IGNACIO FARIZA
EL PAÍS
Las monedas de las principales economías emergentes han profundizado en los últimos días su particular devaluación frente al dólar y las divisas latinoamericanas no son una excepción. La volatilidad de las Bolsas chinas, que ayer recuperaron parte del terreno perdido el lunes, ha abierto una nueva vía de agua en su cotización, ya mermada por la expectativa de subida de tipos en EE UU y el abaratamiento de las materias primas. En el último año, el real brasileño cede un 33% frente a la moneda de referencia mundial, el peso mexicano cae un 19%, el peso argentino se deja un 10% y el peso colombiano cede un 35%.
El segundo traspié serio de los parqués chinos en menos de dos meses y la proximidad, cada vez mayor, de la subida de tipos de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, se cobran una víctima a miles de kilómetros de distancia: las divisas latinoamericanas. En una pauta común a todas las economías emergentes, las monedas de las cinco economías líderes de la región —Brasil, México, Argentina y Colombia—, han ahondado esta semana en mínimos de las últimas décadas. Y el sol peruano y el peso chileno, dos países igualmente significativos por su exposición a los vaivenes de las materias primas y, muy especialmente, a las industrias extractivas, acumulan sendas caídas anuales del 13% y del 15%.
Aunque la debilidad de la divisa de un país no es una noticia necesariamente mala para su sector productivo —actúa como catalizador de las exportaciones, al hacerlas más competitivas—, también pone en peligro la entrada de capitales, vital para el sostenimiento de la mayoría de economías latinoamericanas, encarece las deudas contraídas en moneda extranjera y, en definitiva, puede entrañar un importante riesgo para su crecimiento a medio y largo plazo.
Adam Slater, analista de Oxford Economics, achaca la caída más reciente de las divisas a la inestabilidad de las Bolsas del gigante asiático —que en la sesión de ayer recuperaron parte del terreno perdido tras subir cerca de un 4% gracias al continuo bombeo de liquidez y el mantenimiento del plan de compras impulsado por las autoridades chinas, informa Xavier Fontdeglòria—, pero incide en la importancia de otras causas de fondo que ya venían cotizando los mercados. “Hay varios factores entrelazados explican el descenso: el abaratamiento de las materias primas que produce la región, entre ellas el petróleo, el hierro y el cobre; el desplome en las entradas de capitales y el fuerte encarecimiento del dólar”, explica por correo electrónico.
Stephen Jen, antiguo economista del FMI experto en divisas, pone el acento sobre una más que probable normalización de los tipos de interés en EE UU a partir de septiembre, que marcaría la pauta para otros bancos centrales. “En la última década, Latinoamérica, como el resto del mundo, se ha endeudado en dólares pensando que iba a seguir cayendo. Por eso una subida de tipos sería tan peligrosa para la zona”, subraya.
Por divisas, tanto Slater como Jen sitúan en el ojo del huracán al peso mexicano y, sobre todo, al real brasileño, las dos mayores monedas de América Latina. Las causas de este creciente temor de los analistas: sus respectivos déficits por cuenta corriente, del 3,2% y del 4,4%. “De elegir, creo que Brasil puede ser el gran problema”, concluye Jen.
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