EMILIO NOUEL
Cómo no hablar del drama griego
desde Venezuela si las causas de nuestros males, mutatis mutandi, son muy
parecidas a las de ese pueblo europeo.
Rentismo, estatismo y
clientelismo exacerbados son los graves vicios sociales que nos acercan, los
cuales, en el caso nuestro, también vienen de lejos.
Ambos países, hoy, estamos
cayendo por el barranco económico-social gracias al populismo izquierdista,
cuya conducta irresponsable es proverbial. No debería extrañar a nadie que
Maduro haya saludado el triunfo de Tsipras en el referéndum reciente, comparten
visiones ideológicas.
El pueblo griego acudió a esa
consulta, en la que en la práctica se le preguntaba si quería seguir padeciendo
el desastre. Sin entrar al tema de lo cuestionable de la forma tramposa como
fue convocada, obviamente, en ella el pueblo no iba a votar a favor de la
disciplina fiscal, aumentos de impuestos, la racionalización de sistema de
pensiones, entre otras duras medidas exigidas por la crisis. Nadie o pocos
estarían de acuerdo con apretarse más el cinturón o que le reduzcan lo que
tienen en los bolsillos. Ésa es la reacción lógica, incluso en países que están
en buenas condiciones económicas.
Pero los pueblos a menudo se
equivocan. Sólo los demagogos dicen lo contrario. “Vox populi vox Dei” es su consigna central; y cuídese el político de
ir contra el deseo, disparatado o no, de las masas, en ello se juegan apoyos, votos
y/o sus puestos de líder o en el gobierno.
Decir la verdad se vuelve una estupidez
políticamente incorrecta. De la honestidad y la sinceridad, ni hablar. El engaño
o autoengaño es lo que indica el manual. El culpable es el extranjero, el
imperialismo o los capitalistas, jamás el pueblo o el gobierno de turno, los
cuales serían víctimas indefensas de los mercados, y en el caso europeo, de las
instituciones de la Unión o de la demoníaca Merkel.
Así las cosas, la labor
pedagógica del político no es más que una exquisitez, algo que no se puede
permitir, es gastar pólvora en zamuro. Si el pueblo pide circo, circo hay que
darle. Los malvados son los otros, los que quieren imponer disciplina, los que
no respetan “la soberanía de los pueblos”.
Exigir sacrificios en momentos
económicos difíciles nunca será popular. Y será catalogado de suicida el
político que plantee austeridad, por mucho que esté justificada.
No otro podía ser el resultado de
aquel referéndum. El drama actual griego es aleccionador en este sentido.
Ciertamente, ponerse en los
zapatos de un ciudadano griego de a pie perjudicado por la situación terrible llevaría
a cualquiera al desespero o a querer colgar por aquellas a los que gobiernan,
los pasados y los presentes. Es comprensible su enorme ira y pedirles que se
ajusten aun más el cinturón tenía que ser rechazado.
Lo que no podemos compartir es la
idea de que los únicos culpables de lo que pasa son o las instituciones
europeas o los gobernantes, olvidando, así, la responsabilidad que también
tienen los ciudadanos de cara a los asuntos públicos y la elección de sus gobernantes.
Es fácil decir que los culpables
directos son los que han gobernado, que lo son, obviamente, pero no atribuir
ninguna responsabilidad a los ciudadanos, es ver a éstos como niños inermes que
no tienen la capacidad para discernir lo que les conviene en
materia política o económica. Los populistas y demagogos griegos y de otras
latitudes tratan al pueblo de esta forma.
No sabemos qué pasará en
definitiva a Grecia, si saldrá o no de la Unión Europea, lo más probable es que
sí lo haga. Está claro que la solución es muy compleja, y que salga sapo o
salga rana, hay un pueblo que va a seguir sufriendo unos cuantos años más
mientras llega su recuperación.
El gobierno griego está marcado y
condicionado por un discurso y unas promesas electorales incumplibles. No pareciera estar abierto a hacer lo que debe hacer, y esto significa medidas muy duras para los griegos. Ha sido desleal
con la Unión Europea y su visión sobre ella es contraria a los principios que
la inspiran. Por más que lo voceen, no creen en ella.
El populismo izquierdista griego
en comandita con los neonazis y antieuropeistas a ultranza conducen a ese país
al abismo.
Este es un problema que
trasciende las fronteras de Europa. No es sólo económico-financiero. Lo es
también geopolítico. Las fuerzas planetarias en competencia por sus áreas de
influencia (EEUU, China, Rusia) están metiendo su cuchara en este caldo
caliente, el asunto no les es indiferente.
Mientras sigan votando a
izquierdistas populistas fantasiosos e irresponsables como los de Syriza en
Grecia, y a sus afines ideológicos, como los que mal gobiernan en Venezuela, los
pueblos estarán caminando al borde del abismo, con la alta probabilidad de embarrancarse.
Emilio Nouel V.
@ENouelV
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