TORMENTAS EN EL PSUV
Pedro Luis Echeverria
El indetenible deterioro del país y la precariedad negligente del liderazgo
de Maduro, son causantes que el régimen
se desmorone estrepitosamente y
represente más un gran fracaso que una recompensa social. Esa es la
visión de muchos de los seguidores del
régimen, que consideran que los resultados obtenidos por la cúpula que gobierna compromete la plena
realización y continuación del proyecto
de dominación instaurado desde 2002; ello, aunado a la certeza que su permanencia
en el poder llega a su fin definitivo en el año 2016, han venido engendrando,
al interior del otrora monolítico movimiento chavista, fuertes luchas grupales
para tratar de convertirse en la opción
que habrá de conducir en el futuro inmediato la suerte política del PSUV.
Estamos asistiendo a la actuación
de movimientos organizados,
dentro del chavismo, que abiertamente están esperando el momento que más les
convenga para manifestarse más definitivamente en contra de un liderazgo que se
ha desgastado aceleradamente. Esos grupos chavistas actúan acicateados por motivaciones de diverso
sentido, pero son convergentes en la noción de la necesidad de preservar la
base social que les ha acompañado durante estos años y tangencialmente tratar
de recuperar el fervor de las masas y, consecuentemente, el poder hacia el
mediano y largo plazo. La cuestión planteada en el seno "pesuvista"
es preservar lo que queda del " ideario chavista" sobre el que se extiende una pérdida de la confianza en las
virtudes y en la potencia del discurso de una dirigencia decadente que ayer
había actuado con la imagen de representar una fuerza inclusiva y que hoy sus actuaciones son percibidas por sus
seguidores como los rasgos relevantes de exclusión política y un delirante
personalismo que se inspira en la segregación y ostracismo de los que no son incondicionales. Estos
grupos saben que sus zonas de convivencia con el régimen no son compatibles con
los delirios del líder ni con los enormes errores de su gobierno y mucho menos
asimilables a una sumaria tesis de responsabilidad colectiva del genéricamente
llamado chavismo. Por el contrario, la abundancia de situaciones, la multitud
de motivaciones que, en su momento, generaron complicidades atenuadas sin las
que el régimen actual no hubiera podido sobrevivir tanto tiempo, son los
argumentos que le confieren fuerza a los grupos disidentes del chavismo para
tratar de evitar verse compelidos a actuar en un ambiente de cinismo colectivo
y, por tanto, exigen un cambio de ese liderazgo fracasado. Sin embargo, los
diversos grados de adhesión al régimen, que sin duda han mantenido hasta ahora
los grupos que coexisten dentro del chavismo,
no pueden separarse de la responsabilidad que tienen con el engaño, las
frustraciones y la forma perversa como se han
presentado las esperanzas de redención en tiempos de desintegración
social por parte del líder y su gobierno
y que han llevado al país como un todo a una verdadera y profunda crisis. Eso lo saben
estos grupos y han comprendido que su permanencia y vigencia en la política
nacional les demanda mayor cohesión entre ellos y una actitud abierta y
proclive al deslinde del radicalismo gobernante y al acercamiento a las opciones
de diálogo que, por razones de supervivencia política, están obligados a mantener con el gobierno de unidad nacional
que asuma la conducción del país en 2016.
Vistas así las cosas, debemos concluir que si el gobierno habla de
conspiraciones, ciertamente éstas existen pero los conspiradores y sus planes
desestabilizadores hay que buscarlos en el PSUV y sus satélites; allí trabajan
solapadamente quiénes esperan la ocasión propicia para dejar de lado al gobierno y su cúpula de mando incapaz porque saben que irremisiblemente el pueblo
los rechaza y exige su relevo inmediato.
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