CARLOS RAUL HERNANDEZ
EL UNIVERSAL
MAS, Copei y Avanzada Progresista y Henri Falcón concurren a las
elecciones de mayo y junio. Decisión que tranquiliza, luego del
espeluznante panorama que prefiguraba la ausencia de los adversarios al
gobierno. Se podrá respirar con relativa tranquilidad porque eso le mete
una barra en las ruedas al control totalitario que el gobierno busca, y
que concedería el abandono del campo. Alguna serpiente sopló a los
oídos en 2016, desobedecer el mandato de la razón y la mayoría
electoral, ya que bastaba extender la mano para arrancar el fruto. Nos
arrojaron a un zanjón lodoso en el que apenas comenzamos a movernos. La
prisa arruinó la AN, la amplia mayoría política,
Perdió las gobernaciones, las alcaldías, inhabilitó dirigentes e ilegalizó los partidos. Y como en los varios remakes de Carrie
de Brian de Palma, basada en el libro de Stephen King, cuando
recorremos los escombros carbonizados, una mano ensangrentada sale de la
tierra y nos pide ¡abstención! Si yo muero que mueran todos como aquel
piloto suicida que estrelló en los Alpes su avión repleto de pasajeros.
Venezuela debe ser un caso incomprensible para los estudiosos en todas
partes. Durante 27 años los grupos de poder fáctico se dedicaron a no
dejar piedra sobre piedra. Destruyeron los partidos, el gobierno
democrático, la reforma económica.
Abrieron paso a Chávez y
facilitaron la quiebra de las instituciones en conjunto. Asumieron hasta
2005 el control de la oposición y la remataron. Retoman el volante en
2016 y amenazan con dejar la tierra arrasada. Ahora el objetivo de esa
enfermedad febril por liquidarlo todo se enfoca contra Falcón. En la
otra calle, entre Chávez y Maduro malograron la sociedad más moderna de
Latinoamérica. Desmantelaron una de las primeras economías petroleras
con las mayores reservas probadas de crudo existentes. Pusieron a las
clases medias de mayor capacidad adquisitiva del planeta a pasar hambre,
y a comer basura a los estratos bajos.
Holocausto caníbal
Esa
acción devastadora, la propensión a hacer daño, caracterizó nuestros
inicios republicanos (Bolívar acabó con todo lo que le pasó por delante)
hasta el advenimiento de Gómez que puso un control salvaje en aquel
mundo de fieras ¿Por qué esa violencia disolutoria y mortal? Parte de la
oposición hará todo para canibalizar a la otra. Hubo esfuerzos desde
2006 por radicar el debate en lo social, en los asuntos de la mayoría, y
eso produjo victorias. Destierran del lenguaje problemáticas
y terminologías políticas. Pero hubo una oscura secuencia de 2016 y
2017, se impuso la perspectiva de grupos sociales urbanos altos y se
abandonó la interlocución con las mayorías, que no quieren calle, ni
sangre, ni trancones, ni hora cero.
Y el naufragio de una
generación y de dos décadas de esfuerzos por crear partidos, liderazgos,
alternativa democrática, condujo a esta reacción suicida. Las bases de
los partidos, los dirigentes en estados, municipios, pueblos y aldeas,
sufren persecución, amenazas, miseria, represión con mucha más rudeza
que en las zonas urbanas. Pero demasiados dirigentes nacionales, contra
la solidaridad e incluso al más elemental sentido político, les
“ordenan” no participar en las elecciones municipales y regionales y al
mismo tiempo les exigen nuevos sacrificios. Más que los quiméricos
argumentos, la verdadera razón para abstenerse es que ninguno de los
predestinados de esa cúpula urbana pudo ser candidato.
¡Sí podemos!
Asombra
el argumento de que no hay condiciones, usado por aquellos que en diez
años refutaron sistemáticamente esa conseja, con acciones y palabras. En
dramáticas circunstancias, tal vez peores que las actuales, se ganaron
las legislativas de 2015, y masivamente. Paradigma de los líderes
surgidos en medio del combate feroz, nacidos en la batalla, es la
gobernadora Laidy Gómez. Nunca la he visto quejarse, llorar porque no
hay “condiciones”, buscar solidaridad por ser mujer. Viene de ser
diputada por el circuito de la frontera tachirense, el más peligroso del
país. Trabaja infatigablemente, resuelve problemas y tiene valentía
verdadera.
Hizo lo debido, junto con los demás gobernadores, al
juramentarse en la Constituyente, un organismo tan vicioso o cuestionado
como el TSJ o el CNE. Pese a una campaña furiosa, inhumana y cobarde
para desacreditarla, hoy puede exhibir un nivel de aprobación de 78%.
Cada vez que le tocó, construyó su maquinaria de testigos, su aparato
electoral, atesoró actas, y obtuvo la victoria. No tuvo que deambular
como alma en pena en una comedia de victimización, derrotada por
incumplir su trabajo, o por mera falta de capacidad. Ella y los otros
gobernadores prueban que se podía y se puede.
Los arúspices dicen
que el hambre derrocará al gobierno con la astucia de la razón de un
desembarco extranjero o un golpe de Estado. La mentada intervención
militar democrática, resolverá una especie de 23 de enero y los llamará a
gobernar. Pudiera ser que los ideólogos pasen el resto de sus vidas
como el coronel de García Márquez, a la espera de la carta con su
nombramiento. Después de las elecciones al parecer habrá un nuevo
sistema político. Dictadura solo sale con votos y afortunadamente esta
tesis se ha extendido bastante y aparecen importantes nuevas
fundamentaciones.
@CarlosRaulHer
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