martes, 10 de diciembre de 2019


Muere el venezolano Pedro Nikken, un defensor irrepetible

El Pais

La sentencia del caso Velázquez-Rodríguez Vs Honduras determinó a principios de los ochenta la responsabilidad de los Estados en materia de derechos humanos, que las desapariciones constituyen una violación múltiple de esas garantías y que las medidas de reparación de las víctimas deben ser integrales, no solo pecuniarias. Reglas del juego democrático que la región da por sentadas hoy, después de décadas de autoritarismos y conflictos sociales que todavía desatan incendios en América Latina. En ese texto jurídico, que se ha convertido en la piedra angular del sistema Interamericano de Derechos Humanos, reiteradamente citado luego en casos como la masacre de Mapiripan en Colombia, el Caracazo de Venezuela o El Mozote de El Salvador, está la firma del abogado venezolano Pedro Nikken, referente en la defensa de las garantías ciudadanas  desde la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) —donde fue juez entre 1980 y 1988—, el Instituto Interamericano de Derechos Humanos de San José (Costa Rica), que ayudó a crear y dirigió por varios años y en el sistema de Naciones Unidas, donde tuvo un rol determinante en la pacificación de El Salvador de la guerra civil. El jurista ha fallecido este lunes, justo en el Día de los Defensores de Derechos Humanos, en Caracas a los 74 años, tras sufrir una caída en su residencia que le generó un derrame cerebral.
En la Venezuela de 2019, la de dos presidentes y dos parlamentos, atascada en el conflicto y en su peor momento en materia de derechos, los activistas lo consideran una pérdida que hará más pesada la búsqueda de salidas a la crisis y a una todavía inasible transición política. “Hace poco en una reunión nos decía que sus últimos alientos los quería dejar en la lucha de Venezuela por salir de este atolladero, por encontrar una solución distinta que contribuyera a aliviar el sufrimiento de la gente. Pedro era imprescindible en este momento, porque fue una referencia irrepetible, de una inteligencia sobresaliente, empático, un caballero, con una sencillez que no siempre se consigue en un académico”, comenta Liliana Ortega, directora de la ONG Cofavic.
El presidente de la Corte Interamericana, Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot, expresó en un comunicado su pesar por el fallecimiento. “El juez Nikken fue un destacado miembro de la primera composición de la Corte, siendo parte de un hito histórico para esta institución y cuyo trabajo, no solo marcó el rumbo de la jurisdicción interamericana, sino que además definió el rol clave que la Corte ha jugado en la protección de los derechos humanos en el continente”.
Por mucho tiempo, Nikken fue más conocido fuera de su país, donde fue profesor de la Escuela de Derecho y del Postgrado en Derecho y Política Internacional de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela. Es en El Salvador donde actuó como consejero jurídico del secretario General de la Organización de las Naciones Unidas entre 1990 y 1992 durante el proceso de pacificación y, posteriormente, fue nombrado experto independiente en derechos humanos para este país (1992 - 1995), donde tuvo un papel preponderante en la gestación de ese milagro político que permitió salir de una guerra que parecía imposible de parar. “Cuando he ido a El Salvador a algún encuentro o taller y saben que soy venezolana, siempre me han mencionado a Pedro Nikken”, dice Ortega, que se siente parte de esa generación formada por el jurista.
Entre abogados y activistas coinciden en que Nikken fue fundamental para dar soporte jurídico a la defensa de los derechos humanos, a hacer de este mundo uno con normas y estándares, más allá del testimonio de las víctimas. Y en los conflictos políticos fue promotor del diálogo y la negociación como primera opción. La tarde de este lunes, la muerte de Nikken ha convocado a políticos, activistas, académicos e intelectuales, que han convertido su nombre en un hashtag destacado en ese campo de batalla que es Twitter en Venezuela, para justamente hablar de su vocación por las negociaciones pacíficas y de su convicción en el poder del entendimiento.
Hace unas semanas, en una de las últimas entrevistas que dio a un medio local, Nikken defendía la necesidad de retomar las conversaciones entre los representantes de Juan Guaidó y Nicolás Maduro, iniciadas con el auspicio de Noruega, un capítulo que para algunos ya parece lejano en medio del estancamiento de la crisis política venezolana. “Hay una crisis en la negociación, pero soy optimista. Creo que se puede recomponer y reanudar el camino. En El Salvador se sentaron como enemigos militares y salieron socios de un proyecto de país. Ellos se pudieron ahorrar más víctimas de un conflicto armado feroz. En Venezuela no les queda más remedio”.



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