Todo pasa por Dominicana
Michael Penfold
PRODAVINCI
Son varios los tableros en los que juegan
el gobierno y la oposición tanto en el plano internacional como
nacional. La confusión es total. Ante tanta incertidumbre, lo
fundamental es hacerse algunas preguntas que eleven la comprensión (más
que la explicación) de lo que está ocurriendo en Venezuela. Es por ello
que comparto las preguntas que me parecen más relevantes y que quizás
puedan ayudar a resolver el acertijo. Las respuestas a estas mismas
preguntas son seguramente imprecisas; anotaciones o intuiciones que
deban ser reescritas con los eventos que vayan sucediendo. Las
preguntas, sin embargo, quizás sean mucho más relevantes, y estoy
convencido de que son las guías a muchos de los comportamientos
erráticos y contradictorios que hemos presenciado por parte del gobierno
y la oposición en estas últimas semanas.
¿Por qué el gobierno trata de extender
las negociaciones en República Dominicana a pesar de que la Asamblea
Nacional Constituyente adelantó las elecciones presidenciales para antes
de finales de abril de 2018?
Es curioso que pocas horas después de que
la Asamblea Nacional Constituyente aprobara el adelanto de las
elecciones presidenciales, el mismo gobierno estuviese solicitando
repentinamente -con el apoyo del presidente de República Dominicana,
Danilo Medina-, reanudar las negociaciones con la oposición el 29 de
enero. Resulta igualmente sorpresivo que el mismo gobierno solicitó
extender las negociaciones por 36 horas adicionales. Y es también muy
relevante observar que el mismo gobierno pidió documentar en un acta de
avances el contenido de las discusiones.
En un ambiente hiperinflacionario cada vez
más agresivo, evidentemente el gobierno pierde con el paso del tiempo y
prefiere acelerar los tiempos electorales. ¿Pero por qué tanto afán en
seguir con unas negociaciones si en teoría están dispuestos a ir a unas
elecciones sin acuerdo previo? ¿A quién necesitan convencer de que la
negociación viene “avanzando” inexorablemente?
Minutos después de que el gobierno
anunciara a través de su jefe de delegación que existe un “pre-acuerdo”,
que en realidad no fue otra cosa que un “acta de la reunión”, las
Fuerzas Armadas hacen pública a través de las redes sociales, por
primera vez en mucho tiempo, su posición institucional orientada a
apoyar una potencial negociación en República Dominicana. Un anuncio que
por alguna razón escapa de la atención de la opinión pública, que
continúa sumergida en un duelo fútil entre si hubo o no un “pre-acuerdo”
y si la oposición es o no verdaderamente “moral”.
Es cada vez más evidente que desde la mesa
de negociación en Dominicana el gobierno le habla a cierto grupo dentro
de la coalición oficialista, fundamentalmente vinculado con la
institución castrense; y también pareciera que desde la Asamblea
Nacional Constituyente el gobierno se comunica con otro sector político
más radical relacionado con el PSUV. En esta ronda de negociación se
hizo muy diáfano el esfuerzo de Nicolás Maduro de conciliar dos
posiciones que son potencialmente conflictivas, especialmente en caso de
que la oposición no ceda en su posición de fijar una fecha que
garantice tanto mejoras en las condiciones electorales como la
materialización efectiva de la observación internacional. Para la
oposición, ceder en el tema de la fecha es algo que limita la
implementación de las garantías electorales. Para el gobierno, solo si
la oposición cede en la fecha y acepta que sea antes de abril de 2018,
es viable conciliar ambas posiciones dentro de la coalición oficialista y
evitar un potencial conflicto interno.
En el argot beisbolístico: en esta ronda de
negociaciones se le vieron las costuras al oficialismo. El presidente
Maduro desea continuar con las negociaciones internacionales por dos
tipos de presiones que están vinculadas pero que son de naturaleza
diferente. La primera es la posibilidad de que las sanciones
internacionales escalen y se aceleren ante unas elecciones que muy
probablemente sean desconocidas por la mayor parte de la comunidad
internacional. Y en segundo lugar porque existen grupos importantes
dentro de la coalición oficialista, que si bien podrían aceptar una
potencial reelección presidencial, tan solo lo harían en el contexto de
un acuerdo que garantice que estas sanciones no se aceleren y que la
situación económica y social pueda ser atendida.
En caso de que se adelanten las
elecciones presidenciales sin ningún tipo de acuerdo en República
Dominicana, ¿que tan rápido se pueden acelerar las sanciones
internacionales?
La amenaza del gobierno de adelantar las
elecciones antes de abril de 2018, sin un acuerdo internacional que
garantice un cambio en las condiciones electorales, es una acción
totalmente creíble. Si el chavismo estima que debe hacerlo, adelantarán
los comicios, tal como lo hicieron con las elecciones regionales y
municipales a finales del año pasado. El gobierno también calcula que el
hecho de que existan grupos políticos dentro de la coalición opositora
que están dispuestos a participar aún sin un cambio de condiciones
electorales, podría legitimar internacionalmente este proceso. Esta
posibilidad hace más creíble su amenaza e incluso mucho más tentadora.
Si la negociación se lleva a Caracas para su fase final, sin la
presencia de los cancilleres, es probable que algunas facciones dentro
de la oposición acepten firmar el “pre-acuerdo” (que no existe sino en
unas minutas de avances parciales) mientras que otros partidos rechacen
su contenido. Esta posibilidad sería una repetición del reconocimiento
de la Asamblea Nacional Constituyente por parte de alguno de los
gobernadores opositores electos después de los comicios regionales. La
división sería inevitable.
Sin embargo, la comunidad internacional,
especialmente Estados Unidos y Europa, parecieran estar pensando de una
forma diferente. Ya han dicho, a través de distintos voceros, que no
reconocerán unas elecciones adelantadas, convocadas sin un cambio de
condiciones, independientemente de quienes decidan participar en ellas.
Es posible que la comunidad internacional no vaya a esperar la
realización de estos comicios, sino que más bien aguarde a la simple
convocatoria por parte del CNE para acelerar las sanciones económicas,
esta vez de carácter comercial, por parte de los Estados Unidos; así
como la ampliación de las sanciones individuales por parte de Europa.
Esto quiere decir que la comunidad internacional estaría dispuesta a
actuar “preventivamente” (para hacer su amenaza igualmente creíble a la
del gobierno), más allá de que se celebren unos comicios adelantados y
de la potencial participación de una facción de la oposición. Es por
ello que las sanciones pueden escalar mucho más rápido de lo que tanto
el gobierno como una parte de la oposición estiman, es decir, mucho
antes de abril, siempre que se materialice el adelanto de las elecciones
sin un acuerdo internacional que modifique las condiciones electorales.
La decisión del presidente de los Estados
Unidos, Donald Trump, de enviar a Rex Tillerson a realizar una gira por
toda la región, con un foco muy especial puesto sobre el caso
venezolano, hace ver que ya se está preparando el apoyo internacional a
esta decisión por parte de los Estados Unidos y Europa. El anuncio de
Brasil de considerar el cierre de la frontera terrestre con Venezuela,
así como el anuncio de Colombia de buscar medidas que frenen las
presiones migratorias, hacen ver que la mayoría de los países
latinoamericanos anticipan el efecto de esta nueva ronda de sanciones
adicionales sobre la situación del país. El anuncio del retiro de México
de las negociaciones y la potencial formalización de la salida de
Chile también apuntan en esta misma dirección.
¿Realmente existe la posibilidad de que
la oposición gane las elecciones presidenciales si el gobierno cumple
su amenaza de adelantarlas?
En América Latina, bajo condiciones
electorales relativamente “normales”, los presidentes que aspiran a la
reelección suelen ganar cómodamente este tipo de comicios. La
alternabilidad en América Latina opera no tanto porque los presidentes
pierdan elecciones sino debido a que no pueden repetir por limitaciones
constitucionales a la reelección presidencial. En el caso venezolano
estas restricciones son inexistentes. En Argentina, Mauricio Macri llegó
a la presidencia porque Cristina Kirchner no pudo presentarse a una
segunda reelección Lo mismo ocurrió con Lenín Moreno en Ecuador cuando
Rafael Correa no pudo reelegirse. Y Juan Manuel Santos en Colombia ganó
la presidencia porque Álvaro Uribe no pudo constitucionalmente extender
la reelección. Los únicos casos en los que los presidentes han perdido
elecciones fueron Daniel Ortega contra Violeta Chamorro en Nicaragua (en
medio de una hiperinflación y los estragos de una guerra civil) y el
caso de Hipólito Mejía en República Dominicana (en medio de una crisis
financiera muy profunda).
Las comparaciones entre el caso de
Nicaragua y Venezuela son muy interesantes. Sin embargo, en el caso de
Nicaragua hubo un acuerdo político promovido por la comunidad
internacional -entre ellos por el Grupo Contadora en el que participaba
activamente Venezuela-, construido alrededor de la independencia del
ente electoral y la presencia de la observación internacional. Esto
permitió que el descontento económico se manifestara democráticamente de
una forma efectiva. Violeta Chamorro no solo ganó porque había
hiperinflación y hubo unidad opositora, sino porque se aprobaron
acuerdos políticos que transformaron las condiciones electorales y
establecieron claras garantías para los sandinistas, entre ellas, su
control posterior sobre las Fuerzas Armadas. La economía sin duda
importa pero también las condiciones electorales.
En el caso venezolano, además del control
político del chavismo sobre el Consejo Nacional Electoral, el
condicionamiento social del voto a través del Carnet de la Patria es
cada vez más relevante. El condicionamiento social es tan potente que
permite tres cosas elementales: cohesiona el voto oficialista, inhibe la
mobilización opositora e incluso en algunos casos logra convertir el
voto opositor hacia el gobierno. El asunto es tan importante que el 95
por ciento de los electores que se autodefinen como chavistas y poseen
el carnet electrónico participan y votan por el gobierno. Entre aquellos
votantes que se autodefinen como opositores y que dicen tener acceso al
carnet electrónico, el 31 por ciento de las personas que salen
efectivamente a votar, lo hacen por el chavismo (probablemente porque
perciben que están siendo observados y coercionados). El Carnet de la
Patria es un instrumento de cohesión muy efectivo sobre la base chavista
(aun entre quienes muestran descontento por la hiperinflación); y por
si fuera poco también tiene la capacidad de voltear una parte
significativa de la votación opositora.
De modo que cualquier candidato opositor
que decida participar en unas elecciones adelantadas, para poder ganar,
debe ser capaz de movilizar a toda la base social descontenta y también
debe ser capaz de revertir el voto opositor que ha sido convertido por
el gobierno a través del mecanismo del Carnet de la Patria. Ante la
debilidad institucional de los partidos opositores, es obvio que esto
solo lo puede lograr un candidato tremendamente carismático y con el
apoyo de una coalición opositora articulada. Cualquier estrategia de
participación debe estar fundamentada no tanto en atraer el voto
chavista sino en movilizar emocionalmente el descontento social de la
población sin importar su vinculación partidista a través de una fórmula
perfectamente unitaria. En Venezuela son contados los candidatos
opositores, que en un tiempo tan corto, pueden lograr este tipo de
efecto sobre el electorado. La oposición es mayoría y esa mayoría
expresa una clara voluntad de cambio, por lo que no es imposible ganar
unas elecciones adelantadas, pero requiere satisfacer una serie de
condiciones que son fundamentales para poder competir.
¿Por qué la oposición actúa con mayores
niveles de coordinación en República Dominicana que los bajos niveles
de articulación que muestra en Caracas?
La oposición es heterogénea y pareciera
estar más unida en Dominicana que en Caracas. La razón es que el equipo
de negociación está mejor coordinado, hay equipos técnicos que respaldan
sus decisiones y hay una mejor integración con el apoyo internacional.
En Caracas, la capacidad de coordinación política de la MUD fue
desmantelada al eliminar su Secretaría Ejecutiva y al reducir los
espacios de intercambio con las fuerzas sociales y con los partidos
políticos más pequeños. Esto ha dificultado que comunicacionalmente la
oposición desde Dominicana logre hablarle a su base electoral, que se
encuentra en estos momentos dispersa y sobre todo confundida,
independientemente de su actuación en el proceso de negociación. Desde
Caracas la oposición tampoco logra movilizar a la ciudadanía tanto
política como electoralmente en las calles. Si Caracas no converge con
Dominicana entonces es poco probable que la oposición logre ser
verdaderamente efectiva.
¿Puede el chavismo con una reelección
de Maduro estabilizar la economía y rescatar la industria petrolera de
su colapso productivo sin un acuerdo en Dominicana?
Es imposible que Venezuela pueda
implementar un programa de estabilización macroeconómica, atender la
emergencia social y reconstruir la industria petrolera sin un programa
que tenga garantizado amplio financiamiento internacional. Ante la
negativa del gobierno de acudir a los organismos multilaterales, e
introducir un cambio en la política económica, el gobierno piensa que
Rusia o China pueden venir a su rescate. Hasta ahora China ha mostrado
estar muy poco dispuesta a jugar ese papel, algo que el gobierno no
quiere reconocer, pues la potencia asiática no estaría dispuesta a
financiar indefinidamente la continuidad de un modelo de controles y
tampoco parece estar convencida de financiar un cambio sin un acuerdo
político que permita restaurar un mínimo de seguridad jurídica en el
país. China en estos últimos años más bien ha disminuido agresivamente
la exposición de riesgo de su deuda tanto comercial como financiera con
Venezuela. Rusia, por su parte, no tiene la capacidad económica para
apoyar un programa de esta naturaleza y su comportamiento es más bien
oportunista y guiado por consideraciones geopolíticas. Y finalmente las
sanciones económicas de los Estados Unidos han clausurado el
financiamiento de largo plazo tanto para Venezuela como PDVSA en los
mercados de capitales. Tan sólo un acuerdo en Dominicana y un programa
económico y social que sea tanto política como técnicamente creíble, y
que cuente con amplio apoyo popular, y con un rápido acceso a los
organismos multilaterales, puede reflotar la economía del país.
¿El chavismo está bien cohesionado o enfrenta fisuras internas que pueden profundizarse?
El chavismo en estos momentos pareciera
estar mucho mejor cohesionado electoralmente que la oposición. La razón
fundamental es que el Carnet de la Patria se ha convertido en el mejor
sustituto del PSUV. No obstante, políticamente la situación del chavismo
es potencialmente mucho más compleja, sobre todo sin un acuerdo en
Dominicana. Estos últimos días han mostrado que existen grupos que
internamente desean un acuerdo. Si el gobierno decide adelantar las
elecciones y las sanciones rápidamente se aceleran, entonces esas
fisuras internas se van a profundizar, pues aun ganado las elecciones
presidenciales, la crisis de gobernabilidad en el país va a
profundizarse.
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