sábado, 17 de marzo de 2018

Los animales en Venezuela, otras víctimas del Socialismo del Siglo XXI

Andrea Rondón García


El tema de los animales es uno de los más polémicos dentro del mundo liberal (desde think tanks, intelectuales hasta foristas en redes sociales). Como liberal confieso que no es un tema fácil para mí porque además me declaro amante de los animales.
Tradicionalmente desde la visión liberal la posición es que los animales no son sujetos de Derecho; no son, a diferencia del ser humano, seres racionales capaces de establecer fines y propósitos y actuar en consecuencia para alcanzarlos; no son capaces de cooperar de forma voluntaria en sociedad; etc. Esta visión la vemos perfectamente desarrollada por Murray Rothbard en La Ética de la Libertad o más recientemente por Tibor Machan (fallecido en el 2016) en sus artículos en The New York Times.
Este es un enfoque que no refutaré ni que será objeto de atención en estas breves líneas. Mi enfoque es particularmente distinto, porque lamentablemente es lo que me ha tocado vivir.   
Diariamente veo en las calles de Caracas animales domésticos abandonados, restos de animales (sí, porque fueron comidos por personas desesperadas buscando distintas formas de “alimentarse”) y más recientemente vemos noticias sobre el traslado de animales de los zoológicos del país a otros países porque se están muriendo de hambre o son sacrificados para alimentar a otros animales. Lamentablemente estos son los efectos lógicos e inevitables de la desacertada política económica instaurada desde hace cerca de dos décadas.
¿Por qué hay más animales domésticos abandonados? Sólo aportaré algunos datos para responder a esta pregunta. El Fondo Monetario Internacional estimó en enero que la inflación en Venezuela podría alcanzar el 13.000% este año; tres universidades del país elaboraron la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana (Encovi) y el estudio arrojó que los venezolanos perdieron un aproximado de 11 kilos; El Estímulo (página web de noticias) constató que para febrero de este año el alimento de animales domésticos aumentó de precio al menos 20 veces en un año.
¿Por qué hay restos de animales en las calles? Los datos del párrafo anterior responden a esta pregunta.
¿Por qué los animales de los zoológicos están siendo trasladados? Además de las cifras anteriores, las cuales se agravan si se trata de un zoológico o un parque que debe incluir en su presupuesto personal, mantenimiento, veterinarios, seguridad, alimentar animales exóticos de grandes proporciones, se incluye que se trata de proyectos públicos. En este punto cobra absoluto sentido e importancia el discurso liberal según el cual la propiedad privada y la libre iniciativa son los que verdaderamente permiten llevar a cabo emprendimientos y proyectos exitosos (económicamente sostenibles). Lo público no se maneja con los mismos códigos de eficiencia, competencia e incentivos que lo privado. Como diría el profesor Enrique Ghersi, lo público adolece de dos defectos, a saber: sobreconsumo o lo que se llama la tragedia de los comunes (nadie puede excluirte de su consumo por ser público) y nadie paga por ellos (financieramente es difícil su mantenimiento).
Episodios como la nutria, Calíope, que se escapó de su estanque en el Parque del Este (nuevamente público) y atacó a uno de los visitantes generándole heridas que requirieron cirugía o animales domésticos adoptados por personas de otros países se seguirán repitiendo, pero peor, recrudecerán.
Si defendemos que los animales no tienen derechos porque no son seres racionales y porque el ser humano es capaz de discernir y deliberar, me pregunto si los efectos del socialismo del siglo XXI han llegado al punto de aniquilar a este hombre racional.
Defiendo las ideas liberales porque la reafirmación del individuo y la libertad como valor absoluto son los que permiten que cada uno de nosotros escoja su proyecto de vida y la forma de llevarlo a cabo teniendo como único límite no dañar a otros. Con mucho dolor admito que el socialismo del siglo XXI nos ha llevado a nuestros instintos más primitivos, esos que sólo buscan la sobrevivencia sin medir las consecuencias de nuestros actos.
Ya no es un tema de sí los animales tienen derecho o no, mi propósito aquí es advertir que el socialismo del siglo XXI acaba con la racionalidad del ser humano, pero el ser humano no será su única víctima, también lo serán los animales. Cómo verán, estás líneas trascienden el debate sobre los derechos de los animales, más bien me enfoco en no olvidarlos como otras víctimas más de este maldito socialismo.

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