Convencidos de la necesidad del cambio
RAMON GUILLERMO AVELEDO
Todos los venezolanos, salvo el pequeño
grupito que ha privatizado el Estado en su provecho, estamos convencidos
de la imperiosa necesidad del cambio.
El país no aguanta seis años más de este
gobierno. Digo seis porque es el lapso constitucional, pero es obvio
que la Constitución significa poco o nada para ellos, y que su intención
es permanecer eternamente en el poder. Digo gobierno por usar una
referencia convencional entendible a todos, no porque crea que gobierna
en el sentido elemental de la palabra. Más bien, el grupito se comporta
como una fuerza de ocupación que extrae la última gota de todo sin mirar
las consecuencias.
El fracaso de las negociaciones en
Dominicana se debe a que no hubo del lado oficial la intención seria de
ceder en nada sustancial. Aparentaban hacerlo, pero manteniendo
condiciones que anulaban sus concesiones que consistían en la promesa de
respetar la Constitución que no han cumplido y que tienen secuestrada,
con el apoyo de las cúpulas judicial y militar. No les importa el precio
que paguen los venezolanos y creen, supersticiosamente, que a ellos
esta absurda pretensión les saldrá gratis.
La unión nacional de los damnificados
por las políticas, las acciones y las omisiones del grupo en el poder,
es la unidad nacional. He allí el poderoso movimiento que debe armarse
para enfrentar la arrogante pretensión continuista y lograr que se haga
efectivo nuestro derecho constitucional a elegir este año un nuevo
gobierno.
La unidad de los partidos y los líderes,
ilegalizados o permanentemente amenazados, perseguidos, inhabilitados,
presos, acosados. La unidad de los trabajadores y los consumidores
empobrecidos por la hiperinflación y la escasez, por la desinversión y
la falta de oportunidades. La unidad de los empresarios de la ciudad y
el campo, de la industria y el comercio, de la banca en riesgo, ante un
poder abiertamente en contra de la propiedad y la iniciativa privadas
acorrala empresas por falta de todo lo necesario para operar. La unidad
de los universitarios, profesores, estudiantes y trabajadores, ante la
progresiva asfixia de nuestras casas de estudio. La unidad de los
jóvenes de todos los sectores que no ven futuro y la de los padres
condenados a vivir sin sus hijos ni sus nietos, ante unos poderosos que
ven en el éxodo de venezolanos una alivio de la presión interna y por lo
tanto una ventaja para su interés egoísta. La unidad de los pueblos y
comunidades indígenas cansados del abandono y la manipulación, cuyos
hombres, mujeres y niños sufren tanto o más que cualquiera de nosotros y
que ya engrosan la migración a Brasil o Colombia. La unidad de las
iglesias, de todos los credos, porque sus fieles están sufriendo, sin
excepción, y porque el modelo imperante no tolera expresiones
independientes de su voluntad.
Una unidad tricolor. De todos los
sectores en todas las regiones, de todas las generaciones y todas las
condiciones. En esa unidad está la esperanza del venezolano.
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