Bostonianas
CARLOS RAÚL HERNANDEZ
Triturar los candidatos opositores y los partidos de la MUD parece la principal tarea que se propone un grupo de ciudadanos antipolíticos (la antipolítica consiste en hacer política a partir de exaltar los defectos de los partidos y las virtudes propias), lo que dificulta la agónica victoria del 26S. Al revés de Talleyrand, creo que lo que hacen es por igual un crimen y una necedad. Entender eso luce sencillo, pero la fobia bloquea a veces la comprensión. La cantinela destructiva abona al escepticismo y la fatuidad de sectores medios ilustrados opositores urbanos, paradójicamente los más proclives al disparate político, que votaron por Esteban en 1998,1999, 2000 o se abstuvieron y se fueron a pasar navidades en NEW YORK, y ahora hacen lo mismo. En 2005 ocurre un hecho digno de estar en la historia de la ceguera política: el retiro de las candidaturas a la Asamblea, con lo que el Gobierno pudo, con mayoría hipercalificada, nombrar Fiscal, Tribunal, Contralor y lo que le diera la gana como le diera la gana. Una periodista comentó hace poco a Carlos Blanco en GLOBOVISIÓN, que si la oposición no hiciera semejante cosa, con Podemos posteriormente hubiera podido completar la mayoría. "¿Cómo iba a saber que Podemos rompería?" -respondió. Es espeluznante una respuesta tan NAIF de alguien que asume la responsabilidad de hacer opinión, como el médico que amputa el miembro que no es y después arguye "que se confundió". El autoritarismo quiere excluirnos, pero es un gatuperio sin nombre ayudarlo. Los árabes cuentan que un condenado a muerte se arrodilló ante el Sultán y le dijo: "sí usted suspende mi pena, en un año enseño a hablar a su caballo favorito". El Sultán lo perdonó con esa condición y murió cuatro meses después sin que el caballo aún hablara. En un año pasan muchas cosas. En 2007 vivimos con asombro otra situación Guinness: mientras el movimiento estudiantil y muchos otros hacíamos esfuerzos para ganar, unos extravagantes llamaban a no votar y casi triunfan, pues pese a tres millones de chavistas inhibidos, la oposición ganó por apenas cincuenta mil votos, por las abstemias clases medias, lectoras de cantos de sirena dominicales. Y no hubo disculpas con quienes Blanco calificó injustamente de "colaboracionistas".
Los apegos de Blanco a mamotretos tales como "la constituyente", el paro petrolero, los militares de Plaza Altamira, la candidatura presidencial de Cova, el no a los "reparos", el rechazo a los partidos, el abstencionismo, el descrédito a la MUD, no se deben a que escriba desde lejos. Es una posición ideológica, pues aborrece los partidos desde finales de los sesenta, pero también en los setenta, en los ochenta, en los noventa, en los dos mil, en los dos mil diez.
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