada mil salían embarazadas, 21 de cada mil, recurrían al aborto.
Y así, Cuba bajo por primera vez del “nivel de reemplazo poblacional” en 1978, para el 2008 había alcanzado 30 años sin reemplazo poblacional y en 2014 llego al “umbral de la extinción”. El asunto es tan demoledor en la isla, que en 2030 de acuerdo al Instituto de Estadística (2005) Cuba tendrá, de acuerdo a cifras oficiales, menos población que en el 2015 (págs. 6-13). La tasa de fertilidad cubana, es junto a la japonesa o la Coreana una de las menores del planeta y eso al contrastar con la expectativa de vida, conlleva a una penosa realidad, para 2030 lo único que habrá crecido en Cuba es la vejez, es posible que traspasara el umbral de la extinción y para el 2.100 podrá haber perdido nada menos que un 8% de su población. Como los japoneses que verán desaparecer 896 ciudades por la extinción poblacional para el 2040 (Japan Times) o los coreanos que podrían perder hasta 20 millones de habitantes para el 2100 (Seoul Asia-News) el asunto para Cuba, es de supervivencia como Nación.
Pero es también en ese contexto en el que hay que revisar los éxitos o fracasos de la Revolución Cubana y las políticas de apertura actuales. Si Usted ya en 1995 llegó a los 11 millones de habitantes, en 20 años ha tenido los mismos 11 millones y en los próximos 30, tendrá los mismos 11 millones. ¿Cuántas vacas necesita tener usted para alimentar a la población?, ¿Cuántos puestos de trabajo, camas de hospital?, ¿Cuántas viviendas tiene usted que construir o hectáreas debe sembrar para una población estancada o que decrece? Es allí donde la realidad de Cuba y de Venezuela, son muy distintas. Cuba durante 50 años necesitará menos cantidad litros de leche o kilos de arroz, de pollo, de medicinas, de puestos de trabajo o de camas de hospital.
Pero tras la “redistribución socialista” se esconde una dinámica harto esbozada por la UNICEF, por cada nacimiento del quintil más acomodado, ocurren casi 3,2 nacimientos en el quintil más pobre. Por cada hijo que nace de un matrimonio en Venezuela nacen 4 de uniones inestables, por cada hijo que nace de madre con estudios superiores, nacen 3 de madres analfabetas o de educación primaria. Por eso emprender una política “redistributiva socialista” en Venezuela es por mucho la locura más grande, luego de los intentos de hacerlo en África. Porque en Venezuela, todos los años nacen cerca de 200 mil niños, casi el doble del total de nacimientos en Cuba, solo de madres adolescentes sin educación.
Crear y producir es lo único que puede llevar a Venezuela a alguna parte, mientras cada quinquenio en Cuba hay menos gente, en cada periodo presidencial venezolano hay 2,4 millones de bocas nuevas que alimentar, de los cuales 1,9 millones son nuevos pobres. Mientras en Cuba solo hay que crear 14 mil empleos nuevos cada año, un presidente de Venezuela tiene que crear 1,56 millones de empleos nuevos cada periodo. Mientras los Castro tienen que construir o reemplazar 30 mil viviendas, el presidente venezolano tiene que construir 1,5 millones de casas de las cuales tiene que regalar al menos 1,2 millones y construir 10 mil aulas de clase nuevas solo de preescolar y primaria, sin contar que debe crear 2.000 MW de energía con su respectivo sistema de transmisión y distribución. Un presidente Venezolano, a diferencia del cubano, tiene que ordeñar 100 mil nuevas vacas solo para garantizar el vaso de leche diario, sacrificar 320 mil vacas adicionales y producir la friolera de 1,2 millones de toneladas de alimento nuevas en cada periodo electoral.
Para Castro fue muy fácil, porque apenas tenía que absorber 1,2 millones de empleados en las ciudades. Así Venezuela lograra traspasar los 15 millones de empleados para “salvarnos del capitalismo” el PIB Venezolano quedaría reducido a un exiguo 30% de lo que es hoy. A partir de allí, los 1,6 millones de nuevos empleados, convertirían a Venezuela en 10% más pobre cada periodo presidencial. Aun así, en vez de estudiar nuestra propia realidad, en vez de crear y producir para desarrollar a Venezuela, en medio de ese gigantesco drama social, destruyen lo poco que queda en demostración de que hay revoluciones que se suicidan por inopia de gente y otras que lo hacen, pensando que es posible copiar la fantasía de una diminuta Isla de 1958, en pleno siglo XXI.
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